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El de 8 de setiembre de 1977 se reúnen
con Fidel Castro en el ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR) el jefe
de la DAAFAR General Francisco Cabrera, el Jefe de la Brigada de Cazas
de San Antonio teniente coronel Rubén
Martínez Puente, el sustituto del Jefe de la DAAFAR coronel
Rafael
del Pino, y otros jefes militares de alto rango. Cuando aparece Castro,
éste explica la situación. El gobierno dominicano se mostraba
obstenido a arreglar el incidente armoniosamente, y se mostraba arrogante.
El gobierno cubano no toleraría afrentas al honor del país
y de sus ciudadanos, por lo que sin renunciar a los esfuerzos diplomáticos,
se decidió demostrarles irrefutablemente que las cosas no se quedarían
así, y que los pescadores no serían abandonados a su suerte.
Se prepara la incursión
Cada MiG-21bis llevaría en este primer vuelo un tanque adicional de combustible de 800 litros, y cuatro misiles térmicos K-13 (AA-2). En caso de segunda misión de ataque real, la División Oriental de la DAAFAR les situaría el armamento, y los MiG-21 llevarían bombas FAB-250 y FAB-500, de 250 y 500 kg respectivamente, y los terribles racimos de cohetes S-24. De nuevo, como era frecuente en las operaciones del mando cubano, la acción era otra iniciativa propia ajena al gobierno soviético, a los que no se podía mezclar en el incidente. Si los dominicanos llevaban el caso a las Naciones Unidas, se debían tomar medidas para que todo el armamento suspendido y los tanques no tuvieran letras rusas, y no fuera usado como prueba acusatoria contra la URSS. Los tanques auxiliares eran necesarios para el vuelo, pero de vuelta ya vacíos se convertían en un estorbo, pues empeoraban la relación consumo - recorrido, y debían ser lanzados sobre el mar. Como flotarían un buen rato, podrían llegar a las costas dominicanas (como llegó a ocurrir en realidad), por lo había que limpiarlos. El espacio aéreo de Haití tampoco debía ser violado. El asunto debía implicar sólo a Cuba y República Dominicana. Del Pino recibe la orden de escoger los 12 pilotos más experimentados para hacer la primera misión, que debían ser preparados con el mejor escuadrón de MiG-21bis de San Antonio, y se dirige inmediatamente a la esa base. A su vez ganando tiempo, el jefe de la Brigada de Cazas de allí, teniente coronel Rubén Martínez Puente, ordena a su sustituto el mayor Henry Pérez Martínez, uno de los mejores pilotos cubanos: "Oye, necesito selecciones doce pilotos, entre ellos tú, para cumplir una misión importante" (1). Henry Pérez inmediatamente se dedica a escoger los mejores pilotos de la base de San Antonio, y cuando va al despacho de Martínez a acordar los nombres, allí ya se encuentra Rafael del Pino. Ambos aprueban la lista de pilotos, reparten los hombres por tres escuadrillas de 4 MiG-21 cada una, y le explican, que el líder de la misión será del Pino, y Henry Pérez no irá como jefe de escuadrilla, sino como número suyo, para tomar el mando del escuadrón en caso de que le ocurra algo a del Pino. Todo esto significaba que el peso principal de los preparativos recayera sobre Henry Pérez, pues aunque del Pino es audaz y arriesgado en el aire, "era terriblemente apático a todo lo que no fuera volar", por palabras de Pérez (1). Los 12 pilotos serían: coronel Rafael del Pino, mayor Henry Pérez Martínez, teniente coronel Jorge Villardel, mayor Benigno Gonzáles Cortés, capitán Arnaldo Torres Biart, capitán Manuel Rojas García, capitán Rigoberto Morales, capitán Evelio Bravo, capitán Armando Castellanos, capitán Raúl Hernández Vidal, mayor Pedro Pérez y capitán Díaz. Eran todos excelentes pilotos de alta profesionalidad, y algunos con experiencia de combate, como el mayor Benigno Cortés, quien había sido jefe del primer escuadrón de MiG-21MF llegado a Angola en 1976, y que acompañaba a del Pino cuando éste con su MiG-21MF destruyó un Fokker F-27 enemigo en ese país el 13 de marzo de 1976. Al mediodía los pilotos escogidos fueron reunidos en el salón de briefings a esperar indicaciones especiales de un alto jefe que debía llegar de un momento a otro. Los pilotos se impacientaban, cuando de repente Rigoberto Morales, que espiaba por la ventana, les grita: "Caballeros, es Fidel, ¡es Fidel!"(1). Los pilotos se sorprendieron al ver que quien vino a reunirse con ellos era el mismo Fidel Castro, que llegó en su negro auto ruso Chaika, para comprobar cómo se habían preparado, y por lo tanto, comprendieron que era una misión de suma importancia. Fidel los reúne en el despacho de Martínez, de cuya pared colgaba un mapa a todo color que incluía la República Dominicana, Haití y la parte oriental de Cuba, con un enorme título a color que decía "Operación Pico". Les hace mil preguntas sobre los aviones, sobre cada piloto, sobre el estado anímico, si existía alguno con problemas familiares o de otro tipo, les explica las causas políticas del incidente, la misión a cumplir. Recuerda Henry Pérez: "La misión consistía en darles una contundente lección para que ellos mismos sacaran conclusiones de lo que éramos capaces de hacer"(1). Al final Fidel les dice: -¡Creo que todo está muy bien!, la única observación que les hago es que deben darle indicaciones al personal técnico para que les quiten las marcas de fabricación a los tanques auxiliares de combustible que se verán precisados a lanzar cerca de Puerto Plata una vez que los consuman. Aunque el gobierno dominicano sepa que somos nosotros los que violamos su espacio aéreo, no debemos dejar ninguna huella que contenga letras rusas, para no comprometer a la Unión Soviética. Además, toda esta operación la estamos haciendo a espaldas de ellos.(2) Fidel les desea suerte: "Que todo nos salga
bien y sólo tengamos que meterles un poco de miedo nada más"(1).
Al
irse Castro, Rafael del Pino y Henry Pérez siguen planificando las
mejores variantes del vuelo, y al terminar, del Pino se va de la base,
y algunos pilotos se fueron a hacer ejercicios físicos. Los pilotos
fueron acuartelados en San Antonio, y esa noche antes del vuelo, después
de comer, jugaron dominó, oían música o miraban la
TV. A las 22.00 h Pérez revisa el borrado de los letreros rusos,
y a las 24.00 llega el jefe de la DAAFAR Francisco Cabrera a hacer una
última inspección.
La
misión sobre Santo Domingo
A la mañana siguiente del 9 de setiembre de 1977 temprano por la mañana el escuadrón de MiG-21bis despega en silencio radial de la base de San Antonio hacia Guantánamo, adonde llegan tras recorrer los 900 km en 50 minutos de vuelo a 500-1,000 m de altura en un cielo totalmente despejado. Allí en Guantánamo el personal técnico reabastece los MiG-21bis con rapidez, y todos están ya listos a las 8.30 h para proseguir a su misión hacia Santo Domingo. La escuadrilla líder vuela al frente, y las otras dos a sus lados y detrás, con una separación entre ellas de 500-1,000 m lateral y de 1,000-1,500 m de fondo. Entre las parejas de cada escuadrilla esta separación sería de 50-150 m. El vuelo a 580 km de distancia se haría a la altura óptima económica en el MiG-21bis, de 6.000-8,000 m, lo que permitiría descender los últimos 90 km en potencia mínima (80-85% de revoluciones del motor), manteniendo la misma velocidad. A 20 km del objetivo las escuadrillas se separarían, para "atacar" cada una su objetivo sin molestarse mutuamente, y se reunirían sólo para el vuelo de regreso a Guantánamo. El simulacro de ataque fue todo un éxito, los MiG-21bis rompen sobre Quisqueya a media mañana. Efectúan varios pases sobre Santo Domingo, conectando la postcombustión, y rompiendo la barrera del sonido en vuelo rasante, rompiendo cristales y causando el pánico en la ciudad. Imitan ataques, pero sin emplear armamento alguno, contra la Casa de Gobierno, el Muelle Real, el Aeropuerto y la zona residencial. La escuadrilla de del Pino "ataca" el Muelle real y el barrio residencial. Al final del Pino hace un pase tan bajo, que Pérez pensó que se tragarían todas las antenas de TV de las casas aledañas. Pasaron a corta distancia por el lado de un alto hotel, de cuyos balcones salían los turistas alarmados a ver lo que pasaba, y mirando con asombro las maniobras de los MiG-21, quizás confundiéndolos con cazas norteamericanos. Los F-51D Mustangs dominicanos ni intentan despegar, pues como comentó un piloto dominicano: "No podemos hacer nada contra jets"(4). Todos los aviones regresan sin problemas a Guantánamo.
Allí del Pino recibe la felicitación telefónica de
Fidel Castro por el éxito del vuelo, y le indican que vuele a La
Habana en el Yak-40 de transporte que lo esperaba, para informar personalmente
sobre los resultados del raíd. En el Estado Mayor General ya estaban
Fidel Castro, el Ministro Raúl Castro, y demás altos oficiales.
Del Pino tiene que esperar unos minutos, pues los jefes militares estaban
leyendo con interés las copias de las conversaciones entre los mandos
militares dominicanos y los altos funcionarios del gobierno, que habían
sido enviadas inmediatamente por los servicios de inteligencia cubanos
y los regimientos de radioescucha que monitoreaban las comunicaciones de
los países vecinos. Del Pino dice que se asombra, pues aunque conocía
que los servicios de inteligencia cubanos estaban muy bien organizados,
"Nunca
pensé que fueran tan eficientes hasta poder incluso monitorear las
conversaciones telefónicas de las dependencias gubernamentales"(2).
El gobierno dominicano cede
Los dominicanos llaman a la 13.00 dispuestos a arreglar el incidente diplomáticamente, pero todavía no han liberado a los barcos, y el ultimátum de 24 horas dado por Castro a los dominicanos se terminaba a las 10.00 de la mañana del día siguiente 10 de setiembre. Al escuadrón se le da la orden de que se prepare a bombardear Santo Domingo. Allí debían ser atacados los cuarteles del Ejército, la Marina y la Policía con entre otras armas, bombas rusas FAB-500 de 500 kg. Los objetivos estaban en zonas densamente pobladas, y como tales bombas no son de alta precisión sino inertes, pero con un descomunal poder destructivo, capaces de borrar una manzana entera, podrían causar muchas víctimas inocentes. Por eso se cambia el primer objetivo, que debía ser la base aérea FAD de San Isidro. El 10 de setiembre a las 8.30 h, día del esperado ataque, ya estaban listos los MiG-21bis con sus armas y se daba el briefing con los pilotos mientras del Pino esperaba la confirmación de La Habana. En ese momento llega el esperado cifrado del alto mando: "Barco devuelto. Regresar con el circo a casa a las catorce horas. Firmado Senén Casas Regueiros Jefe Estado Mayor General"(2) Ya no hacía falta el golpe aéreo.
El Gobierno de la hermana República Dominicana razonablemente liberó
al mercante cubano, y la crisis terminó
Epílogo
La suerte de cada piloto participante en la Operación Pico fue diferente, y refleja la rica experiencia combativa de la FAR. El capitán Raúl Hernández Vidal muere 6 meses después, cuando en marzo de 1978 su MiG-21bis es derribado por la AAA somala en la guerra del Ogadén, Etiopía (3). Casi al mismo tiempo en ese conficto fue derribado Benigno Cortés, que logra catapultearse a salvo, y siguió su exitosa carrera en la FAR. Ya en 1976 Cortés había participado con del Pino en varios combates en Angola, destruyendo al Fokker F-27. Arnaldo Torres combate en Etiopía y Angola. Manuel Rojas cumple misiones contra Bahamas en 1970, en Etiopía en 1978, y varias veces en Angola, siendo allí derribado por un Stinger de la UNITA en setiembre de 1987, cayendo prisionero por 7 meses. Rafael del Pino llega a General de Brigada, y deserta a Estados Unidos en 1987. Henry Martínez participa en varias misiones importantes en Angola, dirige los MiG-21bis en la defensa de Canganba en 1983, y llega a ser el piloto más condecorado de la FAR. Jorge Villardel en 1980 hunde el patrullero bahamés "Flamingo", y participa en numerosas misiones en Angola hasta 1988, llegando a altos puestos de la FAR. Pedro Pérez llega a ser jefe de la FAR. Hoy estos hombres ya están retirados del servicio activo, disfrutando de un merecido descanso.
Fuentes
1-Henry Pérez Martínez. "Piloto maestro". Ediciones Mercedes y Rio. Dundas, Ontario, Canadá.1994 2-Rafael del Pino. "Proa a la libertad". Editorial Planeta Mexicana, S.A.1990 3-Enrique Carreras. "Por el dominio del aire". Editora Política. La Habana. 1995 4-Archivos del autor |
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