Uruguay Laico

 
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  El Presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, anunció recientemente la intención de su gobierno de emplazar una estatua de Karol Wojtiyla, ex Papa Juan Pablo II de la Iglesia Católica, en la intersección de Bulevar Artigas y Avenida Italia, en la ciudad de Montevideo. Mientras la mencionada decisión ha sido transferida y aprobada en la Junta Departamental de Montevideo, los abajo firmantes deseamos hacer constar nuestro rotundo rechazo al referido emplazamiento, por los siguientes motivos:

1) La colocación de un monumento a un jerarca religioso en un punto emblemático de la capital del país viola la laicidad del Estado uruguayo. Los abajo firmantes respetamos el derecho a profesar todas las religiones y a situar símbolos religiosos en lugares apropiados. Pero la colocación de un monumento de ese tipo en un espacio público y representativo como lo es el mencionado sitio, implica la anuencia al homenaje de toda la colectividad. Un homenaje de ese tipo sólo corresponde a un prócer o personalidad objeto de honor por parte de la sociedad.

2) El señor Wojtiyla fue una figura controvertida que está lejísimos de gozar de esa admiración consensual. Su papado estuvo marcado por posiciones retrogradas en asuntos sociales acuciantes como la prevención del sida y la planificación reproductiva, así como fue sorprendente la furia con que arrasó movimientos progresistas que procuraban comprometer a la Iglesia con la justicia social en Latinoamérica. Mucho peor aún, a lo largo de su mandato, comprobadamente se cometieron crímenes masivos que llegan a la monstruosidad, como lo fue la violación repetida y sostenida de miles de niños, abusados por centenares de sacerdotes católicos, subordinados del señor Wojtyla. Innumeras denuncias sobre estos hechos fueron desoídas y encubiertas por el Vaticano. Los acusados no sólo no fueron destituidos, sino que fueron trasladados a nuevas parroquias, donde desavisados padres confiaron sus hijos para que fueran degradados y traumados de por vida en nombre de Dios. Muchos de estos chicos, abusados a lo largo de años, acabaron cometiendo suicidio. Cuando el escándalo tomo carácter público, lejos de reaccionar con la furia condenatoria que siempre usó contra la
tolerancia sexual, el preservativo y la Teología de la Liberación, la política del señor Wojtiyla fue el silencio y la resolución confidencial de un mar de demandas de reparación económica. Hasta ahora más de 850 sacerdotes (sic) han sido acusados de abuso sexual, y la Iglesia ha invertido alrededor de mil millones de dólares (sic) en indemnizaciones, salidos de donaciones que deberían ser destinadas a la ayuda de los
necesitados.

3 Un eventual monumento de las características que se propone, agregando la escultura de Wojtiyla a la Cruz allí ya existente, transforma un símbolo religioso como es la Cruz en un homenaje a un individuo y no necesariamente representativo del colectivo de la religión Católica. Del punto de vista del espacio urbano, ya la ubicación de la Cruz en esa zona de Bulevar Artigas generó una competencia del punto de vista emblemático con el Obelisco unánimemente reconocido Monumento Histórico Nacional, que conmemora a los Constituyentes de 1830. El Obelisco se identifica en el contexto urbano porque nace y se agudiza como elemento vertical destacado a la distancia desde ambas avenidas principales de la ciudad y tiene un indiscutido valor artístico y cultural. La construcción de la Cruz a escasos metros, lejos de generar dos hitos en la ciudad, genera un efecto contrario empalideciendo al primero. La Cruz fue en su origen hecha como un elemento transitorio para el escenario construido ante la visita del Papa en ese entonces. La decisión de dejarla en ese sitio no expresa la voluntad del conjunto de los Montevideanos, que consideramos que los monumentos ubicados en las principales arterias deben reflejar la memoria colectiva de todos y que debe requerir un estudio previo a nivel de su impacto urbano. Parece lógico entonces que un monumento de esas características se ubique en un espacio mas contenedor, donde sus seguidores puedan rendirle culto; un espacio más intimista, y no en esa ubicación que se constituye en intersección de paso, donde no hay siquiera un lugar que le sirva de base como sucede en el Obelisco.

Esperamos se reconsidere esta propuesta y se estudie una nueva ubicación acorde a lo que se ha hecho para otros monumentos de otras figuras de similares características.