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¬ Número diez

Yo estuve allí: 10 números atrás

A tomar por cool: Adiós a la tele- por Fernando Márquez, el Zurdo

No más rinocerontes: El conformismo como estrategia de control

¿Y tú por qué editas un fanzine?" (10 números de El Efecto Orégano

Me gustan las chicas Zara

Velox: los velomotores son para el verano

A todo el mundo le mola: La bola de cristal

A otro con esa bola: La bola de cristal (2)

Nuestra rebelión personal: Noche y día con Los Clash

Akakiy Akákievich: el primer mod

Mántengase fuera del alcance de los niños (Alex Tornasol y su colección de discos)

Ya sé que tienes culo (más reflexiones sobre la televisión, por Alex Tornasol)

Odio los Bitels

Squire: la nostalgia prestada

Noticias de la era pop

 

Número Diez

Número dedicado a: Mon y el Virus Púrpura, Sabela, Juan Prieto (que desde Ortigueira colecciona discos que comparte), Javier Morales y sus Ecos de Sociedad,  Luisjo, César Prieto, Le Touriste, Tremolina (el pequeño gran fanzine), Era Pop, Fiel Garvie, Nobel (la mezcla perfecta entre Vacaciones, Nostrash y las Shirelles), Potion (sonidos pop desde los USA), César García, Iñaki y Eduardo Orbezua, Bullit (bailando soul hasta el amanecer), Afán Perdido, TBO, David Rivera (amigo conspirador), El chaval de la Trenca, Mario de Andrés que nunca se imaginará aparecer  aqui, Words on Music, Deneuve (categoría especial), Los Glosters (el beat-pop más divertido de nuestro país), Dewo (que algún día cantarán sus melodías pop), El profesor Franz de Copenhague, Gacela Thompson, The Boggie punkers, Ediciones Gamuza Azul, Orpheo, Los Empresarios, Spanish Pop, Spanish Bizarro, The Shannons, Rock Indiana, Planeta Amarillo, Elefant,    Jorge Rodiles,  Cerezas Revoltosas,  Pop Thing, Pin y Pon, Ignacio Isasi, Scuba Duba,  Txetxu Elizalde, Judith Casado, Kola Conrad,   Belmondo records, Pablo Cornejo, Tito Lorenzo, Fanzine Sifón,... y a los que siempre quedan en el olvido.

RECOMENDAMOS LA EDICION EN PAPEL: MAS ARTICULOS, IMAGENES, ...

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Yo estuve allí: 10 números atrás

Hoy he recibido un mail de Mr. Ringo Rango invitándome a colaborar con un poco de ?chatarra literaria? para ese gran acontecimiento que será el décimo número de El Efecto Orégano. Y como estoy un poco desengrasado y creo que será difícil aportar algo brillante a tan bizarra onomástica, creo que lo mejor será contar que aunque ahora me parezca lejano, YO ESTUVE ALLÍ.

 Yo estuve en aquel Purple Weekend donde todo esto empezó después de un empacho de poses mod y camisetas de dianas. Yo estuve allí cuando tener un fanzine fue la única excusa que se nos ocurrió para ir a charlar con los Selenitas. Y cuando al volver el lunes al despacho que compartíamos empezamos a gestar esta revistilla que hoy ya va por su décimo número.

 Lo más duro fue sin duda establecer los cimientos en medio de la empanada mental que teníamos. Nos tiraba el rollo mod - podíamos debatir durante horas sobre el final metafórico de Jimmy en los acantilados de Brighton y bailar espasmódicamente al ritmo de My Generation? pero tampoco queríamos cerrarnos en una línea para un día descubrir que el As de Oros se había vendido a los convencionalismos sociales. No queríamos acabar siendo una pose de fin de semana, un panfleto transgresor escrito por cínicos seguidores del sistema. Nos pusimos a escribir y a pedir a otros que escribieran. Incluso fuimos un poco más allá, salpicando nuestras píldoras escritas de una jerga propia que utilizaba términos como boscoso o filisteo (gracias Zurdo, que hubiera sido de nosotros sin estas sonoras palabras).

 Y surgieron los primeros números, cutres pero espontáneos, jactándonos siempre de nuestra no-linea editorial y buscando presuntos afines allí donde quisieran estar. Así conocimos a César Prieto, Tito Suspensos y a otro sinfín de pacientes visionarios que nos leían número a número y nos ayudaban a seguir, en la creencia de que al menos a alguien le llegaba nuestro mensaje postadolescente. Llegaron también las primeras actividades para dar a conocer nuestra peculiar visión nostálgica del mundo, primero entre amigos y conocidos, organizando fiestas con sonadas performance ? memorable aquella portando una pancarta exigiendo a Miliki la devolución inmediata de las canciones de Fofó ? y siempre con una excelente banda sonora que a veces estaba reñida con la asistencia másiva de seguidores. Pero nos daba igual, ?hay que ser fieles a lo que nos gusta?, decía Juan el Talibán.

Al mismo tiempo entramos en contacto con otros fanzines y enviamos ejemplares del Efecto a un sinfín de sitios. Así llegaron los primeros éxitos (?Juan de Pablos nos ha mencionado en su programa!?) y las pequeñas referencias en otros fanzines de mayor o menos importancia.

 También empezaron a surgir las primeras apariciones en televisiones y radios locales, inolvidables algunas de ellas como esa mañana en la Ser de Castro en la que The Catcher no consiguió pese a sus esfuerzos establecer un vínculo conceptual entre El guardian entre el centeno y Quadrophenia .

Y así, poco a poco, número a número y reseña a reseña, El Efecto Orégano se fue convirtiendo en una propuesta distinta y nutritiva para algunos. Yo abandoné el barco, la vida me llevó a otros lugares y ya no escribo en ningún fanzine. Quizás me esté volviendo un poco filisteo. Sin embargo, sigo desde la distancia, este gran panfletillo que, todavía con su letra minúscula y su inexistente tendencia ha alcanzado los diez números. ¡Quién lo hubiera dicho en aquel Purple Weekend!... los Selenitas seguro que no.

Mr. Shankly

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A tomar por cool: ¿adiós a la tele?

Lo dejaré en interrogación, que suena menos drástico. Pero, quién lo diría: yo, teleadicto contumaz desde siempre, ya sólo me planto ante la dichosa caja unas tres o cuatro horas diarias (en vez de las nueve o diez de antaño). Y esas tres o cuatro horas, salpicadas de interrupciones (zapping literario: o sea, que, cuando llegan los anuncios, si no hay nada apetecible en otras cadenas, continúo la lectura de turno; o, si la programación no parece especialmente apasionante, con un ojo puesto en el Fast Browser).

Apenas hay series (uno sangra de nostalgia evocando a la señora Peel, al matrimonio MacMillan, los donuts del agente Cooper, los chilis del teniente Columbo o las lapidarias frases de Hawk ?el guardaespaldas del sombrío Spenser-): en el momento de cerrar este artículo, sólo quedan los husmeacadáveres de «CSI» (felizmente recuperados tras su ausencia de meses, arrolladas las huestes de Grissom por la marea PSM ?Puterío Siliconizado Mononeuronal- de «Hotel Glam»). En el último trienio me he asomado eventualmente a «Ally McBeal» (durante la breve y mágica etapa en que Anne Heche ?mi mujer 10 para este nuevo siglo- me deleitó con su síndrome de Tourette); he seguido algunas sagas de anomalías y mutaciones («Expediente X» -desde hace unos meses felizmente recuperada por Telemadrid- o también «Más allá del límite» -destaco aquella empática entrega navideña dirigida por Rebecca de Mornay y esa otra, con impremeditados ecos de Alex de la Iglesia, de la telépata encarnada por Jane Adams que acaba concitando en su minusválida persona las iras de su comunidad vecinal-); las reposiciones de «Mr Bean», mi alter ego en autismo y torpeza ante la temible cotidianeidad (hago constar que la versión toonie que se han sacado de la manga en los últimos tiempos me parece una soberana mierda), y de «Matrimonio con hijos» (devoto que soy de las blancas carnes de Kelly Bundy y de las celinianas sentencias de su progenitor, penúltimo epígono del Ulises joyceano); o diversos cartoons («Los Simpsons» -aunque reconozco que, a la vigésimo enésima reposición, como me pasó en su momento con «El Equipo A», los visiono con algo menos de fervor-, «Futurama» o «Rugrats» y, aún más recientes en mi córtex, dos series de animación nihilista que he descubierto en un canal local ?Onda 6- y que, en estos tiempos de flatulencias imperiales pseudocontestadas por farisaicos ghandismos de pacotilla, me resultan de lo más cool: en efecto, hablo de «Beavis & Butthead» -protoplasmas malolientes de tantos iconoss posteriores de los 90, como los entrañables oligos «Dumb & Dumber», y que hasta se permiten el lujo de incluir eventualmente a la crítica musical Patricia Godes, a la sazón semicamuflada en el personaje de Daria Morgendorffer- y del pressing catch plastilínico de «Celebrity deathmatch» -que me retrotrae a mis matineés del 92 gozando con la basura de Tele 5, primero wrestling y, después, Kitano y sus colegas torturando a los sufridos concursantes de «Humol amalillo»-).

Hablando de cuelgues, no puedo omitir mi serie española favorita de los últimos años (felizmente repuesta estos meses de canícula), «Manos a la obra» (con esa megaactriz cómica llamada Nuria González ?Adela, la mejor encarnación de Doña Urraca que se podía hacer más allá del tebeo- y el pedazo de hebefrénico de Benito Lopera Perrote ?mostro del gotelé-). O mi descubrimiento, también este verano, de un Atkinson previo a Bean, «La víbora negra» (a la sazón repuesta por Localia y que me permite, de paso, rendir homenaje a todas esas magníficas series británicas, tanto jocosas -«Esto se hunde», «Reginald Perrin», aquella del facha septuagenario cuidado contra su voluntad por una locaza de color, la vuelta al mundo en plan Phyleas Fogg con el tartaja de «Un pez llamado Wanda», la pasada galáctica del Enano Rojo...-, como serias -«Retorno a Brideshead» y «Arriba y abajo», que tan morosamente acariciaban mi nostalgia ruanesca de desclasado; o las basadas en las intimidades de la realeza; o las de policías y ladrones, como «Extraños», «Las viudas» o aquella de Helen Mirren en plan férrea inspectora jefe-).

Otro hallazgo estival, esta vez por Canal +, ha sido la serie «Friends», que, en principio, me dio su poquita de grima (debido, sobre todo, a la presencia de la buitresa Courteney Cox, a quien tenía bastante atravesada de la estomagante saga «Scream») y ahora me cae bastante bien (básicamente, por la extraña pareja de compañeros de piso que forman el obtuso ?Matt Le Blanc- y el neurasténico ?Matthew Perry- y por la adorable retardada emocional con toques New Age ?Lisa Kudrow-): no es la primera vez que una comedia USA me entra con el pie izquierdo y acaba, con el tiempo, causándome adicción (me ocurrió con «Roseanne», con la ya mencionada saga de los Bundy, incluso con «Los Simpsons» -aunque en este caso el problema fue su esspantosa llegada a nuestro país, cabalgando sobre la probóscide innominable de Rossy de Palma-). 

Y ¿qué se hizo de los estrenos tv de sociópatas? (lo más granado de Antena 3 y Tele 5, en la pasada década, eran aquellos docudramas en dos o tres entregas que amenizaban los fines de semana y donde aprendimos la etología del predador USA ?el seductor Ted Bundy, el tándem del asesino de la colina, la mamá codiciosa que Lee Remick encarnó en «Amor, locura y asesinato», la verdadera historia del rebelde sin causa que inspiró el rol de Martin Sheen en «Malas tierras» y que en Antena 3 se nos deparó de manera más sórdida bajo los rasgos de Tim Roth, o el parricidio como juego de rol con ese orgásmico dúo formado por una Paltrow incipiente y su deliciosa progenitora Blythe Danner...-). El mono sólo puedo combatirlo con la revisión de algunos largometrajes («Copycat», «Seven», «El silencio de los corderos», «Natural born killers»...), con algun@s villan@s de «CSI» (como esa espléndida variante de Lecter encarnada por la hermana de Nicolas Cage, Alicia Coppola: una experta en dietética enferma de porfiria que combate su mal asesinando deportistas y bebiéndoselos en batidos proteínicos ?«hmmm, excelente», que diría Monty Burns-), con la relectura de algunos libros (nuevo periodismo sobre el melancólico guitarrista Perry Smith o sobre el piadoso follamuertas Henry Lee Lucas, más rumias de ficciones de Thomas Harris, Stephen King, Clive Barker...) o con la escucha de ciertas baladas country («People say I?m no good» musita Charlie Manson desde la cárcel).

Ya no hay presentadoras de buen ver conduciendo espacios con las neuronas en su sitio (la mítica Olga Barrio ?a quien Eduardo Haro Ibars, con su atinada intuición, dedicaría un poema de combate-, la fallecida Inma de Santis, la gentil Isabel Tenaille, la cálida Clara Isabel Francia, la elegante Jana Escribano ?relegada a ocasional voz en off de documentales-...): lo más aproximado, esa sonriente Sofía Garaizábal (del canal diocesano TMT), la repostera Eva Arguiñano, Beatriz Pérez Aranda (con sus intervenciones en el programa de Garci) y Karmele Marchante (el problema de esta última es el espantoso contexto en que ha de desplegar sus talentos). El resto, freaks microcéfalas como Leticia Sabater, marujas pirujas como las Campos (madre e hija), manipuladoras malignas como la escrofulosa Milá, y caos reptantes como las entidades a sueldo de Sardá, como la Lidia Lozano y sus vegetaciones o como la Cristina Tárrega y su cara de asco. Casi, lo más decente son las mujeres del tiempo y alguna  s locutoras de informativos (Mónica Pérez, Ana Blanco, Marta García, Almudena Ariza, Marta Reyero, Remedios Villa...). En cuanto a Ana García Siñeriz, aunque todo el mundo me insiste en que es profundamente corta de entendederas, con la personalidad de una patata semicocida, y verla con el cretino del Schwartz me provoca tics eastwoodianos en el ojo izquierdo, su imagen no deja de subyugarme.  

Casi no hay teatro (el «Estudio 1» es un fantasma errante que cada x tiempo aparece y se esfuma de TVE). Y uno recuerda tantos títulos (el ya proverbial «Doce hombres sin piedad», el «Calígula», los clásicos de Mihura o Jardiel con Luis Varela dando su toque maestro, «La loca de Chaillot», «Llama un inspector»...) o series dramáticas como «Tristeza de amor» o, por supuesto, las estupendas creaciones de Armiñán. El contraste con estos culebrones de plástico que hacen hoy las privadas (en hospitales, comisarías, redacciones o cuarteles de bomberos) es de un odioso subido.

En fin, no me extiendo más. Digamos que mi refugio (largometrajes aparte) son los programas de cocina (Arguiñano, a la cabeza, porque el resto todos me acaban, a la larga, produciendo vergüenza ajena ?bien por pasarse de rosca en la publicidad de los sponsors, bien por exceso de pluma, bien por escasez de vocabulario, bien por untuosidad italiana que pone al invitado de los nervios, etc-, y es que sólo Karlos, con los añadidos de su señora hermana y de su maestro Arzak ?más la fantasmal y supersexy voz de Jone, la directora, interviniendo puntualmente en cada programa con ese comentario tan conciso y oportuno-, logra el equilibrio perfecto para hacer un programa de cocina apurando al máximo los recursos telegénicos y metiendo siempre su poquito de incorrección), los dibujos animados, algunos documentales (esa deliciosa serie emitida por Telemadrid la pasada primavera sobre los bebés y su desarrollo psicomotriz ?supongo la habrán puesto también por otras autonómicas- o el alucinante trabajo de docuficción «Futuro salvaje» que emitió TVE1 allá por junio y donde se clavan mis intuiciones de que nuestro sufrido planeta seguirá tan ricamente libre de este cáncer llamado Humanidad ?el sentir que tales intuiciones, tan contrarias a la ñoñez catastrofista de los ecomembrillos de Greenpeace, son refrendadas por importantes cerebros del mundo de la ciencia me llenó una vez más de confianza en cuanto a mi sintonía creciente con los tiempos que se van avecinando-), las reposiciones ya mentadas de ácidas telecomedias y expedientes paracientíficos, los coloquios de Garci y, ocasionalmente, la espectral ironía de Antonio Gasset y la caudalosa parla de mi mentor Dragó. Informativos, apenas sigo, salvo que se venga abajo algún rascacielos o se produzca algún megaapagón, que los maoístas nepalíes monten el pollo, que el amigo Arnie nos pida su voto para gobernador de California, que el delfín norcoreano esté en un tris de atomizar a sus vecinos de abajo si los usacos le tocan las gafas de sol o que se descuelgue Arzallus («he?s so cool») con un nuevo sobresalto para las gentes de pro (esas tan amigas de poner puertas al campo por mandamiento judicial, entre otros deportes boomerang tan propios de nuestra piel de toro con la sesera espongiforme).

 FERNANDO MARQUEZ

(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)

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El conformismo como estrategia de control

El conformismo nos envuelve pero no sólo como un instrumento de control de la innovación sino también como mecanismo de presión para  acelerar los cambios no siempre deseables.

?Es lo moderno?, ?Se lleva ahora?, ?Tenemos que adecuarnos a la Unión Europea?...son coartadas creadas desde el Sistema y sus colaboradores (periodistas, presentadores de televisión, jueces, actrices, políticos,...) para justificar la inevitabilidad de nuevas prohibiciones  (desde la fabricación de licores caseros hasta copiar un disco para uso privado sin pagar un impuesto revolucionario) , la implantación de nuevos mecanismos de control (los teléfonos móviles que alargan las jornadas laborales más allá de los despachos y oficinas) o la desaparición de valores (la defensa de la vida frente a la cultura de la muerte).

 Quizás la obra literaria que mejor ha descrito esta situación, como explica Rafael Gambra en ?el Silencio de Dios?, es la obra teatral Rinoceros del autor rumano Ionesco. La trama es conocida: en una ciudad sus habitantes gradualmente comienzan a transformarse en rinocerontes. Pasada la sopresa inicial los hombres poco a poco van asumiendo este destino sin ninún atisbo de crítica o rebelión. Sólo Berlinguer, un hombre sencillo, se enfrentará a este devenir del ser humano en animal, a esta aceptación como inevitable de los cambios sociales que no siempre suponen un avance hacia la libertad personal.   

Berlinguer es un buen ejemplo a seguir en estos tiempos convulsos: frente a lo presentado como ineludible ? ?no merece la pena. Es imposible resistirse?- siempre puede surgir  una actitud de rebelión individual que diga - con una pequeña (gran) voz - NO.

 Y en ese momento el mundo comenzará a cambiar frente a los emboscados, frente a aquellos que cabalgan el tigre esperando mejores tiempos.

 Claudio Cuello

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?¿Y tú por qué editas un fanzine??

 La cultura pop es- no nos engañemos-  un producto de la sociedad mercantil en la que nos vemos condenados a vivir los nacidos en este tonto Primer Mundo. Sin embargo, desde los fanzines y  algunos sellos musicales independientes, con un espíritu semejante al de un coleccionista de arte, tratamos de ser el último baluarte contra el artículo de masas.

 Frente al consumo compulsivo de caras, letras y sonidos,  los fanzines, como Walter Benjamin señalaba a propósito de los coleccionistas,  somos ?una protesta obstinada y subversiva contra aquello que es típico y clasificable?. Nuestro objetivo es inconscientemente poner a salvo lo que no debe desaparecer, lo que merecer ser escuchado una y otra vez, lo que exige nuevas relecturas.  Y una tarde encontrar a un presunto afín que en otra parte de la galaxia también se emocione con aquel grupo de tristes chicas que, a pesar de sus bellas canciones, no tuvieron suerte o con aquellas cuatro fotocopias mal grapadas donde un herido adolescente escribía, a falta de ametralladora, sus cantos de amor a la humanidad.

 Probablemente, lo siento,  no he encontrado otra mejor respuesta a la pregunta repetida de los aguafiestas y filisteos:  ?¿y tú por qué editas un fanzine?? 

Akakiy Akákievich

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Me gustan las chicas Zara

La dependienta de Zara siempre ha querido ser modelo pero de momento se conforma con pasear su cuerpo por los pasillos del imperio textil del señor Ortega. Lo más cerca que ha estado de las pasarelas ha sido durante su participación en el concurso de reina de las fiestas estivales de Ríoseco de Tajueco ( a sus amigas les dijo que pasaría unos días de vacaciones con su novio en Mallorca)  donde obtuvo, además de algún sobeteo del organizador, la  banda de Miss Simpatía por ser sobrina del concejal de Obras.

 La dependienta de Zara no envejece.  ¿Alguien ha visto alguna chica Zara que supere la edad de 30 años? En los probadores de este imperio textil, donde nunca se pone el sol, deben esconderse terribles escenas de descuartizamiento de dependientas al alcanzar la edad en que el cutis ya no es terso y los pechos comienzan a confirmar las tesis de Newton y la ley de la gravedad.  ¿O tal vez las dependientas de Zara se convierten al envejecer en las amargadas y repintadas  dependientas de El Corte Inglés?

La dependienta de Zara no tiene ideas políticas, ni  sabe nada de la causa palestina  o la desaparición de las ballenas, a ella sólo le preocupa  tener el rímmel perfecto, que los pantalones Lois ? últimamente ha comido - le sienten bien y que su novio le venga a recoger a la salida del trabajo con su Opel Astra GSI rojo.  

La dependienta de Zara debe aprovechar su juventud porque algún día su belleza ya no será suficiente para continuar vendiendo ropa a las adolescentes anoréxicas y yo, que te estoy mirando y amando desde esta esquina, ya no podré entrar ? con mis canas  y mis años- en tu tienda sin despertar sospechas. 

Clin Clon

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Velox: los velomotores son para el verano

En estos vertiginosos tiempos que vivimos un signo de distinción es conducir una moto que no es una moto y una bicicleta que tampoco es una bicicleta. Los más avispados ya sabéis que me estoy refiriendo a los exquisitos placeres que produce circular a menos de 30 km/h con un velomotor Velosolex.

Estos ciclomotores son un invento francés, como el existencialismo, la postura del misionero  o Brigitte Bardot, fruto de la necesidad de las clases populares ? como se decía en España, los económicamente débiles-  de un medio de transporte económico después de la pequeña catástrofe de la segunda guerra mundial.

Los ingenieros Maurice Gondard y Marcel Mennensson tuvieron la feliz idea de añadir un pequeño motor de menos de un caballo de potencia a una bicicleta y, nunca mejor escrito,...et voila!: había nacido el velomotor Velox.

Desde la primera unidad producida en serie en 1946 hasta su desaparición en 1988 se comercializaron más de 8 millones de unidades en todo el mundo.  A lo largo de su historia el velomotor Solex  evoluciona  con ligeras modificaciones en su diseño y motor siendo el modelo 3800 el que alcanza mayor popularidad y el que probablemente  tengáis en la retina los que recordéis estas bicicletas negras con motor que invitan a una rebelión estudiantil,  a un  tonto amor de verano  o a un fin de semana en el Saint Tropez de Roger Vadim.

Si el vídeo mató a la estrella de la radio (aunque todavía quedan algunos insoportables supervivientes...¿los nuevos mutantes?), los ciclomotores más rápidos y modernos (pero con menor personalidad) mataron al Velosolex que dejó de fabricarse en 1988. Sin embargo, en 1995 se reinicia en Hungría la producción del modelo 3800 manteniendo las características originales de este vehículo, salvo ligeras modificaciones  como, por ejemplo,  permitir que funcionen con gasolina sin plomo.

Actualmente los Velox  son un icono pop como las vespas,  los trajes espaciales de  Paco Rabanne o las lámparas diseño Verner Panton. ¿Cuánto tiempo tardarán nuestros modernos más modernos en pasear con sus velomotores por nuestras ciudades? ¿Se organizará en el próximo Euro-yeyé un rally de Velosolex? De momento sólo el grupo pop ?Astrogirls? se ha acordado de cantar a estos vehículos que despertaron nuestros sueños de otras épocas definitivamente más glamourosas que estas que nos han tocado vivir.

Mr Ringo Rango

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A todo el mundo le mola: la bola de cristal

Pues parece ser que se ha montado toda una campaña mediática que saca de las catacumbas la parafernalia de La Bola de Cristal, para solaz de treintañeros, que falta nos hacía sentirnos integrados de nuevo en una generación y poseer, como los mayores, nuestro mayo del 68 o nuestra transición. Para los treintañeros ya más ajaditos seguro que se está preparando en edición limitada algo de La Edad de Oro. Y si no al tiempo.

Pero no, no voy a hablar mal, que al fin y al cabo no eran programas deplorables, ni mucho menos. Tenían momentos originales y de inteligente agudeza. No se tome esto como cinismo, llevo tantos años insistiendo en que este es un país tercermundista en lo cultural y que en cualquier lugar civilizado estas cosas estarían editadas con mimo que me sería imposible dar a estás palabras otro sentido que el recto. Pero a partir de aquí, si esto no se hace costumbre no dejará de ser una operación comercial más -como los fascículos de labores de ganchillo- y no una investigación sobre las condiciones del pop en una década que todos tildan de dorada. Si hubiera un verdadero interés ya estarían agotados los dos libros, preciosos oiga usted, que Santiago Alba Rico publicó hace más o menos una década, llenos de guiones y de anécdotas. Pero claro, esos libros no tuvieron una campaña mediática, y es necesario ir a las librerías a buscarlos.

Y eso tampoco es lo que yo pedía. Es más, puestos a editar programas infantiles-musicales, visto que la mayoría de la gente está atenta en esos DVDs a sus recuerdos del programa y no al programa en sí, exijo que La Casa del Reloj o Un Globo, dos globos, tres globos pasen a ocupar espacio en los Kioskos, que a menda seguramente le marcaron más que La Bola. Porque si de lo que se trata es de recuperar nuestro pasado músical -actividad digna de loa, vuelvo a repetir- ¿dónde está esa Pista Libre? ¿Dónde el Popgrama con el concierto de Canito que parece ser que fue donde empezó todo? ¿Dónde ese Musical Express con la única aparición en televisión de los C-Pillos? ¿Y el Auambabuluba que guarda actuaciones desmesuradas de Poch y enérgicas de Terry IV?

 Pero no se me enfaden que este enlace sólo iba para comentarles una curiosidad. Resulta que la gente que ha comprado el CD de Subterfuge que recopila gran parte de las canciones del programa, después de escuchar sus himnos generacionales -algo así como el Susanita para los míos- se ha sorprendido de un par de canciones perpetradas por una tal Alicia Sí. Que si me acuerdo de ella, que si no me acuerdo, que si imágenes borrosas. Pues la tal Alicia Sí es ni más ni menos que Isabel Luna, de Las Chinas -reverencia ahora todos- y la espléndida canción de la novia de Guillermo Tell, sin duda lo mejor del disco y de las pocas que sortea con elegancia el paso del tiempo, está compuesta por un tal Luis G. Escolar (la G es de Gómez). Vale ¿Y qué me cuenta César de este tío?, dirán ustedes, pues que este tío tuvo momentos grandes años ha. En principio su carrera musical empezó con un fugaz paso por Aguaviva -si no saben quién son no intenten averiguarlo- y por un noviazgo con Cecilia, eran la pareja pop del momento, que le llevo a incluir en su único Lp en solitario -que editó con el nombre de Simone- una canción que le prestó su novia y que ella nunca grabó.

Era, a la sazón, el año de 1974, y si el Lp es bastante curiosón y tiene melodías y arreglos de Juan Carlos Calderón agradables al gusto y que superan la guitarra de palo habitual y las letras ripiosas; vamos, que es uno de los Lps más agradables de esos años. Pero es que la canción que le hizo la novieta es de una impresionante sensibilidad, una letanía de caramelo sobre el amor y sobre el tiempo que seguro que no desmerecía en la voz de Irantzu. Canciones que se enfrentan a nosotros y nos dejan desnudos, como el portero en un mano a mano.

Poco después es miembro fundador de un grupo de esos de los que todos se ríen ahora pero con supremo éxito en la España del 75: La Charanga del Tío Honorio, tres artefactos disfrazados de cazurros que hacían del chiste paleto su razón de ser con letras de sainete moderno (El ONI ) que darían para un tratado sociológico de amena lectura. Y en éstas, al año siguiente, está presente en el encuentro entre su Eva y la parca en forma de carro de heno en Benavente.

 Pues sí, este señor es el que está detrás de algunos de los sueños de su infancia que habían permanecido olvidados hasta ahora. No deja de ser bonito: los odiados cantautores y el roz rurá en el inicio más evidente de lo moderno.

Y es que en el mundo, pese a todo, hay justicia.
 

Una visita de Le Touriste a El Efecto Orégano

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A otro con esa bola: La bola de cristal (2)

Nunca me gustaron los Electroduendes. Y menos conociendo después, a través de los no muy exitosos ? lo que es el marketing, ¿verdad? - libros de Santiago Alba,  que entre pila y baudio nos regalaban tontos discursos marxistas. Ya me temía que detrás de este coñazo para niños estaban las barbas comprometidas de algún progre del mayo del 68.

Sinceramente el único motivo para sentarme los sábados por la mañana frente a La bola de cristal eran los sonidos pop que surgían de las canciones de Alaska, Auserón y otros músicos de la movida (¿Por qué no participó el Zurdo en este programa?). El resto del programa, pese a lo que digan sus redescubridores, era bastante infumable. Esperemos que los cirujanos del recuerdo nos dejen tranquilos con nuestras vivencias. No soporto el bisturía del marketing hurgando en este pequeño rincón de la memoria.

El aguafiestas

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Nuestra rebelión personal: Día y noche con los Clash - Johnny Green

 El tercer libro publicado por la Ediciones Gamuza Azul nos ofrece un divertido e interesante acercamiento a una de las bandas míticas de la historia de la música rock ? The Clash-  a través del testimonio de . Johnny Green, su ?road manager? y, ante todo, fan.

 Más de doscientas páginas que se leen de un tirón como una novela de aventuras ambientada en el Londres del año 1977 y llena de peleas, drogas, punks, rebelión y , claro, rock.

 Por cierto, desde aqui animamos a descubrir los otros libros publicados por esta editorial bilbaina (Malcom Scarpa, Dave Alvin,...) y que poco a poco van formando una imprescindible biblioteca de literatura rock.

Contacto:  http://www.gamuzaazul.com/

 gamuzaazul@hotmail.com

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Akakiy Akákievich: el primer mod

Alguna vez nos hemos preguntado con tonta curiosidad sobre quién fue el primer mod de la historia. Y dándole vueltas y proponiendo nombres nos encontramos con Akakiy Akákievich, el protagonista del relato ?El capote? de Nikolai Gogol.

El triste y gris funcionario al que un abrigo cambia su vida (?Aquel día fue para Akakiy Akákievich como la fiesta más grande de su vida?) es como el joven con problemas de acné e identidad que en el Londres de los sesenta descubre la parka y se convierte en un mod.

O como el personaje de la película ?el ángel de la guarda? de Santiago Matallana, que desde Zaragoza llega a Madrid en 1981 y, después de visitar El Corte Inglés como hacían todos los paletos recién llegados a la capital de España,  descubre el Rock Ola, la parka (el mandilón, según su madre) y a los mods.(¡Inolvidable la escena del Rata y sus amigos contemplando una y otra vez Quadrophenia en el cine!).

Caminando  con porte lleno de júbilo, como Akakiy Akákievich, quizás un nuevo Larry Linch busca hoy por las calles de Madrid, Soria o Bilbao un undreground de mediodía.

Don pin pon

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Manténgase fuera del alcance de los niños

Todo esto lo empezó la tonta de mi mujer. Estábamos sentados a la mesa los cuatro de familia deglutiendo el segundo plato, algo despistados, cuando mi costilla no tuvo mejor idea que suspirar y decir: "Rosita, hija, cuando yo muera, este anillo, que fue de mi abuela, será tuyo". Y nos enseñó una arandela del 12 rematada con un mineral. Bastó esta chispa de sentimental estupidez femenina para que algo oscuro y terrible se apoderara de nuestra familia. Lo sé porque mi hijo dijo entonces: "Papá, cuando te mueras, la colección de vinilos de los Ramones será para mí, ¿verdad?" Y el pedazo de cabrón me lo pregunto como deseando que el corazón me fallase allí mismo.

Desde aquel día he sentido continuamente unos ojos que me espían. Mi hijo. En mala hora le llevé a aquella feria del disco de colección. Desde que se enteró de que los vinilos se venden por un pico no hay quien le pare. Solo habla de si cuánto puede valer un single de las Grecas o en cómo se cotiza la discografía completa de los Nikis. Hoy me maldigo por intentar alejarle de Operación Truño y los bakaletas del chándal. Ahora me odio por mi irresponsabilidad al educarle sin alejarle del pop. ¡Maldita sea mi ingenuidad paterna! Durante estas últimas semanas, a veces estoy frente al tocadiscos pasando el desmagnetizador a un par de singles cuando, de repente, se me aparece el fruto de mis pasiones. Se acerca a un EP de Aviador Dro, acaricia la funda de modo despreocupado, y me habla así: "Papá, ¿tienes la colección bien registrada? Mira que si te pasara algo luego tendríamos problemas para ponerla a mi nombre y poder disponer económicamente de ella". Esto no es un niño: es el anticristo. Sé que desea mis discos y que mi capacidad para respirar es lo único que se interpone entre él y mi colección. Sé que nada le detendrá para conseguir su objetivo. Sé que va a hacer lo posible por enviarme junto a Dios Padre lo antes posible. Vivo en tensión.

Un día le sorprendí leyendo con cuidado la etiqueta de la botella del matarratas. Desde entonces, antes de empezar a comer llamo a mi hija y le digo "Rosita, guapa, prueba de la comida de papá. Ya verás que está mucho más rica" Y mi hija se zampa dos o tres cucharadas. Yo espero unos minutos, y si veo que Rosita no se ha puesto verde ni padece nauseas empiezo a comer tan tranquilo. Otro día le pillé colocando unos patines en las escaleras. No dije nada y esperé. Minutos después oí como el muy canalla me llamaba desde la planta baja. "Papá, corre, están echando por la tele un especial de Soft Cell". El joputa lo tenía todo planeado. Bajé con cuidado, esquivando el peldaño-trampa, y cuando llegué al salón el chaval no pudo reprimir un gesto de disgusto al tiempo que me comentaba "Perdona, falsa alarma, solo lo están anunciando. Lo echarán la próxima semana". Hace tres noches, algo me despertó en mitad del sueño y en cuanto abrí los ojos me encontré a mi hijo sujetando una almohada a unos 40 centímetros de mi cara. "Buenas noches, papá. ¡Que lástima haberte despertado! ¿te importa que coja prestada esta almohada? Me duele el cuello, me he debido lesionar en la clase de educación física". ¡Maldito cerdo! ¡Víbora asesina!

Se lo conté todo a mi mujer: "De verdad, Purita. Te digo que ese hijo tuyo quiere matarme. Quiere que yo desaparezca para quedarse con la colección de vinilos". Y ella, como siempre, tan femenina, tan comprensiva, tan simpática... "Tu estás neurótico, Manolo. Primero lo de que mi madre te odia y ahora me sales con esto. ¿Quién va a querer esa basura? Además, no te quejes, ya te dije que no me gustaba nada que le dijeses al niño que lo de ahora no es música. Si el niño ahora quiere deshacerse de todo eso y encima le dan algo de dinero, pues mejor para todos. ".

El niño... ¡el niño!, un pedazo de híbrido entre Hitler y el estrangulador de Boston: ¡eso es lo que es! Sepan lo que me ha pasado hoy. Iba yo tan tranquilo en mi coche llevando a Rosita al colegio. Voy bajando por la larga avenida hasta la entrada del cole. Freno y... ¡no hay frenos! El muy canalla me había vaciado el circuito hidráulico. Si no llega a ser porque había un montón de niños cruzando la calle, que me frenaron bastante, me mato contra un muro. Me bajé del coche rodeado de madres histéricas abrazadas a los cuerpos atropellados de sus retoños. Una de ellas me gritó: "¡Asesino! Mire lo que le ha hecho a mi hijo" Intenté explicarle, aludiendo a mi experiencia personal, que le acababa de hacer un favor. Ni caso. Si no hubiera intervenido la policía me habían linchado allí mismo.

Cuando volví a casa, tras declarar en comisaria, me encontré a mi hijo haciendo un paquetito con mis singles de Glutamato. "¡Ah!, pero... ¿estás aquí? Pensé que hoy no volveri... quiero decir que pensé que hoy volverías tarde" me dijo esa hiena sin escrúpulos. No tenía ganas de discutir. Solo acerté a pronunciar un discurso de mínimos: "Despega tus sucias manos de mis discos. Ahora voy a tomarme un whisky para tranquilizarme y luego hablaremos. ¿Te apetece estudiar en un internado en Inglaterra?"

El hijo de perra había diseñado un plan alternativo. Sabia que Purita no me dejaría que le hiciese probar el whisky a Rosita antes de bebérmelo.

Había sustituido el escocés por el matarratas. Ya no me queda mucho más tiempo de vida. Me cuesta mucho escribir esta historia póstuma. Espero que haya servido de advertencia y que salve la vida a otros padres jóvenes con un triste pasado de comprador de pop. Y, por cierto, si en algún mercadillo ven a mi chico intentando vender un single promocional de Ejecutivos Agresivos (es uno moreno, de 13 años, con la cara picada de granos) díganle a los de la Policía que es un negocio tapadera de Al Qaeda y que disparen a matar. Es un favor que les pido.

Alex Tornasol

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Ya sé que tienes culo

Observo en la prensa diaria que sesudos columnistas han convertido sus artículos de opinión en plataforma para hablar de un mismo asunto: la tele basura. La idea generalizada de tales opúsculos periodísticos es que constituye un escándalo el tipo de televisión de cotilleo y bragas sucias que se ofrece a todas horas.

Y esta idea se aliña con sorpresa e indignación. Pues la verdad, que no sé de que se extrañan ni que les ofende. ¿Es que alguien esperaba que en el país del chandall, del adosado, del Marca y del café en vaso iba a brotarnos la BBC? Pues claro que no. Si en España un día encendiera la tele y me tuviese que enfrentar a algo con un mediano interés y buen gusto me quedaría tan asombrado como si una mañana me asomase un rosal florido por la taza del water. Aquí, en cuestión de programación televisiva, tenemos exactamente lo que nos gusta, lo que nos habla claro y lo que nos merecemos. Lo dicho, que a mí la tele basura ¡plin! A mí lo que me preocupa de la tele es otra cosa.

Lo que me a mí me tiene frito es que la tele esta contagiando a las masas de una falta de pudor inusitada. Me explico. Yo creo que todo empezó con los anuncios de compresas. Todo eran chicas sonrientes en aquellas publicidades y la regla se presentaba como momento encantador y de una sociabilidad inusitada. Y las señoritas y las señoronas empezaron a hablar como si tal cosa de sus menstruaciones ? "pues mi niña usa con alas porque es campeona de 100 metros vallas en su colegio y es que antes me dejaba el pantaloncito de deporte como si se hubiera sentado en un plato de gazpacho". Luego llegaron los anuncios de tratamientos para las  hemorroides, de limpiadores vaginales y de otros productos de higiene "íntima". Pero nadie entendió que quería decir aquello de "íntima" y se pusieron a comentar la efectividad de lo anunciado a la mínima oportunidad "pública"- "Pues yo antes no podía ni sentarme y ahora me hago todos los días 5 kilómetros de bicicleta y luego me seco el sudor de los bajos con unas toallitas que te dejan tan limpia que parece que fuera el Scotch-Brite". Después empezó la moda de los programas en que una menopaúsica precoz (la presentadora) escuchaba muy atenta las terribles experiencias de una serie de mocitas, mocitos, damas y caballeros (las estrellas del show) que se sentaban con las piernas abiertas en una fila de sillas que se extendía frente a la menopaúsica y el público. Sin rubor alguno ofrecían testimonios inquietantes ? "Pues cuando llegué a casa me encontré a mi marido y a la cochina del cuarto hechos un ocho. Y yo me fui directa para ellos y les dije que ya lo sabía desde que mi Manolo, que es un cochino, dejó de llevar los gallumbos con palominos y a lavarse los dientes".

Y claro, todo este bombardeo de inmundicia personal a cara descubierta se ha apoderado de una masa de población que pasa más horas frente al televisor que con la familia. Así, hace unos días, un telediario informaba sobre un atraco. El periodista entrevistaba a un testigo de los hechos y tal testigo (una amable señora) no dudaba en ilustrar la situación ? "Pues venía yo del ambulatorio porque acababan de operarle la fimosis a mi marido, que se le había puesto toda negra e hinchada y no ha quedado más remedio que operar, cuando salieron dos hombres armados de ese banco y..." Y la tía lo cuenta con la mayor naturalidad, como si tal cosa. Si me dicen que el marido no ha asesinado a esa señora tras abandonar el hospital es que ya no hay sentido de la proporción en este mundo.

Pues eso, que a mí no me preocupa que tengamos mal gusto y que nuestro organismo y nuestras vidas estén sujetas a miserias y humillaciones orgánicas. Ya me he hecho a la idea. Lo que me asusta es que la gente lo exhiba y haga un bando de que sufren perdidas de orina o de que sus parejas son presas de la perversión sexual. Y no me venga usted ahora con que no es para tanto. Reconozca que este artículo mío de hoy le ha gustado más que los demás porque tiene ese punto soez y chabacano que tanto nos gusta. Si es que empezamos a tener el sentido artístico alojado en el tracto rectal del intestino.

Alex Tornasol

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Odio los Bitels

, amigos del pop de otros tiempos, yo odio los Beatles. Si tengo que hacer una lista de los grupos (y solistas) que jamás lograrán subir un disco a mi viejo rallador de vinilos (the most hated bands and singers list), el tercer puesto será para Ramoncín, el segundo para los Mustang y el primero no se lo arrebata ni Ana Belén a esos Beatles del demonio. ¿Por qué esta manía a los cuatro de la talidomida? ¿Por qué este desprecio consciente a los reyes del gomipop? ¿Por qué? Pues haré un ejercicio de introspección. Bienvenidos a mis fobias.

Televisión. Entrevistan a un autoproclamado "intelectual". El funcionario de lo políticamente correcto es interrogado acerca de su juventud, de su pasado rebelde, de sus gustos musicales. Por su aspecto de ex - sparring de su colegio, apuesto que mencionará al grupo Coros y Danzas, a Mocedades o a las Monjitas del Jeep. Pues no, "los Beatles". 

El dentista. Trozos de poliuretano, un palo de plástico, un tubo aspirador y 17 dedos ajenos dentro de mi boca. Frente a mí, inconfundible, Sir Lawrence Olivier en su papel de dentista nazi (Marathon Man). Mi morcillona boca humea y hasta mis oídos llegan las tristes notas de un piano. ¿Chopin? ¿Mozart?... ¡Los Beatles! 

Comunión de Carlitos, mi sobrinete. Estoy empezando a quedarme dormido. Sueño con bandas anarquistas prendiendo fuego a iglesias y conventos, con la conferencia episcopal abrasándose en el infierno, con sacerdotes y miembros de ONGs devorados por tribus caníbales... Estoy en la gloria cuando un coro de niñatas armadas con guitarras me sobresalta. La canción habla de un hippy que me quiere tanto que se hace trapecista para salvarme de no se qué. La letra no me suena de nada pero esa musiquilla... Desde luego que no son Siouxie y los Banshees. No hay duda, son los Beatles.

El periódico. En la sección de noticias chorras para rellenar, leo un titular prometedor. Christie's bate récords históricos en una subasta de iconos del pop. Pienso en candidatos a pujas estratosféricas como un manojo de greñas de Joey Ramone, el póster central de Playboy en el que salía Blondie, la pandereta de los Byrds, la moto de Buddy Holly, la discografía completa de los Sonics... Pues nada de eso. El récord es para unas gafas de John Lennon. ¿A quién le pueden interesar las dioptrías de un tío que se casó con un pescador manchurio travestí y sordomudo?

 La radio. El locutor anuncia: "estuvieron en Hamburgo tocando en antros cochambrosos" (¡Qué bien!, los Salvajes y el Soy Así) ... "una explosión de rebeldía juvenil en los 60" (¡Mola!, los Who y el My generation. Esta vez no fallo) ... "unos coros magníficos que nos devuelven a días mejores, al beat del Merseyside" (para mi que van a ser los Roulettes)... Y claro, acaban sonando los Beatles.

 Navidad. Me regalan algo. Pesa mucho. ¿Qué será? Me dicen que creen que acertarán porque a mí me gusta ese tipo de música. Pienso en una colección de discos que incluye el de Navidad de Phil Spector y estoy a punto de deshacerme en lágrimas. Rasgo el paquete y descubro un libro-biografía-multimedia de los Beatles. Los Beatles de convivencia-retiro espiritual con un tío con babuchas, los Beatles fumando porretes porque es bueno para la salud, los Beatles en una plaza de toros y bebiendo jerez, los Beatles sonriendo, los Beatles se casan y son muy felices, los Beatles en dibujos animados, los Beatles manifestándose por la paz del mundo, los Beatles jugando al pinta y colorea con un Rolls...

 ¿Queréis ídolos? Pues adorad a Satanás que no puede ser peor que Los Beatles.

 Tarsicio Bofarull

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Squire: la nostalgia prestada

¿Quién iba a decirles a aquellos chicos que bailaban éxitos de la Motown y que deambulaban por Carnaby Street a mediados de los 60, que 15 años después decidieran otros chicos imitar su estilo de vida (que no sólo consistía en bailar y pasear) y su música?

En los años 78 y 79 en Londres se produce un resurgir del modernismo a partir de una serie de grupos que crecen a la sombra del punk. La verdad es que muchas de estas bandas apenas tuvieron suerte. Algunos como Small House, Mods o Beggar, apenas lograron un mínimo contrato discográfico; otros como Secrett Affaire, Merton Parkas, Purple Hearts,Chords, Back to Zero y algún otro, después de un relativo éxito inicial, volvieron a los profundos abismos de los que habían salido. Los últimos supervivientes de esta generación perdida fueron los Squire.

Pero... ¿por qué desaparecieron los dinosaurios de la faz de la tierra? Perdón, quería decir que, ¿por qué no consiguieron progresar estas bandas? Tal vez, a nadie le interesaba producir discos para una pequeña minoría modernistas en un momento en que es estilaban otros sonidos. Únicamente los Jam consiguieron abrirse espacio entre el público mayoritario.

Pero ahora hablemos de los Squire. En el principio eran unos chicos que se dedicaban a hacer covers sin mayor trascendencia y que necesitados de un cantante compositor se encuentran a un pobre diablo que se llama Anthony Meynell y que pronto se convierte en el indiscutible líder de la banda. Meynell había estado en otros grupos y no era mod ?En el momento en que empezamos no existía una escena mod y tan sólo éramos una serie de bandas dedicadas al pop que nos fuimos interesando por la música de los 60 y por el soul?.

Los Squire salen plastificados en la compilación ?Mods Mayday 79? que se grabó en el Bridge House y en el que aparecen tres canciones de la banda llegando una de ellas al single ?Walking down the King?s Road?.

Después de su primera aventura discográfica graban una serie de singles y un album titulado ?Greatests hits form 3000 years ago? y su club de fans tiene la gentileza de publicar otro recopilatorio con material inédito y rarezas de la banda, ?Something new, something old?.

Es en el 82 cuando los Squire reciben el impulso necesario para seguir en la brecha mientras sus compañeros iban cayendo en el olvido. Anthony Meynell se fue a California y se quedó impresionado con la escena mod de  LA. y del área de Orange County. Squire había encontrado su nuevo campo de operaciones en la tierra prometida, California. Meynell debido al contraste entre Londres y Los Angeles llegó a decir: ?Ahora mismo somos una banda de culto en América y una banda undreground en Londres. Los americanos se preocupan más por la música que por la moda, aquí importan más cómo sonamos que lo que parecemos, En Londres no somos ahora muy apreciados, así que seríamos imbéciles si no intentáramos tener éxito en América?.

La escena mod californiana estaba en auge, durante el día practicaban surf y por las noches acudían a los clubes donde no dejaban de bailar frenéticos. De todo esto surgieron una serie de grupos californianos y toda una prolífica industria teenager, incluso un fabricante de surfboards se hacía publicidad ofreciendo ?Modern surfboards for a modern era?-.

La primera vez que llega Anthony Meynell a la tierra de las libertades (¡ejem!) lo hizo en solitario debido a lo costoso que resultaba llevar a toda la banda. Anthony tocó una serie de conciertos por el sur de California acompañado de una banda local que se llamaba Question. Anthony decidió instalarse en LA y a finales del 83 crea su propia compañía de discos, Hi-lo Records, para preparar la producción de los próximos trabajos de Squire y de otros grupos californianos.

Nada más crearse el sello los Squire sacan un single que se titula ?Every trick in the book of love? precediendo al LP ?Get Smart!?. Get Smart mantiene presente el beat de trabajos anteriores pero muestra una mayor influencia soul tratando de bucar público fuera de los círculos estrictamente mods.

 Después de este disco,  Squire publica ?September Gurls?  pero las escasas ventas, pese a incluir canciones de Alex Chilton, suponen el fin del grupo y el comienzo de la pequeña leyenda ? con una resurrección en un Purple Weekend- entre los núcleos de coleccionistas de píldoras pop. 

Shalalaleé

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Noticias de la era pop

¿A veces lloro por una mancha en la pared? 

Reaparece Kikí d?akí, aquella estrella fugaz-  tan sólo un corto pero intensísimo destello-  del pop español de los ochenta que con canciones del Zurdo como El futuro o Unidad de Destino enamoró a la generación más despierta de compradores de vinilos de aquel mágico periodo 1980-1984 en la música española.  El exquisito sello discográfico Siesta ha conseguido la vuelta a la escena de un proyecto que nunca debió desaparecer tan rápidamente. Según el Zurdo, las canciones escritas para Kikí fueron su obra cumbre y sinceramente- otra vez-  estamos de acuerdo.

¿Aqui es donde vais a empezar a pagar la fama...?  

Se ha muerto Leroy Johnson, el negrito bailarían de Fama que nos martirizó parte de nuestra adolescencia. Sentimos su muerte ? la muerte nos parece lo más insoportable de una vida en la que hay tantos libros que leer y tanta música que descubrir-  pero nunca le perdonaremos que él y Bruno Martelli pusiesen los calentapiernas de moda (¡ojo!...regresan...dense una vuelta por la siempre moderna Barcelona y contemplen las largas piernas de las jóvenes anoréxicas).

Luto en Funky street

A veces más que escribir en un fanzine me creo estar redactando la sección de necrológicas de un diario de provincias. En fecha reciente se ha muerto Arthur Conley. ¿No recuerdas a los mods bilbaínos bailando con coreografías ensayadas en sus habitaciones (realmente pequeñas)  la canción Funky Street?

Zigurats y ensaimadas 

Sus continuos viajes en avión han revelado a nuestro buen amigo Fop un fenómeno que quizás ustedes también hayan advertido en los aeropuertos españoles: la llegada de los pasajeros de los vuelos procedentes de las islas Baleares con sus torres de ensaimadas. Este fenómeno que , si no estuviese ya gastado el término, nos atreveríamos a definir como ?bizarro? ha animado a Fop a escribir un breve ensayo titulado ?Arquitectura popular:  Zigurats y ensaimadas? que esperamos publicar en nuestro número 11. ¡Abran sus mentes

 El desván de la Nueva Ola

Una nueva iniciativa del probablemente mejor fanzine de España (en competencia con el enciclopédico Otoño Cheyenne): UN DOBLE CD tributo a la nueva ola entendida en sentido amplio, desde Joe Jackson hasta Los Modelos, brindado por 34 grupos españoles entre los que se encuentran imprescindibles bandas como Nobel, Santi Campos, Vacaciones, Zola, Verano en Lisboa o Me enveneno de azules.

 Se puede pedir por contra reembolso a cesarprietoalvarez@eresmas.com.

Discos Belmondo

es el nuevo sello que conociendo a su alma mater? Fernando Flandis Bizarro Baturrico- promete delirantes grabaciones yeyés.  ¡Preparen sus picks-ups!

Belmondo Records

Madrazo, 22 3º B

08006 Barcelona (Spain)

 93 237 23 86

belmondo@belmondorecords.com

www.belmondorecords.com

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