Bic

"Bic"

Texto: Ramón Pérez

Hola. Me llamo Bic. Supongo que si tuviera que definirme lo primero que debería decir es que soy azul. Algunos prefieren otros colores más llamativos y modernos, pero siempre me he sentido orgulloso de ser azul. A fin de cuentas somos el color preferido por la mayoría.

Lo que más me gusta ---seguro que lo adivinais--- es escribir, cómo no. Me encanta pasar horas y horas escribiendo. La verdad es que no me supone apenas esfuerzo, es como si hubiera nacido para ello. Creo que no hubiera podido dedicarme a otra cosa. Algunos de mis compañeros se pasan la vida esperando y esperando sin llegar nunca a sentirse realizados, pero ése no es mi caso.

Reconozco que al principio también tuve ese temor. Pensar que pudiera llegar a pudrirme en el escaparate de una triste papelería de barrio me carcomía. Era lógico, salíamos todos juntos con las mismas oportunidades a priori, sin embargo -no me pregunteis por qué- en el fondo sabía que estaba destinado a hacer cosas grandes. Bueno, tampoco quiero pecar de vanidoso pero es que he rayado a gran altura. No hay letra, número o dibujo que se me resista. Desde cifras pequeñísimas hasta importantes números decimales; desde letras sueltas hasta palabras polisílabas; desde la más vulgar coma hasta el círculo más redondo; y siempre sin desfallecer. Ojo, no es que quiera restar mérito a la gente para la que he trabajado, al fin y al cabo debo admitir que sería injusto quejarse del trato correcto y suave que me han dado, pero ningún piloto - por más habilidoso que sea- gana una carrera sin un buen coche. Y ahí es donde entro yo.

En ocasiones logro tal nivel de perfección que cuando pasan la hoja no puedo evitar emocionarme al ver marchar las preciosas criaturas que he plasmado en ella. Mi habilidad para conseguir un trazo constante me suele convertir en el elegido ante la envidia de mis compañeros. No me importa trabajar en grupo siempre y cuando sean de otros colores. Personalmente no tengo nada contra ellos pero considero una afrenta que otro azul colabore en la misma hoja. Yo soy más que suficiente.
De entre mis colegas, con quien mejor me llevo es con el negro. Hemos coincidido varias veces y sinceramente creo que somos capaces de sincronizarnos realmente bien. Utilizado sabiamente y con moderación otorga elegancia y seriedad. Con el rojo la cosa es diferente. Es un pretencioso descarado que se limita a hacer crucecitas, tachones y otros símbolos desagradables pero siempre a toro pasado, sin aportar nada nuevo. Mención aparte merecen los horteras de los fosforitos; son unos recién llegados y sin embargo no paran de chillar y fastidiar el trabajo de los demás. Resulta denigrante completar una frase de magnitud, por ejemplo: "Las casillas son, alternativamente, claras y oscuras, lo que permite distinguir perfectamente una casilla de las contiguas.", y contemplar como uno de esos macarras la dilapida con su rastro amarillo-ácido baboso y maloliente.

Un aspecto que me agrada de mi profesión es la facilidad con la que aprendo idiomas. Puedo pasar de uno a otro en un instante, incluso aunque sea completamente nuevo. No todo el mundo puede decir lo mismo. Sin embargo, hace tiempo, alguien comentó en el estuche la existencia de otros tipos de grafías totalmente diferentes a las que utilizamos y que requieren gran destreza. No pude llegar a entender más porque había sido un día ajetreado -examen de Historia por la mañana y carta de amor por la tarde- y ya estaba descansando medio dormido con capucha y todo.

Tal vez sería interesante cambiar de aires y probar fortuna en nuevos horizontes. Después de todo ya tengo una cierta edad y reconozco que en ocasiones un hormigueo me recorre toda la mina; el lado salvaje me llama y me siento un muermo pensando que, sin ir más lejos, nunca he escrito obscenidades en la puerta de un aseo público.

Lo que sí tengo claro es que no le temo a la muerte. No pienso hacer como esos cobardes que a las dos líneas se acojonan y no hay quien les haga continuar. Yo soy un profesional y derramaré hasta la última gota de mi tinta. No es mi estilo dejar tirada a la gente. Mi única petición es que mi último servicio valga la pena; sería frustrante que mi impoluta trayectoria se viera coronada por alguna simpleza similar a : "No vendré a Cenar. Oscar" o "2 barras. Manzanas. Detergente. Pizza Congelada." Aunque cualquier cosa sería preferible antes que burradas como "3x4=13" o "Haber si entendido bien"

De momento, considerando el tremendo ritmo que he llevado en estos primero días de septiembre, he aceptado trabajar para un poeta en el ocaso de su carrera. Ya sé que no es gran cosa pero al menos el trabajo no es excesivo; eso sí, has de estar preparado para ponerte en marcha a cualquier hora porque el buen hombre igual se levanta a las cuatro de la madrugada para escribir "175. para embriagarse no hay nada como un cuerpo de esta cosecha" y se vuelve a dormir. Es un trabajo breve pero intenso. ¡Uy, ahí viene de nuevo! Os tengo que dejar, lo siento.
Hasta otra.

PS: se me olvidaba, no quería despedirme sin daros las gracias porque sin vosotros yo no sería nada, a fin de cuentas todo se escribe con la intención de ser leído, tal y como habeis estado haciendo vosotros ahora.




TEXTOS RECIENTES DE La Azotea
Qiqe
Xavier Cros
Juan José Gómez
03 Julio 2001
28 Mayo 2001
10 Mayo 2001


Volver a la Página Principal de LA AZOTEA
Opinar en el libro de visitas
Ver el Libro de Visitas
Volver Página Principal
Opinar en Libro de Visitas
Ver Libro de Visitas

revista_azotea@yahoo.es
Publicado el 27 de Septiembre de 2001