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- Martes 10 de septiembre de 2002
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La Sole abrió el show
- La cantante santafecina puso toda su fuerza en la
apertura del espectáculo, que tuvo un buen marco de público. A mediodía, saludó al
intendente de la ciudad. "No todo es hoy" dijo. Foto Diego García.
Con
cinco de sus canciones más escuchadas pero pertenecientes a su producción reciente,
Soledad fue la encargada de atemperar el clima de un show al que le costó cobrar brillo y
continuidad, pero tuvo sus momentos de relieve.
Una chacarera seguida de El Bahiano, y más tarde Libre y Tren del Cielo fueron los
mejores momentos de la "Sole", apuntalada por su hermana Natalia en alguna de
las interpretaciones.
Hubo ausencias importantes. Por un problema en los vuelos no llegó Luciano Pereyra
-reemplazado por dos cantantes de menor jerarquía, y tampoco fueron de la partida Pancho
Dotto y la modelo Pampita, quienes no pudieron combinar sus vuelos desde México, según
señalaron los organizadores.
Para Los Nocheros quedó reservado el momento de cierre, antes de la coronación de la
nueva reina, María Florencia Alonso.
Soledad, el "fashion" de la simpleza.
Como si se empeñara en sostener el equilibrio con su esencia a pesar de la pléyade de
productores, managers, orientadores de imagen, y otras profesiones propias del ambiente
que gira alrededor del éxito, Soledad no parece alterar su modo simple y espontáneo de
actuar y de decir.
Más
allá de su canto y su escenificación convocante, el "tifón de Arequito" se
prestó con naturalidad a cuanta requisitoria le formularan y hasta respondió preguntas
sobre la muerte del cantante Olmos y el corralito financiero.
"Las pálidas se ven todos los días en los noticieros de la televisión. No creo que
Soledad pueda construir algo con protestas" señaló durante la conferencia de prensa
realizada a mediodía, en la que recibió un presente del intendente Icare.
"Los dirigentes han creado una sociedad de grandes desigualdades y por ello las
diferencias llevan a que algunos les tengan bronca a los que les va bien. Por ello
aumentan los asaltos violentos, los secuestros y otras cosas propias de una sociedad en
crisis", dijo más adelante, aunque admitió no estar de acuerdo con que se vayan
todos, como reclama una buena parte de la sociedad. "¿Quién queda entonces?"
preguntó.
Tan lejos del arquetipo comprometido del cantor popular de los 70 como de asumir poses
oportunistas o seguir la corriente del discurso de moda, Soledad no aspira a profeta ni a
militante desde el escenario. Sólo transmite un modo de ser y de pensar que es común a
buena parte de los argentinos de hoy, aunque no lo expresen con su ingenua frescura.