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ANÁLISIS,
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Cine
Bandidas
entretenidas
Esta
cinta sirve para dar lucimiento a la mexicana y a la española en roles
que se olvidan a la media hora. Se nota que durante la filmación se la
pasaron bien, al igual que nosotros,
quienes por hora y media acompañamos a estas bandidas.
Bandidas
Penélope Cruz, Salma Hayek, Steve Zahn, Dwight Yoakam
Dirigida por Joachim Roenning y Espen Sanderg
Universal/2006
MARZO, 2006. Se antoja llamar a
Bandidas un souflé western dado que su capital es mayoritariamente francés y uno de los productores es Luc Besson, el mismo de
The Sixth Element. Pero también podríamos denominarla una historia que se olvida a la media hora de haberla vista
aunque resulta entretenida pese a sus --bastantes-- pifias de exactitud histórica. Salma Hayek y Penélope Cruz, ya sin Cruise, forman un dueto convincente aunque
con escasa química. Pero de eso en un momento.
Filmada en Durango y Real de Catorce (sitio ubicado en San Luis Potosí,
que por ignotas razones se convirtió en imán para
newagers y místicos globalifóbicos), Bandidas cuenta una historia ubicada en el México de 1880.
María (Hayek) es la hija del acaudalado don Diego quien firma un tratado que entrega las tierras a
Cooke (un irreconocible Dwight Yoakam; yo pensé que era Alice Cooper vaquerizado)
y enseguida muere envenenado. Otra víctima de los bandoleros es
el padre de Sara (Cruz), sólo que éste logra sobrevivir.
Así, dos muchachas que nunca antes habían cruzado palabra deciden unirse debido a las circunstancias con el objetivo de robar un banco que era de Don Diego y ahora es propiedad de los bandoleros yanquis. Dejemos de
lado la ocurrencia que dos chicas tan sexys no se conocieran desde antes en un pueblo tan chico, o que
María le responda a Cooke cuando le dice que los Estados Unidos "son amados en todo el mundo"
con un "eso no es lo que he escuchado en Europa". Tanto odio profesaba Francia a los gringos que en 1886 habría de regalarle al país la Estatua de la Libertad. El guionista ha de pensar que en esa época George W. Bush ya era
presidente.
Para el norteamericano promedio una historia con esos elementos no tendría interés alguno de modo que hay que incluir a más gringos en el elenco. Uno de ellos es
Míster Buck (el también novelista Sam Sheperd), un exbandolero quien enseña a las muchachas los secretos para convertirse en temibles asaltabancos. Una escena homenajea a Butch Cassidy and Sundance Kid: cuando una de las bandidas cae al río la otra decide rescatarla; "creo que ahora sí somos amigas", dice
Sara a María. "Es fácil asaltar un banco; lo difícil es escapar", les dice
Buck, lección que Redford y Newman también sugirieron 36 años atrás.
Otro elemento es Quentin (Zahn), un prestigiado criminólogo neoyorquino enviado a México por los mismos forajidos aunque éste decide unirse a las Bandidas. A partir de ahí comienza a darse una historia que complementa el lucimiento de la mexicana y de la española, un par de forros por lo demás: cuando
un fotógrafo las capta junto con Quentin para chantajearlo y les grita "¡mamacitas!", no podríamos estar más de acuerdo.
Pese a las fallas argumentales como, por ejemplo, poner al villano primero como latifundista usurero y luego como banquero, el que Hayek nostradamústicamente grite "¡viva la revolución!"
40 años antes que ésta ocurra y presentar la bandera mexicana actual --durante el porfiriato el águila nacional estaba de frente, no de perfil, como ahora--,
Bandidas cumple su cometido de divertirnos con esta versión alterna de Zorro. Y aunque tanto Hayek como López parecieran darnos una idea de par que engrana perfectamente, su química no es completa eso, bueno, a título personal. Para verla, entonces, recomendamos tan sólo ponerse simples y dejarnos asaltar por ese par.
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