Por Alfredo Ortiz García
Dic-04

¿Cuáles pueden ser lo elementos mentales y científicos que podrían ayudar a mejorar la metodología de las ciencias? y más concretamente, ¿cuáles son las aportaciones que se pueden agregar a la ciencia para conseguir que un científico sea más científico de lo que ahora es? Estas dos preguntas me intento responder en este ensayo, pero, aunque no lo vaya a tratar aquí,  por supuesto no se puede dejar de lado que los nuevos paradigmas de la ciencia no deben enfocarse sólo hacia un solo rumbo como el que tendrá esta propuesta –de ahí que sea humilde-, sino que los nuevos paradigmas tienen que abarcar análisis esféricos desde 360º por todos los ángulos de estudio posibles concentrados en el objeto de estudio, pero a la vez esferas tan plásticas que sean capaces tanto de permitir alternativas análogas, que sean incluso capaces de trastocar métodos actualmente no científicos de los cuales se sospecha que pueden contener una dosis de certeza y que si se estudian con detenimiento puedan ser incluso cientificables –convertirse en objeto de estudio de la ciencia y enriquecer a la ciencia-, como por ejemplo el hombre magnético ruso que puede atraer metales a su piel, o el hombre eléctrico de Centroamérica que produce tal cantidad de energía eléctrica que podría electrocutarse a sí mismo. Admitir la existencia de tipos de conocimiento, paradigmas científicos desconocidos que puedan enriquecer a la ciencia, sería la nueva dirección de los investigadores para hacer que ella sea cada vez más avanzada. Mientras tanto, me centraré en aportar un punto que, a pesar de que va en un sentido más o menos opuesto del que acabo de mencionar, considero que no ha sido suficientemente desarrollado por la ciencia actual: intelectualismo y objetividad. Ahora estudiaré el primero.

Hasta ahora, los estudios que he realizado sobre el método, la teoría, la filosofía y la investigación de la ciencia no cubren el elemento de entrenamiento intelectual del científico. Es decir, si existe una disciplina que nos permite colocarnos en la frecuencia de una actitud científica, las lecturas que estudiamos en el trimestre nos han permitido establecer la necesidad de desarrollar un mayor rigor científico para el análisis político y en muchos casos han marcado la pauta para aprender a diferenciarnos entre unos comunes y corrientes analistas políticos de opinión ideologizante (como muchos compañeros que no saben o no han querido entender que eso siguen siendo al mostrar claras actitudes y opiniones partidarias), y el analista político auténticamente científico, cuyos estudios políticos se basan en una diferenciación entre la pura opinión propia y la sustentación empírica y objetiva de esa opinión que deja de serlo para convertirse en descubrimiento, en propuesta, en descripción analítica, en prospección, en estudio imparcial, y en última instancia en control de ese disfrute por criticar o alabar a López Obrador, por ejemplo. Hay compañeros que hacen análisis político sin saber que lo que en realidad están haciendo es mera opinión política y lo toman por análisis político, y en general no se esfuerzan por aminorar al máximo posible esos defectos humanos que se pueden insertar en la ciencia si no se tiene cuidado y control conciente. Si una religión es perfecta gracias al dios que se venera, la ciencia busca ser perfecta, pero casi nunca logra serlo, por eso casi nunca debe ser una religión; aunque, por otra parte, tampoco debe ser imperfecta siempre, porque de lo contrario no se alcanzaría avanzar lo suficiente sin un perfeccionismo que no quiera ser tomado como bandera para ayudar a que avance la humanidad. Asimismo, si una ideología expresa nuestra posición personal con respecto a la realidad, la ciencia necesita entender que la ideología se encuentra en un plano paralelo a ella y que, desde mi punto de vista, las dos líneas –ciencia e ideología-,  deben tocarse lo menos posible, en especial en las ciencias sociales. La ciencia política debe controlar lo que a ella le atañe directamente: El poder, la regulación de los aparatos de poder, de las Instituciones, la efectividad gubernamental, la sociedad civil, etc. El desarrollo de una filosofía de la ciencia política es necesaria para establecer el sentido de ésta, y, fundamentalmente, para establecer las formas como debe insertarse directamente en la vida política, estableciendo un parangón lo más interdependientemente posible entre la política como práctica y la política como una disciplina cada vez más científica; la ciencia política tiene como papel fundamental internarse en la práctica política –como lo vimos en Jörg Kammler-, para no sólo acercarla a la ciencia, sino para convertir esa práctica en ciencia política lo más que sea posible. Sabemos que la práctica política –los políticos-, no puede ser totalmente científica, porque ahí si interviene el factor ideológico por antonomasia y porque a los actores políticos no les interesa ser científicos, pero la política si puede ser más científica de lo que ahora es, y eso es precisamente lo que le hace falta a la política según mi punto de vista.
TEORÏAS EN DESARROLLO:
- Teoría de la Cultura
- Teoría de la Cultura política
- Teoría de espectro ideológico
- Modelo teórico de la Transición a la    democracia
- Teoría de Partidos y Sociedad civil
- Teoría dinámica del Estado
- Modelo de análisis de Coyuntura
FRAGMENTO DE TEORÍA DE LA OBJETIVIDAD CIENTÍFICA
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OPINIÓN
ENSAYO: DEL ESTADO MONÁRQUICO AL LIBERAL
VISIÓN MÉXICO - E. U.
MODELO DE ESTABILIDAD
DE PARTIDOS
PROPUESTA DE CAMBIO DEMOCRÁTICO
CUBA (Nuevo)