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RAÍZ DIVERSIDAD SEXUAL                                                raizdiversidad@yahoo.es


IDEARIO DE RAÍZ DIVERSIDAD SEXUAL

1. Después de varios intentos y búsquedas, diversos militantes en núcleos y prácticas sociales de construcción política alternativa en el Perú, como experiencias de autogobierno comunitario, saberes libertarios, contracultura, democracia sindical, derechos humanos, derechos de las minorías sexuales, equidad de género, interculturalidad y autodeterminación indígena, hemos pasado a una articulación mayor, no en torno de "una" ideología o a un programa que se ajusta circunstancialmente, sino por un horizonte de sentido, que más allá de las condiciones presentes, permita imaginar y construir una alternativa de sociedad esencialmente diferente.

Apostamos por un horizonte vital que trascienda el liberalismo y sus valores, que mantenga el carácter crítico y alternativo del socialismo frente a la sociedad capitalista y a la civilización que lo sustenta, y también frente a las diversas versiones autoritarias del socialismo. Luego del fracaso histórico de la izquierda estatista, sea en sus versiones militarista o electorera, proponemos una alternativa que recupere a la política como acción ética colectiva que replantee las bases de convivencia humana, para el logro de un bienestar basado en la pacificación de la existencia en un marco de libertad y justicia social, que, por tanto, trascienda la administración de lo existente y el posibilismo mediocre. 

2. Planteamos una nueva radicalidad que se concibe como cuestionamiento de las raíces enajenantes de la sociedad actual (distinto de extremismo), que recuperando la política como práctica creadora y transformadora, apunte hacia un mundo sin ninguna forma de opresión. Que rebasa y descentra la contradicción capital - trabajo, articulando todas las luchas contra las relaciones opresivas de poder en todos sus espacios: Trabajo, Estado, Sexo, Género, culturas, medio ambiente e Imaginarios. Una alternativa civilizatoria a la que denominamos socialismo, que se enriquece con las diferentes expresiones contraculturales y de críticas civilizatorias, que se expresan ahora en los movimientos contra la globalización neoliberal y el capitalismo. Que toma lo necesario de la tradición, pero que no se ata a ningún dogma, antiguo o nuevo.

Cuando afirmamos que nuestra propuesta y crítica es de alcance civilizatorio, situamos nuestra apuesta en el nivel radical (raigal, de raíz) de un cuestionamiento de los fundamentos ontológicos y valorativos, de los modos de ver el mundo - sentir, experimentar el mundo y la vida -, así como el puesto y función del hombre en ese mundo. Fundamentos que sostienen la civilización moderna y han conducido a los actuales entrampamientos que caracterizan la vida contemporánea, hasta el punto de poner en cuestión la viabilidad de la continuidad de la vida humana o al menos de una vida realmente humana sobre la tierra.

3. Luchamos por una sociedad en la que primen como valores la felicidad y bienestar humanos, como cultivo de las potencialidades creativas. Se ha puesto por delante nuestras capacidades destructivas antes que las creativas, hasta poner en peligro nuestra propia existencia y la del mundo en su totalidad. Pero ello responde a circunstancias históricas modificables. No creemos en ontologías a-históricas, ni en la necesidad inmanente del desarrollo histórico de la humanidad. La felicidad y el desarrollo de todas las potencialidades humanas que enriquecen la vida son apuestas afincadas en nuestra voluntad. Son posibilidades a las que aspiramos y que dependen principalmente de nuestra acción, en una relación dialéctica entre circunstancias que condicionan el presente y la acción humana que abre el futuro.

4. Una sociedad donde se despliegue la diversidad humana, donde sea fundamental la realización de cada ser humano y colectividad. Que cada ser humano y pueblo pueda convertirse en sujeto porque la sociedad le ofrece esa posibilidad, lo que requiere, a su vez, la abolición de toda forma de poder que convierta a las personas, los pueblos o a la naturaleza en objetos. Donde sean fundamentales valores como la autonomía individual, la autonomía colectiva y la alteridad que permiten relaciones horizontales entre diferentes, lo que supone el encuentro, la convivencia cultural y la solidaridad. Una sociedad que resuelva dialécticamente la relación entre lo individual y lo colectivo. Donde la libertad de uno, no termine donde comience la de otro; sino que se expanda y tenga por condición la libertad de otros. La sociedad actual se sustenta en la hegemonía del sentido capitalista (mercantilización de todo), que ha logrado erigirse como pensamiento y práctica "únicos". Debemos construir otra hegemonía política y cultural, un sentido libertario, que se disemine y encarne en el conjunto de prácticas sociales.

5. Consideramos que, pese a lúcidas perspectivas como la de Mariátegui, Churata, Arguedas o Flores Galindo, que llamaron la atención al respecto, la izquierda peruana prisionera del culto al progreso lineal y los marcos ontológicos y valorativos modernos funcionales al cultivo fetichista del dominio y la eficacia que conduce a la alienación de la vida humana, se situó de espaldas a aquella tradición civilizatoria alternativa y, más aún, contribuyó a su cerco y aniquilamiento. En las cinco décadas pasadas, décadas de culto al desarrollo, se extinguieron para siempre 11 etnias amazónicas y se hallan al borde de la extinción 18 otras culturas similares, con las cuales desaparecen ricos universos y modos de comprender el mundo. Reivindicamos por ello el horizonte civilizatorio indígena (andinos, amazónicos y yungas) ya que cada cultura posee un valor intrínseco y hace parte de la riqueza creada por la humanidad, siendo por tanto patrimonio común a preservar. Reconocemos el potencial creativo de la multiculturalidad, y apostamos por la multiplicidad y la diversidad que permiten el despliegue y gozo de la vida. Nuestra reivindicación del horizonte civilizatorio indígena tiene una intención simbólica de afirmación en nuestras raíces, de apuesta por las mayorías portadoras de aquel horizonte, humilladas y cercadas. Constituye una reivindicación de una cultura - de una sensibilidad - de crianza, de cultivo, de cuidado de la vida, con un profundo sentido de la tierra y de lo corpóreo; una cultura que reconoce en el mundo una dimensión sagrada inmanente que lo hace un valor a cultivar y cuidar. Una cultura que concibe al mundo como un tejido de relaciones, antes que como un agregado aleatorio de individualidades sustantivas en sí. Una cultura que, por tanto, favorece el sentido de comunidad y de responsabilidad social entre los hombres y la naturaleza.

6. Bajo el capitalismo el trabajo supone unilateralidad y enajenación del trabajador con relación al producto de su trabajo, al conjunto de sus vínculos sociales y la naturaleza. Los pueblos y sus tradiciones culturales, conocimientos y formas de reproducción social también son expoliados. El capitalismo busca la homogenización y modela al mundo a su imagen y semejanza, imponiendo una asfixiante monocultura que ahoga toda identidad o práctica alternativa, e impone un modelo de vida excluyente. Hoy es posible satisfacer las necesidades básicas de la población mundial, sin embargo prevalecen la destrucción y la muerte para garantizar el frenético consumismo de una minoría cada vez más reducida.

Nuestra apuesta ético-política rescata modos alternativos de experimentar el trabajo. En el actual horizonte civilizatorio, el trabajo se concibe como una pena o un castigo; la actividad productiva humana se organiza en un sentido enajenante. En este marco, revaloramos la vivencia andina del trabajo compartido como celebración, ritual y juego, un trabajo gratificante y vinculante. La noción judeocristiana del trabajo es llegar a una suerte de paraíso para no trabajar más, es abolir el trabajo en aras de la redención y acabar, por fin, con el castigo impuesto por el pecado. Pensamos que el ideal socialista del trabajo debe ser liberar el trabajo de su lógica enajenante, triste y opresiva, para buscar su transmutación en un sentido lúdico, alegre, celebratorio, que todavía se halla vivo en algunas de nuestras manifestaciones culturales y ancestrales.

7. El hombre es naturaleza, y más aun, naturaleza auto consciente, y nuestra apropiación de la naturaleza jamás debe poner en riesgo su propia capacidad de reproducción. La realización humana supone la apropiación consciente y regulada de la naturaleza, y la conciencia de nuestra pertenencia a ella. El capitalismo exacerba la separación entre naturaleza y sociedad, y es impotente para apropiarse responsablemente de ella, porque pone como interés dominante la acumulación y valorización de capital.

8. La estructura social se funda en prácticas sociales, y es desde ahí desde donde se debe intervenir para cambiar la correlación de fuerzas y construir otra hegemonía y sociedad. Esto significa cuestionar las prácticas políticas tradicionales que han caído en el refuerzo del orden existente a través de la aceptación de la separación entre la política y la vida cotidiana, entre lo "social" y lo "político", que privilegió la representación en desmedro de la participación, la gestión en desmedro de la práctica concreta transformadora.

9. Toda lucha social, es una lucha política, en la parte se expresa el todo. Se debe cruzar el marco del economicismo y aquella "lucha política" que sólo pasa por lo electoral, que no cambia por sí misma la correlación de fuerzas, como tampoco lo hace la "toma del poder" por una organización armada. Debemos pasar de ser oposición y mera negación a constituirnos en una alternativa que se vaya constituyendo a través del avance y empoderamiento de sujetos plurales.

10. La legitimidad política no es meramente jurídica, sino fundamentalmente ética. El capitalismo nos coloca en una vida política enajenada, en la cual sus instituciones se nos aparecen como extrañas y opresivas, representantes de intereses de unos pocos o de valores invisibles. No concebimos el poder político como algo esencialmente malo o nocivo, sino que en una sociedad libre, este poder bajo socialización permanente, es una condición de nuestra realización personal y colectiva, que el control de los recursos colectivos sea desde la participación política de los diversos sectores sociales, a través de instituciones que lidien con los conflictos y forjen consensos.

11. Frente a un Estado concentrador y excluyente, impulsamos otra institucionalidad nacional, en la cual se vaya expresando el conjunto de los intereses sociales y un poder socializado y legítimo. Debemos ir más allá del Estado Capitalista fundado violentamente y de la democracia entendida sólo como régimen político. Apostamos por un Socialismo Alternativo que vaya más allá del estatismo, en el cual siempre existirán formas institucionales imperfectas, pero que tiene como horizonte la disolución del Estado en la "sociedad civil" y a la democracia como forma de vida, como tarea de permanente socialización del poder. Todo esto es democracia radical, autogobierno, realización plena de la autonomía y solidaridad.

12. Cuestionamos el patrón de "desarrollo y progreso" que impone el paradigma occidental y moderno hegemónico, que con una lógica colonizante decide quienes son o no desarrollados y cual desarrollo es el que debemos buscar. Se trata de un modelo compartido por las experiencias de la modernidad, ya sea en sus versiones "socialistas" o capitalistas: modelo industrialista, post industrialista, colonialista, imperialista y ahora globalizante. Un paradigma depredador e irrealizable, porque lleva al colapso ambiental global, además de exigir, estructuralmente, masas de "subdesarrollados" y perjudicados para el beneficio de unos cuantos "desarrollados". Una promesa que hipoteca el presente y exige sufrimiento continuo en aras de un futuro mejor que nunca llega. Un "desarrollo" irresponsable tanto con las generaciones venideras, como con los no-humanos con quienes somos mutuamente necesarios.

13. Aspiramos a una economía en función a la realización humana. El capitalismo y el libre mercado triunfantes se presentan como naturales y necesarios, pero son históricos, no siempre han existido ni siempre han de existir. Sus "leyes" no nos llevan a una sociedad mejor, generan cada vez mayor concentración de la riqueza, profundas desigualdades, constriñen la autonomía y van en contra de nuestra realización plena. Consideramos fundamental el creciente control del mercado por la sociedad así como el desarrollo de una economía solidaria basada en la reciprocidad, que consista en el control social de los recursos y medios de producción, en la existencia de formas de autogestión, propiedad y planificación social, en la que el valor de uso sea predominante frente al valor de cambio.

14. La construcción de saberes libertarios. El actual orden mundial y su estructura de poder se sostienen sobre un tipo de ciencia y tecnología que se articulan a sus intereses. De gran poder transformador, se han convertido en las herramientas que sustentan diversos mecanismos de opresión. La ciencia y la tecnología actuales no son neutrales, y además se muestran como la única forma legítima de conocimiento despreciando el que los pueblos han ido labrando a lo largo de su experiencia sobre la tierra. De esta manera el hombre común en vez de encontrar el mundo más comprensible, se muestra cada vez más dependiente y delega su capacidad creativa, sus decisiones a manos de los expertos, de los tecnócratas, de los que "sí saben". Los actuales detentadores del "conocimiento legítimo" actúan sin preguntarse por los presupuestos de sus "especialidades", su trasfondo ético y los proyectos a los que sirven, son ignorantes y actúan sin responsabilidad. Por ello apostamos por un tipo de ciencia, de tecnología que se oriente a la emancipación humana, que no sean la reproducción colonial de los saberes que nos oprimen y que se han convertido en la ideología del orden existente. En un saber para la vida y desde la vida, que rechaza su compartimentación y cosificación, que asume que ésta es un todo múltiple, frente a la que hay que actuar con responsabilidad. Un saber que permanentemente cuestiona sus propias premisas. También, por rescatar los saberes que se han ido desarrollando de manera casi ancestral y que han permitido al hombre, como en nuestro caso, vivir de manera armónica con la naturaleza y respondiendo a sus circunstancias, sentirse seguro y autónomo, empoderado.

15. Los cambios sociales son procesos y no sólo "una gran ruptura". No tienen punto de llegada y no se realizan en un paraíso definitivo. Es un recorrido que por sí mismo tiene valor, pues es expresión misma de la libertad. No hay caminos predeterminados ni recetas. Se hace en la creación permanente y se enriquece con las pequeñas y grandes luchas, con los diversos caminos que se emprenden para lograr la realización y la emancipación humana. Por ello, nuestra organización debe acoger a esa multiplicidad de reflexiones y prácticas, respetando a la vez sus autonomías, prefigurando permanentemente la sociedad que deseamos.

Villa El Salvador, 10 de marzo del 2002

¡OTROS MUNDOS SON POSIBLES!
¡CONSTRUYENDO DEMOCRACIA RADICAL!