Diario La Nación
Lunes 19 de abril de 2004
 
                      Soledad: la voz conquistadora
 
Cerca de 40.000 personas corearon en Israel los temas de raíz folklórica que integran el repertorio de la cantante argentina
 
Soledad: la voz conquistadora TEL AVIV.-- Que Soledad Pastorutti revolee el poncho ante nueve mil personas que hacen lo propio y corean "A Don Ata" no es novedad. Pero que la chica de Arequito consiga el mismo efecto frente a un estadio repleto en Medio Oriente sí lo es. "La Sole" encabeza el elenco de "Rincón de luz", que se presentó en Israel junto a los adolescentes de Erreway. La cantante ofreció cinco shows que reunieron a unas 40.000 personas. El éxito que tiene en ese país el ciclo que protagonizó el año último fue el salvoconducto que le facilitó la introducción de sus discos "Libre" y "Adonde vayas". Este último será presentado el 8 y el 9 de mayo en el Luna Park.
Hoy sus fanáticos (muy jóvenes todos) tienen, tal vez, su primer acercamiento al folklore argentino: lo disfrutan y conocen el significado de sus letras en español.
Aunque el impresionante despliegue de seguridad israelí no le permite salir sola del hotel, a Soledad no le importa asomarse cada tanto por el balcón y saludar a sus nuevos fans. Allí, lejos de su tierra y en el marco de las mediterráneas playas de Tel Aviv, se sinceró como hace mucho tiempo no lo hacía, en diálogo con LA NACION.
--¿Qué impresión te causa escuchar a tantos chicos israelíes cantando folklore argentino?
--Para mí es un mundo nuevo y raro. No lo podía entender muy bien, porque apenas llegué ya tenía a diez pibes esperándome. Sólo había tenido contacto con algunos fans a través del chat de mi página. Jael, una chica israelí, fue quien me prestó el poncho para los shows, porque me lo olvidé en la Argentina. La TV tiene un poder inmenso. Incluso creí que íbamos a actuar en lugares más chicos, no en semejante estadio como el Nokia, frente a tantas personas.
--¿Te acostumbraste a compartir el escenario con tantos chicos?
--Sí, me divierto y los adoro. Bueno, además, uno de los motivos por los cuales hice "Rincón de luz" fue porque se le podría abrir la puerta a la cantante en Israel.
--¿No te sentís Xuxa?
(Ríe) --Soy muy diferente de cualquier otra chica que haya hecho una tira infantil. Me divierto como una niña más, soy bromista y muy compinche con los pibes. El otro día jugué a la pelota con ellos en la playa. Siempre salí de gira con gente mayor, salvo mi hermana Natalia, por eso disfruto mucho más este viaje.
--¿Cuándo volvés?
--Pronto. Esa es mi idea y la de Yair Dori, el empresario que me trajo. Ya están editados mis dos últimos discos y se están vendiendo muy bien. Es increíble, vos escuchaste cómo la gente se sabe la letra en castellano de "El tren del cielo".
--Sos muy popular desde chica, ¿cómo se hace para mantenerse en el llano?
--Te confieso que se me subieron los humos varias veces. La ventaja es que tengo gente al lado que me baja a la tierra. Artistas con trayectoria me preguntaban: "Cada vez que volvés al pueblo, ¿no sentís que la gente cambió?" Muchas veces sentí miedo de volver a Arequito.
--¿Por qué?
--Porque tengo miedo de recrear una escena de "Cinema Paradiso", de llegar y no encontrar a nadie. Pero ya volví tantas veces que cada vez tengo menos miedo.
--¿En qué momentos te mareaste?
--En los momentos más duros de mi carrera. Cuando todo es un éxito, lo vivo como algo normal y casi no lo valoro. Pero cuando algo sale mal y me da miedo de perder aquello, me empiezo a marear y digo: "¿Cómo me pasa esto a mí?"
--¿Y quién te da el rebencazo?
--Mi mamá y mi hermana. Mi viejo no me da rebencazos, conversamos más mirando hacia el futuro. Eso es lo más importante, por eso cada disco mío cambia. Yo misma cambio todo el tiempo. Si me va mal en un show me deprimo mucho, pero pienso en cómo mejorar.
--¿Te volviste desconfiada?
--Tengo el instinto de saber reconocer. En determinado momento de tu carrera la gente se te acerca mucho y es normal. Creo que hay que estar muy cerca de la gente en lo secreto y lo más profundo.
Nueva estrategia
Lanzó su nuevo disco a fines de 2003, pero dice que prefirió esperar a que los cortes sonaran lo suficiente en las radios. Por eso, esperó hasta ahora para presentar "Adonde vayas" en el Luna, disco que, según anticipa, es un "cambio muy grande" en su carrera y en su persona.
--¿A qué cambios te referís cuando hablás de tu nuevo trabajo?
--Cuando hice este disco cerré los ojos y me propuse despojarme de todos los prejuicios y cantarlo de distintas maneras. Tengo varias personalidades para cantar y siempre grabé mis discos muy rápido. Cuando terminaba de escucharme, que me encanta, en algún punto mi voz me saturaba. Ahora hice un entrenamiento vocal y cada tema está cantado con un estado de ánimo diferente.
Soledad: la voz conquistadora --¿Vamos a poder seguir hablando de Soledad, solista de folklore?
--Sí, depende a lo que se le llame folklore. Si nos agarramos del concepto primigenio, hoy nadie hace folklore en la Argentina. Pero si hablamos en términos populares, en este disco hay una zamba de Félix Luna y Ariel Ramírez; una chacarera de Peteco; "Para mi pueblo argentino", de Orlando de la Cruz, y otros que tienen letra mía. Yo creo en la defensa de las canciones nuestras, pero también creo que los chicos de hoy escuchan otras cosas y mi intención es acercarlos a lo nuestro. Cada vez que saco un disco de folklore se nota muchísimo que se vende mucho menos y, además, es muy difícil que una radio lo difunda. Entonces, salimos con un corte de difusión muy diferente. La idea es tratar de seguir en el folklore, pero también poder meterme con la juventud. "Tambores del sur" es un tema que está en el medio y quiero moverme con libertad. Un día escuché un disco del grupo Elefantes y me encantó un tema, me despojé de los prejuicios, le hicimos unos arreglos y lo grabé. A veces siento que no entienden mi estrategia. Por ejemplo, en este nuevo show de 32 canciones, el 70 por ciento va a ser folklore.
--¿Por qué esperaste tanto para grabar algo propio ?
--Hace cinco años que escribo, pero hay momentos en que te llegan sin buscarlos demasiado. Para mi cumpleaños hice una fiesta para 350 personas, había tomado un poquito y me animé a cantarle una canción a mi mamá que compuse yo misma. Los de la discográfica me pidieron que les diera todo el material que tenía y de los diez demos quedaron siete.
--¿Tu público no se desconcertó con el disco que te produjo Emilio Estefan ("Yo sí quiero a mi país")?
--Le vendieron mal el disco. Inclusive ni siquiera yo sabía muy bien qué decir. Lo más argentino que había en ese momento era yo, pero el público recibió titulares que decían: "Soledad no hace más folklore y se va a Miami". Fue un disco hecho a distancia. Muchos de los que trabajaron en él no me conocían. Yo no soy un producto "hecho para". Lo mío fue una cosa rara. Hasta el día de hoy, todavía me pregunto qué le vieron a mi primer disco para que haya vendido un millón de placas.
--¿En serio te preguntás eso?
--¡Es que lo grabé en ocho horas! Fueron dos guitarras, un bombo y un teclado en algunas canciones. Encima, nadie decía que cantaba bien. La respuesta: había una magia especial. Después fui creciendo como artista y tuve esa oportunidad de grabar en Miami, pasando a formar parte de la regional. Eso es importante, pero no se trabajó el disco. Hay canciones muy buenas que todavía hago en vivo, pero otras que quedaron bien guardadas. Es uno de los discos míos que mejor suenan, pero se hizo muy rápido y no se aprovecharon ciertas cosas.
--¿Cómo es tu público?
--Es muy fiel. Los fanáticos que arrancaron conmigo a los 15 años hoy tienen mi misma edad. Con "Rincón..." se sumaron los más chicos, pero a mí me quiere el abuelo y el nieto. Mantengo una relación personal y fluida con mis fans. Pero también siento que hay un público nuevo, que viene de abajo, y que me lo tengo que ir ganando si quiero ser una artista popular y comercial. Cada vez que salgo al escenario mi desafío es ganarme a ese público.
 
"Nadie me va a vencer"
 
Soledad se reconoce como "familiera", amante de las grandes fiestas en su casa de Recoleta. Por eso también forjó una empresa productora con sus padres y su hermana, con la que lleva a cabo "las cosas que me dan placer", como festivales, beneficios y algún empujón a un intérprete amigo. Pero la felicidad de la independencia se opacó con las acciones legales que le inició quien fue su padrino artístico, César Isella.
 
--¿Cómo está ese tema?
--No está bien. Es un tema viejo, aunque él recién haya salido a hablar este año. Se terminó mi contrato con César, no lo renové y a él no le gustó.
--¿Por qué no lo renovaste?
--Porque sentí que era el momento de empezar a trabajar sola y de tomar mis propias decisiones. Le agradeceré siempre lo que hizo por mí, pero ninguna relación termina bien. Algún día también me iré de casa. Todos crecemos. Incluso es un consejo que me daba él: que crezca, que tome decisiones, que me venga a Buenos Aires. Lástima que terminó con malentendidos.
--¿Te duele?
--En un punto, sí. Pero creo que es parte de lo que me va a pasar en mi carrera. Somos una familia a la que le cuesta decir que no.
--¿Siempre supiste que no era fácil?
--Yo soy una laburante y mi carrera es un trabajo como cualquier otro. Pero hay un valor agregado: la gente cree que esto es mucho más fácil y a veces me lo hace creer a mí. Pero si alguien me clava un cuchillo, eso me da más fuerza. Nadie me va a vencer. Es que a veces sufro mucho. Hay muchas cosas que la gente no ve. Yo viví mi adolescencia con esta carrera.
--¿No fuiste a Cosquín por cuestiones de dinero?
--Creo que ellos no tuvieron una intención de que esté en el Cosquín de este año. Y no fue por un problema de dinero, como se dijo. Obviamente, siempre se pelea un cachet entre un productor y un artista. Es un arreglo. Dijeron que por ese dinero no, pero yo me mantuve firme porque es el festival que mayor posibilidades tiene de pagarte un buen cachet. Siempre consiguen sponsors. Hoy en día hay sólo tres folkloristas o grupos folklóricos que llenan la plaza: el Chaqueño Palavecino, Los Nocheros y yo. Me llamaron un martes y ya se estaban vendiendo entradas para otro artista. Dije que no. Yo quería ir el domingo y resultó que era un día privatizado. Bueno, no fui. No creo que sea la muerte de nadie. Me dolió, pero voy a volver. Creo que parte de la comisión no quiso que yo estuviera. Lo que más me molestó es que se dijera que fue por una cuestión de dinero.