Diario Clarin
Lunes 20 de enero de 2003
 
MUSICA: SOLEDAD Y GUARANY ABRIERON EL FESTIVAL
                                              Arrancó Cosquín

Arrancó Cosquín La 43° edición del encuentro folclórico quedó inaugurada el sábado, frente a unas mil personas. Ya hay polémica por el cierre: renunció Heredia.
Guarany y Soledad. El cantor "en otoño", y la "primavera del folclore" (Guarany dixit), abrieron la edición 43° del Festival de Folclore de Cosquín, el más importante del país.
Con esta cumbre, el culebrón de la historia de este encuentro parece haberse mordido la cola, juntando sobre el escenario a uno de sus bronces con la "niña de los ojos" de la música telúrica. Los 78 años de un hombre que, animal de festivales como ninguno, compuso una obra poética de antología; y la fuerza arrolladora de una joven mujer cuyo magnetismo sigue intacto desde que apareció revoleando el poncho, en enero de 1996. Unas ocho mil personas los aclamaron durante las tres horas que duró el espectáculo que ofrecieron juntos y por separado.
Según se informó, se vendieron 7.500 entradas, y más de 70 mil personas sitiaron la ciudad de Cosquín ocupando los fogones, las nueve peñas que compiten con la programación de la Plaza y las calles.
La noche comenzó con la danza de "los duendes" del Ballet Camin de Cosquín. A dos años del retiro de Julio Mahárbiz y aún con el timbre de su voz impreso en los oídos de la gente, el "problema", a la hora de gritar el "Aquíii, Cosquín", fue resuelto como el año pasado: lo lanzó al unísono el ballet en pleno, junto al nuevo conductor, Miguel "Uro" Gutiérrez.
Los primeros en salir al escenario Atahualpa Yupanqui fueron Los Carabajal. Sus chacareras tan genuinas como la estirpe que representan, destilaron frescura y solidez. Walter, Musha, Cali y Lucio, brillaron con una versión casi caribeña de Estrella Azul, dedicada "a las madres de todos". En especial a la de Lucio Rojas (hermano del Nochero Jorge), que se repone de un accidente.
Luego llegaron el acordeonista Ildo Patriarca quien, junto al joven Franco Luciani y su armónica —revelación de Cosquín 2002— regaló una delicada versión de Alfonsina y el mar. También pasaron Los Patricios, Mario Boffil y Los de Salta.
Después de la medianoche, la Plaza tronó: Soledad Pastorutti y Horacio Guarany aparecieron, vestidos de blanco y tomados de la mano, ante un auditorio repleto de fans de una y otro. Los primeros minutos no fueron fáciles: las bandas de ambos cometieron errores a la hora de acertarles a los tonos de una y otro y, tanto Guarany como la Sole, sufrieron las consecuencias de micrófonos que se quedaban sin sonido en pleno show.
Caballo que no galopa, Canta país, Si se calla el cantor, fueron la punta de la lanza de esta extraña pareja que, en un primer momento, tuvo desconcertados a sus seguidores. Los jóvenes no sabían si revolear el poncho o no, y los feligreses del cantor no encontraban el momento para montarse, como siempre, en su galope frenético.
Por momentos, dio la impresión de que juntos, ninguno de los dos se animaba a desplegar por completo su ángel por temor de "tapar" al otro. El vozarrón de la Sole cubría al de Guarany, y las bandas se perdían en la vorágine. La situación mejoraba ostensiblemente cuando cada uno quedaba solo sobre el escenario.
Se sabe: él, desafinado o no, tiene para la gente la fuerza de su historia. Su interpretación de La Villerita, vibró conmovedora. Ella, por su parte, sigue siendo un torbellino que no ha dejado de sacudir multitudes. Pero juntos, parecían entrar al remanso (¿o híbrido?) que produce el ojo del huracán, y anularse uno al otro. De todos modos, el show mantuvo a la Plaza en vilo durante tres horas de adrenalina pura.
Cuando Guarany y la Sole dijeron adiós, la gente lo supo: el rito ya había sido consumado. A pesar de crisis, penas e incertidumbres, esta fiesta pagana hecha de fogones, zambas y chacareras, está nuevamente en marcha.