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Empezé a construir esta casa en 1991, hace más de 11 años. Tenía algo de dinero, no mucho, y desde hacía tiempo quería tener mi propio lugar. El terreno ya lo tenía, un par de hectareas en la zona montañosa alrededor de Tenango de Doria, un pequeño pueblo a 4 horas de la ciudad de México, a medio camino entre el altiplano y el golfo de México. El lugar es precioso; es parte de la Huasteca hidalguense, en la Sierra Madre Oriental, un microcosmos cultural y ecológico muy diferente a la realidad del altiplano. Esta es región otomí, y el idioma otomí, o ñahñuh, es todavía la lengua principal en los pueblos más pequeños y las rancherías esparcidas alrededor de Tenango.

El diseño original de la casa lo hizó un primo mío, José Luis RoblesGil Cañedo, quien es lo más cercano a un genio que yo personalmente conozco, y como todo genio, también es un neurótico y un paranoico, y es díficil tratar con él por mucho tiempo sin tener problemas. Pero no quita que sigue siendo un genio, y eso se lo respeto mucho en él.

Este es uno de sus proyectos más pequeños. La forma de la casa es una doble helicoidal inscrita en un círculo de 10 metros de díametro. El aréa de construcción son 78 metros cuadrados. Como ya sabrán, el círculo es la forma que da más aréa por perímetro, maximizando el espacio, aunque por supuesto en el mundo real construir muros circulares es mucho más complicado que muros rectos.

 

En aquella ocasión trabajé en la casa alrededor de un año, hasta que se me acabó el dinero. El presupuesto original para toda la casa no alcanzó más que para los cimientos y los muros y tuvé que parar la obra. La casa quedó abandonada por casi 7 años, sin hacerle absolutamente nada. El clima aquí es húmedo, y la maleza crece tan rápido y tan denso que después de cierto tiempo ya no se podían ver las paredes desde una distancia de 10 metros. Como si estuviera en medio de una selva.

Fue en enero de 1998 cuando regresé de otro de mis viajes, y como de nuevo tenía algo de dinero decidí trabajar de nuevo en la casa hasta verla terminada. Me llevó tres años. Esta vez ya no busqué a mi primo, retomé el proyecto y cambié un montón de cosas del diseño original, adaptándolo a nuevas circunstancias (él no estuvo muy contento al respecto). Yo mismo hizé la mayor parte del trabajo, con sólo ayuda ocasional de algunos trabajadores. Hizé la plomería, instalación eléctrica, lozeteada y azulejeada, y todo el trabajo de carpintería. Esto último me llevó bastante tiempo, ya que esas ventanas curveadas y descuadradas fueron cualquier cosa menos sencillas. Todo fué hecho con mucho cuidado por el detalle.

Esta en una casa única y original. Para hacer una casa de estas hay una sola cosa que es indispensable. El dinero no lo es, aunque siempre es bueno tener un poco. Mucho más importante es el tiempo, porque la mayor parte de las cosas las va a hacer uno mismo. Pero más importante aún que el tiempo es tener una obsesión. Y así vamos llegando al único elemento que es realmente indispensable, y éste es: hay que estar un poco loco.

 

Aquí hay unas fotos del interior de la casa :

La puerta que divide la sala de la recámara. El vidrio emplomado en la pared lo hize en Japón, en el taller de Tetsuzo Mori.
La sala iendo hacia la cocina. A lo largo de las paredes hay azulejos empotrados con diferentes símbolos y poemas o pensamientos.
La pared que divide la sala de la cocina.
Vista de la cocina hacia la sala. En esta casa me hize carpintero, plomero, electricista, albañil y azulejero.

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