"A las flores silvestres no les importa dónde crecen"

Dolly Parton


Miguel Barnet

Fe de Erratas

Donde dice un gran barco blanco
debe decir nube

donde dice gris debe decir
un país lejano y olvidado

donde dice aroma
debe decir madre mía querida

donde dice César
debe decir muerto ya reventado

donde dice Abril
puede decir columna o árbol o fuego

pero donde dice espalda
donde dice idioma
donde dice extraño amor aquél

debe decir naufragio
en letras grandes.


Ernesto Cardenal

Escucha mi protesta

Salmo 5

Escucha mis palabras oh Señor

Oye mis gemidos

Escucha mi protesta

Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores

ni partidario de su política

ni te influencia la propaganda

ni estás en sociedad con el gángster.

No existe sinceridad en sus discursos

ni en sus declaraciones de prensa

Hablan de paz en sus discursos

mientras aumentan su producción de guerra

Hablan de paz en las conferencias de paz

y en secreto se preparan para la guerra

Sus radios mentirosos rugen toda la noche

sus escritorios están llenos de planes criminales

y expedientes siniestros

Pero tú me salvarás de sus planes

Hablan con la boca de las ametralladoras

sus lenguas relucientes

son las bayonetas...

Castígalos oh Dios

malogra su política

confunde sus memorándums

impide sus programas

A la hora de la sirena de alarma

tú estarás conmigo

tú serás mi refugio el día de la bomba

Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales

ni en sus campañas publicitarias, ni en sus campañas políticas

tú lo bendices

lo rodeas con tu amor

como con tanques blindados.


Nicanor Parra

Mendigo

En la ciudad no se puede vivir
sin tener un oficio conocido:
la policía hace cumplir la ley.

Algunos son soldados
que derraman su sangre por la patria
(esto va entre comillas)
otros son comerciantes astutos
que le quitan un gramo
o dos o tres al kilo de ciruelas.

Y los de más allá son sacerdotes
que se pasean con un libro en la mano.
Cada cual conoce su negocio.
¿Y cuál creen ustedes que es el mío?

Cantar
mirando las ventanas cerradas
para ver si se abren

y

me

dejan

caer

una

moneda


José Lezama Lima

Ah, Que Tú Escapes

Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.

Ah, mi amiga, que tú no querías creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.

Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.


Muchas gracias a Adriana Velásquez por el envío de poemas de Mario Benedetti...

Mario Benedetti

Ultima Noción de Laura

Usted Martín Santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
toda muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza.

Usted Martín Santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
porque me estoy muriendo, Santomé.

Usted, claro, no sabe
ya que nunca se lo he dicho
ni siquiera
en esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme.

Usted Martín Santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo.

No sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así.

Usted Martín Santomé no sabe
qué bien, que lindo dice Avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor.

Usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo

Usted Martín Santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo.

Es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted.

Quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo Santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada

Usted
Martín
Martín... ¿cómo era?
los nombres se me caen
yo misma me estoy cayendo

usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.

La Culpa es de Uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo no previsto
¡ah! pero mi tristeza sólo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

Hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

Con un solo pronóstico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito

sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

Creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos ni del tiempo

hace mucho, muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos por si acaso

miro cómo te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.


Miguel Otero Silva

Siembra

Cuando de mí no quede sino un árbol,

cuando mis huesos se hayan esparcido

bajo la tierra madre;

cuando de tí no quede sino una rosa blanca

que se nutrió de aquello que tú fuiste

y haya zarpado ya con mil brisas distintas

el aliento del beso que hoy bebemos;

cuando ya nuestros nombres

sean sonidos sin eco

dormidos en la sombra de un olvido insondable;

tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,

como yo en el follaje del árbol

y nuestro amor en el murmullo de la risa.

¡Escúchame!

Yo aspiro a que vivamos

en las vibrantes voces de la mañana.

Yo quiero perdurar junto contigo

en la savia profunda de la humanidad:

en la risa del niño,

en la paz de los hombres,

en el amor sin lágrimas.

Por eso,

como habremos de darnos a la rosa y al árbol,

a la tierra y al viento,

te pido que nos demos al futuro del mundo...


Delmira Agustini

Lo Inefable

Yo muero extrañamente... no me mata la vida,
no me mata la muerte, no me mata el amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevásteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?

¡Cumbre de los martirios...! ¡llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
¡milagrosa, inolvidable!... ¡Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!

Explosión

¡Si la vida es amor, bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento,
hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche triste, fría,
rotas las alas, mi melancolía,
como una vieja mancha de dolor.

En la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!


José Asunción Silva

Nocturno

Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,

una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente,
contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura

caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.

Y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,

sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una,
y eran una,

y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga...

Esta noche,
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de tí misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,

por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,

mudo y solo
por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,

a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas...
Sentí frío... era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas,
era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,

era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,

iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra, esbelta y ágil,

fina y lánguida,
como en esa noche tibia de muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y música de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella...
¡Oh, las sombras entrelazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristeza y lágrimas!

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Gianmarco Guevara P.