LA PACHAMAMA


Conocida también como Mama Pacha, la Pachamama es la diosa suprema honrada por los pueblos aborígenes que habitan el Noroeste Argentino, Bolivia y  Perú. Ella es considerada la madre (Mama) que engendra la vida, la nutre y la protege. Su nombre es popularmente traducido como “Madre Tierra”, aunque el significado arcaico de “Pacha” no estaba solamente referido a la tierra sino al universo y al tiempo. Ella es todo lo que existe al igual que lo fueron Gaia, para los antiguos griegos; Tonantzin para los mexicanos; Anat en la Mesopotamia y Al-Lat en los actuales países árabes, entre otras divinidades femeninas con atributos similares.

El día de la Pachamama se celebra el primero de agosto, aunque sus fiestas se extienden durante todo este mes, que está consagrado enteramente a Ella. Ese día la comunidad se dirige hacia un pozo ceremonial que es marcado con piedras para reconocer el lugar tras año tras año. Allí se entierra comida cocida, hojas de coca, granos y harina de maíz, vino, cigarros y chicha para alimentar a la Madre Tierra y pedirle permiso para “herirla”, ya que es la época en que dará comienzo la siembra. Estos pozos donde se depositan las ofrendas se denominan “apachetas” y guardan una simbología que venera a la Diosa Triple: las piedras con las que se cubre representan a la Pachamama del cielo (Janaj Pacha); las ofrendas, a la Pachamama del suelo (Kay Pacha), y el pozo a la Pachamama que es la reina del Mundo Subterráneo (Ukhu Pacha).

Las ceremonias siempre son asistidas por un hombre y una mujer, pues, según la creencia religiosa de estos pueblos, ambos fueron creados iguales en la pareja primordial que emergió del Lago Titicaca, compuesta por Mama Ocllo y Manco Capac.

Otro ritual importante en esta época consiste en comenzar a labrar los campos de un modo ceremonial: mientras el hombre “hiere” la tierra con un arado que tiene forma de lanza, la mujer planta la semilla.

Su “chakana” o calendario es una rueda medicinal que comienza con el año nuevo andino el 21 de junio, día del solsticio de invierno. Al igual que en todos los calendarios de los llamados pueblos originarios, se suceden 8 grandes festividades que coinciden con equinoccios, solsticios y el tiempo que media entre éstos.

El equinoccio de primavera, el 22 de septiembre, marca el período de lluvias mientras que el 2 de noviembre y el solsticio de verano (22 de diciembre) señalan la etapa de crecimiento de las plantas. El 2 de febrero es la época del florecimiento de la generosa Madre Tierra o “Sisa Pacha”. Los ritos consisten en recoger flores silvestres y colocarlos en la cabeza de las personas más respetadas, junto con agua recogida de las vertientes. Esta fiesta coincide con el carnaval occidental pero no comparte con él el mismo simbolismo. El 22 de marzo tiene lugar la cosecha, con ritos de agradecimiento por la generosidad de la naturaleza y de pedidos a la Madre por la renovación de la tierra. El 5 de mayo, finalmente, se honra a la Cruz del Sur, Guardiana y Guía que está en el cielo, que marca las cuatro direcciones (el eje de la rueda) e indica los distintos ciclos del cultivo.

Como Diosa de la tierra, los ritos en su honor  dan cuenta de un tipo de espiritualidad que no es ajena a la materia, en oposición a la huida del cuerpo que proponen las religiones patriarcales. Al igual que todas las religiones basadas en el culto a la Madre, las celebraciones a la Pachamama incluyen el respeto por todos los seres vivientes, por cuanto ellos no solamente son el fruto de Su Creación sino que forman parte de Ella misma. Sus seguidoras y seguidores no pretenden “dominar” a la Naturaleza sino protegerla y cuidarla, como una manera de devolver a la Madre todo lo que la Madre les brinda con generosidad.

Sandra Román

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