CARTAS DE AMARNA

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Los tres centenares largos de tablillas descubiertas en Tell-el-Amarna, pertenecientes a los archivos reales de Amenofis III y su hijo Amenofis IV, escritas en acadio, proporcionan una información extraordinariamente importante y completa sobre la situación internacional del Próximo Oriente en la primera mitad del s. XIV. Las cartas revelan la importancia del protocolo, que requería una forma de salutación elaborada, algo que no se da en documentos similares hallados en el archivo de Ugarit, pertenecientes al s. XVIII. Se incluyen aqui tres cartas dirigidas al faraón egipcio. Las dos primeras, por el casita Burnaburiash II (1375--1347), y la tercera por el asirio Assur-uballit (1366--1330). Todas revelan el interés obsesivo de los principes asiáticos por el oro egipcio (tan abundante en ese país como el polvo, dirá Assuruballit), que emplearían para ornar las construcciones emprendidas de palacios y templos. A cambio, Mesopotamia manda caballos y lapislázuli. Estos intercambios de objetos suntuarios o bienes de prestigio se realizan siempre en la forma de regalos entre hermanos, siguiendo el principio de "do ut des", y es esta hermandad la cualidad que mejor define la alianza y buenas relaciones entre soberanos del mismo rango. Las tres cartas muestran los reproches de los asiáticos ante la poca cantidad de oro enviado, cuya emisión ha de ser supervisada personalmente por el faraón (carta 1). Otra preocupación general la constituyen los ataques de que son objeto las caravanas de los enviados reales en tierras dependientes de Egipto por parte no sólo de elementos nómadas, sino aun de las propias autoridades egipcias (carta 1). El tono de la correspondencia entre el faraón y el casita Burnaburiash sugiere un declive en las relaciones entre ambos paises, quizás como consecuencia del debilitamiento progresivo de Egipto con Amenofis IV; en la primera carta de aquel destacan los ingenuos reproches ante la falta de preocupación de su hermano por su salud, que ignora realmente la lejanía de Egipto. Asimismo, las protestas de Burnaburiash (carta 2) y su declaración de hegemonía política sobre Asiria, muestran a las claras la expansión de ésta con Assur-uballit.

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Dos cartas de Burnaburiash II.

A Naphururia (Amenofis IV), gran rey, rey de Egipto, así habla Burnaburiash, gran rey, rey de Karaduniash (nombre casita de Babilonia), tu hermano. Yo y mi casa, mis caballos y mis carros, mis notables y mi tierra estamos perfectamente. Que el bienestar reine sobre mi hermano y su casa sus caballos y sus carros, sus notables y su tierra.

 

Desde el día en que el enviado de mi hermano llegó ante mi, mi cuerpo no ha estado bien, y su enviado nunca ha comido o debido ante mi. Mira, si preguntas a tu enviado, no puede decirte que mi cuerpo no está bien, y... Y como mi cuerpo no está bien y mi hermano..., dejo que caiga la cólera sobre mi hermano con las siguientes palabras: "¿Que estoy enfermo no deberia saber mi hermano? ¿Por qué no ha levantado mi cabeza? ¿Por qué no se ha preocupado y ha enviado a sus mensajeros?". El enviado de mi hermano ha dicho ahora así: "No es corto el camino, para que tu hermano pueda enterarse y mandarte un saludo. Es largo el trayecto hasta tu hermano. ¿Quién puede informarle, de forma que te envíe rápidamente un saludo? Habló a continuación en estos términos: "Pregunta a tu mensajero si no es largo el trayecto..." Como yo preguntara a mi mensajero, y él dijera que el camino es largo, ya no hago a mi hermano objeto de mi cólera. Y como se ha dicho que en la tierra de mi hermano hay de todo, y que mi hermano nada necesita, de todo hay también en mi tierra, y yo nada necesito. Desde largo tiempo tenemos buenas relaciones con los reyes, y nos intercambiamos saludos. Esta relación debe mantenerse entre nosotros...

(Sólo, cuatro minas (ca. 2 kgs.) de hermosa piedra lasur (lapislázuli) he enviado a mi hermano como regalo, y también cinco tiros de caballos. Cuando el tiempo sea bueno, enviaré con mi futuro mensajero muchos hermosos regalos, y todo lo que desee mi hermano puede escribirlo...!

He emprendido un trabajo, y por eso escribo a mi hermano. Mi hermano debería mandarme mucho oro, que necesito para mi trabajo. ¡Pero el oro que mi hermano me envíe, que no lo deje al cuidado de funcionario alguno! ¡Que los ojos de mi hermano lo inspeccionen, y que mi hermano lo selle y lo envie! Pues en cuanto al oro anterior, que mi hermano no inspeccionó personalmente, sino que un funcionario de mi hermano lo selló y lo envió, de las 40 minas que metí en el horno, apenas si salió algo de valor. Y por lo que respecta a Salmu, mi enviado, por dos veces su caravana ha sido saqueada. Una vez la saqueó Biriazama, y a su otra caravana Pamahu, gobernador de una tierra que te pertenece. ¡Y este asunto lo debes reparar tú, mi hermano! Cuando mi enviado comparezca ante mi hermano, que comparezca entonces también Salmu! Su... se le debe devolver, y se le deben resarcir los daños!.

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A Niphururia, rey de Egipto, así habla Burnaburiash, rey de Karaduniash, tu hermano: Estoy bien. Que el bienestar reine sobre tí, tu casa, tus mujeres, tus hijos, tu tierra, tus grandes, tus caballos, tus carros.

Cuando mi padre y tu padre trataban en buena amistad, se enviaban uno a otro hermosos presentes, y nada se rehusaban. Ahora, mi hermano me ha enviado sólo 2 minas de oro.

Pero es esta una cantidad muy pequeña: ¡envía, pues, tanto como tu padre! ¡Y si dispones de poco (oro), manda la mitad que tu padre! ¿Porqué me has enviado sólo 2 minas de oro? Mi trabajo es frecuente en las casas de los dioses, y ahora he emprendido una obra: ¡envía mucho oro! Y tú, de cuanto necesites de mi tierra, escríbeme y se te enviará.

En la época de Kurigalzu, mi padre, se dirigieron a él los Kinahi en los siguientes términos: "La fronteras del país... queremos llevar al otro lado, y asociarnos contigo! Mi padre les dió la siguiente respuesta: "Abandonad la idea de tratar conmigo! No me declararé en contra de mi hermano el rey de Egipto, ni estableceré tratado con otro! ¿No debería, antes bien, saquearos? El está asociado conmigo!" Mi padre no actuó contra tu padre. Ahora (con respecto a esto): a los asirios, vasallos míos, no te he enviado, como han informado ellos. ¿Por qué han sido recibidos en tu tierra? Si te soy querido, no deben hacer negocio alguno. Vuelvan aquí con las manos vacías! Como regalo, te envío 3 minas de hermosa piedra-lasur y 5 tiros de caballo para 5 carros de maadera.

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Carta de Assur-uballit.

A Naphururia, gran rey, rey de Egipto, mi hermano, así habla Ashur-uballit, rey de Asiria, gran rey tu hermano: que el bienestar reine sobre tí, tu casa y tu pais!

Me siento muy complacido tras haber visto a tu enviado. Este se sienta, en verdad... ante mi. Te envió un hermoso carro real, 2 caballos blancos, un carro no revestido y un sello de hermosa piedra-lasur como regalos. Del gran rey... se dice: El oro es en tu tierra como el polvo; ... ¿Porqué hay en tus ojos...? Comienzo un nuevo palacio, y quiero tenerlo listo pronto. Mándame tanto oro como exige su decoración y sus necesidades. En la época en que mi padre, Ashur-nadin-ahe, mandaba a sus mensajeros a Egipto, le enviaban 20 talentos de oro. Y cuando el rey de Khanigalbat mandaba a sus mensajeros a Etu padre, en Egipto, le enviaban 20 talentos de oro. Mira, al rey de Khanigalbat soy yo..., (el casita debe de hacer alusión a que él no es inferior al rey de Khanigalbat) pero a mí me has mandado sólo un poco de oro, que no es suficiente a pesar de las idas y venidas de mi mensajero. Si es tu propósito que exista una sincera amistad, manda mucho oro! Y tú envía a gente de tu parte, y recibirás cuanto necesites!

Están lejos nuestros paises, por lo que nuestros enviados deben viajar con prudencia. Quienes han detenido a tu enviado han sido los Sutu (nómadas semitas al servicio de Egipto), sus perseguidores. Muerto estoy hasta que envíe a gente para tomar a los perseguidores Sutu su... No deden detener, en verdad, a mi enviado. ¿Por qué han de permanecer en tierra extranjera, y morir en tierra extranjera los mensajeros? Si han pasado en país extraño una parte de su tiempo, y el rey se ha aprovechado de ello, pueden entonces permanecer allí y morir; el rey tiene, ciertamente, una ganancia. Pero si no tiene ninguna, ¿por qué han de morir en país extranjero los mensajeros que enviamos?... Los enviados son atacados y muertos en tierra extraña:

 

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Carta de Rib-Addi de Biblos.

Anciano y enfermo, amenazado por una conspiración que intentaba entregar su ciudad a Aziru de Amurru, hijo de su viejo enemigo Abdi-Ashirta, Rib-Addi, el más fiel vasallo de Egipto, se ha refugiado junto a Hammuniri en Beirut; desde allí pide la ayuda del faraón. Este último no intervendrá, dejando que Rib-Addi caiga en manos de sus enemigos que le harán desaparecer.

Rib-ad[di dice] al rey, [su] señor, [el sol de los países]; [me he postrado] siete veces y siete veces a los pies [del rey, mi señor]. He escrito reiteradamente para (conseguir) [tropas de guardia], pero no se (me) han dado, [y no] ha escuchado el rey, mi señor, las palabra[s de su siervo]; he enviado mi mensajero al palacio, y [ha vuelto] (con las manos) vacía(s): no había tropas de guardia para él. Cuando las gentes de mi [casa] vieron que no había sido dado dinero (alguno), me reprocharon (?) como los gobernadores, mis hermanos, y me despreciaron. Por otra parte, me dirigí a Hammuniri y (entre tanto) un hermano mío, más joven que yo, enemistó conmigo a Gubla [Biblos] para entregar la ciudad a los hijos de Abdi-Ashirta. Cuando vio mi hermano que mi mensajero había vuelto (con las manos) vacía(s y que) no (había) tropas de guarnición con él, me despreció y así cometió un delito, y me expulsó de la ciudad. Que el rey, mi señor, no se eche para atrás (ante) las acciones de este perro.

Ahora no puedo entrar en el país de Mitsru [Egipto]; soy viejo y (sufro) una grave enfermedad en mi propia carne. Que sepa el rey, mi señor, que los dioses de Gubla están irritados (?) y se ha hecho crónica la enfermedad, aunque he confesado a los dioses mi pecado. Por esta razón no me he presentado al rey, mi señor. Ahora pues, he enviado a mi hijo, siervo del rey, mi señor, ante el rey, mi señor. Quiera escuchar el rey, mi señor, las palabras de su siervo y el rey, mi señor, dé tropas de arqueros que conqui[sten] la ciudad de Gubla a fin de que no entren en ella tropas enemigas, ni los hijos de A[bdi-A]shirta, (y) se haga necesario (?) que las tropas de arqueros del rey, mi señor, la reconquisten. Mira, (son) muchos los hombres que me quieren en la ciudad y pocos los enemigos. Al salir las tropas de arqueros y enterarse del día de su llegada, la ciudad volverá al rey, mi señor. Y sepa mi señor (que) estoy dispuesto a morir por el.

Cuando yo (estaba) en la ciudad, me esforzaba por guardarla para mi señor y mi corazón estaba fijo en el rey, mi señor. No habría entregado la ciudad a los hijos de Abdi-Ashirta. Por esta razón mi hermano me ha enemistado la ciudad, para entregarla a los hijos de Abdi-Ashirta. Que el rey, mi señor, no se eche para atrás respecto a la ciudad. Ciertamente (hay) en ella muchísimo oro y plata, (y) en sus templos (hay) mucho de todo. Si la conquistan, que el rey, mi señor, haga a su siervo como quiera, pero me dé la ciudad de Buruzilim para residencia .

Ahora estoy con Hammuniri, ya que Buruzilim (me) ha hecho hostiles las (otras) ciudades. Se han hecho enemigas por miedo a los hijos de Abdi-Ashirta. Cuando vine al lado de Hammuniri a causa de los hijos de Abdi-Ashirta, cuando eran más fuertes que yo y no había aliento en la boca del rey para mí, dije al rey, mi señor: mira, la ciudad de Gubla (es) suya. En ella (hay) muchas cosas del rey, las posesiones de nuestros antepasados. Si el rey se echa atrás, no le quedará ninguna ciudad de Kinahnu [Canaán]. Que el rey no se eche para atrás respecto a esa acción. Ahora he enviado ante el rey, mi señor, a tu siervo, mi hijo. Que el rey le envíe rápidamente con una tropa (que) tome la ciudad. Si el rey, mi señor, se compadece de mí y me vuelve a la ciudad, entonces la guardaré para el rey, mi señor, como anteriormente. Si el rey, mi señor, [no me vuelve] a ella [...] Ia ciudad de Buruzilim [... haga] como quiera la su siervo (?)...] Hammulniri] hasta que [me quede con él (?)]. [Que el rey, mi señor], escuche [las palabras] de su siervo y envíe con prontitud tropas (que) tomen la ciudad. Que el rey, mi señor, no se eche atrás respecto a esta mala acción, que fue cometida contra los países del rey, [mi señor], y el rey, mi señor, envíe rápidamente tropas de arqueros (que) tomen prontamente la ciudad. Cuando dicen delante del rey acerca de la ciudad: «la ciudad es fuerte», no es fuerte ante las tropas del rey, mi señor.

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Carta de Biridiya de Megiddo.

Al rey, mi señor y mi dios Sol, dice: Así Biridiya, el leal siervo del rey. A los dos pies del rey, mi señor y mi dios Sol, siete veces y siete veces caigo. Sepa el rey que desde que los arqueros regresaron (a Egipto?), Labayu lleva a cabo hostilidades contra mí, y que no podemos trasquilar la lana, y que no podemos pasar de la puerta en presencia de Labayu, desde que supo que no has dado arqueros; y ahora su rostro se dispone a tomar Meggido, pero el rey protegerá su ciudad para que Labayu no se apodere de ella. En verdad, la ciudad es destruida por la muerte a consecuencia de pestilencia y enfermedad. Conceda el rey cien tropas de guarnición para guardar la ciudad, a fin de que Labayu no la tome. Ciertamente, no hay otro propósito en Labayu. Intenta destruir Meggido.

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Carta de Labayu de Siquem.

Al rey, mi señor y mi dios Sol, dice: Así Labayu, tu siervo y el polvo que tú hollas. A los pies del rey, mi señor y mi dios Sol, siete veces y siete veces caigo.

He oido las palabras que el rey me escribió y ¿quién soy yo para que el rey pierda su tierra por mi culpa? He aquí, soy siervo del rey, y no me he rebelado y no he pecado, y no retengo mi tributo, y no desoigo las demandas de mi comisario. Me difaman malignamente, pero el rey, mi señor, no me impute la rebeldía.!

Además, mi crimen es, a saber, que entré en Gézer y dije en público: "Tomará el rey mi propiedad y no la propiedad de Milkilu? " Sé lo que Milkilu ha hecho contra mí.

Además, el rey escribió acerca de mi hijo. Ignoraba que mi hijo se asociase a los hapiru, y ciertamente lo he puesto en manos de Addaya.

Además, si el rey escribiera pidiendo mi mujer, ¿cómo podría retenerla yo? Si el rey me escribiera: "Hunde una daga de bronce en tu corazón y muere!", ¿cómo podría yo desobedecr la orden del rey?

 

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Carta del faraón al Milkilu de Guézer.

A Milkilu, príncipe de Guézer. Así el rey. Te envío esta tablilla para decirte: He aquí, te envió a Hanya, el comisario de los arqueros, con mercancías, a fin de tener concubinas hermosas, (es decir), tejedoras; plata, oro, vestidos (de lino), turquesas, toda especie de piedras preciosa, sillas de ébano, así como toda cosa buena, totalizando 160 deben. En suma: cuarenta concubinas: - el precio de cada concubina es cuarenta (siclos) de plata. Por consiguiente, envia concubinas muy hermosas y sin tacha. Y diga el rey, tu señor, a ti: "Esto es bueno. Para tí se ha decretado vida". Sabe que el rey está bien, como el dios Sol. Sus tropas, sus carros de guerra, sus caballos, están muy bien. He aquí, el dios Amón ha puesto el país alto, el país bajo, el sol levante y el sol poniente debajo de los dos pies del rey.

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Cartas de Abdu-Heba de Jerusalén.

Al rey, mi señor, dice; Así Abdu-Heba, tu siervo. A los dos pies del rey, mi señor, siete veces y siete veces caigo. ¿Qué hice al rey, mi señor? Me culpan ante el rey, mi señor, diciendo: "Abdu-Heba se ha rebelado contra el rey, mi señor". He aquí, en cuanto a mí, no fue mi padre, ni mi madre, quien me puso en este puesto; ¡el brazo del poderoso rey me condujo a la casa de mi padre! ¿Porqué iba a cometer una transgresión contra el rey, mi señor?. Mientras el rey, mi señor, viva, diré al comisario del rey, mi señor: "¿Por qué favoreces a los hapiru y te opones a los gobernadores?" Y así soy acusado en presencia del rey, mi señor. Porque se dice: "Perdidas están las tierras del rey, mi señor". Así se me infama en presencia del rey, mi señor! Pero sepa el rey, mi señor, que cuando el rey estableció una guarnición, Yanhamu se apoderó de todo, y ... la tierra de Egipto... ¡Oh rey, mi señor, no hay tropas de guarnición aqui! ¡(Por consiguiente), cuide el rey de su tierra! ¡Cuide el rey de su tierra! Todas las tierras del rey se han rebelado; Ilimilku (2) causa la pérdida de todas las tierras del rey. Cuide el rey de su tierra! Repito: "Permítaseme entrar a la presencia del rey, mi señor, y déjeseme ver los dos ojos del rey, mi señor". Pero la hostilidad contra mí es recia, y no puedo entrar a la presencia del rey, mi señor. Quiera el rey enviarme tropas de guarnición, a fin de que pueda entrar y ver los dos ojos del rey, mi señor. Tan cierto como que el rey, mi señor, vive, cuando los comisarios vengan, diré: "¡Perdidas están las tierras del rey' ¿No me oís? ¡Todos los gobernadores están perdidos; el rey, mi señor, no tiene un solo gobernador!" Vuelva el rey, su atención a los arqueros, y envíe el rey, mi señor, tropas de arqueros, pues el rey carece de manos. Los hapiru saquean las tierras del rey. Si hay arqueros (aquí) este año, todas las tierras del rey permanecerán (intactas); pero si no hay arqueros, las tierras del rey, mi señor, se perderán!

Al escriba del rey, mi señor: Así Abdu--Heba, tu siervo. Presenta palabras elocuentes al rey, mi señor. ¡Todas las tierras del rey, mi señor, están perdidas!.

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Al rey, mi señor, di: así (dice) Abdi-H_eba, tu siervo. Me he postrado siete veces y siete veces a los pies de mi señor, el rey. ¿Qué he hecho (yo) al rey, mi señor? Me calumnian ante el rey, (mi) señor: «Abdi-H_eba se ha rebelado contra el rey, su señor». Mira, a mí no me ha puesto en este lugar ni mi padre ni mi madre; el brazo poderoso del rey me ha introducido en la casa de mi padre. ¿Cómo (podría) cometer una falta contra el rey, (mi) señor? Mientras viva el rey, mi señor, diré al comisario del rey, (mi) señor: «¿Por qué quieres a los hapiru y odias a los goberna[dores]? Y por esto me censuran (?) ante el rey, mi señor. Cuando digo: «los países del rey, mi señor, está(n) perdido(s)», me censuran (?) por eso ante el rey, mi señor. Sepa el rey, mi señor, (que) cuando el rey, mi señor, ha puesto tropas de protección, Yanhamu (las) ha cogido [todas] ... (dos líneas muy deterioradas) el país de Egipto [...] el rey, mi señor. No hay tropas de protección. Que el rey cuide su país, que el rey cuide su país. Todos los [países] del rey, (mi) señor, se ha(n) rebelado. Ilimilku está arruinando la totalidad del país del rey. Que el rey, mi señor, guarde su país. Y digo: quiero entrar a la presencia del rey, mi señor y quiero ver los ojos del rey, mi señor; pero las hostilidades contra mí son fuertes y no puedo entrar a la presencia del rey, mi señor. Que plazca al rey enviar tropas de protección y pueda entrar y ver los o[jos] del rey, mi señor. Mientras viva el rey, [mi se]ñor, cuando se vaya un comi[sario], diré: los países del rey está(n) perdido(s). ¿No me escucharás? Todos los gobernadores están perdidos. No hay un solo gobernador para el rey, (mi) señor. Que el rey preste atención (lit. dirija el rostro) a las tropas de arqueros y vengan del rev, mi señor, tropas de arqueros. No queda país para el rey. Los hapiru saquean todos los países del rey. (Pero) si este año hay (aquí) tropas de arqueros, los países del rey, mi señor, permanecerán. Si no hay tropas de arqueros, los países del rey, mi señor, estará(n) perdido(s). Al escriba del rey, mi señor, así (dice) Abdi-Heba, tu siervo: dirige palabras favorables al rey, mi señor. Todos los países del rey, mi señor, está(n) perdido(s) .

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[Al re]y, mi señor, [di: así (dice) Ab]di-Heba, [tu] siervo: [me he postrado] siete ve[ces y siete veces a los pies] de mi señor [-- siete líneas mal conservadas...] A la ciudad de [...] he entrado. Que [el rey] sepa que todos los países están en paz, (pero) hay guerra contra mí. Así, pues, cuide el rey su país. Mira, el país de Gazru [Gézer], el país de Ashqaluna [Asquelón], y la ciudad de Laquis (L[a-ki-s]i) les han dado alimento, aceite y todo lo necesario. Que cuide el rey las tropas de arqueros. Que envíe tropas de arqueros contra las gentes que hacen el mal al rey, mi señor. Si hubiera este año tropas de arqueros, habría países y gobernadores para el rey, mi señor; si no hay tropas de arqueros, no habrá [paí]ses ni gobernadores para el rey. Mira, el país de Jerusalén (U-ru-sa-lim), éste no me lo han dado mi padre ni mi madre; el brazo fuerte del rey me lo ha dado. Mira, esta obra es la obra de Milkili y la acción de los hijos de Labayu, que han entregado al país del a los h_apiru (ha-pi-ri). Mira, oh rey, mi señor, el derecho (está) conmigo...

 

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070406

 

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