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vuelo
a la libertad: la evacuación de Saigón |
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Fecha:
24 de Abril de 1975 Por
Allan H. Topping
Veinticinco años después del colapso de Vietnam del Sur, surgen de mi memoria imágenes imborrables. En diciembre de 1972, fuí asignado a Saigón (actualmente Ho Chi Minh City) como director de operaciones de Pan American World Airways en Vietnam del Sur y Camboya. Dos y medio años después, me encontraría en viviendo una situación donde mis decisiones afectarían las vidas de cientos de personas, al ser el encargado de llevar a cabo la evacuación del personal americano y vietnamita de Vietnam del Sur, poco antes de que el país dejara de existir. A principios de marzo de 1975, era obvio que Vietnam del Sur, tal como lo conocíamos, había dejado de existir. La cuestión era cuánto tiempo teníamos para salir de allí. Las tropas del Vietnam del Norte se movían hacia el Sur con poca o ninguna resistencia. Provincias, ciudades y villas caían en su poder diariamente. Fue entonces cuando se adoptó la decisión de que, que si se hacía necesario, la compañía haría arreglos para su evacuación de nuestros 61 empleados vietnamitas y sus familias. Algunos empleados preguntaron cómo y cuándo esto sería realizado. Mi respuesta fue que confiaran en mi y que oraran. Pero mientras secretamente planificaba esta evacuación, una segunda crisis se presentó. A principios de abril, un desesperado esfuerzo por evacuar cientos de huérfanos se había iniciado. Los huérfanos eran en su mayor parte hijos ilegítimos de soldados americanos. Estos niños, muchos de ellos producto de la mezcla de razas, no eran apreciados en Vietnam. Esta urgente tarea fue encabezada por dos agencias de adopciones: Holt International y Friends for All Children. El gobierno de los Estados Unidos se hizo cargo de la misión. El 4 de abril, un carguero C-5A Galaxy fue comisionado para realizar el primer vuelo. Nosotros, en Pan American, dimos asistencia para el avión. Recuerdo vívidamente el sonido del aparato volando con esa preciosa carga hacia la libertad. Ansiosos futuros padres esperaban en los Estados Unidos. Como el avión continuaba su ascenso, yo decidí regresar a mi oficina. Luego, una horrible columna de humo negro se vió a dos o tres millas de la ruta del vuelo. El Galaxy se había estrellado. Había 243 huérfanos y 62 adultos a bordo. Más de 200 murieron, de los cuales 140 eran niños. La tripulación de cabina logró sobrevivir. Dentro de las 24 horas, dos 747 de Pan Am fueron dispuestos para completar esta única misión. El tiempo era crucial y todos trabajamos juntos para coordinar este masivo esfuerzo en persecución de un único objetivo: debíamos salvar esos niños. La razón de que el C-5A se hubiera estrellado no se conocía aún (luego se determinaría que fue por una falla mecánica), y dado que el sabotaje era definitivamente una posibilidad, implementamos extraordinarias medidas de seguridad para el vuelo. Recuerdo la revisión de los niños en busca de explosivos ocultos en sus pañales. No encontramos nada. La vista de pequeños en cada rincón del avión, incluido en piso y entre los asientos es algo que jamás olvidaré. Para las 06:30 de la mañana del 5 de abril de 1975, dos 747 volaban a través del Pacífico con más de 700 niños, doctores y enfermeras, así como una tripulación compuesta íntegramente por voluntarios. No es posible decir suficiente sobre los pilotos y asistentes de vuelo que sirvieron en estos vuelos. Mientras tanto, la cuenta regresiva para la evacuación de los empleados continuaba. Saigón rápidamente se había convertido en el final del recorrido. Las tropas nordvietnamitas continuaban su avance, y Saigón era el objetivo final. La lista de nuestros empleados y de sus familias fueron entregadas al gobierno local para que extendiera las correspondientes visas de salida. El pedido inicial fue denegado. ¿Y ahora qué? Pensé. ¿Qué haría con mi personal ahora? Tal vez había yo esperado demasiado. Tal vez pude haberlos sacado antes como hicieron otras compañías americanas. Y entonces llegaron más malas noticias. Saigón era ahora zona de guerra. Todos los vuelos comerciales de compañías americanas de entrada o salida de Saigón habían sido cancelados por la Fuerza Aérea. Una mañana pensé que todo había acabado. Nuestra oficina de ventas estaba abarrotada de personas cuando un jet de combate pasó rugiendo sobre el edificio, a no más de 200 o 300 pies. No había pasado un segundo cuando mi secretaria entró corriendo a mi oficina y dijo: “El VC (Viet Cong) está aquí”. Luego escuchamos una explosión. Cientos de personas avanzaban hacia el aeropuerto. Las calles estaban bloqueadas. Luego nos enteraríamos que lo del avión no fue otra cosa que un piloto de la Fuerza Aérea de Vietnam del Sur que había decidido atacar la casa de Nguyen Van Thieu, presidente del país. Me tomó varias horas convencer a nuestras oficinas en Manila y New York de que se trataba de un incidente aislado y que era seguro volar a Saigón. Era absolutamente crítico operar nuestros vuelos ese día, pues teníamos más de 300 pasajeros en espera de volar a los Estados Unidos. El vuelo, eventualmente, pudo realizarse, aunque con siete horas de demora. A partir de este momento, nuestros empleados vieron sombríamente sus chances de evacuación. Yo esperaba que ellos confiaran en mí, en que lograría sacarlos. Cuando finalmente recibí notificación oficial de que nuestra partida final sería inminente, operada como vuelo especial charter del gobierno de los Estados Unidos, inicié los preparativos. La parte que más angustia provocaba de esta experiencia era el compromiso asumido con nuestros empleados de evacuarlos a ellos y a sus familias. Uno de los problemas era que en la cultura vietnamita, como en otras de Asia, el concepto de familia va más allá del nuestro. Inicialmente, la lista de familiares para nuestros ahora 50 empleados excedía los 700. En este punto, tuve una ardua charla para hacerles entender que no seríamos responsables por cada uno de sus “familiares”. Veinticuatro horas después el número se había reducido a 300. Mi última tarea fue arreglar transporte para esas 300 personas desde la ciudad hasta el aeropuerto. Estaba convencido de que si se sabía que este sería nuestro vuelo final habría alboroto. El 23 de abril, hablé a nuestros empleados y les pedí que estuvieran en nuestras oficinas de la ciudad a la noche. La embajada de los Estados Unidos hizo arreglos para los ómnibus necesarios para transportar a esta gente al aeropuerto el 24 de abril. Advertimos que sólo podrían transportar una maleta, ya que el peligro del sobrepeso nos obligaba a tomar medidas restrictivas. Es duro imaginar a personas forzadas a abandonar sus hogares con apenas lo que se puede llevar en una maleta de mano. Que precio el de la libertad. El 24 de abril, cuando acompañaba al convoy de ómnibus hasta el control del aeropuerto, fuimos detenidos por tropas sudvietnamitas armadas con fusiles con M16, las que insistieron en revisar nuestra documentación. Mientras hacían esto, la atmósfera era de una tensión indescriptible. La temperatura debió ser de 100 grados dentro de los ómnibus. Después de algunos verdaderamente tensos minutos, obtuvimos permiso para pasar, y los transportes avanzaron hacia el 747 azul y blanco con la bandera de los Estados Unidos en la parte alta de la cola. No sólo era una vista hermosa, era nuestro boleto a la libertad. La secuencia de despegue fue tensa. Teníamos exceso de peso y 463 pasajeros para 375 asientos. Recogimos 6 pistolas de soldados de Vietnam del Sur que habían abordado vestidos de civil. Cuando finalmente cruzamos la línea de la costa hacia el Mar de la China Meridional, pude ver los barcos de la evacuación abajo y me dije a mí mismo: “Gracias Dios, lo hicimos”. Esta historia apareció
originalmente en el número de “The Clipper”, la
publicación de la Fundación Histórica Pan American,
de otoño de 2000, y fue reproducida, con permiso, por el Miami
Herald.
National Symposium & Reunion
22-24 Abril de 2005, Washington, D.C.
Por Información dirigirse a: hlu5722@yahoo.com El Comité
de Planeación de la Conmemoración del XXX Aniversario
del Último Vuelo de Pan Am desde Vietnam, junto con la Pan
Am Historical Foundation y World Wings International presentan un
programa de tres días titulado Wings of Freedom. La
misión de este programa es la preservación y conmemoración
del legado de Pan Am en Vietnam, en ocasión de cumplirse el
XXX Aniversario del último vuelo de Pan Am fuera de Saigón,
el 24 de Abril de 1975, poco antes de la caída de Vietnam del
Sur. Wings of Freedom
ofrece seminarios, paneles y una serie de programas culturales, que
conmemorarán el heroico “último vuelo” de
Pan American World Airways —pionera en la aviación comercial
internacional— cuyas tripulaciones y empleados ayudaron a empleados
vietnamitas a escapar apenas seis días antes de que los tanques
de Vietnam del Norte hicieran su entrada en Saigón. Para muchos de
los vietnamitas que arribaron a los Estados Unidos como miembros de
la familia de Pan Am, este aniversario marcó el comienzo de
su integración a una comunidad que ha transformado el mosaico
cultural americano. Esta vibrante comunidad de nuevos americanos ha
realizado significantes contribuciones a la sociedad de los Estados
Unidos en las artes, negocios, política, deportes, educación,
modas y entretenimientos. Son ellos herederos de una rica herencia
cultural y están orgullosos de su pasado, reflejando una moderna
comunidad que no por eso olvida sus tradiciones y cultura. En Honor del legado de Pan Am en Vietnam, el Comité de Planeación se unirá a la Fundación Histórica Pan Am y a World Wings International para marcar la significación histórica de aquel "Vuelo a la Libertad" con la creación de una fundación filantrópica dedicada a apoyar y a ayudar a un huérfano en Vietnam.
Pan
Am – Vietnam Commemoration Planning Committee Apoyo financieros
al simposio Wings of Freedom y a sus objetivos filantrópicos
son bienvenidos. Si usted no está en posibilidades de asistir
a la reunión, pero desea realizar una contribución,
puede hacerla a PAAVN, a la dirección de correo que aparece
abajo. Todos los contribuyentes aparecerán listados en los
programas del simposio. Por
favor, asegúrese de consignar su dirección. Miembros del Comité de Planificación:
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