Diario El Litoral (Santa Fe) Lunes 29 de enero de 2001 Soledad y Orlando Vera Cruz en la luna del adiós El Cosquín histórico y polémico, del que se dijo, entre otras cosas, que perdió su esencia y que esta vez tuvo poca convocatoria, llegó a su fin. El festival de mucha danza, el de la transición (porque hoy tiene un antes y un después) el de los intérpretes contentos porque han cantado por primera vez en horario televisivo o el de los que están con broncas porque sólo le permitieron hacer unos pocos temas, al que se le quiere imponer que las peñas comiencen cuando finalice el espectáculo en la plaza Próspero Molina y, en fin, el de tantas opiniones y proyectos desencontrados, llegó a su última jornada. La de anoche fue la fiesta del huracán de Arequito, con el alma y el corazón puestos en su pueblo, ya que eso es lo que distingue a Soledad. Durante su recital de casi dos horas, en sus distintas interpretaciones, fueron apareciendo en la platea banderas, ponchos, pañuelos al viento, palmoteos, ovaciones, carteles, antorchas, petardos y papel picado, espuma y bailes en los pasillos, globos buscando las alturas del cielo de Punilla y el público de pie. El sonido, la iluminación, el humo del escenario aportaron también su marco al espectáculo, a su afiatado grupo, a su consagrada presencia y al récord de entradas vendidas. El comienzo del programa preparado para la jornada de clausura tuvo también fuegos artificiales, tañir de campanas, al Ballet Camín con la canción del festival y el tradicional Aquí, Cosquín... que preludiaba la despedida hasta el 2002. La música y el canto, la poesía y la danza se hicieron dueñas del escenario Atahualpa Yupanqui. En ese marco, apareció también un hombre identificado plenamente con Santa Fe, que dejó bien sentado el prestigio de la provincia invencible con su voz y su guitarra. Junto al acordeón de Marito Pagura, Orlando Vera Cruz dejó su acento a través de temas como Nicodemes, Islero y cantor, Patrón o Punta Cayastá, cantando en el final con el maestro entrerriano Víctor Velázquez coplas de Atahualpa Yupanqui y recogiendo la admiración popular por su profunda argentinidad. Fue la noche de la consagración de Mariano Fretes, nacido en Clorinda, Formosa; de la revelación del dúo vocal Walichu, de Casilda, como así también de la pareja de tango ganadora del Pre Cosquín Jessica Astrada-Ricardo Cejas, de Pergamino. La revelación de la peña oficial fue para Hijos del Sol, de Añatuya, mientras que la de los espectáculos callejeros surgida del voto de los asistentes recayó en Los Hermanos Ramos, de Las Rosas. Todos tuvieron el reconocimiento del público en general. Los Quilla Huasi, Daniel Altamirano, Los Trovadores de Cuyo y Los Visconti le dieron vida y presencia a una estampa cuyana. A continuación el grupo Nan hizo su presentación con la voz de Zamba Quipildor interpretando Destellos. César Isella, creador de innumerables éxitos de la canción folclórica, tuvo también su merecido tiempo presentando en el escenario mayor a dos jóvenes; César Hernán y su hijo Luciano Isella. El momento emotivo lo dio con Canción con todos. Y el Festival se despidió, con su escenario renovado, con una programación que, en general, fue del agrado del público y que en sus nueve lunas superó, según lo anunciado, a la edición anterior en materia de concurrencia. Y todos dijimos hasta el año próximo, cuando, como en cada enero, asistamos al gran encuentro con nuestra raíces, nuestra identidad, nuestras tradiciones.