5.- La destrucción de una heredad.


Como era común en la antigüedad, y más aún en aquellos pueblos que como el Licio preveían una continuación de la vida cotidiana más alla de la muerte, en Mira los cuerpos eran inhumados junto con algunos objetos valiosos o apreciados por el difunto. Cada tumba era puesta bajo la custodia de un comité llamado Mintis, que tomaba a su cargo la seguridad y confort del desaparecido. Alterar la paz de las tumbas o atentar contra su integridad era causa de una multa cuyo monto era proporcional a un fondo enterado por la familia al tiempo del deceso.

Al caer en desuso las costumbres funerarias tradicionales y desaparecer los Mintis, nada impidió el saqueo de los sepulcros licios, y éstos fueron objeto de despojo a través de los siglos. La obsesión por tesoros ocultos aún persiste y amenaza a los sitios remanentes: "excavadores no autorizados" (léase ladrones de tumbas) asolaron en años recientes algunos sitios antiguos, particularmente Cadianda y Bubón. Es común entre los pobladores de Emali la posesión de detectores de metales y otros instrumentos "para buscar tesoros".


¡NI SIQUIERA SANTA CLAUS SE SALVO!


A finales del siglo XI, aventureros italianos de Bari irrumpieron en la Iglesia de San Nicolás y, destruyendo el sarcófago, robaron sus restos para posteriormente construir el actual sitio de peregrinación en Bari.

Algunas reliquias de san Nicolás (fragmentos de su quijada y cráneo) se conservan en el Museo Arqueológico de Anatolia.

  Esta obsesión a veces parece dar buenos resultados a los obseídos: en 1984 algunos vecinos de Emali descubrieron un depósito de mil novecientas monedas de plata de la Liga Licia que fueron sacadas ilegalmente del país. El medio numismático se encontró envuelto en un frenesí al aparecer las monedas en las casas de subasta norteamericanas.

Sin embargo el atentado mayor fue realizado en nombre de la investigación. Licia fue descubierta para el mundo moderno por el connotado orientalista Sir Charles Fellows, quien visitó la región en 1838; el bello relato ilustrado de su viaje causó sensación en Londres y cuatro años después, en 1842, el Museo Británico autorizó el envío de una expedición comandada por el propio Fellows y el Teniente Spratt a bordo del buque de Su Majestad HMS Beacon.


La nave ancló frente a Xantos y durante seis meses, en nombre de la preservación, la tripulación se dedicó a despojar a este y otros sitios de todo lo que pudiera ser arrancado. Finalmente el buque regresó a Inglaterra con setenta grandes arcas conteniendo todo aquello que valía la pena de ser visto. Buena parte de las tumbas visibles hoy día en Xantos son copias "donadas" por el gobierno británico.

El interés arqueológico del siglo XX por los sitios licios es mínimo, en comparación con el manifestado por otros sitios de la Turquía Egea. Investigaciones serias han sido realizadas únicamente por un equipo francés en Letún y otro alemán en Limira. En la mayoría de los sitios de la región no hay ni guardias ni turistas; ni siquiera señalamientos que perturben la memoria de su civilización. Lo que puede estar sin descubrirse se insinúa tal vez por los trabajos del arqueólogo turco Cevdet Bayburtluoglou en Aricanda, que han empezado a revelar lo que pueden ser las ruinas mas espectaculares de la península, y posiblemente de todo el territorio turco.



Para terminar (Volviendo al tema de los tesoros de Troya... y también de Atenas):

Pero ¿adónde dirigirse con aquel tesoro? Schliemann no puede ocultarlo, y la noticia del hallazgo se hace pública. Recurriendo a medios azarosos, saca el tesoro con ayuda de unos parientes de su mujer y lo lleva a Atenas, y de allí a otra parte. Cuando, por orden del gobernador turco, se incautan de la casa de Schliemann, los funcionarios ya no encuentran huella alguna de oro en la misma.

¿Es un ladrón? La legislación turca respecto de los hallazgos antiguos se prestaba a muchas interpretaciones. Allí reinaba el capricho. ¿Es motivo para maravillarse o sorprenderse que aquel hombre que había entregado su vida a un sueño, al verse coronado por el triunfo, intentara salvar para sí y para la ciencia de Europa aquel tesoro?

Setenta años antes, Thomas Bruce, conde de Elgin y de Kincardine, ¿no había obrado de modo muy parecido con un tesoro muy diferente? Atenas, entonces, todavía era turca… … y doscientos cajones repletos del tesoro del Partenón fueron enviados a Londres. Durante años enteros se discutió el derecho de posesión de estos maravillosos ejemplares del arte griego (¡Ojo!). Su adquisición había costado a lord Elgin 74,240 libras. Cuando, en 1816, por una resolución del Parlamento, le fue comprada esta colección, no se le pagaba ni siquiera la mitad, o sea ¡35,000 libras!

Cuando Schliemann sacó el "tesoro de Príamo" se sentía en la cima de su vida.
¿Podría ser superado aún tan resonante triunfo?

C. W. Ceram.- "Dioses, tumbas y sabios."

¡Ojo!: Debe entenderse que la discusión no era entre el gobierno inglés y los legítimos propietarios de los tesoros de Atenas; sino entre el gobierno inglés y... Lord Elgin. ¡But of course!








María Isabel Zerecero Pontones
a r q u i t e c t a .

"Distancias" - música original
de Carlos Sandoval