¬ Otros números

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

Ahora también te puedes descargar en pdf algunos números

¬ Número trece

Discos: Deluxe, Berti Laski, The Konki duet, Los Gosters, Telegrama, Robin Hitchcock, Bart Davenport, Panorama,...The go betweens, Vicente Palop, Hondonero, The afternoons,...

Yo no soy ruso

 

 

Número Trece

RECOMENDAMOS LA EDICION EN PAPEL: MAS ARTICULOS, IMAGENES, ...

Lavorare stanca (trabajar cansa)

A veces nos gustaría acabar con todo. Quizás rajarnos ceremonialmente el vientre, como Mishima,

por los imperios perdidos. O dejar un último mensaje como Cesare Pavese:  “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”. 

¿Sindrome de Bartleby? Ya nos presintió Tim Burton: Somos niños taciturnos, de hombre y un melón... un injerto.

 .../.... Sin embargo, suena una canción, quizás es Nick Drake -¡quién lo iba a decir!- o Pete Dello...y la fiesta

entonces continúa....   (superando el número 13...)


La chica de la muñequera de pinchos: Boys don’t cry

 Volveremos a vernos donde siempre es de día

y los feos son guapos y eternamente jóvenes,

donde los poderosos no abusan de los débiles

y cuelgan de los árboles juguetes y tebeos.

(Luis Alberto de Cuenca)

Cada sábado estaba allí. En el bar comenzaba a sonar la canción In Between days de los Cure y entonces ella saltaba a bailar (...go on, go on...),  mirando al techo (...go on, go on...), sin despegar los pies del suelo  (...go on, go on...) y alzando una y otra vez su puño al aire mostrando su muñequera de pinchos. Ella tendría quince años irrenunciables,  unos ojos tristes de Winona Ryder y probablemente un gusto musical a años de luz del de sus compañeras de pupitre. 

 Durante más de cinco meses yo esperaba todos los sábados a que se repitiese esa misma escena. Me encantaba verla transformada por una canción. Tan frágil en su mirada y a la vez tan fuerte con su muñequera de pinchos. A veces, tiene razón Deluxe, los jóvenes pueden morir antes de tiempo pero a vetambién una liviana chica con una muñequera de pinchos puede salvarte.

 Nunca llegué a hablar con ella. Los que hayan escuchado a los Smiths me comprenderán (... but a strange fear gripped and I just couldn’t ask...), el resto pensarán que fui un perfecto imbécil.

 Un día la chica de la muñequera de pinchos desapareció. Probablemente el adolescente circuito bar-esquina-bar, del que Nacha Pop hablaba en Enganchado a una señal de bus, cambió, sus padres la castigaron sine die por suspender cinco asignaturas  o quizás algún chico de COU, con el bachillerato del amor superado, la secuestró para siempre.

 El otro día, veinte años después, la ví nuevamente. Era hora punta en el metro. Como en aquella canción de Mamá. El tiempo y las hipotecas  la habían transformado y el maquillaje no podía ocultar que la vida, después de todo, era poco más que una jornada laboral de cuarenta horas, unos muebles de Ikea y algún desganado intercambio afectivo. Busqué con la mirada sus manos.   Había cambiado su muñequera de pinchos por una intolerable pulsera de oro y colgantes. El subir y bajar continuo de decenas de pasajeros nos situó prácticamente cuerpo contra cuerpo. La curva de Elorrieta me acercó a su oido y entonces le susurré: “go on, go on, the choice is me...come back, come back, today, ....”. La chica de la muñequera de pinchos, veinte años después, me sonrió. Por unos segundos pude ver otra vez sus ojos de Winona Ryder. Luego se dio media vuelta. En la estación de Sarriko descendió del metro. Sin mirar atrás.

 Mr Ringo Rango

 ^^


Hay gente que me ha increpado indignada al leer mi artículo en el anterior EFECTO OREGANO por no hacer referencia a mis clásicos, aquellos en torno a los cuales modelé mi personalidad, imagen pública y creatividad durante lustros. ¿Qué fue de Anthony Perkins, tras aparecer (en su encarnación más carismática -la de Norman Bates-) como protagonista de dos novelas mías, RELATO SECRETO y LA CANCION DEL AMOR? ¿Qué fue de Burt Lancaster, el hombre leopardo, cuyos movimientos me gustaba seguir en la pantalla casi tanto o más que su palabra? ¿Dónde dejé al randiano Gary Cooper y su desgarbo ausente, en misterioso equilibrio entre la estupidez y la omnisciencia, que tan bien reflejaría Capra en films como EL SECRETO DE VIVIR o JUAN NADIE? ¿Y Delon, ya no me hacía tilín, después de haber jugado con él de manera oblicua en algún que otro relato corazonesco o en alguna canción bronwyniana?

Tienen razón. Pero, como muchas otras cosas, mis prioridades y absolutos han cambiado (en cuanto a forma, conste -no a concepto: en esto he llegado al más absoluto tuétano de mis instintos básicos e intuiciones; de ahí que me haya vuelto tan duro de roer para quienes antes gustaban de alabarme por razones extramusicales-).

Norman Bates está bien como retrato alternativo del antiguo Zurdo, que no era dueño de sí, siempre con la escupidera de barbero en la cabeza, siempre montado en su rocín de cartón, siempre rehén de los traumas primigenios y siempre dispuesto a que cualquier subcriatura a sueldo de las cloacas del Estado (y de sus aledaños -Rodríguez Menéndez, Mario Conde...-) le manipulase inflándole la cabeza con cruzadas virtuales (en realidad, más cerca de Torrente que del pesimista heroico evoliano, aunque yo confundiese las adiposidades del "brazo tonto de la ley" con líneas sublimes a lo caballero de Durero). Norman dio todo lo que tenía que dar de sí en LA CANCION DEL AMOR (donde acabé fusionándolo un poco con el poeta Cirlot) y me regaló un último símbolo inquietante (a título póstumo, como la postrera lidia del Cid) con la noticia de que su viuda (Berry Berenson, esto es, la viuda de su otra identidad como actor) había fallecido en uno de los aviones que se estrellaron en las Torres Gemelas. Fue, para mí, el último destello de Norman como ser actual. Pero desde finales de los 90, acorde con mi mutación definitiva de capullo (en todos los sentidos de la palabra) a polilla calavera, fue la lectura de HANNIBAL (vamos, la epifanía de Lecter como encarnación concreta y actuante del anarca jungeriano, esa abstracción tolerada como juego culturalista pero que, viéndola pura y duramente real en las páginas de Thomas Harris o en las imágenes de la pantalla, sólo podía definirse -desde las convenciones establecidas- como "el monstruo de los monstruos") el punto de inflexión que me hizo relativizar a Norman y verlo, como a mi antiguo yo, desde el escaparate de la autocrítica. Norman no era dueño de sí. Lecter es señor de sí mismo y de su entorno, capaz de generar síndromes de Estocolmo que desembocan en la más hermosa historia de amor, capaz de incitar a otros a la autoaniquilación con la sola fuerza de su palabra, capaz de abstraerse en el Palacio de la Memoria, capaz de practicar a un tiempo la técnica del flambeado y la cirugía cerebral... Norman era mi alter ego, mi reflejo en la pantalla, el eco idealizado de mis incompleteces. Lecter, hoy, no es el actual equivalente de Norman, mi actual alter ego (sería una presunción tal como considerar a la Mamba Negra de KILL BILL igual a su maestro sacaojos). Nunca se es igual al maestro: sólo se aspira a ser el alumno modelo.

Se me dirá entonces que, si tanto me gusta Lecter, cómo no menté a Anthony Hopkins en mi anterior artículo. Y la respuesta es que mi atracción es básicamente por Lecter pero sé perfectamente que Hopkins no es Lecter (a diferencia de Perkins con Bates): es un actor carismático, espléndido, pero que sólo me atrae cuando, de alguna manera, detecto en él ecos hannibalianos (siempre muy inferiores, como en aquella autoparodia con moralina conservacionista llamada INSTINTO -donde se le obligaba a encarnar a un pintoresco híbrido, al menos en la forma, de Lecter y Diane Fossey-, o en esa de mayordomos y doncellas con amo filonazi, o en la mejor fuera de la saga lecteriana, esa con Alec Baldwin, donde encarna a un millonario perdido en el bosque, con un punto de superhombre randiano). De más joven (EL LEON EN INVIERNO, MAGIC...) tenía algo de mazacote brutal que me repelía, que me recordaba a algunos fachas cuellotoro que conocí en el pasado (realmente, su metamorfosis hasta asumir el rol de Lecter ha sido espléndida).

En cuanto a Burt Lancaster, qué decir que no dije ya en cierto párrafo de mi web “LINEA DE SOMBRA”: “¿Qué persona (no importa el sexo) con un cierto gusto en materia de horizontales no ha deseado alguna vez estar en la tierna piel del niño con el que EL NADADOR conversa junto a la piscina vacía? O, sobre todas las cosas, ser el Helmut Berger de CONFIDENCIAS, llevado en brazos y acunado con mimo maternal. ¿Y cómo hay quien puede generalizar sobre lo repulsivo de la vejez masculina existiendo ATLANTIC CITY?”  Burt Lancaster es lo más cercano que yo concibo a un canon de belleza masculina plenamente adulta, en formas, en movimientos, en frases (musitadas desde la melancolía –su mejor registro, sea la resignada indolencia de sus creaciones viscontinianas, sea la crispación del maestro trapecista al ver cómo su unión helénica con Tony Curtis se ve amenazada por la petarda de la Lollo, sea la patética negativa a aceptar el fracaso del atleta ebrio en piscinas y soles, sea el último zarpazo del pobre diablo Lou Castel vuelto dandy del hampa ante los ojos gordos de la Sarandon-, desde la implacabilidad de la Inteligencia militar/industrial -sus roles en “ACCION EJECUTIVA”, “SCORPIO”, “EL PUENTE DE CASANDRA”...-, desde la seducción embaucadora de su sonrisa brillante como la de un dios –Elmer Gantry eléctrico, eléctrico, eléctrico...-). El amigo Burt está tan dentro de mí que, al pensar en actores, no pienso en él, porque trasciende la categoría de actor para devenir en paisaje. Un paisaje que miro en las habitaciones más introspectivas de mi Castillo de la Memoria.

Gary Cooper tiene también algo de paisaje y de obviedad, aunque más vinculado a mi infancia, como padre idealizado. En los últimos tiempos ha revoloteado de nuevo por mi sentimentalidad como encarnación de los héroes randianos, con Howard Roark a la cabeza. Su desgarbado caminar por el fino filo entre la omnisciencia y la idiotez, esa ambivalencia tan zen, lo vuelve a potenciar como símbolo del hombre futuro, natural, ajeno a lo terminal de la civilización. Tras la angustia existencial que da pie al canibalismo lecteriano, después del crack, llegará la inocencia de Gary Cooper, dueño en su expresión entre socarrona y boba de EL SECRETO DE VIVIR.

Quien reconozco que se me ha caído muchísimo es Alain Delon. Demasiado facha para ser grande, para evolucionar (como sí hizo Eastwood): al quedar huérfano de sus mentores Joseph Losey o Jean Pierre Melville o José Giovanni o  aquel (cuyo nombre no recuerdo en este momento) que lo dirigió en “LA PRIMERA NOCHE DE QUIETUD”, se reduce a mera anécdota testosterónica, hipócrita y descerebrada, un hooligan pasado de fecha oculto tras una belleza inmerecida, desaprovechada. Tal vez podría haber sublimado su instinto básico de paraca vuelto de Indochina en  manos de un Scorsese, un Tarantino, un Schrader... Pero prefirió (los fachas son tan cobardes) la petit grandeur de imitar (en pésimo chauvinismo y sin entender nada) a Eastwood, el Jünger del cine USA. Una de sus mejores creaciones, el asesino a sueldo de “EL SILENCIO DE UN HOMBRE”, que tanto me impactó en su momento, ahora, al revisarla, se me cae, frente al “GHOST DOG” de Jarmusch, o al Bronson de “FRIAMENTE, SIN MOTIVOS PERSONALES”, o al Eastwood de “LICENCIA PARA MATAR”, o a Kitano en mil y un roles... La realidad de la dureza anula la apariencia de dureza. Es lo malo de la chulería: su extrema fragilidad.    

 FERNANDO MARQUEZ

(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE/)

^^


¡Ah, los viejos buenos tiempos del vinilo! Entonces yo era un tipo feliz, tenía amigos, tenía dinero, perseguía a las chicas y ellas disfrutaban rechazándome. En aquel entonces, cuando deseaba escuchar música, colocaba un disco en el plato y disponía de unos 15 a 20 minutos de felicidad en “tempo di rock”. Después, guardaba el disco en una preciosa carpeta cuadrada y salía de casa a comerme el mundo. Aquel cuarto de hora de vinílica guitarra eléctrica era como el sherry del lord ingles, como el vodka del cosaco, como la cazalla del peón caminero: el punto de ánimo justo para enfrentarte a los avatares de la vida. Pero ahora… Ahora vivo encerrado en un psiquiátrico. No tengo amigos, no recuerdo el significado preciso de la palabra cariño, no tengo trabajo, no vivo. Soy un desgraciado en tratamiento de readecuación mental. ¿Por qué? Todo por culpa de los malditos CDs.

Al principio me pareció estupendo que en un CD entrasen 25 o 30 canciones. Me aficioné a comprar recopilatorios y discos dobles y hasta triples. No ví venir el problema. No advertí que antes una banda me hacía un disco, un LP, con siete canciones estupendas, una muy buena, una coñazo y otra que era el recopón de la baraja; mientras que ahora, en un CD, disponía de 20 canciones de relleno, 5 decentes y otra que servía para sacar un video. No me di cuenta de que los 15 minutos de felicidad se habían transformado en una hora y cuarto de tedio con pinceladas de diversión. Era una hora y cuarto de soledad, una hora y cuarto que me apartaba de la vida. Y además, para ver la portada me tenía que poner las gafas. La música ya no era el vaso de vodka del cosaco, eran las veinte botellas matutinas de Boris Yeltsin. La música era una sobredosis alcohólica que solo podía llevarme al coma etílico. No noté que las discográficas ya no se conformaban con quedarse con mi dinero, ahora también querían mi tiempo. Y entonces llegó el DVD.

Con la disculpa del pirateo y de internet las discográficas empezaron a incluir paridas en cada álbum. En un estuche de CD vienen incluidos: un CD con 25 a 30 temas (algunos repetidos unas seis veces en versión estudio, directo, radio, remix, acústica y con violines. Si la canción no se te quema a la primera pasada del láser es que tienes las orejas de madera); un minilibro con la vida y milagros de la banda, las letras de las canciones, un poema del batería, y una lista de agradecimientos del tamaño de la guía telefónica de Soria; un DVD que incluye un concierto de la banda en Wisconsin, una serie de entrevistas a los miembros de la banda, un “themakingof” del disco, unas bios de cada miembro de la banda; y un misterioso apartado de extras donde se encuentra una actuación de la banda ante la Madre Teresa de Calcuta y un videojuego con música de la banda. En total, entre lectura, audición y visionado, el cajetín de plástico se lleva unas intensas 75 horas de tu vida. 75 horas en las que no hay tiempo para dormir, ni para comer, ni para ir al baño. Y cuando acabas con el CD-DVD descubres una dirección web y te metes en internet y eso te lleva como un día (si te conformas con una sencilla lectura) o como un mes (si te implicas en el Foro). Te transformas en un imbécil, en un alienado. Te vuelves loco.  

Y entonces, algún viejo amigo, o la familia, o los vecinos, llaman al 112 y te vienen a casa unos señores de blanco que te traen hasta aquí; hasta la clínica del Doctor Vinilus. Aquí tengo mi terapia de grupo donde conozco a gente que esta peor que yo (hay un chico que se compro el CD-Box de los Ramones que aun no ha recuperado el habla y que se alimenta con cartón) y gente que se esta recuperando y que me anima (una chica que se compraba todos los DVD recopilatorios de las producciones de Phil Spector y que ahora solo es capaz de escuchar singles promocionales de una sola cara). Aquí tengo mis sesiones “destroy” (nos traen cajas de DVDs y de CDs y nos orinamos encima y luego las desgraciamos con unos mazos enormes) que me liberan mucho. También me gusta lo de la insultoterapia. Nos ponen debates sobre el pirateo musical y la distribución de música por internet para que nos destrocemos las cuerdas vocales llamándole de todo a Ramoncín y a Luis Cobos. Aquí solo hay tocadiscos de aguja y en ellos redescubrimos cosas tan pintorescas como los LPs perfectos con ocho o nueve canciones buenas, los miniLPs de seis canciones maravillosas, los EPs de cuatro temas perfectos y los singles de dos canciones insuperables. ¡Es maravilloso! Ya no me acordaba de todo esto.

Alex Tornasol

^^


El hombre al que le salvó su colección de discos

 "Yo creo que estoy en el mundo para salvar vidas, a mi manera. Esa gente que está al borde del abismo...espero moverles hacia la luz, alejarles de la oscuridad. Darles vida con mi música”.

(PF Sloan)

Fue sólo un instante de pánico pero un tal José García por primera vez en sus cuarenta años de vida pensó que podía morirse. Y curiosamente durante esa ráfaga repentina de miedo existencial su angustia fue pensar, no en sus amigos, trabajo o familia, sino en su colección de discos.

 ¿Qué sería de las cosas que más amaba en la vida? Se resistía a que sus discos fueran mal vendidos en un rastro o que alguien leyese las dedicatorias de amor y desamor que alguna – ay, sólo algunas mujeres-  habían escrito en sus singles.

 ¿A qué manos iría a parar aquel disco de Pete Dello que le reconcilió con el mundo una vez que María le abandonó? ¿Bailaría ska con el mismo frenesí el nuevo propietario de su colección de singles de los Madness? ¿Rebuscaría el chaval quinceañero que comprase el In the city de los Jam en los armarios de sus padres ropa desfasada para disfrazarse de mod? ¿Y alguien una noche de verano- pero sólo en una noche de verano- volvería a escuchar embobado el Para tí de Paraíso?¿Acabarían en la basura, como los discos de la Traviata de las Vainica Doble, las mágicas canciones de los Byrds con las que una vez José pensó que Bilbao podría ser una nueva California? 

 Pasado aquel instante- que pareció durar una eternidad- el tal José García decidió seguir viviendo. Mr Ringo Rango

  (Para Javier Larroque donde esté) 
^^

De arcos y flechas: Una deriva psicogeografica por la sinrazón

0 el abuelo se ha meado en el Duchamp 

“Debemos preciarnos de ser razonables, pero no de tener razón; de ser sinceros, pero no infalibles.”                                                                                                                       Joubert

 ¿Recuerdan cuando de niños escucharon en la tele decir a un señor muy raro que el arte contemporáneo precisaba de un ojo bien educado y ustedes se reían como posesos del ascopena que daba el tunante mientras señalaba con su dedo ensortijado una cosa cilíndrica vaciada al titanio? ¿Lo recuerdan? Pues muy mal, mendrugos. Eso que hacía el señor flojo era cultura y no se extrañen que desde entonces les haya ido como les ha ido en la vida, el trabajo y el sexo.

 Pero no se preocupen, aculturales ciudadanos, que aquí estamos para ayudarles y nada mejor que una visita a ARCO para intentar enderezar el árbol genealógico de un país que no se ha caracterizado precisamente por su apego a formas avanzadas de desarrollo cultural.

 En primer lugar conviene precisar que ARCO no es un estado de ánimo, eso viene después cuando se sale, ni exactamente un acrónimo sino un lugar, concretamente una feria sita en las afueras de la capital del reino, donde se reúnen para hablar de sus cosas ciertas extrañas formas de vida que se ha convenido en denominar galeristas para una vez allí, y esto debe ser lo importante, colgar en las asépticas paredes de sus respectivos “stands” un sinfín de majaderías y bobaditas que, de igual forma, se ha convenido en denominar arte, todas por supuesto a precios astronómicos como de película mala americana.

Nos duele en el alma no poder contestar a la eterna pregunta de qué fue primero, si el arte, el artista o el galerista pero, dando por supuesto que ustedes no son filocomunistas ni pobres y, por tanto, han conseguido entrar en ARCO, creemos llegado el momento de iniciar por fin la exégesis de las actitudes e idiosincrasia del cultivo humano que da vida a la feria del arte contemporáneo de Madrid. Hemos elegido para una mejor comprensión del tema, y a sabiendas de que cada día la gente lee menos,  dividir el tema de este análisis en diferentes compartimentos, el primero de ellos, faltaría más,  el de los galeristas.

 1.       Perspectiva lombrosiana del sujeto galerista

“Aquellos fanfarrones que, pagados de sí mismos, creen demasiado  pronto en el porvenir, no son gentes de talento sino para sí mismos.” Balzac a los artistas becados de AENA

 Probablemente ninguno de ustedes haya recalado, mientras pasean por sus ciudades o pedanías, en la existencia de unas tiendas raras en las que no hay ropa de Zara, ni coches caros ni anuncios de hipotecas: son las galerías de arte y quienes las regentan son los galeristas. Parece fácil, pero no lo es. Descartamos por inverosímil que alguien haya entrado en este tipo de lagers, excepto tal vez a preguntar si hacen fotocopias o a por cambio para la OTA, pero estamos en condiciones de jurar que se han perdido una oportunidad magnífica para profundizar en el estudio de la raza humana, vertiente soma. Por falta de espacio en este artículo les recomiendo el libro de Anita Phillips “Una defensa del masoquismo” (Alba Editores, 1998).

 Centrándonos en el aspecto físico de las personas humanas galeristas,  llama mucho la atención la casi perfecta consunción de sexos, vulgo androginia, que tras años de esfuerzo ha conseguido esta especie. Así, las mujeres galeristas nos traen a la memoria la imagen de un Peter Cushing travestido: altas, vertiginosamente delgadas y cuya edad por haber hecho pellas en el colegio no podemos calcular aunque sí intuir mediante un sistema exponencial de eddas (para aquellos lectores de ámbito rural se admite el cómputo de los anillos de los árboles). 

 Por supuesto no queremos dar aquí ni mucho menos la sensación de que el galerismo es una actividad que se ejerce sólo si se está a las puertas de la muerte. No. También hay chicas en esta especialidad pero no conforman una categoría por sí mismas, porque al ser las hijas de aquéllas es cuestión sólo de que crezcan, envejezcan y entonces copen la presidencia de la galería. Es cierto, y así me lo hacen notar mis colaboradores, que esta raza se nutre casi exclusivamente de  mujeres de clase alta o super alta, y nos tememos que esto sea consecuencia del feo comportamiento cerril y machista del plutócrata español, quien con tal de quitarse de en medio a la señora le monta lo que sea: una galería, un bingo o, en el peor de los casos, una empresa de trabajo temporal para que se desfogue (Vid. Bleuler .“Tratado de histeria femenina”).

 Concretando nuestra visita a esta edición de ARCO, recordamos con especial cariño la buena media hora que transcurrió entre la contemplación nubosa de un magno ejemplar de esta secta y nuestra consecuente expulsión del stand, perplejos mi amigo y yo por la pericia que la señora había demostrado al advertir el nulo interés que teníamos por los trastos expuestos y el sumo fervor que poníamos en las piernas de la hija, querida o empleada de hogar que allí se encontraba. Expulsión a la francesa que se dice, hecha con toda la cortesía y rubor que esta gente dedica a quienes no son de su banco, club o religión, que ellas estas cosas las perciben en seguida ya sea mientras hablan por el móvil, se meten otra loncha en el reservado o parlotean de estupideces con el adlatere neutro con el que duermen.

 Porque esa es otra, querido lector. También hay hombres en esta profesión. Bueno hombres, hombres no. Más bien seres que visten, hablan y deponen en esa jerga que hoy en día y gracias a las revistas del ramo se conoce como “constructos mentales de arte”, o como le gustaba decir a Baudelaire: “je suis la plaie et le couteau”. Como tal vez esta expresión no les diga nada,  les recomendamos que sometan al sujeto que les inspira la duda a la infalible prueba del reloj de muñeca, preguntándoles la hora (siempre con ademán de siervo, que a esta gente le gusta sentirse, porque lo son, superiores). Si les contesta amablemente no es galerista, sino otro individuo asustado como ustedes que se ha perdido; si les contesta y les enseña estrepitosamente un Patek Phillippe de doce millones, entonces es el hijo del galerista, que es novato y acaba de empezar en la cosa;  y si ya, en una hiperestesia de los sentidos, les contesta, les enseña el reloj y les da la hora, entonces amigo mío es que es galerista y usted un industrial que acaba de adquirir para el mayorazgo heredado un Fernand Leger, capricho de la parienta. Y lo entendemos, no se nos malinterprete, que esto del amor contemporáneo y de las JONS hay que mimarlo y ella se lo merece todo.

 

2. El galerista y su obra  ¿Qué quieren? ¿Qué venden? ¿Por qué esos precios?

 “La languidez del cuerpo impide a veces la languidez del alma”.  La Mettrie

No es nuestra intención acometer en estas páginas un estudio moroso y espeluznante de la problemática del arte actual en un contexto de mercado libre postfranquista. Tampoco sabríamos hacerlo. En consecuencia lo que leerán a continuación basculará entre la amable crítica y la sana reflexión típica de un modesto albañil o de una dependiente del Pryca; es decir, adoptaremos el estilo de “El País”.

 Para ello convendrá desde un principio sentar un axioma central sobre el particular,  y comenzaremos diciendo que de la misma forma que existen gestos universalmente reconocibles en cualquier cultura o lugar del orbe (bajar el mentón ante el amo en la fábrica, guiñar el ojo a las chicas, levantar el brazo derecho en los mítines del PP), también en el arte contemporáneo se perpetúan pautas de re-conocimiento instantáneo de la obra y su autor, signos que, según Foucault, llevan aparejado el nexo causal entre significado (ausente) y significante (por descubrir).

 Así,  una cruz enorme dispuesta a lo largo y ancho de un barrizal incrustado en un tablón horizontal nos indica que nos encontramos ante un Tápies (para pasmo de los gudaris del Gaztetxe de Ermua, que por menos los echaron a hostias del local okupado); un gigantesco armaggedon de círculos fluorescentes nos lleva a Gordillo o al cloruro de anfetamina y, para no seguir ad nauseam, un sinfín de rajones concéntricos sobre un ¿rostro? sobre papel negro a Saura. Sólo son ejemplos pero por facilón y bufo, hemos preferido omitir el que todos están pensando (sí, el de Miró), aunque no nos cansamos de recordar entre lloros el penoso espectáculo del galerista suizo al que birlaron dos litografías del catalán a razón de 7.000 €/unidad, seguro que en un despiste no del propietario sino del ladrón. A la hora de escribir estas líneas desconocemos el estado de salud del Khanweiler transalpino, pero por los gritos que pegaba mientras esperaba la llegada de la ambulancia del SAMUR todo hace suponer lo peor.

 Al margen de autores patrios que por su fuerza y desparpajo han quedado imperecederamente anclados en el imaginario colectivo de todos nosotros, el sector “clásico” de ARCO tiene en una serie de artistas su rush definitivo. Un ejemplo podría ser la figura de Pablo Picasso, un andaluz afrancesado y chaparro que pegaba a sus novias, algunas de cuyas obras pudimos ver colgadas en el stand de la novia del impersonator de Obras Públicas. Este artista universal, gloria de los pinceles malagueños que luego fue plagiado por media galaxia de repetidores de COU, ha tenido este año el merecido honor de ser el autor del cuadro más caro, y por tanto el mejor, de toda la feria, un bonito retrato de su ex mujer por el que se interesaron muchos matrimonios tunos, alguna que otra pareja de gays de Chueca (por lo del loft nuevo), e incluso este redactor al que le cupo la penosa tarea de intentar reponer a la galerista francesa que se lo enseñó, cuando una vez que me lo estaba envolviendo para regalo me negué a enseñarle mi DNI (por lo de la VISA, me explicaron).

 También fue motivo de risa sana, y de mucho respeto, la imagen de ese jubilado de Navalcarnero al enterarse por la profesional de que el cuadro que le gustaba a su señora para el recibidor era una obra exclusiva de Wydawnitcwo Dolnoslaskie,  cuyo precio frisaba poco menos que el producto interior bruto de la extinta URSS, de donde expulsaron al artista por flojo. La expresión facial del simpático ex repartidor de bebidas gaseosas nos recordó, por lo triste, a aquella película de Eisenstein en la que por mucho menos unos marineros habían dado comienzo a la Revolución de Octubre.

 Por lo mismo, aunque de signo opuesto, nos dio cosa ver a ese matrimonio de Legionarios de Cristo gastarse las jubilaciones de los últimos contratados de su PYME en una tela de Hans Arp, antiguo dadaísta berlinés cuyas opiniones políticas tumbarían de espaldas a la moderna pareja de fascistas. Y ya en plan sainetesco, nos gustaron de veras el Andy Warhol de la testa del Sioux o el retrato homosexual de Adolf Hitler en colores bermellón y rosa (que nos recordó mucho a la portada del librito de Darío Creus, must de la germanofilia más aberrante. Ediciones G.P. 1958),  y por el que se mostró interesado el periodista Pedro J. Ramírez; también nos emocionó la escultura en citronio del perro ahorcado de una farola (portada en “La razón” del viernes junto a una foto del vasco de turno), que arrancó severos comentarios a un honesto ciudadano que se encontraba a nuestro lado y, en resumen, todas aquellas obras que parecen haber llevado al extremo la famosa máxima de Roland Barthes: “¿Acaso la mejor subversión no es la de alterar los códigos en vez de destruirlos?”, summa con la que estaríamos de acuerdo de no ser porque de haber existido alguna mínima sensación de subversión en Arco, los primeros en enterarse habrían sido los antidisturbios.

 

3. Significación y balance de resultados (e IBEX) del arte contemporáneo.

 “Existen siglos en los que la opinión pública es la peor de las opciones.”  Chamfort

 Aunque parezca insensato hoy,  hubo un tiempo en que las tergiversaciones y cambios de sentido en el campo artístico tuvieron como fin desvelar mediante la musealización de objetos banales y cotidianos lo cuestionable de las teorías artísticas. Los ready mades de Duchamp, los juegos cinéticos de Man Ray e incluso los primeros happenings de Joseph Beuys surgieron no de la intención de comprarse mayorazgos que embarga hoy en día al artista sino de la creencia en la subversión real del medio artístico y, sobre todo, en la imbecilidad congénita del acuario (crítico a sueldo, marchante y acaparador capitalista).

 La subversión existía, de eso no hay duda, y los primeros en festejarla fueron tanto los futuristas (extrema derecha) como los dadaístas (extrema izquierda). Si lo sabrían los nazis que inconscientemente elevaron a los altares a los segundos. Los que los alemanes locos no sabían es que tendría que ser la rama político militar de este movimiento (el neoliberalismo) la que conseguiría, merced a su cruel inteligencia y descaro, desactivar el artefacto, anular la carga desmitificadora y profana del invento y por ende alinear al creador en las filas de los chicos guapos y formales de Tommy Hillfinger. Que el bestia de Mario Merz nos caga en unas latas metálicas pues se las compramos a razón de 6.000 $ la pieza y asunto arreglado. Que el untermeschen de Barceló nos cuelga de un muro una ristra de esturiones disecados al lado de cuatro pulpos y dos pencas,  pues ahí que pujan los ultracapitalistas de turno para llevarse la joya a casa, o a la oficina del banco o a la sede ginebrina de la OTAN.

 Causa añoranza, por lo bizarro, que ni los más viejos del lugar recuerden esas cosas del “accionismo vienés” que, a juzgar por las fotografías que ilustran el libro de Piedad Solans que robamos, animaban y cómo el cotarro artístico de finales de los sesenta. Imagínense a las madres de ustedes, o al ministro seductor, inmersas en una saturnal de orines y heces, gritos y gemidos orgiásticos * que montaban los Otto Mühl, Hermann Nitsch y Rudolf Schwarzkogler en, suponemos, Viena.

 ¿Qué es lo que más nos gusta de ARCO entonces? ¿Por qué, fieles a la máxima de “siempre habrá alguien a quien insultar”, hemos decidido volver no ya el año que viene sino quedarnos a vivir en los alrededores por si acaso tiran algo? Pues muy sencillo, amigos, porque como miembros de esta sociedad liberal que somos nos encanta ver entre bambalinas las reacciones de esas familias post Marvel de la España moderna y sentir cómo disfrutan hoy de lo que siempre ha sido motivo de burla e incluso agresión física cuando no de falta de respeto a la identidad sexual, actitudes que desde aquí condenamos como hicimos saber al irritable padre de ese pobre niño ciscado tan sólo por tocar un Millares carísimo o ese otro, algo más mayor, que se llevó una buena bronca de su pareja por reírse de un lienzo de Botero, suponemos que por las claras concomitancias con la mari.

 Por fin podemos decirlo bien alto, señores: hemos crecido como pueblo y como raza. Europa, ese mito de los abuelos, ya no puede hacernos daño con sus carreteras bien asfaltadas, sus mujeres lascivas y sus artistas raros y caros. Tenemos dinero y queremos gastarlo, ¿cómo?, a lo tonto.

 

4. El fantasma del Windsor

“Un error muy común: tener el coraje de actuar según los propios principios. La cuestión es tener el coraje de afrontar un ataque a los propios principios”.  Nietzsche

Llegados a este punto, creemos que se imponen una serie de preguntas: ¿Se puede confiar en el budismo como fuerza revolucionaria comprometida con la promoción de inquietudes pacifistas, ecológicas, feministas y de igualdad social entre los jóvenes bobos de Occidente? Se puede. ¿Acaso no se permite a las parejas lesbianas conducir por ciudad sin limitación de kilometraje, que incluso pueden aparcar en zona azul sus Twingos?

 Entonces caballeros, ¿Por qué razón no vamos a poder nosotras, romanas de Roma,  enfocar la praxis del arte contemporáneo no desde los tópicos de la izquierda liberal sino a través de una inmersión en “las frías aguas del cálculo egoísta”,  y con la inestimable ayuda de los anteojos de los “asnos burgueses de los media”?

 Cabe la posibilidad de que ustedes se estén preguntando si por algún casual hubo algo que no nos gustase en ARCO. Si han estado atentos a las páginas precedentes pensarán: ¡uy, no! es imposible. Pues se equivocan ciudadanos. Sí hubo cosas que no fueron de nuestro agrado. Y no nos estamos refiriendo a la vocacional sensación de tomadura de pelo que nos embarga en este país desde primera hora de la mañana hasta que nos acostamos, incluso después. Ni tampoco a la vacuidad, soberbia y desdén que muestran los Genios por el proletariado tontorrón que les ríe las gracias. No, es otra cosa sólo que ya a estas alturas da pereza insistir en ello. Mucho meterse con Debord, pero de entre las infinitas veces que el situ dio en la diana nosotros nos quedamos con ésta: “Desde que el arte ha muerto, no es difícil disfrazar a los policías de artistas.”

 Tal vez alguno de ustedes haya leído (con perdón), durante una gripe o haciendo tiempo en las colas del INEM, el famoso Tratado de Pintura de un tal Leonardo de Vinci. Si fue así, recordarán que el paisajista escribió lo siguiente: “ El espíritu del pintor quiere identificarse, a semejanza del espejo, con los colores de las cosas que en él se reflejan, y quiere llenarse el espíritu con tantas imágenes cuantos objetos aparecen delante de él.” Pues eso.

KURT CANTSIN

^^


 SKIP JAMES : el diablo entre pucheros

Skip James representa bien lo que es el blues, tanto su vida como las letras de sus canciones y su apariencia triste y solitaria. Es uno de los principales exponentes del blues del delta pero no es un bluesman típico, ni sus canciones lo son ni mucho menos su forma de cantar y tocar. “I don’t sing other people’s songs, I don’t sing other people’s voices, I can’t” llegó a manifestar, era consciente de que tenía algo especial.

Su verdadero nombre era Nehemiah James, lo de Skippy unos dicen que era por su habilidad para el baile y otros por su incapacidad para permanecer quieto en un sitio, estas dudas se extienden a casi todos los datos de su vida ya que pocos se conocen con certeza. Nació en 1902 en Bentonia, Mississippi, se crió en una plantación y recibió algunos estudios escolares, religiosos y musicales, sólo cuatro lecciones pero la verdad es que se le nota más finolis que a otros muchos cantantes negros del Mississippi, no debe sorprender que mirara con extrañeza a tipos tan rudos como Ishman Bracey o Tommy Johnson con los que seguramente coincidió en más de una ocasión. Al que pudo ver tocar cuando era joven fue a Mississippi John Hurt. Debió tocar en toda clase de sitios desde granjas e iglesias hasta locales de alterne y en alguno de ellos pudo escucharle algún cazatalentos de Paramount pero parece más probable que fuera en un concurso local al que acudió. El caso es que en Febrero de 1931 se presentó en Grafton Wisconsin para realizar una sesión que se prolongaría por dos días y en la que grabó 26 canciones según él. Sólo se han encontrado 18, en 13 se acompaña con la guitarra y en 5 con el piano. En plena depresión, siendo un debutante y con Paramount a punto de quebrar sorprende que grabara tantas canciones, igual alguien pensó que este fenómeno podía salvar la compañía pero las ventas resultaron un desastre. Se ve que a Paramount no le interesaban gran cosa los artistas que grababa y los masters los tratarían como escombros por lo que las grabaciones han tenido que ser transcritas de los viejos 78 rpm (encima esta empresa utilizaba materiales malos) y el sonido depende de cómo se conserven, en el caso de Skip no es perfecto pero comparativamente a otros está bastante bien.

Las 18 canciones conocidas permanecieron en la oscuridad durante muchos años pero con el tiempo han sido reconocidas como pieza fundamental en la historia de la música popular. Es difícil quedarse indiferente ante su falsete lastimero y su forma de deslizar los dedos por las cuerdas de la guitarra. No extraña que la protagonista de Ghost World al descubrirlo se quedase helada y lo pinchara una y otra vez, la canción era “Devil Got My Woman” y no creo exagerar al decir que es una de las más importantes jamás grabadas, se han hecho miles de versiones pero ninguna supera a la original, en mi opinión, y las hay muy buenas. Esta queja por su mujer es totalmente típica del blues pero la frase “I’d rather be the devil, to be that woman man” es muy poderosa. “Aw, nothin’ but the devil changed my baby’s mind”. Están muy bien las reflexiones del propio Skip sobre la canción que se pueden encontrar en la página Harry’s Blues Lyrics On Line (blueslyrics.tripod.com). Muy cierto, el diablo nunca descansa y se cuela entre los pucheros para intentar jodernos el hogar, por suerte también Dios anda entre los cacharros de cocina y podemos recurrir a Él. Hermana de ésta es “Cypress Grove Blues” en la que extiende su queja a todo el género femenino. “I would rather be burried in some cypress grove to have some woman, Lord, that I can’t control”. Muy injusto y típico pero muy buena tonadilla.

“Hard Time Killing Floor” es otra impresionante e hipnótica canción, una desoladora viñeta de la depresión y una de las piezas más representativas de ese periodo. Única ocasión en la que parece salir de sí mismo para fijarse en los problemas de los demás. “These hard times will drive you from door to door”. Otra clásica es “20-20 Blues” en la que amenaza a su pareja, “my baby gets unruly and she don’t wanna do, I’ll take my 20-20, I’ll cut her half in two”. Sí, Robert Johnson copió bastante de Skip.

Hay otras canciones algo más animadas y optimistas e igualmente impresionantes. En “Illinois Blues” celebra el tiempo pasado en esa localidad que recuerda como único sitio en el que se ha divertido de verdad y le han tratado bien. “I’m so Glad” llama mucho la atención por lo acelerada que es y lo rápido que toca, más que alegre parece que es un grito de ánimo con el que se dice venga, adelante. “I’m so glad, and I am glad, I’m glad, I don’t know what to do, I’m tired of weepin’, tired of moanin’, tired of groanin’ for you”. “Drunken Spree” trata sobre intentar dejar la botella por la mujer amada y también de las adicciones (alcohol, drogas y mujeres), pero la melodía me resulta muy alegre y animada. Hay dos números espirituales (“Jesus is a Mighty Good Leader” y “Be Ready When He Comes”) que no sólo introducen diversidad sino que muestran que estaba cómodo y familiarizado con este material. No es por lo que es más conocido pero a mí me gusta mucho la forma particular que tiene de hacerlo y creo que su inclusión dentro de la grabación es importante.

Otras dos con similar espíritu son “All Night Long” y “Get on Down the Road”, ”If you ain’t got no hay, mama, better be on your way” dice en una y “If you haven’t any hay, get on down the road” en la otra. En las dos repite “Hitch up my buggy (“Hitch on my pony“ en la primera), saddle up my black mare, you’ll find me a rider, mama, so in this world somewhere” pero la primera se queda en lo amoroso sexual y la segunda me da la impresión de convertirse en una despedida y huida (¿de la justicia?). Muy románticas y visuales. Curiosísima es “Little Cow and Calf is Gonna Die Blues” en la que mezcla sus recuerdos de niño cuidando el ganado, sus despistes y ensoñaciones, con referencias a las mujeres, pero mejor escucharla y leer el texto porque es muy extraño.

Todas las canciones son destacables, puede que “Cherry Ball Blues” y sobre todo “Special Rider Blues” tengan unas letras bastante vulgares pero qué buenas son. También hace una personal y acelerada lectura del clásico “How Long” que titula “How Long Buck”. Dato a tener en cuenta es que las 18 pueden escucharse de un tirón y es muy probable que al terminar queramos volver a escucharlas, tal es el poder adictivo que tienen.

Como muchos otros quedó totalmente desencantado con las editoriales y no tuvo ocasión de grabar hasta su redescubrimiento en los 60. En 1932 es ordenado ministro baptista y en el 46 metodista. Parece que en los 40 aún tocaba fundamentalmente en la iglesia para acompañar sus sermones y que incluso formó un cuarteto para cantar espirituales. No sabemos que giros dio su vida en los años siguientes pero todo apunta a que dejó totalmente la música y el ministerio.
En los años 60 el blues estaba otra vez de moda y a Skip le llegó el turno de ser redescubierto, en 1964 hace su reaparición pública en el festival de Newport formando cartel, entre otros, con Mississippi John Hurt y Robert Wilkins. Algunos se quedaron de piedra y no es para menos ya que ver surgir de la nada (en realidad lo sacaron del hospital y estaba necesitado de una operación) a un hombre mayor y de aspecto tan triste y serio y que empiece a cantar “Devil Got My Woman” con esa voz debe ser algo tremendo. Este redescubrimiento no le dio fama pero sí la oportunidad de volver a grabar, Vanguard publicó los LPs Today! y Devil Got My Woman. Algunos opinan que había perdido capacidades y que las nuevas versiones tienen menos fuerza. Tenía más años, sí, y había perdido agilidad pero la mejor calidad de la grabación permite apreciar mejor los matices y la expresividad de su voz, y su extraña forma de cantar (¿es una mujer o un hombre? se preguntará algún despistado al escucharlo) que creo que puede gustarle hasta a los amantes del jazz vocal, quizá esté siendo demasiado optimista. Muchos de los discos que grabaron los viejos bluesmen al ser redescubiertos son correctos y están bien pero no aportan gran cosa, los de Skip sin embargo son buenos de verdad y totalmente fundamentales. Tenía fama de tocar las canciones siempre de forma distinta y en estas grabaciones lo demuestra. La mitad del repertorio viene de la sesión del 31 pero las versiones son muy distintas, mucho más relajadas, algunas se alargan hasta los 5 minutos. Alguno ya se imagina el rollo, pues se equivoca. El dice que las del 31 las hizo con el corazón y las de los 60 con la cabeza, en el ambiente se nota algo de eso, la sensación de desamparo y tristeza es mayor. Si tuviera que elegir es posible que me quedara con las del 31 pero ambas me parecen necesarias. Se ve que durante todos esos años no había compuesto casi nada así que incorporó clásicos como “Crow Jane”, “Catfish Blues”, “Careless Love” o “Look at the People Standing at the Judgement” de las que hace versiones muy buenas y personales. Dos composiciones nuevas hacen referencia a su estancia en el hospital, las impresionantes “Washington DC Hospital Center Blues” y “Sickbed Blues”. “Been on the ocean, I been across the sea, I ain’t found nobody would feel my simpathy”, parece su testamento. Otras dos a destacar son “My Gal” y “Lorenzo Blues”. Durante los 60 aparte de estos dos LPs realizó otras sesiones, que yo sepa dos más, pero que no se editaron hasta muchos años después, a destacar una del 67 que publicó Vanguard en 1993 con el título de Studio Sessions: Rare and Unreleased, son todo números tradicionales con mucha presencia de espirituales. También hay varios conciertos grabados.  En 1969 murió de cáncer este peculiar tipo que las pocas ocasiones que tuvo de pisar un estudio las aprovechó para dejarnos algunas de las mejores y más impactantes grabaciones que se han hecho.

Manolo Barrero

^^


DISCOS, MAQUETAS,...

 

Deluxe – Los jóvenes mueren antes de tiempo

Después de las experiencias sonoras y rítmicas de su anterior disco (If things were to go wrong), Deluxe da un giro a su carrera y se presenta arriesgadamente con trece canciones compuestas íntegramente en castellano, marcadas por una producción sobria, libre de las cargas de la electrónica,  que refuerza el carácter  de pesimismo existencial que envuelve su nuevo trabajo.

Deluxe parece que se ha propuesto escribir un disco bajo el influjo de los esterotipos que vinculan el alma gallega a cierta saudade, desolación y cansancio vital. Sin embargo, el tono grisáceo de las letras contenidas en “Los jóvenes mueren antes de tiempo”  se desmienten por unas melodías (por ejemplo, las presentes en “Lo que tú querías ver”) que esconden una vocación de superar el papel de estrella del indie y abrirse a nuevas audiencias.

Desde luego no creemos que las oscuras canciones contenidas en este disco vayan a ser utilizadas como fondo musical de espots que publicitan alegres hipotecas, salvo que nuestros creativos quieran romper códigos de comunicación, tal y como ha hecho el propio Deluxe que ha volado por los aires sus propios códigos musicales anteriores. Este cambio de orientación sonora puede despistar a alguno de sus seguidores más inmovilistas pero al resto nos presenta nuevas y seductoras intuiciones sonoras.

Más información: www.mushroompillow.com

  The go-betweens: Oceans Apart

 La disolución de los Go-betweens  a finales de los años ochenta los convirtió paradójicamente en un grupo mítico. Su regreso en el año 2000 con “The friends of Rachel Worth” fue aplaudido por crítica y aficionados. Ahora en el 2005  el inquieto sello Mushroom Pillow presenta un nuevo y flamante disco de la banda australiana: “Oceans Apart”.  

Los Go-betweens siguen en forma y continúan construyendo canciones que esconden la  búsqueda de la melodía perfecta como lo demuestran “No reason to cry” o “Here comes a city”.  

Descubre con este disco por qué Morrissey se declaró fan de las canciones de Robert Forster y Grant

 The Konki duet – Il fait tout gris

Por fin algo absolutamente distinto. Los japoneses y los europeos, como acertadamente nos enseñó Sofia Coppola en Lost In Traslation, no compartimos los mismos códigos de comunicación y The Konki duet es un buen ejemplo sonoro de este desencuentro que, sin embargo, permite crear una fórmula pop arrebatadoramente nueva.

The Konki duet está formado por Komi, una japonesa que ama la música sesentera francesa  e inglesa, y Zoe, una parisina antigua guitarrista hardcore. A este dúo posteriormente se une una violinista rusa que acaba de redondear el toque exótico del grupo.

La mezcla de j-pop con música sesentera occidental ha creado un disco calificado de pop  metafísico e incluso de pop medieval (lo que prueba que a veces lo más moderno es lo más antiguo). Nosotros, por no ser menos que los críticos serios, lo denominaremos pop arqueofuturista.

Un disco amablemente melancólico, cantado en francés, japonés o inglés, repleto, como nos cuenta su  inquieta discográfica (Discos Liliput) de “pequeñas sinfonías de bolsillo y presumidas canciones pop”.  

Más información en www.discosliliput.com  www.thekonkiduet.com

  Robyn Hitchcock – Spooked

El ex-miembro de los Soft Boys Robyn Hitckcok arranca su último disco con una arrebatadora canción “Televisión” que ya por si sola justifica conseguir sin excusa este trabajo. Spooked reúne canciones construidas, como lo confiesa su propio autor,  bajo el influjo de Bob Dylan. Sin embargo, no esperemos sólo mimetismo sino auténtica personalidad en un heterodoxo disco grabado con el apoyo del dúo de Americana Gillian Welch y David Rawlkings.

En el manifiesto de presentación de este disco Robyn cuenta que “ser un tipo moderno significa tener prisas y no apreciar las cosas hasta que las perdemos y quedan lejos en el pasado. Escribir canciones es mi modo de embotellar trozos de mi vida y almacenarlos, para saborearlos en el futuro”. La fascinante colección de canciones de Spooked invita a emborracharse una y otra vez en esos emotivos momentos embotellados por un inspirado Robyn. Como nos recuerda el autor, “puede que el mundo sea un lugar enfermizo, pero la música es el doctor”.

El disco está magníficamente editado en España por Discos Lililiput. Un única observación: hubiese sido una buena idea incluir las letras de este apasionante trabajo de folk-pop exquisito.

Más información en: www.discosliliput.com. En esta web puedes leer el manifiesto completo redactado por Robyn Hitchcock sobre Sooked. 

  

Vicente Palop & M: Alhama de nadie

Malatestarecords presenta un atractivo disco compartido por dos trovadores: Vicente Palop y Néstor Mir. El primero bebe de las influencias de los grandes cantautores americanos (Dylan, Neil Young) y supera sobradamente la dificultad que a veces encuentran quienes – por ejemplo, Javier Sun- siguen la pista musical y narrativa de estos mitos.

Por su parte, M es un digno discípulo de los grandes de la canción francesa como ya demostró en “Les histories de Séverine”. En sus composiciones encontramos los momentos más brillantes de este disco como en la irrefenable alegría de “le gardien de tes pas” o  las envolventes voces de “dans les rues”. Néstor Mir merece un nuevo disco no compartido donde pueda seguir  derrochando, nunca mejor escrito, su savoir faire. Absolutamente recomendable.

http://malatestarecords.blogspot.com/

 

A Houseguest’s wish – Varios

Words on Music ha publicado un disco homenaje a la canción “Outdoor Miner” del grupo británico    Wire celebrando el veinticinco aniversario de su primera publicación como single.

Este disco recoge versiones de 19 artistas procedentes de cinco países (Alemania, España, Reino Unido, Canadá y USA).  Outdoor Miner es interpretada, por ejemplo,  desde un perspectiva folk (Sharron Kraus), blues (Christian Kiefer), punk (Boy Division) noise rock (Flying Saucer Attack)) postrock (Timonium), dream pop (Titania) o exclusivamente instrumental (Should). Un proyecto arriesgado para  fans de Wire, coleccionistas y amigos de rarezas discográficas.

 www.words-on-music.com

 

Plástica- The Red Light Underground

Portugal, el país que Durruti soñaba con integrar en España, es musicalmente un gran desconocido. Más allá de los fados existe una escena rock que el nuevo sello Disco Lilliput nos descubre con la publicación del segundo disco de Plástica, uno de los fenómenos musicales del año 2002 en la tierra lusa.

Plástica presenta un cd estructurado con los viejos vinilos en dos cara. En la parte A encontramos siete canciones de rock clásico que a ratos se acerca a los patrones del hard rock setentón. En la parte B, como si de otro grupo se tratara, cambian el sonido totalmente y  se descubren como unos notables  constructores de melodías de pop psicodélico.

Un experimento sonoro a tener en cuenta.

www.discosliliput.com

 

Los Glosters - Escucha

El renacido sello discográfico Flor y nata, que en los años ochenta editó a las principales bandas mods del momento en nuestro país como Sprays, Brighton 64, Kammebert o Telegrama,  nos presenta un maxicd de los Glosters, la deliciosa banda catalana que desde 1997 mejor recoge el testigo del yeyé español de los gloriosos sesenta.

El disco comienza con “Juego a tres” una divertida y saltarina canción donde la voz de los Glosters, Ramón Cuenca, juega con la de Ricky Gil de Top Models para crear un auténtico e imparable hit pop. La brincosis de los Glosters es altamente contagiosa como lo demuestra la necesidad de bailar repetidamente “Oigo tu voz”. la segunda canción propia incluida en este Escucha.

Como en sus anteriores trabajos discográficos, Los Glosters también nos ofrecen acertadas versiones de clásicos como el “Brown Paper Sack” de The Gentrys  o el “No, no, no” de los Pops.

Está claro que Los Glosters, si hubieran nacido veinte años antes,  hubiesen sido- con el permiso de Los Soberanos-  los reyes de los discos sorpresa Fundador. De momento son los reyes mensuales de nuestros pick ups (vale, no miento, de nuestros reproductores de cd, pero es que Escucha parece exigir a gritos ser reproducido en un tocadiscos de maleta).

 www.losglosters.com

 Telegrama- Power pop

¿Quién no recuerda la canción “La chica del metro” del  grupo catalán Telegrama, uno de los grandes éxitos de la música pop española independiente del año 1981? En el programa Pista libre los más talluditos pudimos  descubrir que Telegrama era un grupo fanáticamente amante de los sesenta y pronto estuvo en los altares del primer revival mod hispano junto a bandas como los Sprays o Brighton 64.

Flor y nata records, sello discográfico responsable en gran medida de la difusión de ese primigenio revival, ha resucitado y nos presenta todas las grabaciones, incluyendo directos, del grupo Telegrama realizadas durante 1980 y 1981.

Resulta interesante este trabajo de arqueología musical para que las nuevas generaciones de talibanes mods que pululan por las listas de correo o por los festivales sesenteros descubran que hubo un tiempo en que el power pop más sencillo - y hasta ingenuo como buen producto de la nueva ola-  era seguido sin complejos e incluso con devoción  por la escena mod española.

Un disco totalmente recomendable para conocer el encanto del primer power pop español y darse cuenta que Telegrama eran mucho más que “La chica del metro”.

www.florynatarecords.com

www.telegrama.info

 

Bart Davenport – Maroon Cocoon

Tercer disco publicado por el ex-cantante de The loved ones y tercer acierto consecutivo.

Basta una sola audición de Maroon Cocoon para comprobar que estamos ante una gran disco de fascinante y amable pop  lleno de sugestivas canciones de amores posibles o, más habitualmente, inalcanzables. Pequeñas tristezas cotidianas derrotadas por las guitarras y las palabras de Bart Davenport. 

Las canciones de Marron Cocoon ejercen un poder hipnótico que te ayudan a redescubrir  la capacidad de seducción del pop más inmediato. Un disco deslumbrantemente sencillo con una producción sobria pero totalmente efectiva.  Una calificación: sobresaliente

Berti Laski: Destino Plutón

Destino Plutón es el rabioso debut discográfico de Berti Lasky lleno de guiños a una época de vinilos, amplificadores VOX y Rickenbackers. Lógicamente un grupo que reúne influencias de Paul Weller, Small Faces, MC5, Los Salvajes o Love merece ya una especial atención.

Destino Plutón es un recorrido desde el soul vía Style Council (Ganar en el amor) hasta el r&b psicodélico de Arthur Lee (versión de Signed DC)  pasando por los chispazos rocanroleros de los Faces (Can’t get enough of your love). 

 Sin duda, escuchando esta imparable colección de canciones,   Berti Laski tiene que ofrecer un explosivo directo. Atentos, amigos, a las programaciones musicales de sus ciudades.

 Nuestra canción favorita: Ganar en el amor.

 Más información en www.belmondorecords.com 

 Lupo Sol: Ríe (dichosas grabaciones caseras)

 Lupo Sol, entrañable agitador pop desde su fanzine Psychodrama o la web lepoubelle.tk,  ha reunido para sus más cercanos seguidores las 32 canciones que grabó de forma casera a lo largo de tres años (1998-2001). Influenciadas por el yeyé francés,  la psicodelia británica y los discos Fundador estas canciones, grabadas artesanalmente en su habitación y luchando contra las quejas de sus insensibles vecinos,  ofrecen el encanto nuevaolero de lo inmediato y sencillo.

Nuestra canción favorita es  Vives en una nube (nos gustaría cantarla en un imaginario Tributo a Lupo Sol)

 Más información en luposol66@hotmail.com

 

Hondonero- Electric Raga

Más de diez años lleva Hondonero practicando su rabioso pop-rock con guiños al powerpop y al garage. Ahora presentan un EP de adelanto de su cuarto disco largo y en el que, además de canciones en su línea habitual llenas de guitarras y melodías atrapadoras, incluye  “Electric raga” donde parece que la banda malagueña ha decidido experimentar con nuevos sonidos incorporando sitares y programaciones siguiendo la estela de Sidonie o Deluxe. El resultado sonoro orientalista no parece encajar con la actitud más rockera del grupo. En cualquier caso, habrá que esperar a su próximo disco para comprobar cuál es la dirección elegida por Hondonero: clasicismo pop-rock o nuevos sonidos para jóvenes indie.

 El disco lo publica el sello andaluz Sonic Titan.

 www.hondonero.com

The afternoons – Rocket summer 

Por fin un cohete musical que nos aleja de la vulgaridad del pop actual y nos dirige hacia planetas habitados por Belle &Sebastian, Teenage Fanclub o los Kinks.  El tercer disco de The afternoons “Rocket summer” reúne una completa coleccción de hits (“Fading Fast”, “You are” o “You’ll never know”),   con ecos del pop más inspirado de los sesenta (Byrds, Beach Boys,..) junto con los fogonazos del  último power pop británico. Brillantes. Como los días de playa que nos esperan.

 www.theafternoons.com

 Panorama  - El viaje más largo del mundo

 Olvidada la fallida experiencia de Super 8 en el mundo discográfico multinacional, su reencarnación como Panorama nos descubre un inspirado grupo que acierta a desarrollar con naturalidad melancólicas canciones en castellano siguiendo la estela de los Planetas más digeribles (“Me he vuleto a perder”), la Habitación Roja (“A pesar de todo”)  o, lejanamente, los siempre reivindicables Brincos (“¿Dónde estabas?”).  

Veremos si Panorama consigue que canciones como “Mejor” se conviertan en himnos para la nueva generación indie. Potencialidad no les falta.

^^


¿YO NO SOY RUSO, SEÑOR?
 
El 2004 ha sido un año importante. Y da lo mismo que me haya dado cuenta tan tarde. 
Este año ha nacido a efectos prácticos lo que tanto esperaba yo. 
Que unos difuntos niños muertos y comidos por los gusanos le cantasen a Afganistán y bajo el nombre del más mítico gigante ruso Tachenko, demostrasen lo que yo creía; que aquella muerte era absurda, y
 que sin Sergio Algora, lo pasaríamos mejor (habrá quien lo discuta); de echo ellos ya cantan que ?estoy muy bien, me faltas tú?. 
Yo debería ir a Zaragoza, y no sólo a ver a la Pilarica, que la pobre debe de estar ya cansada de tanto diminutivo, 
sino a darme un garbeo por el bar el fantasma de los ojos azules. Al parecer es un garito regentado por los niños gusanos. 
Pero vayamos al meollo del asunto  ¿qué decir de este disco respecto a lo que supuso el niño gusano?? 
Chicos, no me seáis suspicaces que las comparaciones son necesarias ?las pistas llevan hacia mí? cantáis; por algo será. 
El nivel musical desde luego no ha bajado lo más mínimo pero no creo que se pueda hablar de música con palabras, 
deberéis fiaros de mi palabra (y harías mal ¿no sabéis que Descartes fulminó el principio de autoridad?). 
Las voces, menos personales sí, pero también más entonadas y más fáciles de hacer propias. Y en cuanto a las letras ya no son marcianas, son más cercanas. Quizá lunáticas. El tiempo pasado no ha sido tanto para unos, una eternidad para otros (incluidme)... durante más de un año problemas para formar el grupo, unos que vienen otros que se van y al final  ?malgasté más de un siglo: ¡venga decídete!?. La pregunta importante la dejo para el final 
¿Alguien sabe dónde esconde Oscar Sanmartín sus lápices ahora? (enviad la respuesta a "el efecto oregano")
 
Turko
 
^^

 

Saravá para nuestros amigos!

Joaquín Chousa, Billybao, Mushroom Pillow, Salvador Domínguez, Andoni G., David Rivera, Mario de Andrés, Luposol, Juan de Pablos, Iñaki Orbezua, Edu Orbezua, Rafa Puertas, Jorge Marqueta y Nuria, Edu Ranedo, Cato, Esteban Bribón, Marian Scuba, Ramón Scuba, César Prieto, Rafa Skam, Discos Imprescindibles, Discos de Paseo, Naif,  Justo Lorenzo, Albincho Martínez de Goñi,  Juanjo Ibarra, Kola Conrad, Words on Music, Txetxu Elizalde, ...

No dedicamos este número a los mafiosos de toda condición (vestidos de empresarios de éxito, camiseta marsellesa o boina étnica),  ni a las personas, lectoras o no de El Quijote,  que desconocen conceptos antiguos como el honor.

 Yo no examinaba nada; esperaba lo imposible

(Racine)