"Hoy el mar parece más tranquilo
que nunca. Los tonos gris-azulados del horizonte confunden el ancho
mar con el infinito cielo. Todo está en calma. Una gaviota presumida,
sintiéndose observada, riza su vuelo en una caída vertiginosa al vacío;
se detiene en su vuelo, parando sus alas a centímetros del agua, como
admirando el color y la quietud; temerosa de romper la uniformidad del
mar levanta el vuelo y lanzando un graznido atroz, escapa de mi vista.
El grito del ave, más que grito lamento, ha perforado el silencio, la quietud
del atardecer. ¿Por qué no hundió su cabeza buscando comida?
¡Qué extraño silencio ha quedado!
El mar, más negro que de costumbre a esta hora, parece haberse petrificado
tras el graznido de la gaviota.
La luz de los focos auxiliares de seguridad parecen simples llamas
de velas, incapaces de taladrar la inmensa negrura que por segundos va acrecentándose
en el mar.
"El día que murió el mar"
(fragmento)
Mariluz ©