IMPULSAR LA TRANSICION O PRESERVAR AL SISTEMA

(Por JOEL ORTEGA) - Diario Milenio


En el tramo fínal de la contienda por la Presidencia sigue manteniéndose un empate virtual entre Francisco Labastida y Vicente Fox. La campaña contra la candidatura comprometida con una plataforma y un gobierno de transición está orientada a mostrar a Fox como mentiroso, incongruente incapaz y loco. No importan los compromisos ni la plataforma para considerar su propuesta. Se prefiere exagerar episodios anecdóticos, como el famoso "hoy" del martes negro, y se evade analizar lo que suscribe públicamente.

El lunes 29 de mayo Vicente Fox suscribió la plataforma que elaboraron ocho partidos (PAN, PRD, PT, Partido del Centro Democrático, Partido Verde Ecologista, Convergencia Democrática, PAS y PSN) durante las negociaciones para conformar la frustrada Alianza Total de las oposiciones. Este hecho político mostró claramente cómo el problema de una alianza opositora no radicaba en la adopción de una plataforma común, ni en las divergencias ideológicas sino, desafortunadamente, en el desacuerdo en torno de la candidatura presidencial. Si ese asunto no se hubiera puesto en primer plano, hoy tendríamos una alianza a punto de salir victoriosa el 2 de julio. Como lo muestran las encuestas de intención de voto, donde sumadas las preferencias de la Alianza para el Cambio y las de la Alianza por México reúnen alrededor de 60 por ciento. Intentar una alianza en los hechos, en virtud de votar por el candidato capaz de ganarle al del PR1 y que además hizo suya la plataforma de los ochopartidos, no tiene nada de compulsivo, ni esconde mesianismo ni autoritarismo alguno.

Los Compromisos para un Gobierno de Transición Democrática, que insistimos Vicente Fox hizo suyos, contienen definiciones como la siguiente : La plataforma para la transición es ya posible porque la mayoría de los ciudadanos la hizo suya. Ganar la Presidencia de la República abre la oportunidad para construir el régimen político democrático que hasta hoy no hemos podido tener.

Nuestra convicción es que todos los mexicanos deben estar incluidos en el nuevo acuerdo de convivencia democrática, en condiciones de libertad y de justicia para que México se mantenga como país soberano. Los compromisos que hacemos públicos son :

1.- Concertar nuestro esfuerzo, determinación e inteligencia en construir un nuevo régimen político que sea democrático.

2,-lmpulsar un crecimiento económico que multiplique las oportunidades de educación y empleo remunerativo para la gente. 3,-Disminuir la marginación y la desigualdad social.

4,-Combatir la corrupción con decisión y eficacia, empezando por los altos niveles de la función pública.

5,-Fortalecer la autoridad y la legalidad para reducir la inseguridad y enfrentar con mayor eficacia a la delincuencia y al narcotráfico.

6.-Proteger los recursos naturales y enfrentar las situaciones de emergencia ambiental con visión de largo plazo para darle sustentabilidad al futuro del país.

7,-Recuperar el orgullo nacional, afirmar la soberanía sobre nuestras decisiones políticas y desarrollar en el mundo un liderazgo que nos permita defender con eficacia nuestros intereses nacionales y apoyar la paz, la democracia, el desarrollo sustentable y el respeto a los derechos humanos.

Estos compromisos no borraban las diferencias ideológicas. Por ello se dice claramente: "Al pactar éste acuerdo cada una de las fuerzas ha mantenido sus principios ideológicos y sus propuestas. En los temas en los que nos dividimos, hemos hecho el compromiso de que en la próxima Legislatura de la Cámara de Diputados no se iniciarán reformas para modificar las normas constitucionales en lo que se refiere a los artículos 3, 27, 28 y 123 de la Constitución de la República. No se privatizará el petróleo ni se modificará el régimen constitucional en la energía eléctrica".

Es posible encontrar diferencias y deficiencias en muchos de los compromisos, pero lo importante es que fueron suscritos y elaborados por prácticamente todos los partidos opositores. El hecho político de que Vicente Fox los suscriba no es un detalle menor, puesto que en política, como dice mi buen amigo Eliezer Morales Aragón, las palabras andan. Las objeciones de algunos analistas y de ciertos perredistas a un apoyo meramente pragmático y reducido al criterio del voto útil a la candidatura de Vicente Fox caen por su propio peso. Ahora ya sólo queda el recurso de afirmar que Fox no va a respetar los acuerdos. Con esa lógica todo se reduce a la magia y a la introducción de elementos subjetivos y prejuiciosos para adoptar tal o cual postura política.

En la lucha política se busca influir y convencer a los aliados en favor de determinadas ideas, incluso se pretende construir consensos con los adversarios. Es aquí donde se prueban la justeza de ciertas tesis y la capacidad para argumentar y convencer. No es en el terreno de la descalificación, la difamación y el empleo de ataques personales donde se prueban los principios y la congruencia políticas.

Tiene cierta explicación que el PR1 y todo el aparato estén desesperados y se refugien en el empleo de la calumnia y la utilización de los recursos públicos para evitar el triunfo de la oposición capaz de conseguirlo. Resulta preocupante y desalentador que esa mismas

armas sean esgrimidas por quienes sostuvieron una lucha por el cambio durante los pasados 12 años. No se trata de acusar a nadie. Simplemente habrá que hacerse cargo de la responsabilidad de no haber entendido el momento y la oportunidad de aprovechar esta coyuntura para derrotar al PRI por medio del voto e iniciar así un proceso de reformas políticas y sociales mediante un gobierno de transición.

Extender la convicción de la urgencia de la transformación política del régimen priista no regalándole ningún voto, ni permitiendo el mínimo fraude es hoy una tarea de izquierda. El refugio dogmático en principios ideológicos de una izquierda anacrónica es el mejor servicio que se le puede dar a un sistema caduco. Perpetuar la dominación priista a cambio de mantener una cuota de poder y las canongías para una burocracia partidaria es adoptar en los hechos, aquí y ahora, una conducta conservadora.

Todos los cambios generan inquietudes y abren interrogantes, incluso implican riesgos. Nadie tiene la varita mágica para garantizar la perfección de un proceso de reformas, ni siquiera eso ocurrió con las revoluciones triunfantes del siglo XX, ni con las precedentes. Los peligros de una perversión de los objetivos y de los ideales están siempre presentes en cualquier proceso político y social. Claro que aventurarse a apoyar una candidatura proveniente de la derecha, con la que se tienen y se deben mantener una gran cantidad de diferencias, resulta muy incómodo. La batalla para preservar principios ideológicos no tiene tregua, como tampoco la tenía al apoyar una candidatura proveniente del PR1.

El problema no estriba en cómo refugiarse en un monasterio de cartujos inmunes a las influencias mundanas, puros, castos, pero perfectamente pasivos, sino en atreverse a nadar en las aguas turbulentas de mares desconocidos. Las excomuniones, las pilas de leña verde para limpiar al mundo de los herejes funcionaron durante el medievo, hoy estamos ante una tarea modesta, pero trascendente e imprescindible para frenar la descomposición social de la nación, unir a todos los ciudadanos dispuestos a ejercitar su dignidad y su soberanía emitiendo un voto por la transición. La letanía conservadora del priismo acusando a Vicente Fox de mentiroso, incongruente, incapaz y loco, vale para los temerosos de perder su casi centenario dominio, no puede ser la que esgriman quienes libraron batallas por el cambio a menos que hayan cambiado de rumbo y retornado, algunos, cual pródigos hijos a la vieja cuna.

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