Diario Clarin
Sabado 20 de agosto de 2005
 
MUSICA: ENTREVISTA CON SOLEDAD
                                     Muchas veces me harto de mí misma
A días de la edición de su CD doble "Diez años de Soledad", reflexiona sobre el éxito desmesurado con que comenzó su carrera. Autocrítica, habla de todo lo que ganó y perdió en esta década vertiginosa.
 
x432.jpg (8825 bytes)Ocurre con los deportistas que brillan demasiado jóvenes: uno los ve siete, ocho años después y se asombra de que aún sean chicos. "En ese entonces yo era adolescente... Bueno, todavía sigo siéndolo... En realidad, estoy dejando de serlo", duda Soledad Pastorutti, al evocar su bisagra artística —Cosquín 96— y compararla con el presente. En un estudio de Belgrano, le está dando los últimos retoques a un CD doble que celebra su trayectoria: Diez años de Soledad. Debe ser raro festejar una década de carrera si uno vivió poco más del doble: 24 años. "A mi edad, otros están pensando en qué van a trabajar. Yo estoy pensando en cómo disfrutar lo que conseguí con tanto laburo: tengo la vida invertida".
Soledad ríe. Ya no tiene aparatos dentales sino labios brillosos, delineados delicadamente en tono carmesí. Cruza las piernas con elegancia: lleva pollera fina y botas de cuero negro, más sensuales que gauchescas. "Soy mujer: me gusta seducir. Antes me preocupaba por lo que dijeran al ver las fotos. Ya no". Su tono, atropellado, simpático, campechano, provoca una sensación de intimidad que la diferencia de ciertas estrellas prefabricadas. Pero no hay que exagerar: ella sabe poner distancia. No ha aceptado, por ejemplo, que la entrevista fuera en su casa de Barrio Norte. "Es para mi familia y mis amigos; para nadie más. Soy cantante, no tengo que mostrar cómo vivo".
En medio de la entrevista se lamentará, sonriente, de estar diciendo más de lo que había planeado. Y al final, cuando se le pida su número de teléfono para chequear datos de último momento, dirá: sí, cómo no, no hay problema. Pero el periodista se irá finalmente sólo con una tarjeta personal de una asistente.
El 4 de noviembre del 95 cantaste en la Fiesta de la Flor en Escobar, con tus músicos, cobrando por primera vez viáticos. ¿Cómo pensabas en aquel tiempo? ¿Intuías lo que iba pasarte?
Para nada. Empecé mi carrera sin ser consciente de lo que vivía. No sé si todo lo que me pasó fue siquiera una decisión mía. Era como un juego que disfrutaba mucho: subirme al escenario y transformarme en otra persona.
Sentías esa transformación: solías hablar de vos misma en tercera persona...
Sí. Todavía lo hago. Soy tímida y no termino de entender qué me pasa al subirme a un escenario: me transformo. Es como si otra persona, más fuerte, se adueñara de mí. No es casual que hable en tercera persona: todavía no asumo que esa del afiche soy yo, que esa de la tapa del disco soy yo. Esa es la Sole. Ahora voy a intentar unificarlas para no volverte loco.
Alguna vez soñaste que tenías un cuerpo ajeno y que tu abuela no te reconocía...
Fue cuando empecé a tomar no ción de la muerte. Soñé que me moría, reencarnaba en otro cuerpo y nadie me reconocía.
En los primeros años decías que no estabas conforme con tus discos. ¿Y ahora?
Tengo un grave defecto: estoy siempre a la defensiva. Y antes más: me daba miedo mostrarme conforme con lo mío. No era exceso de humildad sino algo parecido al temor. Mis primeras apariciones fueron muy estruendosas, con muchos a favor y en contra. Algunos pensaban que yo era un producto prefabricado y yo me esforzaba por mostrar que no era así.
Hablar mal de uno es una autodefensa bastante eficaz...
Es verdad. Quizás una autodefensa un poco cobarde, ¿no? Con el tiempo aprendí a querer lo que hacía. Ahora escucho discos viejos y me emocionan, aunque por ahí me río de cómo cantaba en el primero: con la voz impostada.
¿La sobreexposición te saturó?
Muchas veces hasta me harto de mí misma. Y de ciertas actitudes mías incorregibles. Hoy, por ejemplo, iba a charlar con vos y me propuse no acelerarme, hablar pausado, pensar bien lo que iba a decirte, no contarte tanto...
Sin embargo, sos muy medida. Las polémicas que te involucraron no surgieron de declaraciones tuyas.
Esas polémicas al final me beneficiaron. Hoy te lo digo: me ayudaron un montón para que mi figura creciera. No niego que antes me dolían las críticas de colegas. Ahora no: trato de disfrutar. Ya no me lo tomo las cosas a pecho: no puedo gustarle a todo el mundo.
¿En serio lográs no hacerte problemas? Un psicoanalista te daría el alta...
No sé... Nunca fui a un psicoanalista. A veces pienso que debería.
¿Tu éxito te provoca culpa?
Puede ser. No sé. A veces siento que tantas cosas buenas van a ser "saldadas" por otras malas. No puedo entender cómo la vida me dio tanto. En vez de disfrutar lo bueno, espero que me venga lo malo. En algún punto, soy muy pesimista.
En una entrevista que te hice en París en el 98 me dijiste que querías llevarte a cada uno de tus amigos ahí. ¿Era mero deseo de compartir o culpa?
Aprendí a disfrutar de lo que tengo compartiéndolo. A veces abro el portón automático de mi garage, salgo con la camioneta, anteojos de sol, celular, el mejor cd y, sin embargo, me doy cuenta de que sin amigos nada de eso tendría sentido. Ya no siento culpa: me gané todo con esfuerzo.
Recuerdo a un actor que me dijo que, al cobrar su primer gran sueldo se sintió mal porque era lo que su padre podía ganar en dos años...
Tal vez no pensó en el orgullo que sentiría el padre. Mi familia vive de mi trabajo. Siento la satisfacción de haber podido cambiar el nivel de vida de todos. Mi viejo laburaba desde las cuatro de la mañana en un taller mecánico y ahora tiene el auto que siempre quiso: me da satisfacción. Desde afuera, tal vez la gente diga: Qué fácil, ella se sube a un escenario y gana 30 o 10 veces lo que yo gano yendo todos los días a la oficina. Pero no es fácil. Y no tengo la culpa de que el mundo sea así.
¿Y cómo es la relación con tu hermana? Siempre aparece en un segundo plano, como una suerte de fantasma tuyo...
Es un lugar que ella eligió. Lo hablamos mucho. Creo que la más incómoda con esa situación soy yo. Tal vez me vean como alguien que no quiere cederle espacio. Pero no es así. Nati, que está por recibirse de abogada, la tiene mucho más clara que yo. A veces la envidio por su carácter. Un nenito nos dijo una vez que yo cantaba como enojada y ella como tímida.
¿Qué tuviste que resignar para llegar donde llegaste?
No sé. Por ahí, trabajé muchísimo a una edad en que otros piensan en ir a bailar. Tal vez fui demasiado responsable. Todavía me cuesta entender que mi vida no es mi carrera. Pero no arrepiento de nada. Soy ambiciosa. No pasa por el dinero sino por mejorarme como artista. Soy tan inconformista que mi familia me quiere mandar a la miércoles. Soy un poco rara.
¿Cuál fue la peor situación que viviste en un recital tuyo?
Catamarca, año 97. Actuaban Los Nocheros y Soledad: un delirio. Nati y yo tuvimos que cruzar entre hordas en un trailer. Metían las manos por las ventanillas, intentaban agarrarnos: nos dio tanto miedo que les amagábamos pegarles con un palo de escoba. Al bajar, me puse el poncho como si fuera Superman, pero me lo arrancaron. Querían tocarme, besarme en la boca. Terminó subiendo gente al escenario y se cayó una parte. Un desastre.
La fama como pesadilla asfixiante...
Es cierto. Y éramos muy chicas. Fue todo muy fuerte. Como lo fue volver de Cosquín 96 y que me esperaran todos, con autobombas, en una especie de fiesta popular. Es fuerte, también, tener un monolito en tu pueblo. Creeme que no es tan fácil como parece.
 
Diez años de Soledad: temas viejos y nuevos de la mano de Afo Verde
 
La semana que viene saldrá Diez años de Soledad: CD doble que evoca la década de carrera de Soledad Pastorutti —con éxitos reversionados en vivo— y temas —composiciones propias y ajenas— que el Tifón de Arequito grabó por primera vez, en estudio. "Traté de hacer un disco en el que la gente escuchara, por un lado, a todas las Soledades de estos años —explica ella—. Y con otros once temas inéditos para mí; tres son míos. Comparado con el anterior, éste es un disco más folclórico. Pero con un sonido internacional, muy trabajado".
La idea del nuevo CD surgió del encuentro entre la cantante y el productor Afo Verde. "Nos conocimos hace poco. Yo venía algo perdida con mi carrera; tenía que hacer el disco medio por compromiso. Y no quería trabajar así. En Afo encontré a un tipo que se había estudiado mi carrera y que me marcó errores con gran delicadeza. Quise trabajar con él: con alguien que me marcara qué hacer. Afo, además, me compuso el tema que mejor me pinta y que me hizo llorar: se llama Brindis; está en el CD".
El disco en vivo, que fue parte de un especial que hizo para Telefé, trae: Entre a mi pago sin golpear, Tren al cielo, Adonde vayas, Todos juntos y el imperecedero A don Ata, entre otros éxitos. El disco en estudio trae canciones como Yo vendo unos ojos negros (popular tradicional), Chamarrita de una bailanta (de Washington y Carlos Benavídez) y Esa musiquita (de Teresa Parodi), así como nuevas composiciones de Soledad. "También incluí Pa' todo el año, de José Alfredo Jiménez, que no me había animado a grabar antes porque hablaba de ciertas borracheras. Y yo, que me emborraché varias veces, me dije por qué no, y lo hice".
Hace un tiempo dijiste que habías empezado a escuchar rock nacional. Afo Verde está muy vinculado con el género. ¿Te animarías a hacer un disco con clásicos del rock argentino?
"No sé. Acá hay gente muy grossa: los mejores artistas, no sólo a nivel nacional sino latinoamericano, son de rock. Y creo que lo mío sigue estando en el primer amor: el folclore. Quiero seguir aportándole cosas nuevas. Hoy en día, la gente de la ciudad se siente más identificada con las letras de la Bersuit que con las folclóricas. Me gustaría que el espíritu del interior, tan distinto, llegara por fin a todos lados".