- Diario La Capital
- Lunes 30 de abril de 2007
-
-
Soledad
tuvo su noche soñada en una fiesta con tradición y glamour
-
- "Para
ustedes es un evento más, para nosotros es el evento de nuestra vida". Así
describía su unión matrimonial ante la prensa, corralito mediante, Soledad Pastorutti
junto a Jeremías Audoglio, su flamante esposo, a minutos de llegar a la fiesta de su
casamiento en el salón Metropolitano del Alto Rosario.
El día sábado 28 de abril de 2007 quedará grabado para siempre en la historia de la
pareja. Tras una conmovedora y un tanto tumultuosa ceremonia religiosa en Arequito, Sole y
Jere llegaron en un Volkswagen Passat azul, que arrastraba tachitos, a las 23.28 al salón
ubicado en el complejo del parque Scalabrini Ortiz.
Los que iban al Showcase miraban azorados a una importante cantidad de fans que, apostadas
sobre las barras de contención, gritaban "¡Sole!, ¡Sole!", como una descarga
para dar rienda suelta a la espera de horas para ver a su ídola.
Quizá correspondía alejarse del protocolo y saludar uno a uno a esos fans, que se
hubiesen ido a dormir con una sonrisa si la Sole les tocaba la mano y compartía al menos
por unos minutos ese momento tan importante. Pero no fue así.
La Sole levantó la mano con la radiante sonrisa de siempre y se dedicó a tomar contacto
con la prensa. Era un trámite más dentro de la fiesta. Pero lo hizo con la mejor
predisposición. Como siempre.
Minutos antes, la cantante Marcela Morelo (quien en principio amagó evitar dialogar con
los medios como si estuviese en la alfombra roja de Hollywood y ella fuese Nicole Kidman),
comentó que Soledad había dicho que era más fácil organizar un concierto que organizar
un casamiento.
Nueva etapa
Esto es el comienzo de una etapa ahora viene lo más difícil como dice mi papá que es la
convivencia dijo Soledad Jeremías asentía se arreglaba el cuello sonreía para la foto
número cien y se impacientaba
Adentro del salón esperaban 800 invitados, entre familiares, amigos, y algunos
semifamosos como Raúl Portal, Facundo Saravia (quien no quería hablar mucho con los
medios porque "me da vergüenza", dijo), Juan Alberto Mateyko, el productor
discográfico Afo Verde, Melina Petriella, Fabio Di Tomaso y Alejandra Darín.
La Sole dijo también que los hijos vendrán "cuando Dios quiera", pero que por
ahora quería tomarse unas vacaciones y disfrutar. Tras la boda se vendría un viaje a
Europa, al que los invitados colaboraron con efectivo como un regalo solicitado por la
pareja, y un período de tres meses sin shows que podría estirarse al tan mentado año
sabático.
La música fue protagonista, como no podía ser de otra manera, de una noche especial. Los
instrumentos estaban dispuestos sobre el escenario para que aquel que qusiera y se animara
a zapar un rato, pero fue la banda de Soledad la que le puso músico a toda la noche,
además del DJ Tato Manso.
Valses y mariachis
La sesión de valses corrió por cuenta del Amadeus Quartet en el momento más emotivo de
la fiesta y hasta hubo mariachis que le pusieron su colorido a la reunión El cotillón
con estilo carnavalesco los convocó a todos felices y dicharacheros
En el marco de una organización prolijamente coordinada por Adrián Pavía, el wedding
planner, los invitados degustaron de entrada minishot de humita, mollejas glaceadas y
miniprovoletas con tostadas, y de plato principal cordero arrollado con puré de
zanahorias y papines del norte.
El postre fue manzana glaceada con helado de crema americana y tragos de la Escuela de
Coctelería Forum, más cerveza y mesa de dulces. La fiesta se extendió hasta la mañana
siguiente, con un desayuno generoso.
Sole y Jere tuvieron su noche soñada, con los suyos, sin demasiadas estrellas rutilantes,
pero con toda la familia y los amigos de verdad. Como los títulos de esas películas
románticas, "una fiesta para llevar en el corazón".
- Novios con elegancia y sobriedad
Sole y Jere parecían dos tortolitos. Ella, de blanco impecable, con faja dorada,
en un diseño de Laurencio Adot, y zapatos de Ricky Sarkany. El, con un sobrio traje negro
siete octavos, a rayas oscuras, camisa blanca y corbata negra. Ella, suelta. El, atado.
"Disculpen que ella hable mucho, ustedes ya la conocen a la Sole", decía
Jeremías, como si fuese un marido que habla de su mujer a los veinte años de casados.
El vestido que eligió Soledad tenía un diseño nada recargado. Lo mismo ocurrió con los
accesorios que se redujeron a un sencillo y elegante par de aros, con la intención,
quizás, de hacer destacar la frescura de la novia y, sobre todo, la alianza de la
flamante señora Audoglio. Aunque no pasó inadvertido el original bouquet de flores que
Sole llevaba unido con cintas a su mano derecha.
La fiesta era una mixtura entre lo tradicional y lo glamoroso. El salón estaba decorado
con arreglos y antigüedades campestres especialmente elegidos por Soledad y restaurados
especialmente para la ocasión. Las mesas estuvieron bien regadas por vinos y champán de
Finca El Portillo y el catering, de Marta Cura, reunió un estilo que combinó muy bien
las típicas comidas argentinas con el toque de gracia de las mesas ABC1.