CONTENIDO

Prefacio
1. Peregrinos interestelares
2. Misterios del cilindro de oro
3. La Tierra: el imán azul
4. Descubrimiento del electromagnetismo
5. Desfile de imanes
6. Electroimanes sin núcleo de hierro
7. Sobre una superarma frustrada
8. Todo comenzó por la anguila eléctrica
9. El imán y la explosión
10. A la ciencia moderna, potentes imanes
11. Trampas magnéticas
12. Los colosos deben desaparecer
13. ¡Error o descubrimiento!
14. Algunas propiedades de los superconductores
15. Efecto de Bryan J. Josephson
16. Segunda vida del descubrimiento
17. Extraño mundo frío de los superconductores
18. Dispositivos, en principio, "irrealizables"
19. Los superconductores en filas
20. Obtención, almacenamiento y transporte de helio líquido


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Escribir a Antonio



§11. Trampas magnéticas para investigaciones termonucleares

Capítulo narra cómo los imanes ayudan a "domar" la reacción termonuclear.

Por primera vez en la historia, los hombres utilizarán la energía que no procede del Sol.

A. Einstein

La reacción de fisión del uranio puede considerarse ahora bien dominada, y el costo de la energía eléctrica atómica se torna ya comparable con el de la energía de las centrales termoeléctricas. Las reservas de los elementos radioactivos fisibles no son ilimitadas. La energía del uranio y torio, que yacen en la tierra, supera 100 veces la de los combustibles comunes. En cuanto al agua, el combustible para las reacciones de fusión, la hay en la tierra tanta como se quiera. El académico I. Tamm escribió que del deuterio contenido en 1 litro de agua se puede obtener una cantidad de energía equivalente a la obtenida de 350 litros de gasolina. De modo que, desde el punto de vista energético, los cuatro océanos terrestres equivalen a los 1400 océanos de gasolina. Incluso si el consumo aumentase cien veces, tal reserva de energía le alcanzaría a la humanidad para miles de millones de años.

Es muy importante también que los desechos de las centrales eléctricas nucleares corrientes son muy radiactivos. Por ejemplo, si toda la energía eléctrica de EE.UU. se generase en centrales eléctricas nucleares, la radiactividad de los desechos ascendería a una cifra colosal y equivaldría a la de doscientos mil bombas atómicas estalladas. En el año 2000, la radiactividad de los desechos equivaldría a la radiación de 8 millones de bombas atómicas al año. Es, por lo visto, una paga excesiva por la energía. En cambio, las reacciones de fusión o, como suelen llamarlas termonucleares, son "puras" en cuanto a la contaminación radioactiva.

Pero dominar la esfera de las reacciones termonucleares controladas (precisamente controladas, puesto que la bomba de hidrógeno en la que se produce la fusión termonuclear es un ejemplo de la reacción realizada hace mucho, pero no controlada) es mucho más difícil de lo que parecía al principio. Una de las dificultades serias que tienen planteadas los físicos es el "efluencia" del plasma de las "botellas magnéticas" que lo contienen. ¿Qué son las "botellas magnéticas" y para qué sirven?

Como resultado final, una reacción termonuclear controlada debe facilitar al hombre la energía eléctrica. Esta, en comparación con otros tipos de energía, tiene la ventaja de que puede transformarse con gran eficiencia y facilidad en cualesquiera otros tipos de energía.

La energía eléctrica se puede obtener durante una explosión termonuclear controlada a costa de la energía cinética de los gases candentes, de la energía de la ráfaga de luz y de la energía térmica.

Una reacción termonuclear se producirá si los núcleos de los átomos de deuterio o tritio en colisión adquieren una energía tan alta que logren vencer las fuerzas electrostáticas de repulsión, choquen y entren en interacción. Esto será posible únicamente si el gas se calienta hasta la temperatura de varios millones de grados. A tal temperatura las sustancias existen en forma de gas muy ionizado o de plasma.

¿Qué recipiente podrá resistir una temperatura tan alta? Apenas el plasma, calentado hasta millones de grados, toca las paredes del recipiente, bien se enfriará hasta la temperatura a la cual la reacción será imposible, bien sublimará la pared como había hecho con la torre de acero y la arena durante la explosión termonuclear en Bikini. Ningún material puede resistir temperaturas tan altas y por eso la cuestión "¿En qué guardar el plasma?", atrajo gran atención de los científicos del mundo entero en los años cincuenta.

Los físicos de la Unión Soviética, EE.UU. e Inglaterra, el "trío atómico" de aquel tiempo separados por las barreras impenetrables de confidencia empezaron a estudiar este problema más o menos al mismo tiempo. Cuando esas barreras fueron quitadas, se aclaró que los físicos de los tres países diferentes habían llegado a la misma conclusión: la única posibilidad de guardar el plasma y no permitirle enfriarse consiste en utilizar el campo magnético. Este campo, invisible e impalpable, por medio de una imperceptible red de líneas de fuerza, retendrá el plasma lejos de las paredes de cualquier recipiente, las que podría reducir a cenizas.

Figura 24. Efecto de estricción (pinch effect). La corriente que circula por el plasma crea alrededor un campo magnético que comprime al plasma en un fino cordón en medio del recipiente. En principio, esto debería facilitar el despegue del plasma de las paredes del recipiente, realizando así su aislamiento térmico

La idea de termoaislamiento magnético del plasma se basa en la conocida propiedad de las partículas cargadas eléctricamente que se desplazan en el campo magnético, de encorvar su trayectoria y moverse por espiral a lo largo de las líneas de fuerza del campo. Esa curvatura de la trayectoria en un campo magnético heterogéneo conduce a que la partícula sea expulsada a la zona donde el campo magnético es más débil. La tarea consiste en rodear el plasma por todos los lados con un campo más intenso. Este problema se está resolviendo en muchos laboratorios del mundo.

La expulsión de las partículas (el plasma representa infinidad de partículas cargadas: átomos cargados positivamente, carentes de sus capas electrónicas y, aparte, las capas electrónicas sin átomos) a la zona del campo magnético más débil, sigue jugándoles unas malas pasadas a los físicos. Debido a esa expulsión, los primeros dispositivos termonucleares basados en la astricción resultaron relativamente poco eficientes.

Si en el plasma existe cierto movimiento ordenado de partículas cargadas en una sola dirección, esto quiero decir que el plasma es un cordón flexible por el cual pasa la corriente eléctrica, puesto que, según la definición, la corriente eléctrica es, precisamente, el movimiento ordenado de partículas cargadas.

Cada corriente crea en torno a él un campo magnético, cuyas líneas de fuerza circundan el cable por el cual esa corriente pasa. Una de las propiedades importantes de las líneas de fuerza es la tendencia, que les es inherente, de seguir el camino más corto, su elasticidad y tensión maxwelliana, que conduce a que las líneas de fuerza tienden a comprimir el conductor de corriente que rodean. En el caso de los cables de cobre comunes, la elasticidad de las líneas de fuerza no puede reducir el diámetro del cable, por cuanto la red cristalina de los cuerpos sólidos es un esqueleto fuerte, bastante resistente a la deformación. Pero, si la corriente circula por un cordón de plasma, la elasticidad de las líneas de fuerza que lo rodean conduce a que la sección del cordón disminuye y éste se aparta de las paredes de la cámara. Este fenómeno, denominado astricción, al parecer, resuelve íntegramente el problema de termoaislamiento magnético del plasma. Podría parecer que bastaría hacer pasar la corriente por el plasma para que éste se aparte de las paredes por cuenta propia y se comprima en un fino cordón en el centro del recipiente.

Mas aquí empieza a actuar la propiedad de las partículas cargadas (por consiguiente, del plasma en su conjunto) de expulsarse a la zona del campo más débil, en el cual hay menos líneas de fuerza y éstas no se hallan dispuestas tan densamente. Esa propiedad conduce a que el más pequeño defecto del cordón de plasma una curvatura o estrechamiento local, en fin de cuentas, degenera en un proceso de avería. Supongamos, por ejemplo, que, debido a algunas circunstancias casuales, en el cordón se haya formado una flexión pequeña. En la parte convexa del cordón encorvado, las líneas de fuerza del campo magnético se enrarecen, mientras que en la cóncava, se vuelven más densas. El cordón de plasma empieza a expulsarse de la zona donde las líneas de fuerza están dispuestas más densamente hacia fuera, hacia las paredes del recipiente. Como resultado, la flexión del cordón de plasma aumenta y el plasma, por último, toca las paredes de la cámara. Ocurre lo mismo que en un largo muelle comprimido que, como se sabe, es inestable respecto a las deformaciones transversales. Exactamente igual un estrechamiento local del cordón de plasma conduce a su estrechamiento mayor aún y, acto seguido, a la ruptura.

Contra ese fenómeno se puede luchar mediante el campo magnético. Si a lo largo del cordón de plasma pasan las líneas de fuerza del campo magnético creado por una fuente ajena, la elasticidad de esas líneas conducirá a que cualquier flexión casual del cordón se liquide igual que un estrechamiento accidental del mismo. Algo

parecido ocurrirá si dentro del muelle se hacen pasar cordones elásticos extendidos.

Figura 25. Cuadros de la inestabilidad de plasma. Lamentablemente, de momento no se ha logrado hallar tal forma de campo magnético que permita al plasma mantener durante mucho tiempo su forma sin tocar las paredes del recipiente.

Para que el retorno a la estabilidad transcurra más eficientemente, es necesario crear en el plasma un campo magnético longitudinal muy fuerte.

De otro método eficaz de superar las curvaturas del cordón de plasma, sobre todo de las de radio grande, puede servir la utilización de una funda metálica más o menos maciza el recipiente -, que contiene el plasma. Entre la funda y el cordón de plasma pasa cierto flujo magnético, es decir, existe un campo magnético con sus líneas de fuerza convencionales, Si el cordón de plasma cambia su posición, el campo magnético entro éste y la funda se alterará y se deformará. En un lugar las líneas de fuerza quedarán estrechadas, en otro, extendidas. Si, para mayor claridad, se comunica de nuevo a las líneas de fuerza magnéticas la propiedad de elasticidad, estará claro que éstas tratarán de obligar al cordón de plasma a recuperar su posición en el eje de la cámara.

La estabilización del plasma por medio de un campo longitudinal es singularmente eficiente cuando se logra hacer que éste exista sólo en el plasma, mientras que fuera del plasma, es decir, en el espacio entre las paredes de la cámara y el cordón no exista. Esto se puede hacer en el caso de que el cordón de plasma, que se comprime al pasar una corriente fuerte, arrastre consigo todas las líneas de fuerza del campo longitudinal creado en el volumen total de la cámara. Al desprenderse de las paredes de la cámara, el cordón de plasma arrastra consigo todas las líneas de fuerza magnéticas que existían antes en la cámara, creando entre las paredes de esta última y el cordón un vacío magnético respecto al campo longitudinal.

Todas estas ideas empezaron a aplicarse en la práctica tan sólo en los años cincuenta. Cierto que también antes, en las postrimerías de la guerra, se realizaban experimentos del confinamiento magnético del plasma. Perseguían fines militares y los dirigían en EE.UU. Enrique Fermi y Edvard Teller, unos de los creadores de la bomba atómica norteamericana.

Los intensos trabajos en la esfera de la fusión termonuclear controlada comenzaron casi simultáneamente en la URSS, EE.UU. e Inglaterra. Las primeras instalaciones eran cámaras toroidales de vidrio, de porcelana o de cuarzo (más tarde, las cámaras, por regla general, se construían de fino acero inoxidable no magnético) dentro de las cuales se ubicaban las cámaras de trabajo de gruesas paredes de cobre, denominadas, a veces, forros. Sobre la cámara se enrollaba el devanado que creaba el campo magnético longitudinal estabilizador con intensidad hasta 500 Oe. La cámara toroidal interior se llenaba de gas. Esa espira anular de gas servía de devanado secundario del transformador. El papel de devanado primario, que se alimentaba de una potente batería de condensadores, lo cumplía la funda metálica exterior de la cámara. Para mejorar el acoplamiento magnético, dentro del toro se instaló un núcleo de hierro. A veces se utilizaba como devanado primario un arrollamiento de cobre común.

En una de las primeras instalaciones "Zeta", el transformador se componía de dos núcleos aislados, provistos de orificios interiores redondos a través de los cuales pasaba la cámara de descarga. Los núcleos de 1,5 m de diámetro interior y 3 m de diámetro exterior fueron devanados con acero en bandas para transformadores. Al aplicar un potente impulso de corriente de la batería de condensadores al devanado primario de semejante transformador, surge también corriente en la espira de gas secundaria. Esa corriente, atravesando el gas, lo calienta hasta una temperatura alta y lo transforma en plasma. Sometido a la acción de la corriente el cordón de plasma se comprime y se desprende de las paredes.

De construcción similar eran también algunas otras instalaciones experimentales, "Sceptr", "Alpha", "Perhapstron" en las cuales se realizaron numerosos experimentos, cuyos resultados, sin embargo, provocaron pesimismo en los científicos. Se aclaró que el campo longitudinal estabilizador, pese a los pronósticos iniciales, resultó insuficiente para que el cordón de plasma fuera estable ante toda una clase de perturbaciones casuales. El campo magnético longitudinal era demasiado débil respecto al propio campo del plasma. Los cordones elásticos dentro del muelle resultaron débiles para protegerlo contra las flexiones de avería.

Para eludir esa dificultad, fue necesario aumentar considerablemente el campo longitudinal y disminuir el campo propio del cordón. Ese problema fue resuelto con las instalaciones tipo "Tokamak". Para crear un intenso campo longitudinal en ese sistema se utilizaron potentes bobinas que resistían la presión de un campo magnético de 100 atm. Fue necesario alimentar esos enormes solenoides por medio de potentes generadores de impulsos, que comúnmente se usan para excitar sincrotrones. A pesar de que el campo magnético creado por semejantes sistemas es impulsivo (un impulso dura 1/5 s, aproximadamente), supera centenares de veces por su duración el tiempo de descarga y, prácticamente, es constante para éste.

El campo magnético longitudinal de las instalaciones tipo "Tokamak" llega a 35-50 mil Oe, o sea, es centenares de veces mayor que el de las instalaciones tipo "Zeta" y "Alfa".

¿Y cómo impedir la reducción del radio del cordón durante la astricción? Es que al disminuir el, radio, aumenta el campo propio del cordón y las ventajas, logradas mediante la utilización de un potente campo magnético longitudinal, serán reducidas a cero. Mas, si el campo del cordón es pequeño, éste quedará demasiado ancho. Tocará las paredes de la cámara y se enfriará. Para superar esa contradicción, los diseñadores de las instalaciones tipo "Tokamak" decidieron aplicar en la cámara toroidal diafragmas con orificios, pequeños en comparación con el diámetro de la cámara. Los experimentos mostraron que esa construcción aseguraba la formación de un cordón de sección limitada por las dimensiones de los orificios del diafragma. En la instalación "Tokamak-3", puesta en funcionamiento en 1962 en el Instituto de Energía Atómica "I. Kurchátov", el diámetro del orificio del diafragma tenía 20 cm, el de la sección transversal del forro, 40 cm y el de la funda exterior, 50 cm. El toro tenía 2 m de diámetro. El campo magnético longitudinal con intensidad hasta 40 mil Oe lo crean ocho bobinas con diámetro exterior de 1 m, aproximadamente. Cada bobina es un monolito de 352 espiras de cobre sintetizadas en la resina epóxica. Las bobinas se alimentan de un generador de impulsos, es decir, de funcionamiento breve, de unos 75 mil kw de potencia. En 1964 fue puesta en marcha la instalación perfeccionada "Tokamak-5" de control automático de la posición del cordón de plasma en la cámara.

Los resultados de los experimentos de la serie "Tokamak" son muy alentadores y semejantes sistemas, por lo visto, se aplicarán ampliamente en las investigaciones ulteriores.

Se han obtenido resultados bastante buenos también con la instalación tipo "Levitron", construida en el Laboratorio de Livermore bajo la dirección de Colgate. La idea de semejante instalación, formulada por los científicos soviéticos todavía en el año 1951, consiste en que el plasma, comprimido por el campo propio, está sometido a la contracción adicional por el campo magnético de un conductor especial colocado en el centro del cordón de plasma (y, claro está, aislado de éste). En el "Levitron", el cordón de plasma tiene en sección la forma de anillo y posee alta estabilidad. Al mismo tiempo, la necesidad de aislar del plasma el conductor anular estabilizador y fijarlo en el centro de la cámara reduce las posibilidades de utilizar ampliamente ese sistema en la práctica.

Una dirección completamente distinta de los trabajos de confinamiento magnético del plasma trazaron los trabajos de los académicos soviéticos, quienes en 1950 propusieron confinar el plasma en las llamadas trampas magnéticas (o, como las llaman a menudo, "botellas magnéticas"), encomendando en este caso al campo magnético propio del plasma un papel secundario. La primera trampa era una cámara toroidal con el campo magnético longitudinal. Cualquier partícula cargada, que caía en la cámara, debía desplazarse de tal modo que sus trayectorias "se enrollasen" sobre las líneas de fuerza magnéticas. Mas, poco después, los mismos autores descubrieron en su sistema un serio defecto. Resultó que en la cámara toroidal, donde las líneas de fuerza magnéticas estaban encorvadas, la intensidad o la inducción del campo magnético (la densidad de las líneas de fuerza) era mayor junto a la pared interior del tubo que junto a la exterior. Esto se explica por la elasticidad de las líneas de fuerza y su. tendencia de contraerse lo más posible. Como resultado, junto a la pared interior, donde el camino es más corto, se acumula un número mayor de líneas de fuerza que junto a la exterior.

Esa heterogeneidad del campo magnético cambia el carácter espiral de las órbitas de las partículas. En las inmediaciones de la superficie interior, donde el campo es mayor, las partículas deberían desplazarse por una órbita de radio menor que cerca de la superficie exterior. En consecuencia, las partículas cargadas "derivan" a través de las líneas de fuerza del campo magnético, chocando los núcleos cargados positivamente con el "techo" del tubo, en tanto que los electrones, con su "fondo".

Esa deriva de las partículas es bastante desagradable de por sí. mas el efecto indirecto de ese fenómeno es verdaderamente catastrófico. La separación de las cargas por su signo provoca el surgimiento en el espacio de la cámara de un campo eléctrico imprevisto, que deforma completamente las órbitas de las partículas, lanzándolas contra las paredes de la cámara.

¿Cómo evitar esa heterogeneidad del campo magnético?

¿Qué hacer para que todos los caminos de las líneas de fuerza en la cámara toroidal sean equivalentes?

Se podría lograrlo, si se obligara a la línea de fuerza que pasa a lo largo de la superficie interior de la cámara a intercambiar en cierto tramo de lugar con la línea que se desplaza junto a la superficie exterior. Entonces, el largo de todas las líneas de fuerza sería igual y todas se verían en condiciones iguales; cada una de ellas, al dar una vuelta completa, en vez de volver al punto anterior, formaría una superficie, denominada superficie magnética.

Se podría lograr tal efecto encorvando las líneas de fuerza alrededor del eje del toro. En este caso, las líneas de fuerza tendrían una forma más o menos parecida a la de los hilos aislados de una cuerda torcida.

Figura 26. Los físicos cifran grandes esperanzas en el stellarator: sistema en el cual la línea de fuerza magnética describe una superficie especial que se llama superficie magnética.

En un campo magnético "torcido" transformado giratoriamente, la deriva de las partículas se reduciría al mínimo.

Las partículas, que se desplazan rápidamente a lo largo de las líneas de fuerza y, de esa manera, contornean continuamente el eje de la cámara, no pueden caer sobre la pared inferior o la superior. Cuando una partícula que deriva hacia arriba se halla por debajo del eje, tiende, naturalmente, a apartarse de éste; mientras que al hallarse abajo, la propia deriva hacia arriba compensa el desplazamiento anterior de la partícula, acercándola al eje. Como resultado, la distancia media entre la partícula y el eje permanece invariable. Mas para lograr ese efecto es necesario conseguir que la línea de fuerza magnética, que describe en el toro un anillo, al mismo tiempo giro constantemente alrededor del eje de la cámara. Esto se puede lograr usando devanados de gran paso helicoidales, tales, por ejemplo, como los representados en la figura 26. Semejantes arrollamientos se han aplicado en el stellarator tipo "C", construido relativamente hace poco en EE.UU. Su cámara tiene en el plano el aspecto de la pista en un estadio. El radio interior de la cámara tiene 20 cm, el largo axial, 12 m, la intensidad del campo magnético, unos 50 mil Oe. La potencia de la instalación eléctrica de alimentación es de 15 mil kw.

El otro método de "transformación giratoria" o de "torsión" de las líneas de fuerza magnéticas fue propuesto por el físico norteamericano L. Spitzer y el físico soviético, académico L. Artsimóvich.

Hemos dicho ya que un campo magnético longitudinal corriente "no torcido" posee heterogeneidades, lo que conduce a que las partículas negativas chocan contra el "piso", mientras que las positivas, contra el "techo" de la cámara. ¿Y qué pasará si dejando una mitad del toro intacta, confundir el "piso" y el "techo" en la otra mitad o, en pocas palabras, transformar el toro, la rosca, en un ocho? Entonces, empezando a caer en la primera mitad del antiguo toro, la partícula deberá "caer para arriba" en su otra mitad y, de esa manera, por término medio permanecerá a una distancia invariable del eje de la cámara.

Apreciando las cámaras toroidales tipo "stellarator" con devanado helicoidal y las transformadas en un ocho, se puede sacar la conclusión de que los stellaratores son actualmente unos sistemas magnéticos muy perfectos para el confinamiento del plasma. Su desventaja consiste en la dificultad de fabricación y la carestía.

Figura. 27. Trampa ПР-5.

Puede servir de ejemplo de un sistema más sencillo la trampa con tapones o espejos magnéticos, llamado en broma "taponotrón", propuesto por el académico G. Búdker. Es un tubo largo en el que fue creado el campo magnético longitudinal. En los extremos del tubo los devanados son más macizos que en el centro, lo que tiene por efecto que las líneas de fuerza magnéticas en los extremos del tubo son más densas y el campo magnético en esas zonas tiene mayor intensidad. De modo que la partícula caída en la "botella magnética" de ese tipo no puede salir a través de los extremos del tubo. Sobre la base de ese principio se construyó la enorme trampa magnética de la instalación "Ogra-l puesta en marcha en 1958, bajo la dirección de I. Golovín, en el Instituto de Energía Atómica.

La cámara de vacío de la "О ГРА-I " tiene 19 m de longitud y su diбmetro interior es de 1,4 m.

Figura 28. "ОГРА-II", una de las colosales trampas termonucleares.

El diámetro promedio del devanado que crea el campo magnético, tiene 1,8 m; la intensidad del campo en medio de la cámara, 5 mil Oe, y en los "tapones", 8 mil Oe.

Sin embargo, como se aclaró, el sistema magnético tipo "taponotrón" en su forma "pura" tiene serias deficiencias. En ese sistema, el campo magnético más débil surge en medio del canal, junto a las paredes. Hacia allá precisamente se precipita el plasma al producirse la descarga y en menos de 0,001 s entra en contacto con las paredes de la cámara.

Figura 29. Esquema de la trampa de plasma superconductora:
1 - alimentación de helio gaseoso a presión; 2 - alimentación de helio líquido; 3 - intercambiadores de calor en espiral; 4 - devanado superconductor; 5 - pantallas de nitrógeno; 6 - zona de trabajo; 7 - salida de helio gaseoso.

Un nuevo paso hacia el perfeccionamiento del taponotrón se dio en 1963, cuando en el Instituto de Energía Atómica "I. Kurchátov" fue puesta en funcionamiento la instalación denominada П Р-5. La idea de esa instalaciуn fue formulada por B. Kadomtsov, quien, habiendo analizado las causas de los fracasos de los taponotrones puros, descubriу que para encerrar el plasma con más eficiencia era necesario complicar la configuración del campo magnético. Propuso completar el sistema de tapones magnéticos, asegurando a lo largo de las generatrices del cilindro activo un devanado más, de modo que, por los conductores contiguos la corriente pasara en sentidos opuestos. Esto debería conducir a que junto a las paredes del cilindro se creara un campo magnético suplementario que obstaculizara el acercamiento del plasma a las paredes.

Figura 30. Reactor termonuclear del futuro. La maqueta expuesta en el pabellón soviético de la Exposición Mundial de Montreal.

Al efectuarse la superposición de los campos de los conductores rectilíneos sobre el campo de los "tapones" se obtiene un cuadro, muy complicado de campo magnético. Por ejemplo, si el tubo de las líneas de fuerza en medio de la cámara es en su sección un círculo, en los extremos de ésta es ya un triángulo curvilíneo.

Construyeron la instalación físicos soviéticos, encabezados por. M. Ioffe. Los conductores rectilíneos fueron ubicados debajo de las bobinas que creaban el campo magnético de los tapones. La intensidad del campo magnético longitudinal en el centro de la cámara era de 8 mil Oe, y en la zona de los tapones, de 12 mil Oe. El valor de la intensidad del campo magnético de los conductores rectilíneos cerca de las paredes era de 8 mil Oe. La longitud del volumen de trabajo era de 1,5 m y el diámetro, de 40 cm.

Ya los primeros experimentos infundieron esperanzas a los físicos. La estabilidad del plasma aumentó 35 veces en comparación con los experimentos realizados con los taponotrones puros, y el plasma vivió varios centésimos de segundo.

En 1964 fue puesto en explotación el equipo "О ГРА-II" tambiйn basado en el principio de los campos magnй ticos combinados.

En la actualidad, en todos los países se dan cuenta de que complicando la configuración del campo magnético se obtiene la llave para el plasma de vida larga. Se han creado ya sistemas magnéticos con campos enfrentados (la instalación "Orej") en los cuales el sentido de la corriente en uno de los devanados de tapón está "confundido"; instalaciones con tapones de alta frecuencia; antitaponotrones e instalaciones más complicadas aún. Los trabajos de creación de trampas magnéticas se realizan intensamente tanto en la Unión Soviética como en el extranjero.

¿Cómo será el generador termonuclear? La trampa magnética, por lo visto, resultará muy voluminosa; sólo en este caso la potencia que consumirá no será grande en comparación con la potencia del generador. Esto ocurre debido a que la potencia de este último se halla en dependencia cúbica de la dimensión lineal del sistema, mientras que la potencia que consumen los devanados es proporcional a la dimensión lineal.

Partiendo de consideraciones relativas a la potencia que consume la trampa magnética, se puede suponer que el diámetro del generador termonuclear, forzosamente, tendría unos cuantos metros y su largo llegaría a varias decenas de metros. Sólo en este caso, la potencia útil del generador será mayor que la que consume el sistema magnético.

No está excluido, sin embargo, que se logre crear devanados superconductores enormes. Entonces, el rendimiento de los generadores crecerá bruscamente.

El costo de la energía eléctrica que generarán las centrales termonucleares será muy bajo, debido a la baratura de la materia prima (el agua). Llegará el momento en que las centrales eléctricas generen, literalmente, océanos de energía eléctrica. Con la ayuda de ésta, será posible, tal vez, no sólo cambiar radicalmente las condiciones de vida en la Tierra (hacer correr a la inversa los ríos, secar los pantanos e irrigar los desiertos), sino también cambiar el aspecto del espacio cósmico circundante: poblar y "animar" la Luna y rodear de atmósfera el Marte.

El académico L. Artsimóvich escribió: "Es poco probable que quepan dudas algunas de que, a fin de cuentas, el problema de la fusión termonuclear será resuelto".

Una de las principales dificultades en ese camino, como es de suponer, radica en la creación de un campo magnético de geometría y valor necesarios. A pesar de que campos magnéticos en las actuales trampas termonucleares son relativamente débiles y teniendo en cuenta los enormes volúmenes de las cámaras, la ausencia del núcleo ferromagnético, así como las exigencias especiales que se presentan a la forma del campo magnético que dificultan la creación de semejantes sistemas, debe reconocerse que las trampas existentes constituyen ya un gran logro técnico. Y las trampas que las relevarán serán el orgullo de una nueva rama de la física: la física de los campos magnéticos potentes y superpotentes.