César Evora se inició en las telenovelas mexicanas en Corazón Salvaje, hace ya casi diez años. Lo más impactante (para mi) de ese debut, aparte su extraordinario encanto físico, fue el distanciamiento que imprimió a su personaje. Aun en sus momentos de pasión, Marcelo permanecía aparte de trama y personajes, como una efigie observadora e impávida. Esta característica acompañó a César durante las telenovelas que anualmente protagonizara en casi una década en México. Siempre hermoso, siempre impasible, siempre prometiendo algo que no llegaba a cuajar.

Tuvo que venir Abrázame Muy Fuerte para que descubriésemos que este habanero divino poseía una versatilidad actoral abrumadora y una sensualidad que desmadra. En esta novela, Cesar manifiesta emociones y opiniones con un simple lenguaje corporal y facial. Incluso revela una veta cómica, ya que a ratos parece guiñarle un ojo al publico, indicando que nadie puede ser tan vil y cínico como su personaje.

Porque se necesitó de eso y más para hacer que Federico Rivero, violador, ladrón y asesino de niños y sacerdotes, se nos volviese un personaje simpático y seductor. Hay que confesar que César usó sin empacho su atractivo y dio rienda suelta a esa carga sensual que antes reprimiese. Gran parte de las escenas de cama que convirtieron a Abrázame en una de las novelas más atrevidas de Televisa, fueron protagonizadas por Federico, y Cesar las elevó por encima de lo chabacano y lo pornográfico, aun en esos momentos en que tanto jadeo y gemido nos hacía sonrojar.
Su mayor logro fue quitar el morbo a esa escena en que acabando de hacer el amor ,estrangula a su nuera-amante. Las últimas palabras de Debora (Nailea Norvind), mientras lucha por librarse de su atacante son "¡Federico, te amo!" . No habíamos visto desde el Matador de Almodovar una escena que lograse vincular sexo y muerte como lo hizo ésta.

Entre Liliana Abud y César se logró humanizar a Federico a quien vimos asustado, llorando, conmovido, enamorado e incluso juguetón y tierno con su bebé. Pero la moral tuvo que prevalecer y al final nos estafaron con ese cuento de que Federico era el mero Satanás y terminaron lanzándolo de cabeza a un volcán en erupción.

Para mayor ignominia , en el último capitulo nos lo traen con unos ojos rojos que parecen señales de tránsito y unas pelambreras dignas de Robinsón Crusoe. Pero cuando, herido de muerte, mira a su esposa-victima y le dice con esa voz irresistible "¡Que bella eres Cristina!", sabemos que la susodicha (además de que se le vencieron todos los elásticos de sus prendas intimas) tendrá que perdonarlo. Y Cristina (Victoria Ruffo) lo perdona con una voz cargada de reproches. Quizás si Federico le hubiese confesado su amor antes, las cosas no hubiesen tenido tan triste fin.

Al final, Federico no era un ser satánico, sino una de esas deidades de panteón antiguo que se pasaban el día seduciendo mortales y diosas (aun sus parientas) y procreaban hijos para devorarlos.

Falta ver si César Evora podrá, con su trabajo futuro, hacernos olvidar a Federico Rivero.
SEÑOR TENTACION
Con sólo verlo caminar, ya daban ganas.....
Papacito Cesar como Federico Rivero
-Maria Elena Venant
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