Diario La Voz del interior (Cordoba)
Lunes 23 de enero de 2006
 
                                                    Sole y luna
 
x454.jpg (5860 bytes)Después de una jornada que transcurrió de la mano de una persistente llovizna, la segunda noche del Festival de Folklore se preparaba con el movimiento característico. Todo se acomodoba para estar a punto a la hora señalada. Desde temprano, las brigadas de hinchas de Soledad –la figura excluyente de la programación– adornaban la ciudad con los trapos del aguante. Aguante que iba a ponerse a prueba en una noche que, desde el punto de vista climático, no ofrecía mayores garantías. Y allí estuvieron los fans, sin preocuparse demasiado por las nubes que cruzaban el cielo coscoíno.
Así fue que minutos antes de las 22, en el silencio que antecede al comienzo de la fiesta, la plaza Próspero Molina presentaba un buen aspecto, cubierta en casi un 70 por ciento.
Puntuales, llegaron el himno coscoíno y el cuadro de danza para que, inmediatamente después de los fuegos artificiales y la arenga, se produjera la primera sorpresa de la noche: el grito de “Aquí Cosquín” en la voz de Soledad. Así, fue la primera mujer en la historia del festival a cargo del tradicional grito.
Bastó eso para predisponer de la mejor manera al público, que saludó a Los Carabajal con un aplauso estruendoso. Los santiagueños tuvieron a su cargo la apertura de la segunda luna, que además de ser un honor en sí significa contar con el espacio necesario para desplegar varios temas.
Y así fue, el conjunto de “Musha”, Walter, Cali y Carlos dio una muestra más de la energía sensible que es capaz de transmitir la música de Santiago del Estero. Comenzaron con aires de vidala y terminaron, como no podía ser de otra manera, a fuerza de chacareras, de esas que llevan la marca en el orillo. Sangre de Mistol, Dueño del sol, La estrella azul y Añoranzas, más que un clásico un himno, fueron algunos de los temas.
Después fue el momento de Facundo Toro, otro hijo de buena estirpe, que llegaba a la plaza para mostrar, además, temas nuevos que lo confirman como un cultor del lado más romántico del folklore. Así, el cantor comenzó con Lluvia, una serena balada de esas que, como la lluvia, invitan a la melancolía. Luego, con Tu boca, el clima subió levemente hasta que explotó en una chacarera de esas que levantan los carteles de las plateas. Después anunció un nuevo proyecto e invitó a su hermano Carlos y al grupo Gualicho. “Un grupo que se viene con todo”, anunció. Al final, Los dueños de la luna.
Mariana Cayón, con sus instrumentos de viento, tuvo también su espacio en la noche de Soledad y mostró además una pirotécnica versión de Taquito Militar, que, sin ánimo de parecer purista, poco se conjugaba con su indumentaria inspirada más en los pueblos originarios que en trajes de compadritos. Después de El cóndor pasa, la salteña se despidió con Camino a San Francisco.
Hugo Giménez Agüero, junto a una delegación patagónica, trajo luego sus acentos del sur que, como siempre, amplían los horizontes de la geografía que pasa por este festival. Giménez Agüero recibió el poncho coscoíno por 25 años de participación ininterrumpida en el festival.
Otros santiagueños de pura cepa, en este caso aquerenciados en Córdoba, llegaron para poner su sello distintivo. El Dúo Coplanacu ofreció uno de los momentos más intensos de la noche. Julio Paz y Roberto Cantos mostraron los temas del último disco, además de alguno de los clásicos que marcaron su historia; lo hicieron sin el apuro de tener que volver a la tradicional peña que este año eligieron no abrir.
A esta hora la plaza estaba casi colmada. Después llegarían Semilla Intermezzo, Yámana y José, de Operación Triunfo. Mientras tanto, el público esperaba con ansiedad la reaparición de Soledad en el escenario, esta vez para celebrar con ella los 10 años de su debut artístico en Cosquín.