La cantante cambió la imagen y busca tomar las riendas de su carrera. Mañana se presenta en el Colón.
Soledad quiere parar el vértigo. A los 21, la cantante que
nació en Arequito y se ha pasado los seis últimos años de su vida entre viajes,
escenarios y estudios de grabación, quiere aquietar el ritmo. Mientras aprende a
disfrutar de lo que consiguió, y aunque siga contando sus presentaciones de a diez por
mes, se tomó el tiempo necesario para un cambio de imagen y para decidir, por primera
vez, esquivar la obligación de tener que sacar un disco por año. "Llegué a un
punto de mi carrera en el que ya no quiero tener esa presión. Prefiero hacer un disco y
pensarlo bien, para después no tener que arrepentirme", dice."Libre", su último trabajo, será relanzado en estos días y, por primera vez desde que comenzó su carrera, Soledad muestra un cambio de look, con extensiones en el pelo y todo, que sirve para reafirmar aquella idea de que la chica del poncho por fin se convirtió en mujer. "Me siento extraña, porque nunca me había hecho nada de este estilo", dice respecto de su nueva imagen, y agrega: "Pero después entendí que como cantante, y como mujer, sentí que necesitaba un cambio".
IDENTIDAD PROPIA. "Quiero, a partir de ahora, tomar más en serio mi carrera". Con humildad, sin desacreditar lo hecho hasta ahora, Soledad recurre una y otra vez a la idea de parar la pelota. "La intención, para el año que viene, es planificarlo desde el principio. Hasta ahora nunca lo hicimos y eso provocó que viviéramos en una especie de locura", afirma, y subraya: "Yo, en lo personal, creo que asumí quién soy, y eso antes no pasaba. Ahora tomó más decisiones y me pone contenta, porque estoy más tranquila y hasta puedo disfrutar".
El trabajo, para Soledad, resulta una cuestión casi insalvable durante la charla que sostiene con La Razón. "En mi vida, todo se remite al laburo. Fijate que hasta Jeremías, mi novio, trabaja conmigo. Pero estoy contenta", dice con una sonrisa que atenúa esta especie de queja. "Mi mayor proyecto de vida es formar una familia. No puedo dejar que mi carrera me lo impida. Pero tengo que ser sincera: vivo de esto, y el día de mañana mis hijos van a tener qué comer", destaca.
DETRAS DEL EQUILIBRIO. "Como artista quiero lograr prestigio y constancia, que es lo más difícil. Pero sé que mi vida también pasa por otro lado", enfatiza Soledad, y otra vez aparece la búsqueda del equilibrio entre la profesión y la vida personal.
Arequito, reconoce, es el lugar que sigue dándole esos momentos de paz que quizá no encuentre en los aviones, los micros o los escenarios. "Yo sigo viviendo en Arequito, aunque vaya nada más que una vez por semana. Lo elegí así porque me siento más normal haciéndolo", dice, y sentencia: "Este ambiente da para uno montón de cosas y hasta podés creértela mal. En Arequito encuentro el equilibrio, salgo con mis amigas, apago el teléfono y consigo la calma que no tengo en la locura diaria del trabajo".
Así son los días de Soledad. El huracán está intacto y en plena actividad desde hace seis años. Pero de vez en cuando busca una brisa que le de calma y equilibrio. En realidad, la chica del poncho al viento se convirtió en mujer y no quiere dejar de tener los pies firmes sobre la tierra.
Sigue actuando en Argentina.
Ella misma tiene una fundación que hace recitales benéficos como el de mañana en el Colón. "Creo que todos tenemos que comprometernos", dice.
El nuevo disco de la Sole saldría recién el próximo año. Con esto rompe con su costumbre de editar un CD cada doce meses.
El cambio de look incluyó el trabajo de Jorge Ibáñez en el vestuario y de Aníbal Pachano en el diseño del espectáculo que se verá mañana.