Diario Clarin Lunes 21 de setiembre de 1998 Es capaz de derretir la nieve Hace falta decir, a esta altura, que la Sole tiene al público en uno de los bolsillos de sus bombachones de gauchita de escenario? Es posible que no. Pero, por si resulta necesario, aquí van los datos: la chica de Arequito logró reunir a más de 15 mil personas en el estadio del Chateau Carreras y mantenerlos en estado de éxtasis a lo largo de 30 canciones. Eso, a pesar de los tres grados bajo cero y aun cuando el megaescenario que se montó en el césped estuvo demasiado lejos de la gente. Si se tiene en cuenta que Soledad es, más que nada, una artista de contacto y su postal artística se completa -sí o sí- con la respuesta caliente de la gente, se tendrá una dimensión de lo que trajinó para lograr la proximidad con sus fans. Pero Soledad es bien capaz de superar esos escollos: calentó el ambiente con un show que arrancó a las 21.15 con Salteñita de los montes y una lluvia de fuegos artificiales que le imprimieron un sello de mini-Cosquín al espectáculo. Con cinco cambios de vestuario, la chica mixturó temas de sus álbumes Poncho al viento, La Sole y un trabajo grabado en vivo de pronta aparición. Ya se sabe: cantar a los 17 años es casi un reflejo natural, espontáneo. Y la Sole es una adolescente. No obstante, se la vio concentrada y con ganas de crecer en Garganta con arena, su incursión -sorpresiva, para el público cordobés- en el tango con el que homenajeó al Polaco Goyeneche. Otras de las sorpresas de la noche helada fueron la irrupción de un grupo de tamborileros uruguayos (La cuerda de Tambores de Foca Machado) y Natalia, la hermanita de 15, que se animó a cantar sola por primera vez: Sapo cancionero. El espectáculo tuvo, como es habitual, un final con todo. ¿Hace falta decir que el estadio se convirtió entonces en un torbellino de pañuelos y ponchos revoleados? ¿Que le llovieron sombreros, declaraciones de amor y cientos de ositos de peluche? Seguro que no. Eso ya es paisaje conocido en los recitales de esta chica que, como ninguna, es capaz de convertir en primavera la noche más fría.