EL VERSO
CON RIMA Y MEDIDA


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   COLABORACIONES   

     
 

            Osvaldo J. Schiavoni

                        DIFERENCIA

                   Dedicado a los hipócritas.

      Por matizar un poco la jornada,
      un demonio, sintiéndose aburrido
      de hacer maldades, de ser tan jodido,
      empezó una obra bienintencionada.
       
      Desplegó materiales y herramientas
      y estaba entusiasmado en su trabajo,
      cuando un ángel, mirando para abajo,
      de novedad tan grande cayó en cuenta.
       
      Contentísimo, dijo "¡Es de admirarlo!"
      y bajó la escalera en cuatro saltos;
      al poco rato compartía los altos
      propósitos del diablo, al ayudarlo.
       
      Tomó el martillo el ángel, con más gana
      que habilidad, es justo declararlo;
      tan poco tino tuvo, que al bajarlo
      no le quedó ni media mano sana.
       
      Al sentir en el dedo el martillazo
      se le escapó una frase un poco dura;
      el diablo se rasgó las vestiduras
      pero, al dolor del otro, no hizo caso.
       
      Ahí saltó a la luz la diferencia:
      el ángel tuvo voluntad de sobra
      para ayudar a hacer la buena obra;
      al diablo, importan más las apariencias.
       
      Fíjate bien a quién seguís el tranco:
      este hecho nos enseña, analizado,
      que al lado del demonio bien hablado
      es mil veces mejor el ángel manco.
       
      Y si vas a elegir, jamás lo dudes:
      nunca pretendas parecer perfecto,
      que bondad no es ausencia de defectos
      sino, más bien, presencia de virtudes.

                   Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                           
                  enero-marzo de 1998.

                 
                PROPOSITO DE VIDA
                     Dedicado a los cómodos.

          Me propongo ser útil a la gente,
          ayudar cuanto pueda a mis hermanos,
          brindarme todo, no negar la mano,
          y vivir siempre noble y dignamente.
           
          Mas para eso, es muy verdadero,
          que debo ser bien frío, y en la mente
          grabarme como plan, primeramente
          el procurarme un poco de dinero.
           
          Me afianzaré en la vida socialmente
          para ser entre todos aceptado,
          y saberme así bien calificado
          para prestar apoyo sabiamente.
           
          (Durante ese período, es obvio,
          no podré servir tal como deseo.
          Incluso, tal vez, según lo veo,
          me ganaré rechazos y algún odio).
                   ....................................
           
          El mundo me ha premiado; prontamente
          estaré en condiciones de pagarle;
          ¡Con cuánto anhelo espero que al mirarle
          el rostro, pueda levantar la frente!
           
          Me falta solo conseguir alguna
          sabiduría de enfrentar la vida
          para poder brindarme ya, enseguida,
          a todo el mundo, sin duda ninguna.
                    ...................................
           
          Si tan sólo pudiera desligarme
          de este molesto malestar del pecho,
          comenzaría a deshacer lo hecho
          y empezaría ya mismo a enderezarme...
           
          Ni bien salga de acá, del sanatorio,
          estoy dispuesto a comenzar mi vida
          según la meta antaño prometida.
          ¡Pero...  están preparando...  mi velor...!

                    Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                                  enero de 1998
                     

               
                     
              Arriba

               

          MATRIMONIO (Retrospectivo)
           
          "Marido y mujer", dictó la jueza
          aquel febrero del sesenta y nueve:
          yo empecé a ser marido, y no es tan leve;
          pero vos, mujer ya eras, ¡qué viveza!
           
          Pasamos
          -valga la perogrullada-
          horas hermosas, horas regulares,
          y también hubo (no las recordares),
          las que, de bueno, no dejaron nada.
           
          No tuvimos la vida regalada
          pero tampoco vimos la miseria.
          Alimentamos hijos, cosa seria,
          que después, lo demás, no importa nada.
           
          Siempre conmigo, siempre mi maestra,
          me enseñaste a vivir, a ser tu esposo,
          y me educaste, en fin, a sentir gozo
          de proveer la subsistencia nuestra.
           
          Pero yo soy un duro, me doy cuenta.
          No como Schwartzenegger: duro en serio,
          tanto, que para mí es un misterio
          que todavía por mí cariño sientas.
           
          Vos tenés mis defectos asentados
          en un montón de libros y cuadernos:
          y yo a los tuyos, que me son tan tiernos,
          en un ticket del tren los he anotado.
           
          Escribiste mis buenas cualidades
          en una hojita de tu calendario:
          yo voy llenando, con trabajo diario,
          en papel tus virtudes y bondades.
           
          Y cada día varias hojas lleno,
          y la tarea nunca se termina.
          Me he convencido de que sos la mina
          que le haría bien a cualquier hombre bueno.
           
          Debo cuidarte más. He comprendido
          que un gran tesoro así, no se regala.
          Pocas cosas del mundo son más malas
          que lamentarse por el bien perdido.
           
          Una cosa nomás, esposa mía,
          te pido hoy, por lo que vos más quieras:
          no seas perfecta, porque si lo fueras,
          yo, estoy seguro, no te merecería.

                     Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                                
                  enero de 1998.

           
           
          LA MEJOR POESÍA
            Dedicado a los hombres rudos que por suerte abundan, y también a
            los que tienen la humildad de pedir ayuda cuando realmente la necesitan

           
          El hombre rudo se propuso un día,
          mientras afuera se escuchaba el viento,
          poner sobre el papel su pensamiento;
          decidido, se dijo: "haré poesía".
           
          Juntó palabras de medidas varias,
          las pesó y ordenó con gran destreza,
          y como piezas de un rompecabezas,
          con ellas describió su vida diaria.
           
          Sobre la choza el vendaval rugía
          pero poca atención él le prestaba,
          pues su mente se hallaba concentrada
          en la gran obra que escribir quería.
           
          Las palabras venían a sus labios
          como las cuentas de un collar de perlas;
          inspirado y tenaz, al releerlas
          el hombre rudo se sentía sabio.
           
          Ya era noche, y casi concluía
          cuando creyó oír que alguien llamaba;
          ¿quién molestarlo de esa forma osaba?
          pensó, mientras la puerta abría.
           
          Era el vecino, el que en tiempos idos
          altanero lo había despreciado,
          y le pedía ahora, acongojado,
          que le ayudase a hallar el buey perdido.
           
          Estuvo a punto de volver la cara
          y seguir la tarea interrumpida,
          pero cambió de idea, y enseguida
          decidió ir con aquel que le implorara.
           
          Horas bajo la lluvia caminaron
          hasta aclarar, helado, el nuevo día.
          El sol vio a dos hermanos que volvían
          arreando el buey que juntos encontraron.
           
          No hubo palabras de agradecimiento:
          un abrazo bastó, y de ese modo
          los dos amigos se dijeron todo,
          sin reproches, promesas ni lamentos.
           
          Al llegar nuestro hombre a su cabaña
          la puerta estaba abierta. A la ventana
          la tormenta, temprano a la mañana,
          la había destruido a furia y saña.
           
          El cuaderno no estaba ya en la mesa:
          por la noche, el viento huracanado
          violentamente se lo había llevado.
          "Mala suerte"
          -se dijo- y con presteza,
           
          se acostó a descansar. Desfallecía.
          Soñó que Alguien, sonriendo, lo miraba
          con mucho amor, mientras le señalaba:
          "Hoy has creado tu mejor poesía".

                    Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                                 
                  enero de 1998.
                   

                     Arriba

                

                 ¡POBRE, EL RICO!
           
          Pobre José, quedóse sin pasaje
          para viajar a playas del Caribe,
          pues las acusaciones que recibe
          le desarman de a poco el andamiaje.
           
          Se quedará en su casa, ¡qué congoja!
          más aburrido que un día de lluvia;
          no va a poder llevarse ni la rubia,
          ni la morocha, ni la pelirroja;
           
          Su mujer le reprocha que le falta
          dinero para renovar la alfombra;
          A él le preocupa más ir a la sombra
          (que es probabilidad bastante alta).
           
          Que tanta mala suerte lo persiga
          le puede provocar hasta epilepsia;
          Para colmo, lo ataca la dispepsia
          de haberse atiborrado la barriga.
           
          Menos mal que le sobran los amigos
          para arreglar la cosa en la justicia,
          y que no tiene rastros de pudicia
          que le impida apretar a los testigos.
           
          Mientras tanto, el imbécil del vecino
          hace un tiempo ha quedado sin trabajo,
          y aunque se viste como un estropajo,
          no quiere renegar de su destino.
           
          Ese sí que no tiene ni un centavo
          para dar de comer a la familia,
          y no le sirve para hacer tortilla
          el haber trabajado como esclavo.
           
          Qué tonto ha sido, no robó ni un cobre,
          se ocupó solamente de ser útil;
          la decencia, caray, ¡qué cosa fútil!
          tiene bien merecido ser tan pobre.
           
          (Pero aunque esté vacía la cuchara
          y los zapatos tengan agujeros,
          el tipo es duro, y con o sin dinero,
          puede mirar los hijos a la cara).
           
          ...
           
          Por ahora, la historia continúa.
          El vecino, tal vez halle un trabajo;
          nuestro amigo, tal vez se irá al carajo,
          o tal vez va a parar a la cafúa.

                    Buenos Aires, ARGENTINA
                            setiembre 1999

            
          ASTIZ, hermano...

                  Dedicado a los centenares de astices
                  que quedan en este país.

           
          ¡Qué bajo que caíste, hermano Astiz!
          no sé si alguna vez vas a hallar calma;
          más que tu cuerpo, prostituiste tu alma,
          y lo más grave: no te arrepentís.
           
          Tu cara de galán, y esa mirada
          que a muchas minas sacará de quicio,
          el día que tengas que enfrentar El Juicio,
          creo que no te servirán de nada.
           
          A mí, juzgarte no me corresponde:
          oro por vos, como enseñó el Maestro;
          vos, para siempre, sos del todo nuestro:
          si querés escapar, no tenés dónde.
           
          (Ni Paraguay, ni Canadá, ni España,
          ni menos Suecia, ni tampoco Francia;
          donde Interpol perciba tu fragancia,
          ¡ahí te agarrará de las pestañas!).
           
          Y para terminar, te la hago corta:
          antes te odiaba, hoy sólo me das pena.
          Gracias a Dios, hay tanta gente buena,
          que aunque haya tipos como vos, no importa.

                    Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                               
                  enero de 1998

                   

                    AQUEL SUEÑO
           
           
          Por un pasillo largo yo avanzaba:
          cada tanto, cruzaba alguna puerta.
          Iba con la mente bien despierta
          pues no sabía lo que me esperaba.
           
          La ansiedad me impulsaba hacia adelante
          y me impedía detener el paso;
          sin embargo, de a ratos
          -por si acaso-
          miraba sobre el hombro, vacilante.
           
          Precavido, ponía buen cuidado
          de no obstruir un eventual regreso:
          tenía temor, y era nomás por eso
          que el camino hacia atrás había guardado.
           
          Y fue una sensación indescriptible
          cuando al cabo de un trecho, al darme vuelta,
          mi desesperación dio rienda suelta:
          tocadas por manos invisibles
          las puertas, tras de mí, se iban cerrando.
           
          ¿Fue una advertencia que me dio la vida,
          o solo fue un exceso de comida?
           
          ... La verdad, todavía lo estoy pensando.
           

                    Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                             
                   Abril de 1998

                   

                     Arriba

           
                     
          LA VIEJITA
           
          Ah, por fin, ha llegado ya la noche.
          El día le causó muchos dolores,
          pesar y cansancio abrumadores,
          pero ella no tiene ni un reproche.
           
          Siente un dolor punzante en la cintura,
          los tobillos hinchados, y los brazos
          pesados, ya sin fuerza, y un pinchazo
          en los ojos, como lastimadura.
           
          Sin embargo, se esmera al aprestarse
          para dejar en orden la casita:
          arregla todo, sin pensar su cuita
          y se dispone al fin para acostarse.
           
          El descanso es un bálsamo a su pena:
          cuando el sueño la invade lentamente,
          poco a poco la calma de su mente
          va transportándola a una nueva escena.
           
          Pero de pronto, y en un arrebato,
          se ve despierta, la mirada atenta,
          y se levanta, pues se ha dado cuenta
          que no le ha dado de comer al gato.
           

                  Buenos Aires, ARGENTINA
                               24/02/99

           

           

                           MEMORIA
                                    (más acá de la vida eterna, o preguntas tontas sin respuesta)
           
          A veces pienso que los muertos mueren
          únicamente si se los olvida;
          mientras tanto, prosiguen esta vida
          acompañando a quienes bien los quieren.
           
          Y también creo que en nosotros quedan
          para resalte de sus cualidades:
          Van aumentando entonces sus maldades
          o sus virtudes, si en la mente hospedan.
           
          No hay diferencias que el corazón lime
          sino al revés, las hace más notables:
          el "no tan bueno" se hace miserable,
          y el bondadoso, casi un ser sublime.
           
          Igual nos pasa con los que dejamos
          de ver por siempre: es como si murieran
          a menos que, de tanto que nos quieran,
          nuestro espíritu sienta sus reclamos.
           
          ¿Bastará con guardar en la memoria
          un lugarcito a mis afectos de antes?
          ¿Alcanzarán recuerdos tan distantes
          a quitarle a la muerte su victoria?
           
          Expresado esto así, es tan escueto,
          árbol que está ocultando un bosque mío.
          Me pregunto, con un escalofrío:
          ¿Viviré tanto yo como mis nietos?

                    Buenos Aires, ARGENTINA
                             setiembre 1999

           

          Milmen y Unasó o La historia de siempre
          (Seudocódigo)
           
          Environment:
           
          Milmen era una dama muy taimada
          cuya fama era pública y notoria,
          y debido a su mala trayectoria
          era por todo el pueblo mal mirada.
           
          Mientras tanto Unasó, joven amable,
          era apreciada y todos la querían
          por las virtudes que en ella veían,
          pues su conducta era inmejorable.
           
          Un poderoso del lugar, un día
          las llamó para darles un encargo;
          les estuvo explicando un rato largo
          lo que de ambas damas pretendía:
           
          Tenían que llegar a cierta casa,
          entregarle un mensaje a tal sujeto,
          esperar la respuesta y, muy discreto,
          regresar caminando por la plaza.
           
          Unasó se dio cuenta que habría lío
          si es que no utilizaban la cabeza,
          porque para poder lograr la empresa
          tendrían que atravesar todo el gentío.
           
          Las dos sentían gran incertidumbre
          acerca de cumplir su cometido,
          hasta que les surgió un plan atrevido
          para pasar entre la muchedumbre:
           
          La_idea:

          Milmen tras de la otra se ocultó
          con simulada cara de inocente,
          y todos dieron paso gentilmente
          al ver tan solo el rostro de Unasó.
           
          While MundoExiste Goto La_idea
           
          Asombroso es pensar, si bien lo miras,
          que a pesar del recelo de la gente
          se filtraran, astuta y hábilmente
          Unasó La Verdad y Milmen Tiras.

                    Buenos Aires, ARGENTINA
                        setiembre de 2000

                   

           
          Raúl Barboza
           
          Piazzola litoral, extraña cruza
          de Gershwin y zorzal, raro algoritmo;
          amo del acordeón, dueño del ritmo,
          mayoral de corcheas y de fusas.
           
          Tu acordeón gime un llanto montaraz,
          música pura que no da razones:
          brindás el alma junto a tus canciones,
          te escucho un rato y quiero oírte más.
           
          El chamamé en tus brazos se agiganta
          con los latidos de tu sangre noble:
          te desgarrás en un rasguido doble,
          y un sapucay lastima mi garganta.

                    Villa Elisa (Buenos Aires, ARGENTINA)
                                
                  octubre/00
                   

 

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