Volveremos a vernos donde siempre es de día
y los
feos son guapos y eternamente jóvenes,
donde los
poderosos no abusan de los débiles
y cuelgan
de los árboles juguetes y tebeos.
(Luis
Alberto de Cuenca)
Cada sábado estaba allí. En el bar comenzaba a sonar la canción
In Between days de los Cure y entonces ella saltaba a
bailar (...go on, go on...), mirando al techo (...go on,
go on...), sin despegar los pies del suelo (...go on, go
on...) y alzando una y otra vez su puño al aire mostrando su
muñequera de pinchos. Ella tendría quince años irrenunciables,
unos ojos tristes de Winona Ryder y probablemente un gusto
musical a años de luz del de sus compañeras de pupitre.
Durante más de cinco meses yo esperaba todos los sábados a que se
repitiese esa misma escena. Me encantaba verla transformada por
una canción. Tan frágil en su mirada y a la vez tan fuerte con su
muñequera de pinchos. A veces, tiene razón Deluxe, los
jóvenes pueden morir antes de tiempo pero a vetambién una liviana
chica con una muñequera de pinchos puede salvarte.
Nunca llegué a hablar con ella. Los que hayan escuchado a los
Smiths me comprenderán (... but a strange fear gripped and I
just couldn’t ask...), el resto pensarán que fui un perfecto
imbécil.
Un día la chica de la muñequera de pinchos desapareció.
Probablemente el adolescente circuito bar-esquina-bar, del que
Nacha Pop hablaba en Enganchado a una señal de bus,
cambió, sus padres la castigaron sine die por suspender cinco
asignaturas o quizás algún chico de COU, con el bachillerato del
amor superado, la secuestró para siempre.
El otro día, veinte años después, la ví nuevamente. Era hora
punta en el metro. Como en aquella canción de Mamá. El
tiempo y las hipotecas la habían transformado y el maquillaje no
podía ocultar que la vida, después de todo, era poco más que una
jornada laboral de cuarenta horas, unos muebles de Ikea y algún
desganado intercambio afectivo. Busqué con la mirada sus manos.
Había cambiado su muñequera de pinchos por una intolerable pulsera
de oro y colgantes. El subir y bajar continuo de decenas de
pasajeros nos situó prácticamente cuerpo contra cuerpo.
La curva de Elorrieta me acercó a su oido y entonces le susurré:
“go on, go on, the choice is me...come back, come back, today,
....”.
La chica de la muñequera de pinchos, veinte años después, me
sonrió. Por unos segundos pude ver otra vez sus ojos de Winona
Ryder. Luego se dio media vuelta. En la estación de Sarriko
descendió del metro. Sin mirar atrás.
Mr Ringo
Rango
^^
Hay gente
que me ha increpado indignada al leer mi artículo en el anterior
EFECTO OREGANO por no hacer referencia a mis clásicos, aquellos en
torno a los cuales modelé mi personalidad, imagen pública y
creatividad durante lustros. ¿Qué fue de Anthony Perkins, tras
aparecer (en su encarnación más carismática -la de Norman Bates-)
como protagonista de dos novelas mías, RELATO SECRETO y LA CANCION
DEL AMOR? ¿Qué fue de Burt Lancaster, el hombre leopardo, cuyos
movimientos me gustaba seguir en la pantalla casi tanto o más que
su palabra? ¿Dónde dejé al randiano Gary Cooper y su desgarbo
ausente, en misterioso equilibrio entre la estupidez y la
omnisciencia, que tan bien reflejaría Capra en films como EL
SECRETO DE VIVIR o JUAN NADIE? ¿Y Delon, ya no me hacía tilín,
después de haber jugado con él de manera oblicua en algún que otro
relato corazonesco o en alguna canción bronwyniana?
Tienen
razón. Pero, como muchas otras cosas, mis prioridades y absolutos
han cambiado (en cuanto a forma, conste -no a concepto: en esto he
llegado al más absoluto tuétano de mis instintos básicos e
intuiciones; de ahí que me haya vuelto tan duro de roer para
quienes antes gustaban de alabarme por razones extramusicales-).
Norman
Bates está bien como retrato alternativo del antiguo Zurdo, que no
era dueño de sí, siempre con la escupidera de barbero en la
cabeza, siempre montado en su rocín de cartón, siempre rehén de
los traumas primigenios y siempre dispuesto a que cualquier
subcriatura a sueldo de las cloacas del Estado (y de sus aledaños
-Rodríguez Menéndez, Mario Conde...-) le manipulase inflándole la
cabeza con cruzadas virtuales (en realidad, más cerca de Torrente
que del pesimista heroico evoliano, aunque yo confundiese las
adiposidades del "brazo tonto de la ley" con líneas sublimes a lo
caballero de Durero). Norman dio todo lo que tenía que dar de sí
en LA CANCION DEL AMOR (donde acabé fusionándolo un poco con el
poeta Cirlot) y me regaló un último símbolo inquietante (a título
póstumo, como la postrera lidia del Cid) con la noticia de que su
viuda (Berry Berenson, esto es, la viuda de su otra identidad como
actor) había fallecido en uno de los aviones que se estrellaron en
las Torres Gemelas. Fue, para mí, el último destello de Norman
como ser actual. Pero desde finales de los 90, acorde con mi
mutación definitiva de capullo (en todos los sentidos de la
palabra) a polilla calavera, fue la lectura de HANNIBAL (vamos, la
epifanía de Lecter como encarnación concreta y actuante del anarca
jungeriano, esa abstracción tolerada como juego culturalista pero
que, viéndola pura y duramente real en las páginas de Thomas
Harris o en las imágenes de la pantalla, sólo podía definirse
-desde las convenciones establecidas- como "el monstruo de los
monstruos") el punto de inflexión que me hizo relativizar a Norman
y verlo, como a mi antiguo yo, desde el escaparate de la
autocrítica. Norman no era dueño de sí. Lecter es señor de sí
mismo y de su entorno, capaz de generar síndromes de Estocolmo que
desembocan en la más hermosa historia de amor, capaz de incitar a
otros a la autoaniquilación con la sola fuerza de su palabra,
capaz de abstraerse en el Palacio de la Memoria, capaz de
practicar a un tiempo la técnica del flambeado y la cirugía
cerebral... Norman era mi alter ego, mi reflejo en la pantalla, el
eco idealizado de mis incompleteces. Lecter, hoy, no es el actual
equivalente de Norman, mi actual alter ego (sería una presunción
tal como considerar a la Mamba Negra de KILL BILL igual a su
maestro sacaojos). Nunca se es igual al maestro: sólo se aspira a
ser el alumno modelo.
Se me
dirá entonces que, si tanto me gusta Lecter, cómo no menté a
Anthony Hopkins en mi anterior artículo. Y la respuesta es que mi
atracción es básicamente por Lecter pero sé perfectamente que
Hopkins no es Lecter (a diferencia de Perkins con Bates): es un
actor carismático, espléndido, pero que sólo me atrae cuando, de
alguna manera, detecto en él ecos hannibalianos (siempre muy
inferiores, como en aquella autoparodia con moralina
conservacionista llamada INSTINTO -donde se le obligaba a encarnar
a un pintoresco híbrido, al menos en la forma, de Lecter y Diane
Fossey-, o en esa de mayordomos y doncellas con amo filonazi, o en
la mejor fuera de la saga lecteriana, esa con Alec Baldwin, donde
encarna a un millonario perdido en el bosque, con un punto de
superhombre randiano). De más joven (EL LEON EN INVIERNO, MAGIC...)
tenía algo de mazacote brutal que me repelía, que me recordaba a
algunos fachas cuellotoro que conocí en el pasado (realmente, su
metamorfosis hasta asumir el rol de Lecter ha sido espléndida).
En cuanto
a Burt Lancaster, qué decir que no dije ya en cierto párrafo de mi
web “LINEA DE SOMBRA”: “¿Qué persona (no importa el sexo) con un
cierto gusto en materia de horizontales no ha deseado alguna vez
estar en la tierna piel del niño con el que EL NADADOR conversa
junto a la piscina vacía? O, sobre todas las cosas, ser el Helmut
Berger de CONFIDENCIAS, llevado en brazos y acunado con mimo
maternal. ¿Y cómo hay quien puede generalizar sobre lo repulsivo
de la vejez masculina existiendo ATLANTIC CITY?” Burt Lancaster
es lo más cercano que yo concibo a un canon de belleza masculina
plenamente adulta, en formas, en movimientos, en frases (musitadas
desde la melancolía –su mejor registro, sea la resignada
indolencia de sus creaciones viscontinianas, sea la crispación del
maestro trapecista al ver cómo su unión helénica con Tony Curtis
se ve amenazada por la petarda de la Lollo, sea la patética
negativa a aceptar el fracaso del atleta ebrio en piscinas y
soles, sea el último zarpazo del pobre diablo Lou Castel vuelto
dandy del hampa ante los ojos gordos de la Sarandon-, desde la
implacabilidad de la Inteligencia militar/industrial -sus roles en
“ACCION EJECUTIVA”, “SCORPIO”, “EL PUENTE DE CASANDRA”...-, desde
la seducción embaucadora de su sonrisa brillante como la de un
dios –Elmer Gantry eléctrico, eléctrico, eléctrico...-). El amigo
Burt está tan dentro de mí que, al pensar en actores, no pienso en
él, porque trasciende la categoría de actor para devenir en
paisaje. Un paisaje que miro en las habitaciones más
introspectivas de mi Castillo de la Memoria.
Gary
Cooper tiene también algo de paisaje y de obviedad, aunque más
vinculado a mi infancia, como padre idealizado. En los últimos
tiempos ha revoloteado de nuevo por mi sentimentalidad como
encarnación de los héroes randianos, con Howard Roark a la cabeza.
Su desgarbado caminar por el fino filo entre la omnisciencia y la
idiotez, esa ambivalencia tan zen, lo vuelve a potenciar como
símbolo del hombre futuro, natural, ajeno a lo terminal de la
civilización. Tras la angustia existencial que da pie al
canibalismo lecteriano, después del crack, llegará la inocencia de
Gary Cooper, dueño en su expresión entre socarrona y boba de EL
SECRETO DE VIVIR.
Quien
reconozco que se me ha caído muchísimo es Alain Delon. Demasiado
facha para ser grande, para evolucionar (como sí hizo Eastwood):
al quedar huérfano de sus mentores Joseph Losey o Jean Pierre
Melville o José Giovanni o aquel (cuyo nombre no recuerdo en este
momento) que lo dirigió en “LA PRIMERA NOCHE DE QUIETUD”, se
reduce a mera anécdota testosterónica, hipócrita y descerebrada,
un hooligan pasado de fecha oculto tras una belleza inmerecida,
desaprovechada. Tal vez podría haber sublimado su instinto básico
de paraca vuelto de Indochina en manos de un Scorsese, un
Tarantino, un Schrader... Pero prefirió (los fachas son tan
cobardes) la petit grandeur de imitar (en pésimo chauvinismo y sin
entender nada) a Eastwood, el Jünger del cine USA. Una de sus
mejores creaciones, el asesino a sueldo de “EL SILENCIO DE UN
HOMBRE”, que tanto me impactó en su momento, ahora, al revisarla,
se me cae, frente al “GHOST DOG” de Jarmusch, o al Bronson de
“FRIAMENTE, SIN MOTIVOS PERSONALES”, o al Eastwood de “LICENCIA
PARA MATAR”, o a Kitano en mil y un roles... La realidad de la
dureza anula
la
apariencia de dureza. Es lo malo de la chulería: su extrema
fragilidad.
FERNANDO
MARQUEZ
(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE/)
^^
¡Ah,
los viejos buenos tiempos del vinilo! Entonces yo era un tipo
feliz, tenía amigos, tenía dinero, perseguía a las chicas y ellas
disfrutaban rechazándome. En aquel entonces, cuando deseaba
escuchar música, colocaba un disco en el plato y disponía de unos
15 a 20 minutos de felicidad en “tempo di rock”. Después, guardaba
el disco en una preciosa carpeta cuadrada y salía de casa a
comerme el mundo. Aquel cuarto de hora de vinílica guitarra
eléctrica era como el sherry del lord ingles, como el vodka del
cosaco, como la cazalla del peón caminero: el punto de ánimo justo
para enfrentarte a los avatares de la vida. Pero ahora… Ahora vivo
encerrado en un psiquiátrico. No tengo amigos, no recuerdo el
significado preciso de la palabra cariño, no tengo trabajo, no
vivo. Soy un desgraciado en tratamiento de readecuación mental.
¿Por qué? Todo por culpa de los malditos CDs.
Al
principio me pareció estupendo que en un CD entrasen 25 o 30
canciones. Me aficioné a comprar recopilatorios y discos dobles y
hasta triples. No ví venir el problema. No advertí que antes una
banda me hacía un disco, un LP, con siete canciones estupendas,
una muy buena, una coñazo y otra que era el recopón de la baraja;
mientras que ahora, en un CD, disponía de 20 canciones de relleno,
5 decentes y otra que servía para sacar un video. No me di cuenta
de que los 15 minutos de felicidad se habían transformado en una
hora y cuarto de tedio con pinceladas de diversión. Era una hora y
cuarto de soledad, una hora y cuarto que me apartaba de la vida. Y
además, para ver la portada me tenía que poner las gafas. La
música ya no era el vaso de vodka del cosaco, eran las veinte
botellas matutinas de Boris Yeltsin. La música era una
sobredosis alcohólica que solo podía llevarme al coma etílico. No
noté que las discográficas ya no se conformaban con quedarse con
mi dinero, ahora también querían mi tiempo. Y entonces llegó el
DVD.
Con la
disculpa del pirateo y de internet las discográficas empezaron a
incluir paridas en cada álbum. En un estuche de CD vienen
incluidos: un CD con 25 a 30 temas (algunos repetidos unas seis
veces en versión estudio, directo, radio, remix, acústica y con
violines. Si la canción no se te quema a la primera pasada del
láser es que tienes las orejas de madera); un minilibro con la
vida y milagros de la banda, las letras de las canciones, un poema
del batería, y una lista de agradecimientos del tamaño de la guía
telefónica de Soria; un DVD que incluye un concierto de la banda
en Wisconsin, una serie de entrevistas a los miembros de la banda,
un “themakingof” del disco, unas bios de cada miembro de la banda;
y un misterioso apartado de extras donde se encuentra una
actuación de la banda ante la Madre Teresa de Calcuta y un
videojuego con música de la banda. En total, entre lectura,
audición y visionado, el cajetín de plástico se lleva unas
intensas 75 horas de tu vida. 75 horas en las que no hay tiempo
para dormir, ni para comer, ni para ir al baño. Y cuando acabas
con el CD-DVD descubres una dirección web y te metes en internet y
eso te lleva como un día (si te conformas con una sencilla
lectura) o como un mes (si te implicas en el Foro). Te transformas
en un imbécil, en un alienado. Te vuelves loco.
Y
entonces, algún viejo amigo, o la familia, o los vecinos, llaman
al 112 y te vienen a casa unos señores de blanco que te traen
hasta aquí; hasta la clínica del Doctor Vinilus. Aquí tengo
mi terapia de grupo donde conozco a gente que esta peor que yo
(hay un chico que se compro el CD-Box de los Ramones que
aun no ha recuperado el habla y que se alimenta con cartón) y
gente que se esta recuperando y que me anima (una chica que se
compraba todos los DVD recopilatorios de las producciones de
Phil Spector y que ahora solo es capaz de escuchar singles
promocionales de una sola cara). Aquí tengo mis sesiones “destroy”
(nos traen cajas de DVDs y de CDs y nos orinamos encima y luego
las desgraciamos con unos mazos enormes) que me liberan mucho.
También me gusta lo de la insultoterapia. Nos ponen debates sobre
el pirateo musical y la distribución de música por internet para
que nos destrocemos las cuerdas vocales llamándole de todo a
Ramoncín y a Luis Cobos. Aquí solo hay tocadiscos de
aguja y en ellos redescubrimos cosas tan pintorescas como los LPs
perfectos con ocho o nueve canciones buenas, los miniLPs de seis
canciones maravillosas, los EPs de cuatro temas perfectos y los
singles de dos canciones insuperables. ¡Es maravilloso! Ya no me
acordaba de todo esto.
Alex
Tornasol
^^
"Yo
creo que estoy en el mundo para salvar vidas, a mi manera. Esa
gente que está al borde del abismo...espero moverles hacia la luz,
alejarles de la oscuridad. Darles vida con mi música”.
(PF Sloan)
Fue sólo un instante de pánico pero un tal José García por primera
vez en sus cuarenta años de vida pensó que podía morirse. Y
curiosamente durante esa ráfaga repentina de miedo existencial su
angustia fue pensar, no en sus amigos, trabajo o familia, sino en
su colección de discos.
¿Qué sería de las cosas que más amaba en la vida? Se resistía a
que sus discos fueran mal vendidos en un rastro o que alguien
leyese las dedicatorias de amor y desamor que alguna – ay, sólo
algunas mujeres- habían escrito en sus singles.
¿A qué manos iría a parar aquel disco de Pete Dello que le
reconcilió con el mundo una vez que María le abandonó? ¿Bailaría
ska con el mismo frenesí el nuevo propietario de su colección de
singles de los Madness? ¿Rebuscaría el chaval quinceañero
que comprase el In the city de los Jam en los armarios de
sus padres ropa desfasada para disfrazarse de mod? ¿Y alguien una
noche de verano- pero sólo en una noche de verano- volvería a
escuchar embobado el Para tí de Paraíso?¿Acabarían en la
basura, como los discos de la Traviata de las Vainica Doble,
las mágicas canciones de los Byrds con las que una vez José
pensó que Bilbao podría ser una nueva California?
Pasado aquel instante- que pareció durar una eternidad- el tal
José García decidió seguir viviendo. Mr Ringo Rango
(Para Javier Larroque donde esté)
^^
De arcos y flechas: Una deriva psicogeografica por la sinrazón
0 el
abuelo se ha meado en el Duchamp
“Debemos preciarnos de ser
razonables, pero no de tener razón; de ser sinceros, pero no
infalibles.”
Joubert
¿Recuerdan
cuando de niños escucharon en la tele decir a un señor muy raro
que el arte contemporáneo precisaba de un ojo bien educado y
ustedes se reían como posesos del ascopena que daba el tunante
mientras señalaba con su dedo ensortijado una cosa cilíndrica
vaciada al titanio? ¿Lo recuerdan? Pues muy mal, mendrugos. Eso
que hacía el señor flojo era cultura y no se extrañen que desde
entonces les haya ido como les ha ido en la vida, el trabajo y el
sexo.
Pero
no se preocupen, aculturales ciudadanos, que aquí estamos para
ayudarles y nada mejor que una visita a ARCO para intentar
enderezar el árbol genealógico de un país que no se ha
caracterizado precisamente por su apego a formas avanzadas de
desarrollo cultural.
En
primer lugar conviene precisar que ARCO no es un estado de ánimo,
eso viene después cuando se sale, ni exactamente un acrónimo sino
un lugar, concretamente una feria sita en las afueras de la
capital del reino, donde se reúnen para hablar de sus cosas
ciertas extrañas formas de vida que se ha convenido en denominar
galeristas para una vez allí, y esto debe ser lo importante,
colgar en las asépticas paredes de sus respectivos “stands” un
sinfín de majaderías y bobaditas que, de igual forma, se ha
convenido en denominar arte, todas por supuesto a precios
astronómicos como de película mala americana.
Nos
duele en el alma no poder contestar a la eterna pregunta de qué
fue primero, si el arte, el artista o el galerista pero, dando por
supuesto que ustedes no son filocomunistas ni pobres y, por tanto,
han conseguido entrar en ARCO, creemos llegado el momento de
iniciar por fin la exégesis de las actitudes e idiosincrasia del
cultivo humano que da vida a la feria del arte contemporáneo de
Madrid. Hemos elegido para una mejor comprensión del tema, y a
sabiendas de que cada día la gente lee menos, dividir el tema de
este análisis en diferentes compartimentos, el primero de ellos,
faltaría más, el de los galeristas.
1.
Perspectiva lombrosiana del sujeto galerista
“Aquellos fanfarrones que, pagados de sí mismos, creen demasiado
pronto en el porvenir, no son gentes de talento sino para sí
mismos.” Balzac a los artistas becados de AENA
Probablemente ninguno de ustedes haya recalado, mientras pasean
por sus ciudades o pedanías, en la existencia de unas tiendas
raras en las que no hay ropa de Zara, ni coches caros ni anuncios
de hipotecas: son las galerías de arte y quienes las regentan son
los galeristas. Parece fácil, pero no lo es. Descartamos por
inverosímil que alguien haya entrado en este tipo de lagers,
excepto tal vez a preguntar si hacen fotocopias o a por cambio
para la OTA, pero estamos en condiciones de jurar que se han
perdido una oportunidad magnífica para profundizar en el estudio
de la raza humana, vertiente soma. Por falta de espacio en este
artículo les recomiendo el libro de Anita Phillips “Una
defensa del masoquismo” (Alba Editores, 1998).
Centrándonos en el aspecto físico de las personas humanas
galeristas, llama mucho la atención la casi perfecta consunción
de sexos, vulgo androginia, que tras años de esfuerzo ha
conseguido esta especie. Así, las mujeres galeristas nos traen a
la memoria la imagen de un Peter Cushing travestido: altas,
vertiginosamente delgadas y cuya edad por haber hecho pellas en el
colegio no podemos calcular aunque sí intuir mediante un sistema
exponencial de eddas (para aquellos lectores de ámbito rural se
admite el cómputo de los anillos de los árboles).
Por
supuesto no queremos dar aquí ni mucho menos la sensación de que
el galerismo es una actividad que se ejerce sólo si se está a las
puertas de la muerte. No. También hay chicas en esta especialidad
pero no conforman una categoría por sí mismas, porque al ser las
hijas de aquéllas es cuestión sólo de que crezcan, envejezcan y
entonces copen la presidencia de la galería. Es cierto, y así me
lo hacen notar mis colaboradores, que esta raza se nutre casi
exclusivamente de mujeres de clase alta o super alta, y nos
tememos que esto sea consecuencia del feo comportamiento cerril y
machista del plutócrata español, quien con tal de quitarse de en
medio a la señora le monta lo que sea: una galería, un bingo o, en
el peor de los casos, una empresa de trabajo temporal para que se
desfogue (Vid. Bleuler .“Tratado de histeria femenina”).
Concretando nuestra visita a esta edición de ARCO, recordamos con
especial cariño la buena media hora que transcurrió entre la
contemplación nubosa de un magno ejemplar de esta secta y nuestra
consecuente expulsión del stand, perplejos mi amigo y yo por la
pericia que la señora había demostrado al advertir el nulo interés
que teníamos por los trastos expuestos y el sumo fervor que
poníamos en las piernas de la hija, querida o empleada de hogar
que allí se encontraba. Expulsión a la francesa que se dice, hecha
con toda la cortesía y rubor que esta gente dedica a quienes no
son de su banco, club o religión, que ellas estas cosas las
perciben en seguida ya sea mientras hablan por el móvil, se meten
otra loncha en el reservado o parlotean de estupideces con el
adlatere neutro con el que duermen.
Porque
esa es otra, querido lector. También hay hombres en esta
profesión. Bueno hombres, hombres no. Más bien seres que visten,
hablan y deponen en esa jerga que hoy en día y gracias a las
revistas del ramo se conoce como “constructos mentales de arte”, o
como le gustaba decir a Baudelaire: “je suis la plaie et le
couteau”. Como tal vez esta expresión no les diga nada, les
recomendamos que sometan al sujeto que les inspira la duda a la
infalible prueba del reloj de muñeca, preguntándoles la hora
(siempre con ademán de siervo, que a esta gente le gusta sentirse,
porque lo son, superiores). Si les contesta amablemente no es
galerista, sino otro individuo asustado como ustedes que se ha
perdido; si les contesta y les enseña estrepitosamente un Patek
Phillippe de doce millones, entonces es el hijo del galerista, que
es novato y acaba de empezar en la cosa; y si ya, en una
hiperestesia de los sentidos, les contesta, les enseña el reloj y
les da la hora, entonces amigo mío es que es galerista y usted un
industrial que acaba de adquirir para el mayorazgo heredado un
Fernand Leger, capricho de la parienta. Y lo entendemos, no se
nos malinterprete, que esto del amor contemporáneo y de las JONS
hay que mimarlo y ella se lo merece todo.
2. El
galerista y su obra ¿Qué quieren? ¿Qué venden? ¿Por qué esos
precios?
“La
languidez del cuerpo impide a veces la languidez del alma”. La
Mettrie
No es
nuestra intención acometer en estas páginas un estudio moroso y
espeluznante de la problemática del arte actual en un contexto de
mercado libre postfranquista. Tampoco sabríamos hacerlo. En
consecuencia lo que leerán a continuación basculará entre la
amable crítica y la sana reflexión típica de un modesto albañil o
de una dependiente del Pryca; es decir, adoptaremos el estilo de
“El País”.
Para
ello convendrá desde un principio sentar un axioma central sobre
el particular, y comenzaremos diciendo que de la misma forma que
existen gestos universalmente reconocibles en cualquier cultura o
lugar del orbe (bajar el mentón ante el amo en la fábrica, guiñar
el ojo a las chicas, levantar el brazo derecho en los mítines del
PP), también en el arte contemporáneo se perpetúan pautas de
re-conocimiento instantáneo de la obra y su autor, signos que,
según Foucault, llevan aparejado el nexo causal entre
significado (ausente) y significante (por descubrir).
Así,
una cruz enorme dispuesta a lo largo y ancho de un barrizal
incrustado en un tablón horizontal nos indica que nos encontramos
ante un Tápies (para pasmo de los gudaris del Gaztetxe de
Ermua, que por menos los echaron a hostias del local okupado); un
gigantesco armaggedon de círculos fluorescentes nos lleva a
Gordillo o al cloruro de anfetamina y, para no seguir ad
nauseam, un sinfín de rajones concéntricos sobre un ¿rostro? sobre
papel negro a Saura. Sólo son ejemplos pero por facilón y
bufo, hemos preferido omitir el que todos están pensando (sí, el
de Miró), aunque no nos cansamos de recordar entre lloros
el penoso espectáculo del galerista suizo al que birlaron dos
litografías del catalán a razón de 7.000 €/unidad, seguro que en
un despiste no del propietario sino del ladrón. A la hora de
escribir estas líneas desconocemos el estado de salud del
Khanweiler transalpino, pero por los gritos que pegaba
mientras esperaba la llegada de la ambulancia del SAMUR todo hace
suponer lo peor.
Al
margen de autores patrios que por su fuerza y desparpajo han
quedado imperecederamente anclados en el imaginario colectivo de
todos nosotros, el sector “clásico” de ARCO tiene en una serie de
artistas su rush definitivo. Un ejemplo podría ser la figura de
Pablo Picasso, un andaluz afrancesado y chaparro que pegaba a
sus novias, algunas de cuyas obras pudimos ver colgadas en el
stand de la novia del impersonator de Obras Públicas. Este artista
universal, gloria de los pinceles malagueños que luego fue
plagiado por media galaxia de repetidores de COU, ha tenido este
año el merecido honor de ser el autor del cuadro más caro, y por
tanto el mejor, de toda la feria, un bonito retrato de su ex mujer
por el que se interesaron muchos matrimonios tunos, alguna que
otra pareja de gays de Chueca (por lo del loft nuevo), e incluso
este redactor al que le cupo la penosa tarea de intentar reponer a
la galerista francesa que se lo enseñó, cuando una vez que me lo
estaba envolviendo para regalo me negué a enseñarle mi DNI (por lo
de la VISA, me explicaron).
También fue motivo de risa sana, y de mucho respeto, la imagen de
ese jubilado de Navalcarnero al enterarse por la profesional de
que el cuadro que le gustaba a su señora para el recibidor era una
obra exclusiva de Wydawnitcwo Dolnoslaskie, cuyo precio
frisaba poco menos que el producto interior bruto de la extinta
URSS, de donde expulsaron al artista por flojo. La expresión
facial del simpático ex repartidor de bebidas gaseosas nos
recordó, por lo triste, a aquella película de Eisenstein en
la que por mucho menos unos marineros habían dado comienzo a la
Revolución de Octubre.
Por lo
mismo, aunque de signo opuesto, nos dio cosa ver a ese matrimonio
de Legionarios de Cristo gastarse las jubilaciones de los últimos
contratados de su PYME en una tela de Hans Arp, antiguo
dadaísta berlinés cuyas opiniones políticas tumbarían de espaldas
a la moderna pareja de fascistas. Y ya en plan sainetesco, nos
gustaron de veras el Andy Warhol de la testa del Sioux o el
retrato homosexual de Adolf Hitler en colores bermellón y
rosa (que nos recordó mucho a la portada del librito de Darío
Creus, must de la germanofilia más aberrante. Ediciones G.P.
1958), y por el que se mostró interesado el periodista Pedro
J. Ramírez; también nos emocionó la escultura en citronio del
perro ahorcado de una farola (portada en “La razón” del viernes
junto a una foto del vasco de turno), que arrancó severos
comentarios a un honesto ciudadano que se encontraba a nuestro
lado y, en resumen, todas aquellas obras que parecen haber llevado
al extremo la famosa máxima de Roland Barthes: “¿Acaso la
mejor subversión no es la de alterar los códigos en vez de
destruirlos?”, summa con la que estaríamos de acuerdo de no ser
porque de haber existido alguna mínima sensación de subversión en
Arco, los primeros en enterarse habrían sido los antidisturbios.
3.
Significación y balance de resultados (e IBEX) del arte
contemporáneo.
“Existen
siglos en los que la opinión pública es la peor de las opciones.”
Chamfort
Aunque
parezca insensato hoy, hubo un tiempo en que las tergiversaciones
y cambios de sentido en el campo artístico tuvieron como fin
desvelar mediante la musealización de objetos banales y cotidianos
lo cuestionable de las teorías artísticas. Los ready mades de
Duchamp, los juegos cinéticos de Man Ray e incluso los
primeros happenings de Joseph Beuys surgieron no de la
intención de comprarse mayorazgos que embarga hoy en día al
artista sino de la creencia en la subversión real del medio
artístico y, sobre todo, en la imbecilidad congénita del acuario
(crítico a sueldo, marchante y acaparador capitalista).
La
subversión existía, de eso no hay duda, y los primeros en
festejarla fueron tanto los futuristas (extrema derecha) como los
dadaístas (extrema izquierda). Si lo sabrían los nazis que
inconscientemente elevaron a los altares a los segundos. Los que
los alemanes locos no sabían es que tendría que ser la rama
político militar de este movimiento (el neoliberalismo) la que
conseguiría, merced a su cruel inteligencia y descaro, desactivar
el artefacto, anular la carga desmitificadora y profana del
invento y por ende alinear al creador en las filas de los chicos
guapos y formales de Tommy Hillfinger. Que el bestia de Mario Merz
nos caga en unas latas metálicas pues se las compramos a razón de
6.000 $ la pieza y asunto arreglado. Que el untermeschen de
Barceló nos cuelga de un muro una ristra de esturiones disecados
al lado de cuatro pulpos y dos pencas, pues ahí que pujan los
ultracapitalistas de turno para llevarse la joya a casa, o a la
oficina del banco o a la sede ginebrina de la OTAN.
Causa
añoranza, por lo bizarro, que ni los más viejos del lugar
recuerden esas cosas del “accionismo vienés” que, a juzgar por las
fotografías que ilustran el libro de Piedad Solans que
robamos, animaban y cómo el cotarro artístico de finales de los
sesenta. Imagínense a las madres de ustedes, o al ministro
seductor, inmersas en una saturnal de orines y heces, gritos y
gemidos orgiásticos * que montaban los Otto Mühl, Hermann Nitsch y
Rudolf Schwarzkogler en, suponemos, Viena.
¿Qué
es lo que más nos gusta de ARCO entonces? ¿Por qué, fieles a la
máxima de “siempre habrá alguien a quien insultar”, hemos decidido
volver no ya el año que viene sino quedarnos a vivir en los
alrededores por si acaso tiran algo? Pues muy sencillo, amigos,
porque como miembros de esta sociedad liberal que somos nos
encanta ver entre bambalinas las reacciones de esas familias post
Marvel de la España moderna y sentir cómo disfrutan hoy de lo que
siempre ha sido motivo de burla e incluso agresión física cuando
no de falta de respeto a la identidad sexual, actitudes que desde
aquí condenamos como hicimos saber al irritable padre de ese pobre
niño ciscado tan sólo por tocar un Millares carísimo o ese otro,
algo más mayor, que se llevó una buena bronca de su pareja por
reírse de un lienzo de Botero, suponemos que por las claras
concomitancias con la mari.
Por
fin podemos decirlo bien alto, señores: hemos crecido como pueblo
y como raza. Europa, ese mito de los abuelos, ya no puede hacernos
daño con sus carreteras bien asfaltadas, sus mujeres lascivas y
sus artistas raros y caros. Tenemos dinero y queremos gastarlo,
¿cómo?, a lo tonto.
4. El
fantasma del Windsor
“Un
error muy común: tener el coraje de actuar según los propios
principios. La cuestión es tener el coraje de afrontar un ataque a
los propios principios”. Nietzsche
Llegados a este punto, creemos que se imponen una serie de
preguntas: ¿Se puede confiar en el budismo como fuerza
revolucionaria comprometida con la promoción de inquietudes
pacifistas, ecológicas, feministas y de igualdad social entre los
jóvenes bobos de Occidente? Se puede. ¿Acaso no se permite a las
parejas lesbianas conducir por ciudad sin limitación de
kilometraje, que incluso pueden aparcar en zona azul sus Twingos?
Entonces caballeros, ¿Por qué razón no vamos a poder nosotras,
romanas de Roma, enfocar la praxis del arte contemporáneo no
desde los tópicos de la izquierda liberal sino a través de una
inmersión en “las frías aguas del cálculo egoísta”, y con la
inestimable ayuda de los anteojos de los “asnos burgueses de los
media”?
Cabe
la posibilidad de que ustedes se estén preguntando si por algún
casual hubo algo que no nos gustase en ARCO. Si han estado atentos
a las páginas precedentes pensarán: ¡uy, no! es imposible. Pues se
equivocan ciudadanos. Sí hubo cosas que no fueron de nuestro
agrado. Y no nos estamos refiriendo a la vocacional sensación de
tomadura de pelo que nos embarga en este país desde primera hora
de la mañana hasta que nos acostamos, incluso después. Ni tampoco
a la vacuidad, soberbia y desdén que muestran los Genios por el
proletariado tontorrón que les ríe las gracias. No, es otra cosa
sólo que ya a estas alturas da pereza insistir en ello. Mucho
meterse con Debord, pero de entre las infinitas veces que
el situ dio en la diana nosotros nos quedamos con ésta: “Desde que
el arte ha muerto, no es difícil disfrazar a los policías de
artistas.”
Tal
vez alguno de ustedes haya leído (con perdón), durante una gripe o
haciendo tiempo en las colas del INEM, el famoso Tratado de
Pintura de un tal Leonardo de Vinci. Si fue así, recordarán que el
paisajista escribió lo siguiente: “ El espíritu del pintor quiere
identificarse, a semejanza del espejo, con los colores de las
cosas que en él se reflejan, y quiere llenarse el espíritu con
tantas imágenes cuantos objetos aparecen delante de él.” Pues eso.
KURT
CANTSIN
^^
SKIP
JAMES : el diablo entre pucheros
Skip James representa bien lo que es el blues, tanto su vida como
las letras de sus canciones y su apariencia triste y solitaria. Es
uno de los principales exponentes del blues del delta pero no es un
bluesman típico, ni sus canciones lo son ni mucho menos su forma de
cantar y tocar. “I don’t sing other people’s songs, I don’t sing
other people’s voices, I can’t” llegó a manifestar, era consciente
de que tenía algo especial.
Su verdadero nombre era Nehemiah James, lo de Skippy unos dicen que
era por su habilidad para el baile y otros por su incapacidad para
permanecer quieto en un sitio, estas dudas se extienden a casi todos
los datos de su vida ya que pocos se conocen con certeza. Nació en
1902 en Bentonia, Mississippi, se crió en una plantación y recibió
algunos estudios escolares, religiosos y musicales, sólo cuatro
lecciones pero la verdad es que se le nota más finolis que a otros
muchos cantantes negros del Mississippi, no debe sorprender que
mirara con extrañeza a tipos tan rudos como Ishman Bracey o Tommy
Johnson con los que seguramente coincidió en más de una ocasión. Al
que pudo ver tocar cuando era joven fue a Mississippi John Hurt.
Debió tocar en toda clase de sitios desde granjas e iglesias hasta
locales de alterne y en alguno de ellos pudo escucharle algún
cazatalentos de Paramount pero parece más probable que fuera en un
concurso local al que acudió. El caso es que en Febrero de 1931 se
presentó en Grafton Wisconsin para realizar una sesión que se
prolongaría por dos días y en la que grabó 26 canciones según él.
Sólo se han encontrado 18, en 13 se acompaña con la guitarra y en 5
con el piano. En plena depresión, siendo un debutante y con
Paramount a punto de quebrar sorprende que grabara tantas canciones,
igual alguien pensó que este fenómeno podía salvar la compañía pero
las ventas resultaron un desastre. Se ve que a Paramount no le
interesaban gran cosa los artistas que grababa y los masters los
tratarían como escombros por lo que las grabaciones han tenido que
ser transcritas de los viejos 78 rpm (encima esta empresa utilizaba
materiales malos) y el sonido depende de cómo se conserven, en el
caso de Skip no es perfecto pero comparativamente a otros está
bastante bien.
Las 18 canciones conocidas permanecieron en la oscuridad durante
muchos años pero con el tiempo han sido reconocidas como pieza
fundamental en la historia de la música popular. Es difícil quedarse
indiferente ante su falsete lastimero y su forma de deslizar los
dedos por las cuerdas de la guitarra. No extraña que la protagonista
de Ghost World al descubrirlo se quedase helada y lo pinchara una y
otra vez, la canción era “Devil Got My Woman” y no creo exagerar al
decir que es una de las más importantes jamás grabadas, se han hecho
miles de versiones pero ninguna supera a la original, en mi opinión,
y las hay muy buenas. Esta queja por su mujer es totalmente típica
del blues pero la frase “I’d rather be the devil, to be that woman
man” es muy poderosa.
“Aw, nothin’ but the devil changed my baby’s mind”.
Están muy bien las reflexiones del propio Skip sobre la canción que
se pueden encontrar en la página Harry’s Blues Lyrics On Line (blueslyrics.tripod.com).
Muy cierto, el diablo nunca descansa y se cuela entre los pucheros
para intentar jodernos el hogar, por suerte también Dios anda entre
los cacharros de cocina y podemos recurrir a Él. Hermana de ésta es
“Cypress Grove Blues” en la que extiende su queja a todo el género
femenino.
“I would rather be burried in some cypress grove to have some woman,
Lord, that I can’t control”.
Muy injusto y típico pero muy buena tonadilla.
“Hard Time Killing Floor” es otra impresionante e hipnótica canción,
una desoladora viñeta de la depresión y una de las piezas más
representativas de ese periodo. Única ocasión en la que parece salir
de sí mismo para fijarse en los problemas de los demás.
“These hard times will drive you from door to door”. Otra clásica es
“20-20 Blues” en la que amenaza a su pareja, “my baby gets unruly
and she don’t wanna do, I’ll take my 20-20, I’ll cut her half in
two”.
Sí, Robert Johnson copió bastante de Skip.
Hay otras canciones algo más animadas y optimistas e igualmente
impresionantes. En “Illinois Blues” celebra el tiempo pasado en esa
localidad que recuerda como único sitio en el que se ha divertido de
verdad y le han tratado bien. “I’m so Glad” llama mucho la atención
por lo acelerada que es y lo rápido que toca, más que alegre parece
que es un grito de ánimo con el que se dice venga, adelante.
“I’m so glad, and I am glad, I’m glad, I don’t know what to do, I’m
tired of weepin’, tired of moanin’, tired of groanin’ for you”.
“Drunken Spree” trata sobre intentar dejar la botella por la mujer
amada y también de las adicciones (alcohol, drogas y mujeres), pero
la melodía me resulta muy alegre y animada. Hay dos números
espirituales (“Jesus is a Mighty Good Leader” y “Be Ready When He
Comes”) que no sólo introducen diversidad sino que muestran que
estaba cómodo y familiarizado con este material. No es por lo que es
más conocido pero a mí me gusta mucho la forma particular que tiene
de hacerlo y creo que su inclusión dentro de la grabación es
importante.
Otras dos con similar espíritu son “All Night Long” y “Get on Down
the Road”, ”If you ain’t got no hay, mama, better be on your way”
dice en una y “If you haven’t any hay, get on down the road” en la
otra.
En las dos repite “Hitch up my buggy (“Hitch on my pony“ en la
primera), saddle up my black mare, you’ll find me a rider, mama, so
in this world somewhere” pero la primera se queda en lo amoroso
sexual y la segunda me da la impresión de convertirse en una
despedida y huida (¿de la justicia?). Muy románticas y visuales.
Curiosísima es “Little Cow and Calf is Gonna Die Blues” en la que
mezcla sus recuerdos de niño cuidando el ganado, sus despistes y
ensoñaciones, con referencias a las mujeres, pero mejor escucharla y
leer el texto porque es muy extraño.
Todas las canciones son destacables, puede que “Cherry Ball Blues” y
sobre todo “Special Rider Blues” tengan unas letras bastante
vulgares pero qué buenas son. También hace una personal y acelerada
lectura del clásico “How Long” que titula “How Long Buck”. Dato a
tener en cuenta es que las 18 pueden escucharse de un tirón y es muy
probable que al terminar queramos volver a escucharlas, tal es el
poder adictivo que tienen.
Como muchos otros quedó totalmente desencantado con las editoriales
y no tuvo ocasión de grabar hasta su redescubrimiento en los 60. En
1932 es ordenado ministro baptista y en el 46 metodista. Parece que
en los 40 aún tocaba fundamentalmente en la iglesia para acompañar
sus sermones y que incluso formó un cuarteto para cantar
espirituales. No sabemos que giros dio su vida en los años
siguientes pero todo apunta a que dejó totalmente la música y el
ministerio.
En los años 60 el blues estaba otra vez de moda y a Skip le llegó el
turno de ser redescubierto, en 1964 hace su reaparición pública en
el festival de Newport formando cartel, entre otros, con Mississippi
John Hurt y Robert Wilkins. Algunos se quedaron de piedra y no es
para menos ya que ver surgir de la nada (en realidad lo sacaron del
hospital y estaba necesitado de una operación) a un hombre mayor y
de aspecto tan triste y serio y que empiece a cantar “Devil Got My
Woman” con esa voz debe ser algo tremendo. Este redescubrimiento no
le dio fama pero sí la oportunidad de volver a grabar, Vanguard
publicó los LPs Today! y Devil Got My Woman. Algunos opinan que
había perdido capacidades y que las nuevas versiones tienen menos
fuerza. Tenía más años, sí, y había perdido agilidad pero la mejor
calidad de la grabación permite apreciar mejor los matices y la
expresividad de su voz, y su extraña forma de cantar (¿es una mujer
o un hombre? se preguntará algún despistado al escucharlo) que creo
que puede gustarle hasta a los amantes del jazz vocal, quizá esté
siendo demasiado optimista. Muchos de los discos que grabaron los
viejos bluesmen al ser redescubiertos son correctos y están bien
pero no aportan gran cosa, los de Skip sin embargo son buenos de
verdad y totalmente fundamentales. Tenía fama de tocar las canciones
siempre de forma distinta y en estas grabaciones lo demuestra. La
mitad del repertorio viene de la sesión del 31 pero las versiones
son muy distintas, mucho más relajadas, algunas se alargan hasta los
5 minutos. Alguno ya se imagina el rollo, pues se equivoca. El dice
que las del 31 las hizo con el corazón y las de los 60 con la
cabeza, en el ambiente se nota algo de eso, la sensación de
desamparo y tristeza es mayor. Si tuviera que elegir es posible que
me quedara con las del 31 pero ambas me parecen necesarias. Se ve
que durante todos esos años no había compuesto casi nada así que
incorporó clásicos como “Crow Jane”, “Catfish Blues”, “Careless Love”
o “Look at the People Standing at the Judgement” de las que hace
versiones muy buenas y personales. Dos composiciones nuevas hacen
referencia a su estancia en el hospital, las impresionantes
“Washington DC Hospital Center Blues” y “Sickbed Blues”.
“Been on the ocean, I been across the sea, I ain’t found nobody
would feel my simpathy”, parece su testamento.
Otras dos a destacar son “My Gal” y “Lorenzo Blues”. Durante los 60
aparte de estos dos LPs realizó otras sesiones, que yo sepa dos más,
pero que no se editaron hasta muchos años después, a destacar una
del 67 que publicó Vanguard en 1993 con el título de Studio Sessions:
Rare and Unreleased, son todo números tradicionales con mucha
presencia de espirituales. También hay varios conciertos grabados.
En
1969 murió de cáncer este peculiar tipo que las pocas ocasiones que
tuvo de pisar un estudio las aprovechó para dejarnos algunas de las
mejores y más impactantes grabaciones que se han hecho.
Manolo Barrero
^^
DISCOS, MAQUETAS,...
Deluxe – Los jóvenes mueren antes de tiempo
Después de las experiencias sonoras y rítmicas de su anterior disco
(If things were to go wrong), Deluxe da un giro a su carrera y se
presenta arriesgadamente con trece canciones compuestas íntegramente
en castellano, marcadas por una producción sobria, libre de las
cargas de la electrónica, que refuerza el carácter de pesimismo
existencial que envuelve su nuevo trabajo.
Deluxe parece que se ha propuesto
escribir un disco bajo el influjo de los esterotipos que vinculan el
alma gallega a cierta saudade, desolación y cansancio vital. Sin
embargo, el tono grisáceo de las letras contenidas en “Los jóvenes
mueren antes de tiempo” se desmienten por unas melodías (por
ejemplo, las presentes en “Lo que tú querías ver”) que esconden una
vocación de superar el papel de estrella del indie y abrirse a
nuevas audiencias.
Desde luego no creemos que las oscuras canciones contenidas en este
disco vayan a ser utilizadas como fondo musical de espots que
publicitan alegres hipotecas, salvo que nuestros creativos quieran
romper códigos de comunicación, tal y como ha hecho el propio Deluxe
que ha volado por los aires sus propios códigos musicales
anteriores. Este cambio de orientación sonora puede despistar a
alguno de sus seguidores más inmovilistas pero al resto nos presenta
nuevas y seductoras intuiciones sonoras.
Más información:
www.mushroompillow.com
The
go-betweens: Oceans Apart
La
disolución de los Go-betweens a finales de los años ochenta los
convirtió paradójicamente en un grupo mítico. Su regreso en el año
2000 con “The friends of Rachel Worth” fue aplaudido por crítica y
aficionados. Ahora en el 2005 el inquieto sello Mushroom Pillow
presenta un nuevo y flamante disco de la banda australiana: “Oceans
Apart”.
Los Go-betweens siguen en forma y continúan construyendo canciones
que esconden la búsqueda de la melodía perfecta como lo demuestran
“No reason to cry” o “Here comes a city”.
Descubre con este disco por qué Morrissey se declaró fan de las
canciones de Robert Forster y Grant
The
Konki duet – Il fait tout gris
Por fin algo absolutamente distinto. Los japoneses y los europeos,
como acertadamente nos enseñó Sofia Coppola en Lost In Traslation,
no compartimos los mismos códigos de comunicación y The Konki duet
es un buen ejemplo sonoro de este desencuentro que, sin embargo,
permite crear una fórmula pop arrebatadoramente nueva.
The Konki duet está formado por Komi,
una japonesa que ama la música sesentera francesa e inglesa, y Zoe,
una parisina antigua guitarrista hardcore. A este dúo posteriormente
se une una violinista rusa que acaba de redondear el toque exótico
del grupo.
La mezcla de j-pop con música sesentera occidental ha creado un
disco calificado de pop metafísico e incluso de pop medieval (lo
que prueba que a veces lo más moderno es lo más antiguo). Nosotros,
por no ser menos que los críticos serios, lo denominaremos pop
arqueofuturista.
Un disco amablemente melancólico, cantado en francés, japonés o
inglés, repleto, como nos cuenta su inquieta discográfica (Discos
Liliput) de “pequeñas sinfonías de bolsillo y presumidas canciones
pop”.
Más información en
www.discosliliput.com
www.thekonkiduet.com
Robyn
Hitchcock – Spooked
El ex-miembro de los Soft Boys Robyn Hitckcok arranca su último
disco con una arrebatadora canción “Televisión” que ya por si sola
justifica conseguir sin excusa este trabajo. Spooked reúne canciones
construidas, como lo confiesa su propio autor, bajo el influjo de
Bob Dylan. Sin embargo, no esperemos sólo mimetismo sino auténtica
personalidad en un heterodoxo disco grabado con el apoyo del dúo de
Americana Gillian Welch y David Rawlkings.
En el manifiesto de presentación de este disco Robyn cuenta que “ser
un tipo moderno significa tener prisas y no apreciar las cosas hasta
que las perdemos y quedan lejos en el pasado. Escribir canciones es
mi modo de embotellar trozos de mi vida y almacenarlos, para
saborearlos en el futuro”. La fascinante colección de canciones de
Spooked invita a emborracharse una y otra vez en esos emotivos
momentos embotellados por un inspirado Robyn. Como nos recuerda el
autor, “puede que el mundo sea un lugar enfermizo, pero la música es
el doctor”.
El disco está magníficamente editado en España por Discos Lililiput.
Un única observación: hubiese sido una buena idea incluir las letras
de este apasionante trabajo de folk-pop exquisito.
Más información en:
www.discosliliput.com. En esta web puedes
leer el manifiesto completo redactado por Robyn Hitchcock sobre
Sooked.
Vicente Palop & M: Alhama de nadie
Malatestarecords presenta un atractivo
disco compartido por dos trovadores: Vicente Palop y Néstor Mir. El
primero bebe de las influencias de los grandes cantautores
americanos (Dylan, Neil Young) y supera sobradamente la dificultad
que a veces encuentran quienes – por ejemplo, Javier Sun- siguen la
pista musical y narrativa de estos mitos.
Por su parte, M es un digno discípulo de los grandes de la canción
francesa como ya demostró en “Les histories de Séverine”. En sus
composiciones encontramos los momentos más brillantes de este disco
como en la irrefenable alegría de “le gardien de tes pas” o las
envolventes voces de “dans les rues”. Néstor Mir merece un nuevo
disco no compartido donde pueda seguir derrochando, nunca mejor
escrito, su savoir faire. Absolutamente recomendable.
http://malatestarecords.blogspot.com/
A Houseguest’s wish – Varios
Words on Music ha publicado un disco
homenaje a la canción “Outdoor Miner” del grupo británico Wire
celebrando el veinticinco aniversario de su primera publicación como
single.
Este disco recoge versiones de 19 artistas procedentes de cinco
países (Alemania, España, Reino Unido, Canadá y USA). Outdoor Miner
es interpretada, por ejemplo, desde un perspectiva folk (Sharron
Kraus), blues (Christian Kiefer), punk (Boy Division) noise rock (Flying
Saucer Attack)) postrock (Timonium), dream pop (Titania) o
exclusivamente instrumental (Should). Un proyecto arriesgado para
fans de Wire, coleccionistas y amigos de rarezas discográficas.
www.words-on-music.com
Plástica- The Red Light Underground
Portugal, el país que Durruti soñaba con integrar en España, es
musicalmente un gran desconocido. Más allá de los fados existe una
escena rock que el nuevo sello Disco Lilliput nos descubre con la
publicación del segundo disco de Plástica, uno de los fenómenos
musicales del año 2002 en la tierra lusa.
Plástica presenta un cd estructurado con los viejos vinilos en dos
cara. En la parte A encontramos siete canciones de rock clásico que
a ratos se acerca a los patrones del hard rock setentón. En la parte
B, como si de otro grupo se tratara, cambian el sonido totalmente y
se descubren como unos notables constructores de melodías de pop
psicodélico.
Un experimento sonoro a tener en cuenta.
www.discosliliput.com
Los Glosters - Escucha
El renacido sello discográfico Flor y nata, que en los años ochenta
editó a las principales bandas mods del momento en nuestro país como
Sprays, Brighton 64, Kammebert o Telegrama,
nos presenta un maxicd de los Glosters, la deliciosa banda catalana
que desde 1997 mejor recoge el testigo del yeyé español de los
gloriosos sesenta.
El disco comienza con “Juego a tres” una divertida y saltarina
canción donde la voz de los Glosters, Ramón Cuenca, juega con la de
Ricky Gil de Top Models para crear un auténtico e imparable
hit pop. La brincosis de los Glosters es altamente contagiosa como
lo demuestra la necesidad de bailar repetidamente “Oigo tu voz”. la
segunda canción propia incluida en este Escucha.
Como en sus anteriores trabajos discográficos, Los Glosters también
nos ofrecen acertadas versiones de clásicos como el “Brown Paper
Sack” de The Gentrys o el “No, no, no” de los Pops.
Está claro que Los Glosters, si hubieran nacido veinte años antes,
hubiesen sido- con el permiso de Los Soberanos- los reyes de
los discos sorpresa Fundador. De momento son los reyes mensuales de
nuestros pick ups (vale, no miento, de nuestros reproductores de cd,
pero es que Escucha parece exigir a gritos ser reproducido en un
tocadiscos de maleta).
www.losglosters.com
Telegrama-
Power pop
¿Quién no recuerda la canción “La chica del metro” del grupo
catalán Telegrama, uno de los grandes éxitos de la música pop
española independiente del año 1981? En el programa Pista libre los
más talluditos pudimos descubrir que Telegrama era un grupo
fanáticamente amante de los sesenta y pronto estuvo en los altares
del primer revival mod hispano junto a bandas como los Sprays o
Brighton 64.
Flor y nata records, sello discográfico responsable en gran medida
de la difusión de ese primigenio revival, ha resucitado y nos
presenta todas las grabaciones, incluyendo directos, del grupo
Telegrama realizadas durante 1980 y 1981.
Resulta interesante este trabajo de arqueología musical para que las
nuevas generaciones de talibanes mods que pululan por las listas de
correo o por los festivales sesenteros descubran que hubo un tiempo
en que el power pop más sencillo - y hasta ingenuo como buen
producto de la nueva ola- era seguido sin complejos e incluso con
devoción por la escena mod española.
Un disco totalmente recomendable para conocer el encanto del primer
power pop español y darse cuenta que Telegrama eran mucho más que
“La chica del metro”.
www.florynatarecords.com
www.telegrama.info
Bart Davenport – Maroon Cocoon
Tercer disco publicado por el ex-cantante de The loved ones y tercer
acierto consecutivo.
Basta una sola audición de Maroon Cocoon para comprobar que estamos
ante una gran disco de fascinante y amable pop lleno de sugestivas
canciones de amores posibles o, más habitualmente, inalcanzables.
Pequeñas tristezas cotidianas derrotadas por las guitarras y las
palabras de Bart Davenport.
Las canciones de Marron Cocoon ejercen un poder hipnótico que te
ayudan a redescubrir la capacidad de seducción del pop más
inmediato. Un disco deslumbrantemente sencillo con una producción
sobria pero totalmente efectiva. Una calificación: sobresaliente
Berti Laski: Destino Plutón
Destino Plutón es el rabioso debut discográfico de Berti Lasky lleno
de guiños a una época de vinilos, amplificadores VOX y Rickenbackers.
Lógicamente un grupo que reúne influencias de Paul Weller, Small
Faces, MC5, Los Salvajes o Love merece ya una especial atención.
Destino Plutón es un recorrido desde el soul vía Style Council
(Ganar en el amor) hasta el r&b psicodélico de Arthur Lee (versión
de Signed DC) pasando por los chispazos rocanroleros de los Faces
(Can’t get enough of your love).
Sin duda, escuchando esta imparable colección de canciones, Berti
Laski tiene que ofrecer un explosivo directo. Atentos, amigos, a las
programaciones musicales de sus ciudades.
Nuestra canción favorita: Ganar en el amor.
Más información en
www.belmondorecords.com
Lupo
Sol: Ríe (dichosas grabaciones caseras)
Lupo Sol, entrañable agitador pop desde su fanzine Psychodrama o la
web lepoubelle.tk, ha reunido para sus más cercanos seguidores las
32 canciones que grabó de forma casera a lo largo de tres años
(1998-2001). Influenciadas por el yeyé francés, la psicodelia
británica y los discos Fundador estas canciones, grabadas
artesanalmente en su habitación y luchando contra las quejas de sus
insensibles vecinos, ofrecen el encanto nuevaolero de lo inmediato
y sencillo.
Nuestra canción favorita es Vives en una nube (nos gustaría
cantarla en un imaginario Tributo a Lupo Sol)
Más información en
luposol66@hotmail.com
Hondonero-
Electric Raga
Más
de diez años lleva Hondonero practicando su rabioso pop-rock con
guiños al powerpop y al garage. Ahora
presentan un EP de adelanto de su cuarto disco largo y en el que,
además de canciones en su línea habitual llenas de guitarras y
melodías atrapadoras, incluye “Electric raga” donde parece que la
banda malagueña ha decidido experimentar con nuevos sonidos
incorporando sitares y programaciones siguiendo la estela de Sidonie
o Deluxe. El resultado sonoro orientalista no parece encajar con la
actitud más rockera del grupo. En cualquier caso, habrá que esperar
a su próximo disco para comprobar cuál es la dirección elegida por
Hondonero: clasicismo pop-rock o nuevos sonidos para jóvenes indie.
El disco lo
publica el sello andaluz Sonic Titan.
www.hondonero.com
The afternoons – Rocket summer
Por fin un cohete musical que nos aleja de la vulgaridad del pop
actual y nos dirige hacia planetas habitados por Belle &Sebastian,
Teenage Fanclub o los Kinks. El tercer disco de The afternoons
“Rocket summer” reúne una completa coleccción de hits (“Fading Fast”,
“You are” o “You’ll never know”), con ecos del pop más inspirado
de los sesenta (Byrds, Beach Boys,..) junto con los fogonazos del
último power pop británico. Brillantes. Como los días de playa que
nos esperan.
www.theafternoons.com
Panorama
- El viaje más largo del mundo
Olvidada la fallida experiencia de Super 8 en el mundo discográfico
multinacional, su reencarnación como Panorama nos descubre un
inspirado grupo que acierta a desarrollar con naturalidad
melancólicas canciones en castellano siguiendo la estela de los
Planetas más digeribles (“Me he vuleto a perder”), la Habitación
Roja (“A pesar de todo”) o, lejanamente, los siempre reivindicables
Brincos (“¿Dónde estabas?”).
Veremos si Panorama consigue que canciones como “Mejor” se
conviertan en himnos para la nueva generación indie. Potencialidad
no les falta.
^^
¿YO NO SOY RUSO, SEÑOR?
El 2004 ha sido un año importante. Y da lo mismo que me haya dado cuenta tan tarde.
Este año ha nacido a efectos prácticos lo que tanto esperaba yo.
Que unos difuntos niños muertos y comidos por los gusanos le cantasen a Afganistán y bajo el nombre del más mítico gigante ruso Tachenko, demostrasen lo que yo creía; que aquella muerte era absurda, y
que sin Sergio Algora, lo pasaríamos mejor (habrá quien lo discuta); de echo ellos ya cantan que ?estoy muy bien, me faltas tú?.
Yo debería ir a Zaragoza, y no sólo a ver a la Pilarica, que la pobre debe de estar ya cansada de tanto diminutivo,
sino a darme un garbeo por el bar el fantasma de los ojos azules. Al parecer es un garito regentado por los niños gusanos.
Pero vayamos al meollo del asunto ¿qué decir de este disco respecto a lo que supuso el niño gusano??
Chicos, no me seáis suspicaces que las comparaciones son necesarias ?las pistas llevan hacia mí? cantáis; por algo será.
El nivel musical desde luego no ha bajado lo más mínimo pero no creo que se pueda hablar de música con palabras,
deberéis fiaros de mi palabra (y harías mal ¿no sabéis que Descartes fulminó el principio de autoridad?).
Las voces, menos personales sí, pero también más entonadas y más fáciles de hacer propias. Y en cuanto a las letras ya no son marcianas, son más cercanas. Quizá lunáticas. El tiempo pasado no ha sido tanto para unos, una eternidad para otros (incluidme)... durante más de un año problemas para formar el grupo, unos que vienen otros que se van y al final ?malgasté más de un siglo: ¡venga decídete!?. La pregunta importante la dejo para el final
¿Alguien sabe dónde esconde Oscar Sanmartín sus lápices ahora? (enviad la respuesta a "el efecto oregano")
Saravá
para nuestros amigos!
Joaquín Chousa, Billybao, Mushroom Pillow, Salvador Domínguez,
Andoni G., David Rivera, Mario de Andrés, Luposol, Juan de Pablos,
Iñaki Orbezua, Edu Orbezua, Rafa Puertas, Jorge Marqueta y Nuria,
Edu Ranedo, Cato, Esteban Bribón, Marian Scuba, Ramón Scuba, César
Prieto, Rafa Skam, Discos Imprescindibles, Discos de Paseo, Naif,
Justo Lorenzo, Albincho Martínez de Goñi, Juanjo Ibarra, Kola
Conrad, Words on Music, Txetxu Elizalde, ...
No dedicamos este número a los mafiosos de toda condición
(vestidos de empresarios de éxito, camiseta marsellesa o boina
étnica), ni a las personas, lectoras o no de El Quijote, que
desconocen conceptos antiguos como el honor.
Yo
no examinaba nada; esperaba lo imposible
(Racine)