DESCUBRIRTE ESTA NOCHE

por:José Rafael

Descubrirte esta noche es fantasía.
Convertirte en motivo de poesía.
Inmortalizarte entre mis brazos.
Transmutarte la calidez de mis labios,
la tibieza desmedida de mi cuerpo.
Contagiarte la furia de mi vientre,
la violencia de caricias anhelantes.

Descubrirte esta noche es placer.
Enredarte por la vereda de mi ser.
Reconstruir templos de la antigüedad.
Bajar hasta la profundidad abisal.
Desmantelar las horas esta noche.
Exprimir sin detener las simientes
que esconden tu aurora terrenal.

Viajero del universo inexistente
que marcha cual caballero feudal
hacia la obtención de motín sin igual.
Pirata de estancias sin sentido.
Caballero de tu trono escondido.
Hacia tí enrumbo el vuelo sigiloso.
Puerta de misterio que ábrese celosa.

Mariposa que quema sus alas
entre los tonos marfil de la noche.
Guerrero de angustia y sufrimiento.
Visionario de horizontes siderales.
Esclavo y amo... Metal de pasiones.
Trapecista de circo de estaciones.
Lámpara de silencio en el viento.

Descubrirte esta noche, amante,
es arrastrar las cadenas hacia ruinas
de la carne voluptuosa de tu beso.
Embelesarme en el fruto de la miel
de noches paganas y delirantes.
Es pronunciar tu nombre... Amor.
Es saciar tu sed naufragante.

Sobrevivir a la venganza de tu lecho.
Desvanecer las sombras de la entrega
en el milagro supremo del fruto
del cauce rompedor de corrientes.
Junco ebrio de desesperanzas
en abandonados muelles de la costa.
Ternura loca anudada en la cópula.

Mañana es el tiempo no creado;
ahora es el momento de descubrir.
Montar sobre el holocausto de la muerte.
Beber del divino pecado de amarnos.
Apoyar nuestras miradas en la medianoche
mostrando nuestras desnudeces materiales
y adormirnos en el aliento de la tarde.

Descubrirte esta noche es la gloria.
Es palpar la existencia de Dios.
Lumbre de milenarias deidades
que alumbra países de misterios.
Alma temblorosa, nieve de dulzura.
Crepúsculo de tus muslos y piernas.
Crisoles de turgencia... Tus senos.

Galopante potro bravío tu vientre
sobre prados de abrileños antojos.
Apoteosis de Venus tus caderas,
cimbreante, sensual... Ardorosa.
Y al final el paroxismo de las formas.
La urgencia de inventarnos... Seductora.
Arquitecto de versos... Preciosa.



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