Ruben Guaman Carrasco
Mitologìa aborigen Argentina
                          ETNIA WICHÌ :
             NILATAJ EL TODO PODEROSO
NILATAJ es el dador. no es posible tener nada que Nilataj no quiera todo lo que tenemos es porque  Nilataj lo conciente, Cuando no recibimos de sus dones no es porque Nilataj los esté negando. Hay personas malvadas que roban los dones que el Dios otorga. Todos para ellos los dones. Los wichi siempre se mantuvieron alejados dentro de su hábitat selvático. La selva es una bestia violenta; jamás pudo ser dominada; a lo sumo se le puede dar muerte, y luego de eso el suelo queda páramo porque con la selva se retira la alfombra lecho de la Vida. La selva es Madre Poderosa. Es Diosa poderosa. Al ser desgajada, y las especies que la pueblan exterminadas o dispersas, las tribus quedan desnudas. Nunca antes ellos estuvieron desnudos. Las líneas pintadas sobre su piel, los collares y adornos, el peinado y hasta los músculos y las formas visten los espíritus. Y así ataviados los espíritus llenan el Cielo. El hombre no es su carne. Los occidentales cometen perjurio al difundir la idea espantosa de que el hombre es su cuerpo, mortal, desdeñable, lastimable, deteriorable. Pero el cuerpo porta y muestra al espíritu. Los wichi son quiénes saben respecto a Nilataj. Los guaraní los denominaron a ellos matacos, palabra que significa animal salvaje, pues se los consideraba inconquistables por lo aguerridos. Su hábitat está en el Chaco y parte de Salta. La denominación wichi -con el que ellos mismos se designan- quiere decir Espíritu Pleno, que vive la Vida plena. Su hábitat chaqueño (zona de caza en quechua) es un lugar ideal de generosa caza y pesca, o sea que no conocían el hambre, es más, otros pueblos buscaban entrar a su territorio a cazar por la abundancia de alimentos tanto animales como vegetales. Pero llegó el día en que los conquistadores llegaron para esclavizarlos. Esclavizar es imponer un régimen de trabajo de explotación en beneficio de otro, mediante amenaza de muerte. NILATAJ es esa Cosa Divina que da, y por supuesto da las emanaciones naturales. Los conquistadores andan de continente en continente, de ámbito en ámbito, de predio en predio, juntando todo lo que Nilataj da, para vivir con abundancia y despilfarro (extraña idea). Pero los pueblos sabios sobreviven, como así también su lengua; sus palabras. Se les ha robado mucho territorio, se los ha marginado. Se les ha negado educación. De todos modos la educación occidental no les sirve, no les da la sabiduría que necesitan, ni les indica el remedio que libera de la enfermedad ni el arma apropiada para defenderse. La educación occidental tan sólo los confunde, los humilla, y los aleja de la Vida Plena más y más. El silencio y la vida apartada por lo menos les da la oportunidad de rescatar momentos de plenitud; instantes divinos en los que es posible permanecer entre los anillos de la serpiente encantada: ¡Nada más es preciso conocer para ser justo! Los conocimientos occidentales sirven para predominar sobre los otros seres y sobre las cosas; es conocimiento perverso, maligno. Es conocimiento que da poder, y ¿cómo hace el humano para tener poder y dominar su egocentrismo? No puede. No puede. Sólo mediante la vida austera y dependiente de los favores de la naturaleza el hombre domina su ambición, la voracidad de su apetito. La Piedra del Sol americana data del 8.000 aC. Pero la cultura indoamericana tiene muchos cientos de miles de años más. No es cultura vieja, o ?primitiva?. Es cultura antigua; cultura con mucha experiencia. Los restos occidentales más antiguos datan del 6.800 aC. Pero no hay pasado; nada pasó. Sólo los occidentales creen que avanzan en el tiempo, que siguen una línea que avanza hacia el futuro que van construyendo dejando todo atrás y en el olvido; desdeñando a los ue amaron y a quiénes los amaron. Extraña concepción. El tiempo es como el océano, está ahí siempre. La marea golpea la roca, va y regresa, pero nunca es nueva. Ni siquiera el agua de los ríos es nueva. El agua está siempre, asciende por obra del Sol, se convierte en nube, baja en forma de lluvia, y vuelve a circular, siempre. Y como el agua, los Dioses nunca mueren ni se van. Nilataj no desapareció porque si lo hubiera hecho quién nos daría, a todos. Nadie más otorgaría. Y tampoco hay Dioses Nuevos, porque lo que antes no estuvo no puede ser Dios. Los dioses son los únicos Amos, Dueños y Señores de los Territorios. Esa es la verdad. Los hombres no son dueños del territorio, ni le pertenecen al territorio. Los hombres sólo están; el suelo es de los dioses. Sólo que los advenedizos llegaron y se instalaron, cometiendo perjurio, blasfemia y profanación.

Este texto me fue enviado por : Marta Balbi, una estudiosa del tema que nos ocupa.