Red Bolivariana, 29 de Junio de 2002

Los medios de comunicación han encabezado lo que pudo haber sido una tragedia terrible.

Entrevista con el escritor Vicente Zito Lema por José Sant Roz

¿Háblenos un poco de usted, dónde nace, a qué se dedica?

Yo nací en la ciudad de Buenos Aires hace sesenta años. Mis padres son argentinos. Tenía veinte años cuando me gradué de abogado, luego me especialicé en Filosofía del Derecho, y después en la práctica me fui especializando también en Derechos Humanos. Desde el comienzo que me recibo de abogado, siento como la necesidad de participar en la defensa de las libertades públicas en un país asolado por las dictaduras militares. Así que soy un hombre público en mi país por eso, llevo cuarenta años casi de militancia en la defensa de los derechos humanos, derechos que en mi país han sido continuamente violentados, pero desgraciadamente, recién los últimos años a raíz de la tragedia de las desapariciones, donde desaparecieron treinta mil personas, la conciencia de la necesidad de comprometerse en la defensa de los derechos humanos, fue haciéndose pública. No eran muchos los intelectuales ni abogados, ni filósofos ni sicólogos, ni escritores que participaran en esto. Yo, con orgullo, cuando hago un balance de mi vida, puedo decir que sentí ese llamado por la defensa de la condición humana recién recibido de abogado. Y bueno, y eso me ha marcado mucho.

Pero fundamentalmente usted es un escritor de tan recia fuerza como don Eduardo Galeano.

A la par de esta actividad, yo desde muy joven, sentí la necesidad de expresarme mediante el arte; esto está muy ligado a mi propio abuelo, quien tenía una muy pequeña y humilde librería donde básicamente vendía libros de filosofía, de literatura, libros antiguos. Desde muy joven comencé a frecuentar la lectura de los filósofos griegos, y también la literatura clásica. Eso me fue dando una formación fuerte, específica, y hace que a partir de los 22 o 23 años me inicie en el campo del periodismo y de la literatura.

En el campo de la literatura yo he publicado catorce libros. Parte de mi obra ha sido traducida a distintas lenguas: al francés, inglés, holandés, sueco, portugués; en distintos países figuran textos míos. Aunque debo aclarar que nunca me gustó hacer lo que se llama la carrera literaria. Han sido más las veces que me han pedido que las que yo busqué. Y lo digo con orgullo porque no me gusta la actitud de ciertos escritores que como que escriben para buscar un reconocimiento exagerado, de una actividad, que para mí es un compromiso ético y estético casi de secreto que nadie tiene que lucrarse con esa actividad. Confío en los juicios de la historia, que mi obra será difundida si tiene valor, y no es necesario que yo ande detrás de ella, pidiendo que hablen de mí, o de mi propia obra.

¿Puede mencionarnos algunas de las revistas culturales o políticas que ha dirigido?

Posteriormente a la actividad periodística y literaria, empecé a trabajar en revistas de cultura. Fui director de la revista "Crisis", que es una de las revistas de cultura más importante de América Latina; la dirigimos junto con Eduardo Galeano; dirigí suplementos culturales en los diarios más importantes del país, y es una actividad que sigo desarrollando hasta el día de hoy. Ahora dirijo la revista "Cultura y Utopía", que es la revista cultural de la Universidad Popular Madres Plaza de Mayo, y hasta el año pasado dirigí un suplemento de arte de uno de los diarios principales de la Argentina.

Tengo entendido que se dedica también al estudio de la sicología social.

Aproximadamente en el año 68, comencé a investigar, a reflexionar, y a formarme en el campo de la sicología social, y esa es mi segunda veta académica. Yo estudié sicología social junto a Enrique Pichon Riviere, quien es el fundador de la sicología social en América Latina, y hay dos vertientes muy fuertes de la sicología social, a nivel mundial: Una es la anglosajona y otra la Latina. Me gradué con Pichon Riviere, luego tuvimos una cátedra en la universidad de Buenos Aires, hasta que llegó otra vez la dictadura en el 76, nos expulsan, y él muere al poco tiempo.

¿Estuvo exiliado?

Sí. Yo me exilié en Holanda, y tuve en este país ocho años. Recién pude volver al país en 1984, cuando otra vez se restablece el hilo constitucional.

¿Cuáles han sido las fases por las que han transitado en la literatura?

La teatral en la que tengo catorce obras escritas, todas representadas, tanto en diversos lugares de América Latina y en Europa. Otra faceta mía es en el campo de la poesía, me siento básicamente un poeta que enfrenta el mundo, y están mis otras investigaciones siempre ligadas con el tema de la sicología social. La sicología social, los derechos humanos, el periodismo cultural, el teatro y la poesía. Así se podría simplificar una trayectoria de cuarenta de años, porque insisto, mi primer título es a los 20 años, mi primer libro a los 24, la primera revista de cultura importante que dirijo es a los 26 años. Estamos en el 2002, y sigo siendo profesor universitario, ahora soy el Director Académico de la Universidad Popular Madres Plaza de Mayo, hace una semana salió mi último libro, sigo dirigiendo una revista de cultura, y sigo luchando por la vigencia de los Derechos Humanos; es decir, en 40 años, los objetivos éticos y estéticos, que guiaron mi vida, siguen estando vigentes.

Pero su gran obsesión ha sido el estudio de la ética donde tiene varios trabajos.

Podría hablar que he tenido una larga obsesión con la ética y la belleza, y a pesar de los años y del cansancio, de los golpes recibidos y de las persecuciones sufridas: He visto cómo censuraban mis libros, como los prohibían, como cerraban las revistas que yo dirigí, como me expulsaron de la universidad cada vez que llegaron los militares al poder, a pesar de los atentados con bombas y tiros por defender los derechos humanos, con las dificultades que me tocaron llevar en el exilio, a pesar de todo eso, aquí estamos a los sesenta años de edad, siempre en la lucha por los derechos humanos, en mi actividad como profesor y siempre creyendo en el arte.

¿Cómo se ha seguido desde Argentina la evolución de los acontecimientos liderados por el Presidente Chávez?

Yo quiero aclarar que soy de los muy pocos intelectuales argentinos que se definió públicamente a favor de Chávez, en los comienzos de su gestión como Presidente de Venezuela. Los que trabajamos en el campo de la comunicación sabemos lo que pasa en Venezuela, y en las universidades se conocía la trayectoria de Chávez, su intento de derrocar un gobierno constitucional en 1992. Eso para hombre como yo que tiene una larga trayectoria de enfrentamiento con las dictaduras militares en mi propio país, obviamente puedo decir que no tenía mucha confianza en él, seamos sincero. He sido un hombre que sufrió la persecución militar, y por lo tanto era normal que yo desconfiara de él. Pero cuando comencé a leer declaraciones de Chávez, cuando llegó a mis manos el proyecto bolivariano, cuando empecé a darme cuenta de que él había cambiado, que quería formalizar ese sueño bolivariano que yo también comparto, fui entonces de los primeros intelectuales que públicamente declaró a favor de Chávez, lo que incluso me causó problemas, uno de los principales diarios de Buenos Aires, "Página Doce", que dirige Jorge Lanata, sacó en primera página un artículo atacándome, diciendo que era incomprensible que un hombre como yo que tenía una historia en la defensa de los derechos humanos, apoyara a un presidente que tenía antecedentes antidemocráticos. Es decir, no fue fácil para mí, en el ambiente intelectual argentino, ponerme del lado de Chávez.

¿No sólo firmaba usted ese documento?

Es cierto, firmaba un grupo de intelectuales, pero al único que atacaron fue a mí.

¿Cuándo salió ese documento, en 1992?

No, no. En el 92 yo no hubiera sacado ningún documento. Al que me refiero salió hace unos cuatro años. Pero me costó explicarles esta postura mía. Pero incluso, cuando se presenta en Buenos Aires el libro del filósofo alemán Hans Dietrich quien sostiene un diálogo con Chávez, donde hace público su proyecto a nivel latinoamericano y cultural, me piden de la editorial que lo presente. Allí se muestran los pensamientos fundamentales de Chávez. Heinz Dieritrich es un intelectual de mucho prestigio en América Latina. A raíz de esta presentación tuve una actitud más pública todavía a favor de Chávez. Se hizo entonces un foro de discusión.

¿Usted conocía a Chávez?

No. Yo no lo conozco todavía. No conozco incluso a la gente que trabaja con él. Ha sido simplemente mi creencia de que Chávez podía contribuir al desarrollo de esa tesis bolivariana que yo comparto como hombre que cree en la patria grande latinoamericana. A lo mejor para ciertas personas de Venezuela mi postura puede ser inocente o ingenua, pero yo creo, y hasta que no me demuestren lo contrario, que Chávez realmente siente ese sueño bolivariano que tuvieron Bolívar, San Martín, O`Higgins, Martí; que la salida de Latinoamérica sólo se puede dar a través de lo que decía Bolívar, de la unidad de nuestras pequeñas patrias para enfrentar al imperio norteamericano. Y al ver la postura de Chávez sentimos que los intelectuales argentinos teníamos que definirnos a partir de esas ideas bolivarianas. Por lo tanto, varias veces en mi país me han pedido que hable sobre el tema, y lo he hecho.

¿Conocía Venezuela?

No. Es la primera vez que vengo. No tengo ninguna relación en Venezuela que esté en el poder. No he recibido ningún honor ni ningún premio o reconocimiento por parte del gobierno de Chávez. Nada. Nada.

¿Quién lo invita?

La Feria Internacional del Libro que han organizado este año la Universidad de Los Andes, pero también han invitado a otras editoriales de Latinoamérica, y yo vengo como Director de la Universidad de Madres de la Plaza de Mayo. No me he entrevistado con nadie de la política aquí en Venezuela, y creo que más nadie debe saber que yo estoy acá. Recién ahora me han hecho algunos reportajes. Yo respeto mucho a la gente que defiende la libertad en cada país, y siento que hay muchos intelectuales, los he venido escuchando durante estos dos días por la radio, por la televisión, que atacan de una manera realmente feroz al Presidente Chávez. A mí me hubiera gustado tener algún acercamiento, alguna disputa intelectual con ellos y en forma pública. Debemos debatir los intelectuales de América Latina sobre la realidad concreta de nuestros países.

¿Cómo puede salir Argentina de su espantoso embrollo?

Estamos viviendo una situación inédita, mi país nunca estuvo tan al borde de su destrucción económica, política, social. Tengo el convencimiento de que no hay salida para Argentina sino es dentro del marco de fraternidad y cooperación latinoamericana. Por lo tanto, así como en Venezuela se me han preguntado mucho por lo que pasa en Argentina a mí también me preocupa mucho lo que pasa en Venezuela, porque siento que ustedes no tienen conciencia real de que están como llamando al infierno.

Usted que es experto en derechos humanos, ¿cómo siente por lo que pasamos?

Romper el orden constitucional, llamar casi a una incitación a la violencia pública, en un país como este, Venezuela, donde no hay denuncias concretas de la violación de los derechos humanos. Ustedes no han sufrido la violación de los derechos humanos que hemos padecidos los argentinos. En mi país, en unos pocos años la dictadura asesinó treinta mil personas de la manera más cruenta porque ni siquiera aparecen los cadáveres. Más de diez mil personas murieron al tiro por la calle. Casi cuatrocientos mil fuimos los exiliados, cincuenta mil presos políticos. Ese es el drama que sigue pesando sobre mi país. ¿Qué se busca aquí? Pareciera que no lo han conocido porque hay como una invocación a interrumpir el orden constitucional, y casi desde un lugar infantil, irresponsable, permítanme que lo diga, y no quiero ofender a nadie. Me cuesta entenderlo, y ojalá, no se conozcan las consecuencias que traen la violación de las instituciones y el orden constitucional.

¿Ustedes siguieron paso a paso los sucesos del 11-A?

Sí. Se pasaba en directo en Argentina. Y vimos que había un señor Presidente de un día que lo primero que quiere hacer es cerrar todas las instituciones públicas: Clausurar el parlamento, interrumpir la acción de la justicia, espero con ello que tomen conciencia del riego que están corriendo como país, porque a mí me importa mucho Venezuela, cómo no me va a importar la cuna de Bolívar. A veces pienso que quien no conoce la desgracia, puede luego jugar con ella.

Usted que es profesor de ética en el área del periodismo, ¿cómo ha visto la posición de los medios de comunicación venezolanos con respecto a esa enorme tragedia que estamos viviendo?

A mí me llamó mucho la atención, la manera en que los medios de comunicación trataron el Golpe contra Chávez. Uno sabe que los medios de comunicación siempre se autoproclaman objetivos, al servicio de la libertad, recomiendan a sus profesionales, a sus comunicadores, o periodistas como nos llamemos con la lengua más antigua, que traten de mantener siempre una distancia frente a los sucesos para no comprometerse emocionalmente, que traten de acercarse a lo que se podría llamar a lo verdadero histórico de una manera lo más equilibrado y justo posible, lo menos comprometido con los intereses en pugna, con ninguna de las fuerzas que en un momento puedan estar enfrentadas, a nivel de pensamiento o a nivel de hechos. Eso es como una prédica continúa que se recomienda a los profesionales, incluso cuando tienen que registrar sucesos de violencia donde a veces la fuerza del Estado castiga a quienes protestan por falta de justicia, se recomienda a los periodistas, por lo menos hablo de mi país, de que no se comprometan emocionalmente. Que traten de ser equidistantes, aunque quizás, su ideología, su sentido ético, su sentido humano, lo llevara a ponerse del lado de los castigados, de los que sufren.

Eso es un lugar común al que ya el gran periodismo ni caso hace.

Así es occidente, y más concretamente en los países latinoamericanos. Pero aquí uno ve que más allá de esa pretendida y llamada objetividad, hay un hecho concreto y real, y es que en general los medios de comunicación en América Latina, cada vez están más concentrados, cada vez mas dependen de empresas periodísticas multimedias que son dueñas no sólo de prensa gráfica sino de radios y de cadena de televisión y de lo que se llama la industria de la comunicación: celulares, teléfonos comunes e internet. Cada vez ha ido creciendo el nivel de usuarios, pero también son menos las empresas, que se hacen más fuertes y agresivas en la defensa de sus intereses económicos. Por lo tanto, hay una proclamación de la libertad de prensa y, en la práctica una concentración en pocas manos, y a la vez, cuando entran en disputa intereses que afectan a estos medios, dejan de lado, es notorio, toda objetividad, y pasan a ser algo que podemos entender como de la lógica de la supervivencia.

¿Concretamente que están defendiendo?

Defienden sus intereses económicos, dejan traslucir sus ideologías, muestran sus posiciones que tienen relación con objetivos económicos, políticos y culturales. Todo eso se practica, pero insisto, como a la vez hay una proclamación pública de la objetividad, esto existe, pero está vedado, nunca se muestra con claridad en su totalidad. Desgraciadamente esto sólo puede ser percibido por los profesionales cuando analizan el funcionamiento de los medios en la dicotomía que está en la libertad periodística y luego el uso concreto que en general está al servicio de la propia reproducción de estos medios de comunicación, de la defensa que ellos entienden es el mundo o debe ser el mundo.

¿Qué es lo más preocupante que ve usted de los medios de comunicación en este país?

Me llamó la atención cómo esta realidad velada se dio aquí en Venezuela de una manera vergonzosa, impúdica, a la que no estamos acostumbrados a los que reflexionamos sobre estos temas, en lo que yo podría llamar la nula profesionalidad, donde se tira por la borda las proclamas de objetividad, las proclamas de libertad de prensa, y cómo los medios de comunicación en Venezuela, concentrados, se pusieron lisa y llanamente, no sólo al servicio de una facción, al servicio de un grupo político, de un sector económico, sino que directamente pasaron ya a convertirse en una activa participación en la violación del orden constitucional, y lisa y llanamente en el derrocamiento de la persona, que más allá de las críticas de que pueda ser objeto su conducta, sigue siendo el presidente constitucional de este país, y emblema de su legalidad democrática.

¿Es algo único en el mundo esta desbocada presión mediática contra un régimen democrático?

No conocíamos en Latinoamérica, hasta la fecha, que se violaran en forma tan ostensible, sin pudor, como le digo, las normas que en general se consideran el marco del funcionamiento de la comunicación en nuestros países. Es la primera vez que se conoce en el mundo de un Golpe de Estado Mediático. Esto es de una gran importancia desde el punto de vista de los análisis del comportamiento ético de estas empresas. Por qué no decirlo con el dolor que me causan mis propios compañeros de oficio, que pusieron su profesionalidad al servicio de una causa política, que en definitiva atentaba contra la legalidad de un país en Latinoamérica, con los efectos que tiene hoy en el mundo globalizado este tipo de actitudes. Hay que ser claros, esto que se intentó aquí no sólo dañó a Venezuela, sino que perjudica la constitucionalidad del resto de las naciones latinoamericana. Hemos visto como estos sucesos pasaron a ser públicos.

¿Y los medios argentinos cómo reaccionaron ante este hecho?

Como le digo, pude ver en directo, y no resúmenes de cinco minutos, sino que se permitieron horas en los momentos en los que se pensaba que el derrocamiento del Presidente Chávez era ya un éxito, y puedo decir entonces de la complicidad de los medios más concentrados de la Argentina que daban por cierto el derrocamiento de Chávez, y no lo contaban desde un lugar de dolor o de repudio a la alteración de la Constitución que siempre es puesta como una gran bandera en los medios de comunicación.

¿Entonces también se recibió con alegría?

Con absoluta impunidad también en mi país los grandes medios de comunicación se embanderaron con la violación de la Constitución en Venezuela. Y esto es un fenómeno que a la par del tratamiento ético y político que merecen debiera ser analizado desde el campo intelectual y del campo científico referente a la comunicación, porque así en forma tan abierta y tan impúdica, nunca los medios en América Latina estuvieron a la vanguardia del derrocamiento de un gobierno constitucional. Creo que no existe ningún otro antecedente. Yo puedo hablar de mi país, e incluso de la última y terrible dictadura militar que causó alrededor de cincuenta mil muertos y treinta mil desaparecidos, y de los presos y violaciones sistemática de los derechos humanos como pocas veces se cometieron en la historia de América Latina, y sin embargo los diarios fueron más pudorosos; callaban los crímenes del poder militar, pero no en forma abierta y pública hacían la defensa del terrorismo de Estado; callaban cuando debían haber hablado, pero no se convirtieron públicamente en defensores del crimen, en defensores de la violación de los derechos humanos.

¿Entonces esto de los medios parece ser una especie de Santa Alianza, como la que pretendió recobrar los estados americanos para las monarquías europeas?

Lo que me llama la atención es que por primera vez y en forma tan notoria, la verdadera identidad de los medios de prensa sale a la luz. Y yo creo que esto es de una gravedad terrible porque nosotros estamos acostumbrados a las formas tradicionales del poder: el Poder Económico, el Político y el Militar. Capaces cada uno de ellos, en defensa de sus intereses, de su visión del mundo de llegar a producir graves alteraciones en la vida civil, en la vida democrática de nuestros pueblos. Estos siempre desde un lugar de complicidad, no desde un lugar tan notorio, convertidos en la vanguardia, en organizadores; es decir, no cómplices sino parte directriz. Esto es un hecho nuevo que en sí comporta una gran gravedad, porque nadie puede negar que los medios de comunicación en el mundo son un poder. Se los llama desde hace años el Cuarto Poder, pero cada vez uno toma más conciencia si es capaz de vencer prejuicios y abrir los ojos de que el poder mediático es tan poderoso como el poder económico. Entre el poder mediático y económico han superado su facultad de incidencia en la realidad y en la modificación de las condiciones del juego político, e incluso al poder militar.

El periodista Ramonet sostiene que el poder mediático y el económico son una misma cosa.

Hoy en Venezuela, el poder mediático y económico es más fuerte que el político y el militar. Digo, y espero no molestar a nadie, que los medios en América Latina han aumentado su poder sobre el conjunto de las sociedades en una forma abrumadora, y en los casos concretos, a nivel comparativo, desgraciadamente, Venezuela lleva el primer lugar en la impunidad, descaro, en la falta de profesionalidad y de ética, con que los medios de comunicación han encabezado lo que pudo haber sido una tragedia terrible, y que sigue siendo una amenaza de tragedia, porque yo seguí los sucesos desde Buenos Aires, pero aquí en Venezuela realmente me sorprende lo que estoy leyendo en los diarios, lo que escucho por la radio y veo por la televisión.

¿Y para usted profesor de ética del periodismo, todo esto debe constituir una aberración horrible?

Honestamente, llevo casi cuarenta años trabajando a nivel público, nunca vi medios de comunicación que violaran todas las normas éticas del periodismo como están siendo violadas en este desgraciado país, tan desgraciado como mi propio país, que está en las vísperas de un derramamiento de sangre, de una brutal violación del orden constitucional, y que lo hace como si se tratase de un juego. Los que están participando de este juego no toman debida conciencia del peligro que representa no sólo para Venezuela sino para América Latina, que soporta esta actitud tendenciosa al máximo, desvergonzada al máximo, incitando al derrocamiento de un gobierno que fue elegido democráticamente por el conjunto de la sociedad venezolana. No tienen la tranquilidad de espíritu ni el rigor político, ni la seriedad para animarse a lo que corresponde. Es decir, organizar sus campañas políticas con objetividad, en busca del bienestar de Venezuela, y con conciencia de la incidencia de esta Nación en el resto de los países, pero cumpliendo con las leyes. Porque cuando una sociedad derroca las leyes de una forma tan profunda como se pretende hacer en Venezuela, se abren las puertas del terrorismo de estado, y quienes participan de estas actitudes no merecen llamarse profesionales de los medios de comunicación. Si no son actitudes que usan los medios de comunicación de una manera perversa y fetichista.

¿Pero en nombre del mercado mire usted todo lo que estamos pagando?

Hay que distinguir entre las empresas comerciales dedicadas al campo de la comunicación y la libertad de expresión. Porque toda empresa dentro del capitalismo tiene por objetivo final la ganancia económica; es decir, una lógica organizada en función de la ganancia. Nadie pondría al frente de un banco privado a una persona que se dedicara a hacer acción pública beneficiando a los pobres; no, se le coloca allí para que gane dinero.

¿Entonces, cuál es la mercancía de la comunicación?

La noticia se ha convertido hoy en una mercancía muy valiosa porque en relación al capital que se invierte, la ganancia que rinde es muy alta. Entonces entra en disputa lo que podríamos llamar el bien público, la felicidad pública, porque si son medios empresas cuyo objetivo es la riqueza, evidentemente la riqueza privada, la riqueza que acumulan, los dueños de estos medios entra en colisión con el bienestar social, la conciencia crítica, la felicidad del conjunto de la comunidad. Es convertir lo que nació para la libertad, para felicidad, para la comunicación, para el crecimiento de la conciencia de la verdadera condición humana, en una mercancía en una acumulación de riqueza, y aquí sí hay una contradicción fundamental.

¿Cómo serían en nuestras sociedades los periodistas si detrás de ellos no estuvieran los dueños de los medios de comunicación?

Es una pregunta aguda, y de contestación compleja. Yo no puedo negar, en la medida que hablo de ética cuál es mi idea sobre el neoliberalismo. Yo parto de entender que el neoliberalismo es una de las formas más dañinas de aplicación del capitalismo. No podemos ver el neoliberalismo como algo por fuera del capitalismo cuando corresponde al momento tardío del capitalismo que se da a partir de un privilegio del poder financiero sobre el poder industrial, sobre el poder económico. Podemos hablar del neoliberalismo como el esplendor de la usura. Sabemos ya lo que ha sido la usura, y desde la iglesia católica, desde ese pensamiento, hasta posturas cristianas más amplias, y desde toda concepción humanística, socialista, la usura se convierte no sólo en la cara más cruel del capitalismo, sino que en definitiva es el verdadero rostro del capitalismo. La naturaleza del poder financiero es la usura, pero la usura llevada como cultura, como un fin en sí mismo. Y ese momento, tal vez el más perverso de la humanidad, es el que se está viviendo hoy.

Hace una pausa para agregar:

En ese contexto entonces, de perversidad, de acumulación de riqueza hasta por la riqueza misma, como valor en sí mismo, los medios de comunicación cobran su apogeo, y están signados, teñidos, marcados por el momento histórico, por la manera de acumulación, por la manera de producción. No puede pensarse en el auge de la comunicación en abstracto, sino hay que ver en qué contexto social, económico se está dando. Qué vemos: el auge de los medios de comunicación a la par del auge de la usura. En ese contexto que yo llamo cinética, e incluso aético, porque ni siquiera se tiene el concepto de la ética en ese estado de permanente amoralidad, cómo puede plantearse un principio de libertad de prensa en el sentido profundo. Gramsci nos recuerda que el intelectual del siglo XX, como símbolo, es el periodista. Pero eso remite en la concepción de Gramsci a un periodista cuya motivación esencial es contribuir al bien público, contribuir a desmitificar la realidad, a convertir los sujetos sociales en verdaderos protagonistas de la historia. A convertir el sujeto histórico social en dueño de su destino y hacedor del relato social.

Todo un choque moral sin salida dentro del medio capitalista.

Sí, todo eso choca entonces con el periodista concreto en la medida de que está ligado a las grandes empresas de comunicación. Con el respeto que me merecen mis compañeros de prensa, pero la realidad es que dentro de este momento histórico, dentro del marco de relaciones sociales, a caballo de la manera de producción y de reproducción, en este marco concreto referencial no se puede hablar de periodista en el sentido esencial de periodista.

¿Es decir, no puede existir un periodista en el sentido de Gramsci dentro el neoliberalismo?

No. Si pensamos en la figura originaria, en el deber ser del periodista dependiente de medios de comunicación convertidos directamente en medios de producir riqueza, donde el valor de uso, la esencia de la cosa, es pervertida en valor de cambio. Es decir, en instrumento de riqueza y no para contribuir al crecimiento de la conciencia, al saber de la sociedad, a la felicidad común. Hay una contradicción absoluta, permanente, que hace al choque dilemático entre las esencias de la cosa. El periodista como figura encarnada del que busca lo verdadero, obligado por su existencia a depende de un sistema que hace de la noticia y de la información simplemente una manera de valor denigrado, no puede ejercer su profesión tal como la profesión fue soñada, tal, en la lengua de Platón, el ideal del periodista. En esa figura de lo ideal. Pero esa figura también de lo posible a partir de la aplicación de una concepción ética concreta histórica no se puede dar en una situación de periodista dependiente de medios comerciales que hacen del periodismo simplemente una de las mercancías en juego en el mundo de los negocios (de la especulación, del consumo) destinada a la acumulación de la riqueza en manos cada vez de sectores más pequeños en lo numérico, pero más determinante a partir de la acumulación del poder.

Hoy en Venezuela, las fuerzas de choque en primera fila para intentar derrocar al presidente Chávez son escuadrones de periodistas, sostenidos como hemos visto, por la mano nada invisible de los poderosos dueños de los medios de comunicación privados. Cada pregunta de estos señores va revestida como de un dardo que intenta hacer sangrar, desgarrar, a la república mediante el matiz oscuro de lo que se supone, se oyó, se dijo, inspirando en cada titular el caos, rumores, confusiones y dudas horribles. ¿Serán estos los grandes mercenarios de las nuevas guerras contra los pueblos? Se ha dicho que la primera víctima de la guerra de estos periodistas en Venezuela es lo verdadero.

Algo terrible, desgraciado. Yo hasta con pudor, y teniendo conciencia de que puedo herir sentimientos de intelectuales, cosa que no es mi deseo, pero a la par yo estoy obligado a ser fiel en mi propio sistema de razonamiento, con mi propia forma de ver el mundo, y de participar en el cambio de este mundo partiendo de mi concepción ética de la vida, estoy asistiendo a un proceso de renegación, en sentido freudiano. Podemos calificar la renegación como una negación de la realidad, y luego una segunda negación más grave todavía que implicar negar lo que se está negando. Eso es lo que yo estoy viendo ahora. Se niega la realidad en su dinamismo, en su verdadero profundo, no se tiene en cuenta la situación concreta por ejemplo de Venezuela, que guste o no a los venezolanos, y a los dueños del poder en Venezuela, es uno de los tantos países dependientes del imperio. Hablar de libertad en términos concretos en un país de Latinoamérica, cuya dependencia de los Estados Unidos, en lo económico, en lo político, cultural, histórico, es ya un hecho incuestionable, como sería torpe de mi parte la dependencia, el servilismo de mi país frente a los Estados Unidos. ¿Cómo analizar la realidad concreta, la realidad cultural de este país si no es en ese marco que determina los vínculos? De eso aquí no se habla. ¿Cómo hablar de la prensa como abstracción sin ligarla a que existe enmascarada, detrás de un poder económico profundo, cada vez más concentrado, en el cual hace que los medios de comunicación sean otra de las tantas mercancías en juego en un mercado que se acentúa e imponen sus intereses?

De vez en cuando vemos interrumpida nuestra conversación que llega a saludar a don Vicente. Lo abrazan, le dejan papelitos y le piden la dirección, su correo electrónico en Buenos Aires. Se hizo extraordinariamente popular Vicente Zito Lema en los pocos días que estuvo en Mérida. Creo que una delegación se había dirigido a Caracas para arreglar una entrevista entre este notable escritor y el Presidente Chávez, pero presiento que lamentablemente no se logró dar este encuentro tan urgente y necesario.

Continúa don Vicente su conversación:

Los medios de comunicación en América Latina a nivel de dependencia real están absolutamente ligados a la voluntad, a los intereses de los Estados Unidos. En ese marco es donde los profesionales de la comunicación debe realizar sus análisis. Lo que no se puede negar es que estamos viviendo dentro del capitalismo, donde los medios de comunicación no son públicos sino privados, y están ligados a los intereses, a la ideología, a la voluntad de los dueños de los medios. Si yo soy un periodista profesional cómo voy hacer un análisis de los medios, por ejemplo, en mi país si no tengo claro cuáles son los intereses del multimedia "Clarín" o el multimedia "La Nación". Es un análisis fetichista el que se está haciendo.

¿Y qué es lo que considera usted que se está dejando de lado en este gran debate?

En ese marco, y en este tiempo que estoy viviendo en Venezuela noto, a partir de casi seis horas diarias que veo televisión, y a partir de mi lectura de casi dos horas diarias también tomado con mucho rigor de los medios escritos en este país, que por ejemplo los pobres en Venezuela no existen, y eso es lo que se está dejando por fuera. Es una realidad dolorosa que surge ante los ojos, y parecería que los pobres es una consecuencia natural: Los pobres existieron y existirán siempre. Esa es una lectura no legítima de la Biblia, pero que el poder trasmitió siempre. La Biblia no lo dice esencialmente, pero la lectura interesada vulgar remite a la Biblia diciendo: "Pobres hubo siempre". Eso aquí en Venezuela pareciera que está tomado como una verdad absoluta y más desgraciadamente definitiva. De eso no se habla, porque altera la gravedad de la cotidianidad. Es cuando se convierte en algo permanente y no histórico. Es de lo que no merece hablarse, por obvio. Por ejemplo, nadie habla que si no tomamos agua nos morimos, o que si no respiramos nos morimos. Esto es un hecho común, vulgar. No merece ningún análisis. Con esa misma concepción parecería que las injusticias profundísimas de América Latina que existen y gravemente y también aquí, son parte de la naturaleza, como las montañas llenas de árboles que a mí me causan admiración. Y eso no es cierto: hay una causa detrás de esa exclusión social, de esa marginación, de esa pobreza, de ese racismo que los poderosos tienen con los más humildes, y que se da en Venezuela, en Colombia, en Uruguay, en Chile, y se da mucho también en mi país.

¿Será que ya no podemos dejar de depender del imperio so pena de morir de mengua?

Por eso yo utilizo esta noción del campo sicoanalítico como sicólogo social que también soy, para mis precarios análisis de la realidad latinoamericano. Aquí noto esta noción exacerbada a partir de las discusiones que he tenido con intelectuales en el sentido de que Venezuela es absolutamente dependiente del imperio, como si fuera un hecho histórico normal, habitual y permanente. ¿Por qué tiene que ser así? En este país nació Simón Bolívar que es propiedad de los venezolanos, y también propiedad de todos los hombres libres y de todos los latinoamericanos, entre los que me incluyo, porque amo profundamente la figura de Simón Bolívar. Y les recuerdo a los intelectuales de este país por qué no vuelven a leerlo, al Libertador, cuando dice que es imposible la felicidad, la independencia, la libertad de los ciudadanos latinoamericanos mientras el imperio siga siendo lo que es. Mientras no nos unamos y no nos alcemos contra el imperio.

Y añade luego de un largo sorbo de café:

¿Cómo analizar entonces hoy la realidad de Venezuela sin recordar a Bolívar? Sin tomar esa clara definición como el contexto en donde sucede ese escenario real. Un escenario de la dependencia, un escenario de la frustración latinoamericana, de la división y de la renegación de los intelectuales sobre la realidad de América Latina. Vivimos uno de los momentos más canallescos que se pueda imaginar en el propio desarrollo canalla por naturaleza del capitalismo.

La Derecha de nuestro país se concentró en un lugar del Este de Caracas, y comenzaron hacer reuniones pretendiendo imitar las luchas que sostienen las madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, y enarbolaron con ferocidad esa consigna tan hermosa y cara para ustedes, que les ha costado tanta sangre y lágrimas: "Ni un paso atrás". ¿Qué le parece a usted, don Vicente, rector de la Universidad Popular Madres de la Plaza de Mayo, ese sarcasmo tan insólito que sostienen unas madres ricas cuyos hijos no sufren ni están desaparecidos por cuestiones políticas, sino que estoy casi seguro viven llenos de fortuna y bienestar en Miami? Tenga en cuenta que ese fue además el eslogan más usado el día del Golpe 11-A, y coreado con fervor cuando se leyó el decreto criminal que eliminaba todas las instituciones fundamentales de nuestra democracia bolivariana.

Eso es lo que dentro del campo de la sicología y de la filosofía podemos llamar una actitud perversa. La perversidad es quitar el contenido originario, esencial de las cosas. Yo realmente estoy avergonzado por lo que me dices, desde la legitimidad de ser director de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, y de ser el Director de la editorial Madres de Plaza de Mayo y de los medios de comunicación de nuestra universidad. Hago pública mi absoluta ofensa, les niego el derecho a usar algo que en boca de las madres de la Plaza de Mayo está leído siempre desde haber puesto el cuerpo obstinadamente en defensa de los sectores más humildes de la sociedad. Quien usa una consigna de las Madres, que es una consigna que está regada por mucha sangre de compañeros caídos, y la usan en pos de intereses ligados a la acumulación de la riqueza, al mantenimiento de la injusticia, a quitar la calidad humana a los sectores mas humildes de la sociedad venezolana, tiene mi más absoluto repudio.

Yo denuncié públicamente ese adefesio de "Ni un paso atrás" montado en una plaza de Altamira, y enarbolado por grandes corruptos de este país.

Ya lo he dicho, el poder no tiene ética. El poder no tiene moral, el poder se adueña de todo lo que le sirve a sus fines, sea un cuerpo para humillarlo, o sea un principio ético-moral para utilizarlo y pervertirlo si es preciso, en pos de lograr sus fines. Lo que tú me dices es un ejemplo más todavía, desgraciadamente, de la falta de toda responsabilidad que tiene el poder en relación a la ética, en relación a la honestidad, al rigor intelectual, a la comprensión histórica cuando está nublado por su miedo a perder sus desmedidos intereses y de aquí, a volverse fascistas hay menos que un paso. La cultura fascista es la de implantar el terror y legitimar esta práctica del terror desde la pretensión de ser dueños de una verdad única, inmutable, eterna, que les asegura la situación de esclavistas frente a los esclavos. Aquí en Venezuela como en el resto del Tercer Mundo la esclavitud sigue siendo una desgraciada realidad social. Los esclavistas negaban la condición humana para poder esclavizar y sacar riqueza de la desgracia del cuerpo, del alma, del más débil. Eso no ha cambiado. El poder tiene su manera de proceder en todo momento histórico, de acuerdo a esa realidad. Pero hay formas que permanecen vivas por más que se cambien el centro del poder, a medida que la base esencial, la propiedad privada, la falta de amor hacia el otro, cuando subsiste todo eso, cualquiera sea la máscara concreta del momento histórico, hoy se llama neoliberalismo, en otro momento pudo llamarse feudalismo, en otra etapa llamarse lisa y llanamente esclavitud. Lo concreto y lo real es que los dueños del poder no están dispuestos nunca a ceder nada, absolutamente nada de ese poder. Modificar la realidad e injusticia que sufre América Latina, Argentina en uno de sus momentos más trágicos, que sufre Venezuela hoy, fuera ya de los discursos tramposos, la verdad es que el poder no cede de buena voluntad nada, y practica una violencia en defensa de sus intereses absolutos.

¿Es que el capitalismo no deja otra alternativa para los pobres que las salidas violentas?

Desgraciadamente ellos obligan con su violencia al humillado, al lastimado al privado de los valores esenciales de la condición humana a alzarse frente a esa violencia. Y esa violencia del poder algunas veces directamente la ejerce los gobiernos, pero muchas otras veces más todavía por los dueños del poder económico, porque en definitiva es el poder económico el que determina los otros poderes. La concentración económica es la que impone su ley, su regla, su voluntad, su deseo. Vivimos en un tiempo de concentración del poder. Es imposible entender nuestras realidades sociales por fuera, insisto, del marco concreto de actuación de un imperio que como pocos imperios en la historia de la humanidad fue tan poderoso, y por encima incluso de un sistema de producción y reproducción que bajo el nombre de neoliberalismo encarna lo peor de la criatura humana.

¿Cómo te sientes después de ver lo que aquí has visto, y luego de haber ejercido el periodismo por casi cuarenta años?

Hoy a la mañana me llamaron de Buenos Aires y me invitaron a un programa de televisión para hablar sobre la realidad venezolana. Acepté, aunque no soy muy amante de participar en esto, porque quiero reflexionar en mi país sobre lo que está pasando aquí. Como síntesis: yo siendo un hombre que por defender la libertad de expresión que no es la libertad de comercio empresarial, por ejercer durante tantos años el periodismo, y he sido esclavo de lo que he escrito y lo he hecho en casi todos los medios de la Argentina, y allí están mis conferencias, mis críticas, es decir, no estoy inventando un discurso para este momento, sino que hay una historia de una actitud en el periodismo y que es pública, e incluso he traído algunos de mis materiales en distintas revistas, yo me siento ofendido, humillado, avergonzado. Porque habiendo sufrido en carne propia la persecución, la cancelación de los medios donde yo trabajaba, habiendo sufrido graves atentados personales, habiendo sufrido ochos años de exilio por defender la libertad de prensa, ver ahora aquí con tanta torpeza, con tanta falta de seriedad intelectual, con tanto descaro, como se está tocando algo que para los periodistas latinoamericanos está ligado al sufrimiento real, hablar de persecución de prensa en este país, en un continente donde son cientos y cientos los periodistas muertos en defensa real de la libertad de prensa, donde se nos han conculcado históricamente los derechos, donde hay tanta desgracia y muerte, pido honestamente que se tenga un poco más de mesura. Porque lo que se está denigrando en definitiva es la historia del periodismo que luchó en este continente para que el imperio no fuera también dueño absoluto de uno de los principios de la condición humana que es ejercer el periodismo en pos del beneficio público, del beneficio común, en pos de la independencia latinoamericana en su lucha contra el imperio de los Estados Unidos.

¿Qué le parece, que siendo los poderosos medios nuestros uno de los grandes protagonistas del Golpe del 11-A, no hayan sido ni siquiera interpelados por la Asamblea Nacional? Y siguen tan campantes con su ola de desafueros alimentando una segunda versión de la conjura contra el gobierno.

A mí me hace recordar este momento que está viviendo Venezuela con lo que pasó con Salvador Allende, con las diferencias, de acuerdo con el momento histórico, a los protagonistas, a la relación de fuerza, al nivel de conciencia crítica real. Pero aún admitiendo este marco de diferenciación, se notan vínculos que pueden permitir una relación profunda entre lo que es este momento histórico de Venezuela y lo que fue el gobierno y caída de Salvador Allende. Digo esto, porque más allá de que los sectores más humildes, más carenciados, más necesitados de Chile se unieron detrás del gobierno de ese gran hombre que fue Salvador Allende, la concentración de poder de los sectores más ricos de Chile, con el apoyo que los propios norteamericanos han reconocido de la CIA, y contando con los medios de prensa más poderosos lograron imponer una dictadura, y lograron destruir el orden constitucional, causando la muerte no sólo de Salvador Allende sino también de cientos y cientos, miles, de chilenos que combatían por la libertad. Yo tengo miedo de que en Venezuela se pueda producir una misma situación, porque lo que nos estaría diciendo entonces, unos veinticinco años después es que no hay posibilidad pacífica para el crecimiento de los derechos económicos, sociales, culturales de los sectores más humildes de Latinoamérica sino es a partir directamente del uso de la violencia. Esta es la gravedad que tiene el momento de Venezuela, porque otra vez repite lo de Chile, cuando los protagonistas de la historia se deciden a cambiarla, el poder concentrado lo impide obviamente con el auxilio del imperio que es el más interesado que no cambie la realidad política y económica de nuestros países. Es lo que yo estoy viendo en Venezuela. No puedo decir con rigor que conozco todo que pasa en Venezuela, pero a partir de mi información a través de los medios, del conocimiento de varios actores des este momento histórico, pero sé que se intentó tener una política mínimamente independiente frente al deseo y la voluntad de Estados Unidos. Y que se intentó modificar la realidad económica, política, cultural de los sectores más humildes, con aciertos o no, y lo medirán ustedes. Si no se logró, a este gobierno se le está castigando por lo que expresa por posibilidad de ser o por posibilidad de contagiar a otros. Porque si lo que hizo aquí en Venezuela es poquísimo como dicen algunos, que pasaría si fuera mucho. Estados Unidos entonces directamente intervendría, bombardearía. Eso es lo que no se discute en este país. Parecería que esa parte de la realidad no interesa a los intelectuales de Venezuela. No lo he escuchado en la discusión de ningún medio. Se dice "promete revoluciones", "promete cosas y ni siquiera cumple", y por qué no toman conciencia del odio de Estados Unidos. Estados Unidos manifiesta un odio público frente a la Venezuela de Chávez. ¿Qué sería entonces si la Venezuela de Chávez cumpliera lo que declama? De esto no se habla. Sobre eso no se reflexiona. Yo creo que es tan interesada la manera de intervención de los medios que nos inhabilita realmente para otro análisis que no sea la denuncia por lo que creemos ser observadores de este momento histórico, de lo que es una inédita y descarada participación del poder mediático en pos de mantener vivos los intereses de Estados Unidos, y no por supuesto, los intereses de los sectores necesitados, ni de Venezuela ni de América Latina.