MAXIMILIANO
General Leonardo Márquez
(1820-1913)
Leonardo Márquez a edad avanzada
General Leonardo Márquez
  Leonardo Márquez Araujo nació en la ciudad de México en 1820. A los quince años, ingresó en el Ejército. Luchó contra la secesión de Texas y, más tarde, en Aguanueva y la Angostura, así como en muchas otras acciones durante la Guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848). Se adhirió al Plan de Piedra Gorda contra la revolución de Ayutla. Triunfante ésta, se expatrió. Regresó en 1855 bajo el régimen conservador del general Félix María Zuloaga, quien lo nombró jefe de la División Poniente, con sede en Guadalajara. En 1859, el presidente Miguel Miramón dejpo la ciudad de México para atacar Veracruz , en donde se hallaba las ede del gobierno liberal de Benito Juárez. Aprovechando que la ciudad de México estaba desprotegida, el general liberal Santos Degollado marchó sobre ella. Leonardo Márquez, decidió entonces acudir a defender la capital y dejó Guadalajara a cargo del coronel Luis Tapia. El 11 de abril Márquez venció a Degollado en Tacubaya. En una demostración de gran crueldad, muy característica de él, fusiló, no sólo a los jefes y oficiales prisioneros, sino también a varios estudiantes de medicina que auxiliaban a ,os heridos. Desde entonces le apodaron el “Tigre de Tacubaya”.
   Dos años más tarde, al ser derrotados los conservadores y al huir Miramón del país, Márquez se refugió, al igual que otros grupos de conservadores, en las cercanías de la capital. Márquez y sus hombres sorprendieron al liberal Melchor Ocampo, que se había retirado de su ministerio y se había ido a vivir a su hacienda en Michoacán. Márquez lo mandó fusilar el 3 de junio de 1861, colgando después su cadáver de cabeza en un árbol. Santos Degollado trató de vengar la muerte de Ocampo, pero fue también salvajemente asesinado el 15 de junio por las tropas de Márquez. El gobierno de Juárez envió entonces a Leandro Valle a perseguir a Leonardo Márquez. Ambos se enfrentan en el monte de las Cruces, entre las ciudades de México y Toluca. Márquez derrota, aprehende y fusila a Valle en ese mismo lugar el 23 de junio.
   En 1862, Leonardo Márquez se unió con dos mil hombres a las fuerzas intervensionistas francesas. En 1864 fue enviado por Maximiliano como ministro plenipotenciario a Constantinopla, con el encargo de fundar un convento franciscano en Medio Oriente, de donde regresó en 1866 al retirarse de México las últimas tropas francesas.  El imperio estaba al borde del colapso y Maximiliano se dedicó a organizar un ejército que lo ayudara a pacificar el país. Se formaron tres divisiones al mando cada una de sus tres principales generales: Miramón, Mejía y Márquez, quién quedó a cargo de la guarnición de Toluca. Márquez y sus hombres fueron atacados por las tropas juaristas causándoles graves pérdidas.
    El 13 de febrero de 1867 Márquez acompañó a Maximiliano a Querétaro, una de las pocas ciudades del país que permanecían leales al imperio. Al llegar a San Juan del Río, después de adular e intrigar ante el emperador, Márques logró que éste lo nombrara jefe del Estado Mayor y lugarteniente del Imperio, ante el disgusto de Miramón. El 19 de febrero Maximiliano y su ejército entraron a Querétaro.
   Las tropas juaristas de
Mariano Escobedo se acercaban a la ciudad con intención de sitiarla. Miramón opinaba que en caso de sitio había batir al enemigo, mientras que Márquez decía que había que resistirlo. Maximiliano optó por la sugerencia de Márquez. A principios de marzo Escobedo sitió la ciudad. Los imperialistas celebraron durante dos días inútiles consejos de guerra durante los cuales continuaron las discrepancias entre Mejía y Márquez. Éste se encontraba a disgusto en Querétaro pues  Miramón no lo dejaba actuar a sus anchas. Logró persuadir a Maximiliano de que su presencia en México sería muy necesaria para controlar a los ministros que no eran de fiar. Además ahí podría conseguir ayuda económica y militar para el ejército sitiado en Querétaro. Se decidió que Márquez partiría para la capital con mil soldados de caballería y después de restaurar ahí el orden regresaría a Querétaro con refuerzos disponibles para atacar por la espalda a los republicanos que sitiaban la ciudad. Maximiliano le concedió amplios poderes y lo nombró regente conjuntamente con Tedosio Lares y Joaquín Lacunza. Leonardo Márquez abandonó Querétaro la noche del 22 al 23 de marzo.
    En México, Márquez impuso a los ministros un préstamo forzoso de quinientos mil pesos, que en lugar de utilizarlos para auxiliar a Querétaro, los usó para salir rumbo a Puebla que estaba sitiada por
Porfirio Díaz, que la tomó en la madrugada del 2 de abril, mientras Márquez llegaba a la hacienda de San Lorenzo, entre Puebla y Otumba. Ahí se enteró que Díaz había tomado Puebla y se dirigía a la Ciudad de México. Márquez se enfrentó a las tropas de Díaz y fue derrotado, regresando después a la capital. El 15 de abril, Porfirio Díaz sitió la Ciudad de México.
   Mientras tanto, en Querétaro se aguardaba con desesperación el regreso de Márquez y Maximiliano decidió enviar al príncipe Salm-Salm a buscarlo, otorgándole plenos poderes para ponerlo preso si era necesario.
   Márquez se había refugiado en la Ciudad de México en la casa de la familia Bardero, íntimos de su madre. El 21 de junio de 1867, un día después del fusilamiento de Maximiliano, Díaz tomó pacíficamente la capital. Márquez permanece escondido en la casa de sus amigos por seis largos meses. Después, disfrazado de arriero, huye a pié en un viaje de dieciséis días al puerto de Veracruz, en donde es auxiliado personalmente por el señor Adolfo Hegewish, quien lo ayuda para embarcarse a Cuba, no sin antes encontrarse en los muelles de Veracruz, disfrazado de marinero, con Porfirio Díaz, que efectuaba los últimos arreglos para la expedición a Yucatán. Lleno de aplomo, Márquez se embarcó, frente a su adversario, con destino a La Habana. Después de veinticinco años de destierro, Leonardo Márquez regresó a México, acogiéndose a la amnistía que había concedido el presidente Díaz. Tenía entonces 78 años de edad y era el año de 1892. Permanece en la Ciudad de México durante nueve años, llevando una vida de aislamiento y monotonía: acude a misa a las 6 de la mañana a Santo Domingo, efectúa luego un largo paseo a pié y más tarde se recoge en sus habitaciones del hotel Washington a leer los principales diarios y varios libros. El cruel “Tigre de Tacubaya” es ahora un viejo apacible, que viste con sobriedad, pulcritud y añeja elegancia. Habiendo muerto todos sus conocidos, regresa a La Habana a donde fallece el 15 de julio de 1913, siendo aún soltero, a los 93 años de edad.