La exposición sobre ANCAP del diputado Raúl Sendic en la discusión en la Cámara de Representantes.

Sesión del 27 de diciembre de 2001.

 

SEÑOR PRESIDENTE (Penadés).- Tiene la palabra el señor Diputado Sendic.

SEÑOR SENDIC.- Señor Presidente: tal como han dicho otros compañeros, sin duda este es uno de los proyectos más importantes que hemos abordado a lo largo de este año. Considero que esta iniciativa debió haber tenido una discusión más extensa, no solo en la Cámara de Diputados, sino también en el Senado; no es cierto que el Senado la haya discutido durante tanto tiempo. El señor Senador Gallinal presentó un proyecto - que tengo en mi poder, para confirmar lo que estoy diciendo- el 13 de noviembre de 2001.

Hasta ese momento se venían discutiendo una serie de borradores que el Directorio de ANCAP había acercado a los distintos sectores políticos.

De lo que sí se habla desde hace mucho tiempo es del proyecto de transformación de ANCAP. Este ente se creó en 1931, como una especie de reivindicación de la soberanía del país. A lo largo de estos últimos años, la evolución del negocio de ANCAP estuvo basada en algunos elementos que creo que son muy importantes: la ampliación de la capacidad productiva para ganar escala, la integración vertical tanto hacia adelante como hacia atrás, la diversificación hacia nuevos negocios, la internacionalización de la empresa y la participación en emprendimientos mixtos. Esas fueron las líneas en las que estuvo basado el desarrollo de la empresa en los últimos años, que ha incursionado en una serie de negocios nuevos, como precisamente el del gas, y ha llevado adelante varios emprendimientos - algunos muy cuestionables- en asociación con empresas privadas.

Creo que hay que tener en cuenta un elemento que hoy aquí se ha abordado poco; me refiero a qué es lo que nosotros precisamos de ANCAP, qué es lo que el país precisa. A mi juicio, lo primero que se precisaría sería mantener la soberanía en los combustibles y asegurar una matriz energética de bajo costo para el conjunto de nuestra economía.

También estaba planteada la remodelación de la refinería de La Teja con tres objetivos principales: aumentar la escala del negocio, bajar los costos de producción y mejorar la calidad para eliminar el plomo y el azufre de nuestros combustibles. ANCAP había decidido llevar adelante este proceso en dos etapas

-que están claramente establecidas en un documento de las Gerencias, que tengo en mi poder- definidas como fase 1 y fase 2. La fase 1 consistía en una primera etapa de ejecución inmediata en lo referente a la ampliación de la refinería, el complejo de gasolinas, el mejoramiento de los procesos y el análisis para la máxima racionalización de la dotación de personal, que permitiría lograr condiciones competitivas en la medida en que se procesen otros cambios en la empresa y en su entorno, con la idea de llevar la refinería a procesar de 37.000 a 50.000 barriles por día.

Estaba pensada una segunda etapa que se iba a desarrollar posteriormente con la búsqueda de una alianza estratégica con un socio de porte en el mercado petrolero, para encarar el análisis de factibilidad de un nuevo tren de refinación, así como las inversiones hechas por la empresa en Argentina y la participación activa de ANCAP en los canales de distribución, para asegurar la salida de los productos en la región.

Es decir que, reitero, el proyecto originalmente tenía dos fases: la fase 1, que consistía en una refinería de 50.000 barriles que quedaba en manos de ANCAP, y la fase 2, para la que se preveía una refinería de mayor porte, con otro tren de refinación, en sociedad con una empresa privada extranjera.

Desde mi punto de vista, en ese terreno sí era concebible una asociación. Pero con el correr del tiempo este proyecto se fue desvirtuando porque, en definitiva, primaron algunos compromisos establecidos con organismos internacionales, así como el apuro y la desesperación del Gobierno por hacer caja y una política desde el punto de vista energético que, si tuviera que definir en una palabra, diría que es esquizofrénica, porque ha llevado a una serie de idas y venidas que hoy traté de resumir en un planteo que hice cuando el señor Diputado Molinelli tuvo la generosidad de concederme una interrupción.

 

Las mentiras de la Coalición "blanquicolorada"

En los últimos años, la política energética ha tenido una serie de vaivenes que no tienen ninguna explicación.

Esto fue desvirtuando el proyecto original y se instrumentó una verdadera campaña basada - si se me permite decirlo- en una serie de mentiras. Por ejemplo, se ha mentido en lo que respecta a la preocupación por la baja de los costos de los combustibles.

Cuando se analiza la composición de los precios al consumo del combustible, hay un porcentaje muy importante de impuestos. Si en realidad hubiera preocupación por bajar ya el precio al consumo de los combustibles, el Gobierno lo podría hacer en no más de diez minutos. Es cierto: tendría que renunciar a una parte de sus ingresos porque, en realidad, ANCAP es una gran empresa recaudadora de impuestos.

Otro elemento falso que se ha manejado en estos meses es el costo de refinación que tiene el país.

Se llegó a decir temerariamente que el costo de refinación era de US$ 11 el barril; si así fuera sería imposible pensar que una remodelación de la refinería de La Teja nos podría llevar a niveles competitivos en la región. Hay varias consultas - algunas que hice directamente a través de un pedido de informes, e informes de la Gerencia General que hablan de los costos de refinación- que demuestran que el costo de refinación por barril es de US$ 3,85 o US$ 3,89; esta cifra es un poco superior a los costos de la región. O sea que esa también es una mentira que se ha manejado, que es muy importante porque según la distancia que tengamos con los costos competitivos, podremos hablar o no de la posibilidad de seguir refinando combustibles en un país que no es productor de petróleo.

La otra mentira que se ha manejado es que si no desmonopolizamos y no abrimos nuestro mercado, no podremos exportar combustibles. Esto es mentira, porque ANCAP está exportando unos US$ 20:000.000 anuales a la región en combustibles y, además, porque en el momento en que se planteó la remodelación de la refinería de La Teja se pensó en dos mecanismos posibles para su financiación. Uno de ellos, el mecanismo directo de la financiación bancaria, y el otro, un prepago, una especie de prefinanciación, por un posterior suministro de combustible. Se logró conseguir prácticamente US$ 160:000.000 que costaba la obra a cambio del prepago de combustibles que se refinarían en la refinería de La Teja, una vez culminada la obra.

Logramos compromisos de suministro de combustible, inclusive con países del Golfo. Por lo tanto, no es cierto que no podamos exportar combustibles en las actuales condiciones de nuestro mercado, y en realidad no lo es en ninguna parte del mundo. Por ejemplo, Brasil es un gran exportador y, sin embargo, es muy difícil entrar a su mercado de combustibles.

La cuarta mentira que se ha manejado a lo largo de estos meses es que necesitamos un socio con petróleo.

No lo precisamos, porque Uruguay hace muchos años que compra petróleo –unos

US$ 300:000.000 por año- e inclusive, nuestro Gobierno adoptó la posición de no comprometerse con nadie en el suministro de petróleo, para que cada vez que fuera necesario comprar se pudiera optar por alguna de las ofertas que hubiera en el momento. En realidad, cada vez que ANCAP sale a comprar petróleo dispone de una variada oferta -unas veinte o treinta- de petróleos distintos, a precios diferentes.

Por lo tanto, el día que tengamos un socio con petróleo, deberemos comprar el crudo que nos quiera vender y al precio que desee.

Estas son las cuatro mentiras en que se ha basado este proceso de discusión sobre la sociedad de ANCAP.

Esta asociación es "liquidacionista"

Llegamos a este proyecto de ley de asociación, que no tiene un marco regulatorio previo, en el que nos embarcamos sin un plan de negocios, por cuanto no sabemos qué queremos hacer con la refinería ni cuántos barriles queremos procesar por día; leí las versiones taquigráficas del Senado y el Senador Atchugarry dijo que se refinarían unos 50.000 barriles, pero en realidad en ningún lado está escrito, salvo en esa versión taquigráfica, que nuestro plan de negocios sea de 50.000 barriles.

Vamos hacia una sociedad sin un plan de negocios, pero de antemano - eso sí- decimos que precisamos un socio para llevar adelante lo que vayamos a hacer. En definitiva, ANCAP inició una obra de remodelación de la refinería en la que gastó US$ 70:000.000 u US$ 80:000.000 y que en total cuesta US$ 160:000.000. Esta obra permitirá elevar la producción de la refinería de 37.000 barriles a 50.000 barriles diarios, bajar los costos por unidad y mejorar la calidad de los combustibles eliminando, fundamentalmente, el plomo que contienen las naftas. Sin embargo, se plantea que precisamos un socio; en definitiva, precisamos un socio para hacer lo que ANCAP ya está haciendo; precisamos un socio para gestionar una planta que refine 50.000 barriles, que ya se está construyendo; precisamos un socio para que nos gestione una refinería que ya tenemos financiada y para vender 50.000 barriles de petróleo refinado que prácticamente tenemos colocados, ya que el consumo en

Uruguay oscila entre los 37.000 y los 42.000 barriles anuales, dependiendo de la época del año. En definitiva, en algunos meses del año tenemos un excedente de 8.000 barriles y en otros de 12.000, que no sería difícil colocar en la región.

En suma, se plantea una sociedad para hacer lo que ANCAP ya hace; además, se plantea una sociedad que se parece mucho -si no lo es- a una privatización.

Permítaseme decir algo: no sé si una privatización no sería mejor que esto, porque esta sociedad en la que tendremos que asociarnos a una transnacional petrolera, que nos colocará el petróleo que quiera al precio que quiera, que nos podría sobrefacturar US$ 0,50 por barril sin que nos diéramos cuenta - ni el mejor auditor sería capaz de descubrirlo -, nos podría generar una pérdida de US$ 20:000.000, US$ 30:000.000 o US$ 40:000.000 por año, solo en la compra de combustible. Es posible que el Estado uruguayo termine asistiendo a una sociedad para que funcione.

Esto me hace acordar mucho a la sociedad que se estableció con PLUNA; inclusive, el Gobierno en estos días ha dicho públicamente que no sabe cómo hacer para sacársela de encima, porque tiene una deuda de US$ 60:000.000. Después de asociarnos y de que se exhibiera durante muchos meses las ventajas de dicha asociación, resulta que ahora tenemos que sacarnos de encima a PLUNA, porque tenemos una deuda de US$ 60:000.000 y hemos estado asistiendo todos los años con varios millones de dólares para que VARIG haga el negocio. Y me temo que la sociedad que se establece en este proyecto termine

igual y por eso digo que no sé si no sería mejor una privatización, es decir, regalar la refinería a la transnacional que la quiera para que no tengamos que poner plata todos los años para que funcione.

Este proyecto que seguramente se aprobará en la Cámara hoy, tiene una enorme cantidad de carencias que resumiré brevemente.

Por ejemplo, establece la meta de llegar a determinados costos de refinación, pero no dice qué se toma como referencia. El Presidente de ANCAP dijo - como manifestó el señor Diputado Ronald Pais - que se tomarían los precios del golfo de México. Por otra parte, si existiera un incumplimiento, la sociedad no se rompería. Si hubiera un incumplimiento, ANCAP, que habría dejado de comprar petróleo - ANCAP, no la sociedad -, tendría que hacer lo que nunca hizo: adquirir combustible para abastecer el mercado uruguayo.

 

 

 

Las ganancias son ajenas

Además, el plan de negocios lo pone el socio. Es decir, vamos a una sociedad sin un plan de negocios y en el proyecto se dice específicamente que ANCAP evaluará el plan de negocios, pero después de que los socios hagan la oferta económica.

Por otra parte, las inversiones son compartidas; siempre se habló - hoy mismo se ha dicho repetidas veces- de que necesitamos un socio inversor, pero resulta que la inversión la tendrá que seguir haciendo ANCAP, ya que tendrá que poner parte de su patrimonio y además seguir financiando las inversiones, por el mecanismo de que el socio podrá hacer la inversión pero después tendrá que recuperarla a partir de la ganancia; el resto de las ganancias se repartirá.

Es decir que las inversiones las pagaremos a medias.

Tampoco se asegura en el proyecto que en todo el país los combustibles tengan el mismo precio, a lo que estamos acostumbrados los uruguayos, modalidad que no se emplea en la región.

Tampoco se dice qué pasará con los US$ 160:000.000 en los que nos endeudamos para llevar adelante la obra de la refinería, ya que este pasivo no se transfiere a la sociedad y, por ende, ANCAP tendrá que seguir pagando esta deuda.

Se transfiere la gestión al socio, cuando cualquier señor Diputado que haya estado en alguna sociedad sabe que en una asociación normal la gestión es compartida conforme a la composición de la sociedad; nunca se entrega a un socio la gestión absoluta de la sociedad. Como decían bien algunos señores Diputados - también lo afirmaba el señor Diputado Ronald Pais - en este proyecto de ley hay una serie de carencias que dejan un nivel de discrecionalidad a la redacción final que se dé al pliego de licitación, que realmente asusta.

Creo que, en realidad, estamos dando un cheque en blanco al Directorio de ANCAP o a quienes contrate para establecer el pliego, porque ya ha habido algunos contratados de confianza de este Directorio, de su confianza, que han elaborado varios borradores de posibles pliegos de este llamado a licitación que se han difundido a través de la prensa. Algunos de ellos están vinculados a empresas transnacionales de la energía y han participado -como es el caso del ingeniero Antmann- en la redacción de alguno de estos borradores del llamado a licitación de algún socio para ANCAP.

Es tal el nivel de discrecionalidad que se deja a quienes redacten el pliego de licitación, son tantos los huecos, los agujeros que deja este proyecto, que con todo respeto me voy a atrever a sugerir otro nombre para esta iniciativa. Su nombre es larguísimo: "Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Pórtland. (Se autoriza su asociación con otras empresas y se derogan los monopolios de importación, exportación y refinación [...])", etcétera, etcétera -; propongo llamarla: "Ley queso gruyere". Sería un buen nombre para el cheque en blanco que estamos dando a quien después tenga que redactar las verdaderas condiciones en que se establecerá esta asociación.

Por todos estos motivos, no vamos a acompañar este proyecto que me parece nefasto y que, además, no asegura la continuidad de la refinación de petróleo en el Uruguay por algunas de las disposiciones establecidas en el articulado.