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PLACIDOCHROMIS PHENOCHILUS (Trewavas, 1935)

Una nueva y bonita especie de Utaka para el acuario comunitario del Malawi.

Sinónimo: Haplochromis phenochilus

 

Este pez, que llegó a mis manos con apenas un par de centímetros se ha convertido en poco más de año y medio en uno de mis favoritos debido a su espectacular coloración y su temperamento pacífico.

Placidochromis phenochilus es una especie originaria del lago Malawi, como el resto de los Utaka. Alcanza una longitud máxima de unos 15 cm en el caso de los machos y 12 cm para las hembras. La forma del cuerpo es fusiforme y recuerda mucho a su congénere más conocido: Placidochromis (= Haplochromis) electra. Sin embargo P. phenochilus carece de la banda vertical negra a la altura del opérculo que caracteriza al primero.

En su hábitat natural P. phenochilus frecuenta las zonas abiertas del lago Malawi, a lo largo de las costa Norte del Lago Malawi ("Guide to Malawi Cichlids (Back to Nature)", Ad Konings.), siguiendo a los grandes cíclidos depredadores que mueven el sustrato, para avalanzarse sobre los pequeños invertebrados que estos desentierran.

El color de los individuos jóvenes es azul metálico, atravesado por finas barras verticales que con el tiempo van perdiéndose a medida que se intensifica el tono y los reflejos azules. Las hembras son menos espectaculares, aunque también atractivas, y conservan las bandas verticales aun cuando de adultas muestran reflejos azul metálico en la mayor parte de su cuerpo. Pero sin duda el carácter que sirve para dotar a esta especie de la mayor parte de su atractivo es la aparición de amplias zonas plateadas en las escamas de los machos adultos. En combinación con el intenso azul metálico, como se puede observar en las fotos de este artículo, el efecto es de lo más espectacular. Estas manchas metálicas empiezan a manifestarse en machos de más de una decena de centímetros, lo que ocurre pasado el año de edad y van aumentando de tamaño a medida que pasa el tiempo.

Su comportamiento en acuario es tranquilo dedicándose a nadar en banco, sin defender ningún territorio, prefiriendo las aguas libres a los lugares rocosos. No se manifiesta ninguna agresividad entre los machos y las hembras tampoco se sienten acosadas por estos, por lo cual nos encontramos ante una especie digna de ser considerada para un acuario comunitario, siempre y cuando tengamos en cuenta sus requerimientos de espacio y volumen.

La convivencia con otros utakas (Haplochromis, Protomelas, Nimbochromis, Aulonocara, Otopharynx, etc) en acuario comunitario es perfectamente posible y se desarrollará de manera armoniosa en un volumen superior a 450 l (acuario estándar de 150 cm de longitud, 50 cm de anchura y 60 cm de altura). Así mismo, mbunas de comportamiento relativamente tranquilo pueden ser unos buenos compañeros de acuario (Labidochromis caeruleus, Labeotropheus trewavase, etc). De todos modos, es perfectamente capaz de adaptarse a volúmenes de 200 l, siempre y cuando el espacio para su natación sea amplio y los demás habitantes no le molesten demasiado.

La calidad del agua será la habitual para un pez del lago Malawi, es decir, se debe procurar que el pH sea superior a 7,5 y el gH medio o elevado. La temperatura puede oscilar entre 20 ºC y 30 ºC, aunque es mejor huir de los extremos y acercarse alrededor de 25 ºC. Es conveniente realizar cambios de agua frecuentes y abundantes, siendo un valor indicativo un 25 % semanal. En mi caso, mis acuarios tienen doble filtración: un filtro interno Eheim (R) que aprovecho para limpiar cuando hago el cambio de agua y un filtro biológico de esponja Azoo (R) el cual dejo que se colmate de bacterias antes de limpiarlo, lo que puede suceder cada 3 ó 4 meses. En cualquier caso, cuando limpio estos filtros, por mera precaución, lo hago en un cubo dentro del agua que acabo de sacar del acuario.

La alimentación de estos peces en su medio natural está compuesta de pequeños invertebrados que capturan tanto en la columna de agua como sobre el sustrato, por lo que será adecuado disponer de un fondo de arena fina sin aristas ya que muchas veces tomarán la comida del fondo, escupiendo después la arena por la boca (no por los opérculos como hacen los Geophagus y Gymnogeophagus). Por otra parte no son peces problemáticos en cuanto a la alimentación, adaptándose a todo tipo de comidas secas, aunque disfrutan cuando se les proporciona comida viva o congelada (Daphnia, Artemia, larvas de mosquito, etc).

La decoración del acuario no es lo más importante para estos peces, ya que como se ha comentado, prefieren desplazarse por las zonas despejadas, aunque es conveniente que en la parte trasera del acuario haya algunos refugios para hembras en estado de incubación o para que otros peces los utilicen. Así podemos introducir rocas u otros elementos como plantas (Crinum thaianum o Vallisneria sp. que formen una cortina en uno de los laterales; Microsorium pteropus (helecho de Java) o Anubia barteri sobre las piedras o raíces, etc), raíces o troncos de vid, etc. Evidentemente esta decoración podrá diseñarse en función de otros habitantes del acuario, es decir, si introducimos mbunas, estos disfrutarán moviéndose entre las rocas.

En cuanto a la reproducción, la maduración sexual es tardía, ya que el crecimiento de estos peces es relativamente lento, las hembras deben medir al menos 8 - 9 centímetros, lo que sucede bien pasado el año de edad. Esta se desarrolla a la manera típica del resto de cíclidos del grupo de los utaka. Es decir, el macho excava un cráter en la arena y conduce a la hembra hacia el mismo dando giros a gran velocidad con las aletas desplegadas. Las hembras depositan un huevo en la depresión y el macho lo fertiliza, siendo rápidamente recogido en la boca por ésta. Este proceso se sucede, interrumpiéndose a intervalos de 5 ó 6 huevos, para continuar seguidamente hasta un total de huevos que en una hembra adulta puede rondar los 40.

El crecimiento de los alevines, como ya he indicado anteriormente es relativamente lento y tendremos que esperar hasta los 6 centímetros para empezar a distinguir los machos de las hembras. En el caso de haber sacado los alevines de la boca de la hembra, como en el caso de casi todos los incubadores bucales, es perfectamente posible alimentarlos desde el momento en el que empiezan a nadar, siendo los nauplios de Artemia una primera comida de lujo.

En resumen, espero que este artículo sirva para despertar el interés en esta especie relativamente nueva en los circuitos acuariófilos, pero que por su espectacularidad y pacífico comportamiento bien merece una mayor popularidad. Eso sí, ante todo una advertencia y es que son grandes saltadores en condiciones de estrés (particularmente con la luz apagada), por lo que el acuario debe estar bien cubierto. Yo he encontrado más de uno de estos peces seco en el suelo al levantarme por la mañana, y dado lo bonito del pez y su precio, puedo asegurar que no me hizo ninguna gracia.

 

Manuel Zapater (Febrero 2003)

 

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