HOME Miguel Miramón y Tarelo  (1831-1867)
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Concepción Lombardo de Miramón
Miguel Miramón
Infancia y juventud:

El 17 de noviembre de 1831 en la Ciudad de México, Doña Carmen Tarelo de Miramón, esposa del teniente coronel, Don Bernardo Miramón, dió a luz un niño, que nació muy pequeño y débil. Don Bernardo era hijo de otro Bernardo, nativo del antiguo reino de Navarra, y de María Josefa de Arriquivir y Urizar. El abuelo Bernardo había venido a la Nueva España como secretario particular del Marqués de Croix; después en 1768 había sido nombrado 5to. oficial del tabaco. El hijo de este Bernardo, el segundo Bernardo, junto con su hermano Joaquín fundaron una imprenta en la cual publicaban un periódico. En diciembre 12 de 1821, Bernardo se unió al Ejército Trigarante, que había proclamado la Independencia de México, después de años de sangrienta lucha. Fue nombrado teniente coronel en 1824 y en 1828 publicó una proclama contra el presidente Santa Anna.
   La esposa de Don Bernardo, Doña Carmen Tarelo y Segundo de la Calleja, era una mujer sensible y delicada, de corta estatura y con ojos grandes y expresivos; usaba su largo y abundante cabello negro, salpicado de canas prematuras, peinado en una perfecta trenza, Le dio a su esposo diez hijos, seis mujeres y cuatro varones; el segundo de ellos fue el pequeño que nació en Noviembre de 1831. El recién nacido fue bautizado en la iglesia de la Santa Veracruz y fue llamado Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo. Miguel y sus hermanos, Joaquín, mayor que él, y Mariano y Carlos, menores, ingresarían al ejército al igual que el padre.
La madre de Miramón: Doña Carmen Tarelo
El padre de Miramón: Don Bernardo Miramón
  Miguel era un niño de débil constitución pero inteligente y voluntarioso. Cuando tuvo edad suficiente fue inscrito en el Colegio de San Gregorio, a donde acudían los hijos de las familias más adineradas de la Ciudad de México. Pero el estar encerrado dentro de las paredes del colegio limitaban el espíritu aventurero de Miguel y un buen día, junto con cuatro compañeros, escapó de la escuela, tomando el rumbo sur de la ciudad. Llegaron a San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan, en donde el hambre los sorprendió. Pidieron comida y trabajo en la primera casa que encontraron, pero resultó ser la casa de un juez que los regresó inmediatamente a su casa. De regreso a su hogar, Miguel fue severamente reprendido por su padre y como consecuencia  de su aventura en San Agustín de las Cuevas, Don Bernardo sacó a Miguel de San Gregorio y lo inscribió en el Colegio Militar, albergado en ese tiempo en el Castillo de Chapultepec. De esta manera trataba de controlar la rebeldía de su hijo, pues estaba a punto de irse a vivir a Tlaxcala a donde desempeñaría un cargo público y quería asegurarse que Miguel estuviera en un lugar donde le impusieran disciplina. Así es que Miguel entró al Colegio Militar el 10 de febrero de 1846.            
   Un mes antes que Miguel entrara al Colegio Militar, México había entrado en una guerra con Estados Unidos a causa de la anexión de Texas a la Unión Americana, lo que México no aceptaba puesto que en ese tiempo Texas le pertenecía y esto significaba su pérdida. El presidente norteamericano, James Knox Polk, seguía una política expansionista y no se conformó con esta anexión. Mandó al General Zachary Taylor con sus tropas a ocupar el noreste de México. En 1846, Polk recibió un supuesto enviado del general Antonio López de Santa Anna, quien había sido presidente de México y se hallaba exiliado en La Habana. El supuesto enviado le informaba a Polk la buena disposición del general para promover la venta a Estados Unidos de los territorios mexicanos al norte de los ríos Bravo y Colorado por treinta mil dólares. Polk contestó el mensaje expresando a Santa Anna su apoyo para recobrar la presidencia de México y reiterándole que si deseaba regresar,  la escuadra norteamericana que bloqueaba el puerto de Veracruz le daría libre acceso.  
   Santa Anna llegó a Veracruz sin ninguna dificultad, pero no bien hubo llegado a la Ciudad de México el 15 de septiembre de 1846, organizó un ejército de desarrapados y se enfrentó al General Taylor  en La Angostura, cerca de Saltillo. Ambos ejército sufrieron grandes pérdidas, pero repentinamente, ante la sorpresa de Taylor, Santa Anna se retiró alegando las pérdidas sufridas y la falta de alimento. Fue una patética vista la del ejército mexicano avanzando hacia el sur.
   Santa Anna asumió la presidencia en marzo de 1847. No pudo, o quizá no quiso, detener el avance del ejército norteamericano, el cual para el 6 de septiembre ya había ocupado la ciudad de México. El 13 de septiembre las tropas del general Ulises Grantt atacaron el Colegio Militar, que fue solo defendido por ochocientos hombres y un grupo de jóvenes cadetes, comandados por el general Nicolás Bravo. Entre estos cadetes estaba Miguel Miramón. que en ese tiempo tenía sólo quince años.
   Durante la batalla Miramón fue hecho prisionero por los norteamericanos y fue liberado hasta junio de 1848 por un decreto firmado por los ejércitos mexicano y norteamericano en donde se acordaba la liberación de los presos políticos. Miguel regresó al Colegio Militar en donde permaneció hasta noviembre de 1851, cuando fue nombrado teniente de artillería y asignado a la 1era. batería  de la 2da.división, acantonada en Perote, por lo que abandonó la Ciudad de México para iniciar su vida en el ejército. Regresó al Colegio Militar el 13 de abril de 1853 para impartir la cátedra de Tácticas de Infantería. Fue por este tiempo cuando Miguel conoció a la mujer que sería su esposa: Concepción Lombardo Gil de Partearroyo.
  Concepción Lombardo:

   Concha nació el 8 de noviembre de 1835 en el seno de una familia formada por seis varones y seis mujeres. Su padre, Francisco María Lombardo, nacido en la Villa de Chilcuautla en 1799, era un notable abogado que fungió como diputado en el 1er. Congreso que convocó Agustín de Iturbide, de quien se ganó su enemistad debido a sus brillantes escritos atacando la política del nuevo emperador. Posteriormente, por la época en que Concha conoció a Miramón, don Francisco fue diputado en el Congreso de 1853 y Ministro de Hacienda  y Relaciones Exteriores durante la administración de Santa Anna. La madre de Concha, Germana Gil de Partearroyo, era una mujer de gran hermosura, descendiente de la casa española del Marqués de San Felipe; había muerto poco antes del encuentro entre Concha y Miguel, el 6 de abril de 1853.  
   Cierto día, en el verano de 1853, Concha en compañía de su hermana Lupe y de una amiga, la señora Velásquez de la Cadena, visitaron las instalaciones del Colegio Militar. El director les ofreció una exhibición de ejercicios gimnásticos realizados por los cadetes. Estos ejercicios eran dirigidos por el joven capitán Miguel Miramón, que contaba entonces con veintidós años de edad. Era Miguel un joven de estatura mediana, tez morena, hermosos ojos negros, boca grande con un incipiente bigote, que no pasó inadvertido para la joven Concha. Una vez terminados los ejercicios el joven capitán acompañó a las damas hasta su coche.
   Pocos días después Miguel se presentó en casa de los Lombardo acompañado de un amigo común y pretendiente de Lupe Lombardo, llamado Romualdo Fagoaga. Durante la visita Miguel no apartó los ojos de Concha ni un instante y súbitamente y sin ninguna pena declaró que quería casarse con ella.
Concha tomó el comentario a broma y riendo contestó:
-" ¿Se quiere casar conmigo para llevarme a la guerra a caballo, cargando en brazos al niño y en el hombro al perico?"
- " Los generales no llevan a su mujer a la guerra, contestó Miguel, y mucho menos con el perico en el hombro".
-"Pues cuando sea general nos casaremos" replicó Concha riendo alegremente.
   En ese momento se presentó don Francisco María, que aunque no era intransigente ni tiránico, no le agradaba encontrar a sus hijas en compañía de caballeros. Romulado, tratando de salvar la situación, le presentó a Miguel tímidamente.
-"¿En que puedo servirle Capitán?" preguntó don Francisco.
Miguel, no sabiendo que contestar, abandonó la casa ofreciendo cualquier disculpa.
   Pasó algún tiempo sin que Concha volviera a saber de Miguel, pero Romualdo le hablaba constantemente de él diciéndole que el capitán estaba perdidamente enamorado de ella.
   Dos años más tarde, moría don Francisco María Lombardo, dejando a sus hijas sólo una herencia fantasma que nunca apareció.  

   Mientras tanto, el 21 de marzo de 1854, don Juan Alvarez, viejo caudillo de la Independencia, que había luchado junto a Morelos, junto con el general Ignacio Comonfort y otros más, proclamaron el Plan de Ayutla, el cual desconocía el gobierno del general Santa Anna, quien regía el país por onceava vez desde abril de 1853.
   Al inicio de 1855 Miguel Miramón fue comisionado por Santa Anna para comandar el Batallón de Baja California y combatir a los integrantes del Plan de Ayutla. Encontrándose en Toluca al frente de este batallón, Miramón participó en una riña, probablemente a causa de algún asunto de honor o de alguna aventura amorosa, e infringió heridas graves a un civil, por lo que se le formó causa. Afortunadamente para él, el civil recobró la salud y Miramón  fue indultado, reintegrándose inmediatamente a su batallón que se dirigía al estado de Guerrero a cumplir la misión encomendada por Santa Anna.
   Miramón luchó valientemente en varias batallas y consiguió el grado de teniente coronel por su acción en la batalla de Tepehuajalco. Pero el Plan de Ayutla triunfó y Santa Anna tuvo que abandonar México el 21 de Agosto de 1855 para nunca volver a figurar en la vida política del país. Al triunfo del Plan, asumieron sucesivamente la Presidencia de manera interina, el general Martín Carrera, de agosto a septiembre y el general Rómulo Díaz de la Vega de septiembre a octubre. Después fue elegido como presidente definitivo don Juan Álvarez, formando su gabinete con liberales notables como Melchor Ocampo, Ponciano Arriaga, Guillermo Prieto, Ignacio Comonfort, Santos Degollado y Benito Juárez.
   El cambio de régimen no afectó la situación militar de Miramón; su nombramiento de teniente coronel fue ratificado el 10 de diciembre de 1855 por el gobierno de don Juan Alvarez.
   Lo primero que hizo Miguel al volver a la Ciudad de México fue visitar a Concha.
-"Señorita, le dijo, he sabido la desgracia de usted y le vengo a dar el pésame" (refiriéndose a la reciente muerte de don Francisco)
   Concha le pidió que se marchara, pues estaba sola. Pero Miguel repuso que no se iría si no le daba antes un beso. Ella, irritada, insistió en que se fuera, pero él, sacando su espada, replico: "Si no me da un beso la mato"
-"Pues máteme" contestó Concha abriendo los brazos. Miguel guardó su espada y con una carcajada se retiró. Ese día juró que Concha sería su esposa.
   La situación en que habían quedado la hermanas Lombardo después de la muerte de su padre era precaria por lo que tuvieron que dejar su elegante casa en la Calle de la Cadena  y alquilar una más modesta en el cercano pueblo de Tacubaya. Poco después de haberse instalado en su nueva casa, Concha volvió a recibir la visita de Miguel que se hallaba en Tacubaya de guarnición con su regimiento. Miguel la acompañó en una excursión que ella hizo en compañía de sus hermanas y otros amigos por las haciendas de Tacubaya, durante la cual él la salvó de caer de su caballo encabritado.
   Durante las semanas siguientes Miguel insistió en sus pretensiones sin ningún éxito. Por aquel tiempo Concha tenía otro pretendiente, un inglés llamado Eward Perry, con el cual se comprometió, pero su relación duraría sólo año y medio.
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