LOS GUERREROS DE ODÍN
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					La promesa del banquete eterno de Odín (parte importante de mi relato) atrajo durante siglos a muchos pueblos del centro y el norte de Europa. Especialmente los escandinavos (conocidos como normandos, hombres del norte), que, en sus pequeños pero poderosos drakkar (como el de la imagen), surcaron durante siglos los mares del Atlántico. Dotados para la guerra, los normandos conquistaron casi todo el territorio de las Islas Británicas. También asolaron las costas de Francia, forzando al rey francés a cederles parte de su territorio (el ducado de Normandía). Otros países de Europa Central también sufrieron sus terribles acometidas. En sus andanzas llegaron muchas veces  hasta España (entre los siglos IX y XIV), luchando indistintamente contra cristianos y contra musulmanes. También cruzaron el Mediterráneo, invadiendo (en menor medida) las islas de este mar, así como Italia y las costas africanas. Durante mucho tiempo se ha especulado con la posibilidad de que llegaran a América, aunque no se ha podido confirmar con seguridad.
		Su valentía era sólo comparable a su crueldad. El suplicio del águila de sangre (que menciono en mi relato) era una de sus prácticas favoritas con los prisioneros que tomaban. Consistía básicamente en separar del cuerpo la estructura de costillas anterior y elevarla sobre la cabeza de la víctima (al parecer con pulmones y todo) como si fuera un águila. Después de unos cuantos siglos de sembrar el terror, el cristianismo fue echando raíces en estas naciones, con lo que poco a poco se aplacó su instinto guerrero; pero también los evangelizadores se encargaron de silenciar sus tradiciones, haciéndolas aparecer como supersticiones ante las generaciones posteriores.
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