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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Cine

Vuelo excepcional

La primera cinta importante en torno al único avión que no alcanzó su objetivo aquel 11 de septiembre debe ser el inicio de un repaso a las cosas como fueron y el llamar a sus autores como lo que fueron, terroristas

United 93
Ben Sliney, James Fox
Dirigida por Paul Greengrass
Universal/2006

MAYO, 2006. Lo confieso abiertamente: la versión que vi de esta película es una copia pirata que conseguí menos de una semana después de su estreno en Estados Unidos. En la mayoría de las salas locales ni siquiera se ve todavía el póster promocional de modo que, vaya, si bien siempre he estado en contra de ver cine ilegalmente en cinta o DVD, las posibilidades que este filme llegue por acá se ven remotas. Quizá me equivoque, o tal vez finalmente sea estrenada dentro de unos meses más (algo distinto de, por ejemplo, El Código da Vinci, anunciada ya dentro de una premiere multinacional).

Los críticos de esta película han advertido que "es muy pronto" para hacer un recuento fílmico de lo ocurrido aquel 11 de septiembre, cosa curiosa, pues no hubo quejas similares hacia Bowling for Columbine, ese pasquín de Michael Moore donde al final se ven imágenes de los aviones estrellándose contra el World Trade Center, y eso que entonces --junio del 2002, fecha del estreno-- era mucho "más pronto", eso sin contar que la escena nada tenía que ver con su argumento central, la proliferación de armas en Estados Unidos.

El 11S es sin duda la fecha más dramática de la actual psiqué norteamericana. Pearl Harbor fue un ataque eminentemente militar, donde las víctimas civiles eran colaterales y donde, al menos, existía la certeza de una ofensiva enemiga. En este caso fueron miles de civiles inocentes irremediablemente atrapados por el fanatismo religioso de un millonario saudita.

El 11 de septiembre ha sido uno de los pocos acontecimientos no llevados al cine en una dimensión más amplia; baste decir que las primeras cintas relativas a la segunda guerra mundial comenzaron a rodarse a menos de un año de terminado el conflicto y es que, con todo y sus licencias cinematográficas, se trata de documentos reflejantes de un periodo histórico, incluido su mensaje, que por lo general ubica claramente a los héroes y a los villanos. 

Una zanja actual es la construida por los activistas "políticamente correctos": para ellos es verdad que los ataques fueron crueles pero, se preguntan el por qué y se autoresponden: fue una reacción a las atrocidades de Washington en aquellos países, con lo cual llegan a la conclusión que no hay malos-malos ni buenos-buenos. Esta imagen ha contaminado a Hollywood, el cual paradójicamente ha dispersado el 90 por ciento de los filmes bélicos comerciales que se han hecho en el mundo.

Tal distorsión es uno de los objetivos centrales a combatir por el director Paul Greengrass, un londinense opositor a la invasión a Irak pero quien vio la urgencia de rodar una película sobre el 11S luego de los ataques terroristas en la capital inglesa. A diferencia de las agencias noticiosas que han suprimido el término "terrorista" por el de más ambiguo de "insurgentes", Greengrass pone en boca de sus protagonistas el primer adjetivo; imaginemos si se aplicara al filme la idiotez PC donde un aterrorizado pasajero dijera "¡Oh, los insurgentes han tomado control del avión!" 

Dijo el cineasta en una entrevista hace poco: "en lugar de unirnos contra un enemigo plenamente identificado, hemos hecho del 11 de septiembre otra razón para culparnos unos a otros del porque ellos realizaron el ataque... esto no puede seguir así".

United 93 es la narración del vuelo de American Airlines que cubría la ruta Newark-San Francisco. Vemos como los pasajeros entran a la nave aquella mañana, se sientan, se acomodan y platican tranquilamente en espera del desayuno. Su vuelo se ha atrasado 45 minutos debido a un sobretráfico en el aeropuerto pero no dejan de hacer bromas. Aunque la mayoría no se conoce, está a punto de pasar por la experiencia más importante, y desafortunadamente la última, de sus vidas. 

Nadie nota que cuatro individuos morenos ocupan sus asientos de primera clase; incluso uno de ellos es extremadamente amable con el personal; se trata de Ziad Jarrah, el líder del comando. Cuando inicia el secuestro los pasajeros creen que será el inicio de un largo calvario de negociaciones con un grupo que reivindicará causas que para el resto del mundo son descabelladas.

El retraso de 45 minutos en Newark resulta providencial pues permite que los familiares informen a los pasajeros vía celulares que dos aviones se acaban de estrellar en los edificios del World Trade Center, y que ellos también son parte de otro objetivo ¿cuál? "¡Washington!", concluye uno de ellos. Para entonces la tripulación ha sido asesinada y la cabina de control se encuentra obstruida, con la cerradura hecha añicos.

Greengrass ubica en Todd Beamer al líder espontáneo. Se trata de una licencia en la historia pues hasta hoy lo que sabemos es a partir de las conversaciones telefónicas. Fue Beamer quien dijo a su esposa "lo intentaremos aunque tengamos que morir" y quien dio la orden de "Let's roll" (Hagámoslo), que se escuchó poco antes que se interrumpiera la señal del celular. Instantes después la nave se estrellaría en un bosque cercano a Pittsburgh, lo que en tiempo de vuelo representa unos 8 minutos de distancia del Capitolio.

Mientras tanto, en tierra, la confusión en los aeropuertos es absoluta. Se sabe que cuatro naves han sido secuestradas y se sigue la trayectoria de una a través del radar hasta que desaparece; "simplemente se desvaneció", dice, perplejo, un controlador de vuelo: es el avión que se estrella contra la Torre Sur del WTC. Greengrass aprovecha para dejar en claro la ineptitud y desorganización del personal (¿qué mejor ejemplo que la demora de casi una hora para el despegue en Newark?) pero en todo momento evita politizar el asunto; es una narración tan apegada, que los 11 minutos transcurridos en la cinta son exactamente el tiempo real en que tomó a la segunda nave estrellarse contra el edificio tras el primer ataque.

Pero el mayor logro de Greenglass es convencernos, pese a ya saber el desenlace, que las cosas serían distintas, que los pasajeros retomarán control del jet y lograrán aterrizar (entre los viajeros hay un piloto) y que los terroristas serán sometidos, algo que en la vida real habría cambiado por completo el rumbo de lo que tenemos hoy, del mismo modo en que ese retraso, y posterior caída del avión, evitó que Estados Unidos se quedara sin Casa Blanca.

El cineasta platicó con los familiares de las víctimas, las cuales alentaron el proyecto. Incluso uno de ellos, refirió Greengrass, criticó a la prensa "por la forma en que se ha querido humanizar a los terroristas". Si esto es el principio de las películas sobre el 11S es asunto que se dilucidará muy pronto. Mientras tanto, United 93 abre el camino, finalmente, para que Hollywood confronte algo que por cobardía o sandeces políticamente correctas se ha negado a abordar.