Tetuan, Marruecos




[Foto: Zaira y Mohammed]

Una vez en la guagua, sentí que me viaje empezaba a tomar el giro adecuado. La guagua estaba medio vacía, así que pude conseguir dos asientos para mí sola, pero unos minutos después de sentarme, una muchacha joven se me acercó y me dijo que se quería sentar al lado mío. Yo miré a mi alrededor y me dí cuenta de que todavía la guagua estaba medio vacía. Las mujeres que había visto en Tanger estaban usando djilabas y tenían la cabeza cubierta, pero esta muchacha estaba vestida con un abrigo de cuero rojo, tenía el pelo suelto, estaba maquillada y estaba viajando sola de noche. En cualquier otro lugar, esta muchacha me hubiese parecido normal, pero despues de mi experiencia con el "estudiante," pensé que no tenía buenas intenciones. Le mostré que la guagua estaba vacía y que se podía sentar al otro lado del pasillo. Después de insistir un poco en sentarse conmigo, se sentó en la otra fila. Un minuto después, entro otra muchacha sola y pidió sentarse al lado de ella. Ahhh... a lo mejor es que a las mujeres les gusta sentarse juntas y más si van viajando solas de noche... :-)

Me quedé sola en mi asiento, así que pude apreciar el paisaje de Tanger a Tetuán. Desde allí iba a coger un taxi hasta Chefchaouen, pero ya era muy tarde en la noche, así que decidí pasar la noche en Tetuán. En el camino conversé un poco con Zaira (la muchacha del abrigo rojo) y resultó ser de lo mas buena gente. Le pregunté si me podría ayudar a conseguir donde quedarme en Tetuán y me dijo que su novio se conocía muy bien la ciudad y me podría ayudar cuando llegasemos.

En la estación la esperaba Mohammed, quien enseguida accedió a ayudarme a encontrar un hotel. Había un hotel justo alfrente de la estación y Mohammed entró a averiguar como estaba. Me quede allí. Antes de despedirse me preguntaron si tenía todo lo que necesitaba. Le pedí que me señalara donde podía encontrar unas chancletas de plástico para usar en la ducha, ya que las mías se me habían perdido en Granada. A esa hora, salimos por las calles de Tetuán, que estaban tan llenas de gente como el Paseo de Diego al medio día. Las tiendas estaban repletas de ropa de marcas conocidas colgadas de las paredes con ganchos o en cajones grandes donde uno podía rebuscar lo que quería. Buscamos como por una hora y al fín encontramos unas chancletas deportivas que me costaron $2 en unas tiendas estilo kioskos de Piñones que había alfrente del hotel. Mohamed y Zaira me acompañaron hasta mi habitación y allí nos despedimos. Fue entonces cuando le pregunté a Zaira cuanto tiempo se quedaba en Tetuán y me respondió que regresaba a la mañana siguiente. Esta era mi primera noche en Marruecos y una pareja, que tenía tan solo una noche para estar juntos, me dedicó todo ese tiempo para que yo estuviera a gusto en su país.

       




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