Diario La Capital (Rosario)
Lunes 24 de junio de 2002
 
                                                           Soledad sigue haciendo lo que quiere

Soledad sigue haciendo lo que quiereChacarera y bolero; candombe y balada romántica; chamamé y valsecito peruano, huayno y pop latino. Todo cabe en un recital de Soledad, que sigue vistiendo pilchas gauchas aggiornadas, que apuesta como siempre a su discutible concepción del folclore musical, que muestra una voz potente y cuidada y que, por sobre todas las cosas, no disminuyó su ascendiente ni entre el público adolescente -que continúa atiborrándola de ositos de peluche- ni entre los espectadores adultos -que siguen disfrutando de su heterogéneo repertorio-.
El sábado, en la segunda de sus tres presentaciones en Rosario, Soledad colmó de público el Auditorio Fundación Astengo, el que pese a las restricciones propias de un teatro, se convirtió en un ámbito casi festivalero, con niños y jóvenes ataviados con poncho y sombrero, con mucha vincha con el nombre de la artista y bastantes pancartas de clubes de fans llegados de localidades santafesinas y de otras provincias.
Soledad apoyó técnicamente su show "Libre" en el intenso colorido otorgado por una importante estructura y diseño de la iluminación y en una técnica de sonido que -como en muchos muchos recitales de rock o pop- es más efectista que efectiva, ya que por momentos los instrumentos cubrían a la cantante.
La otra característica de recital es, en realidad, intrínseca a Soledad. Hiperkinética, casi no revoleó el poncho, pero en cambio bailó, saltó y gesticuló con envidiable energía sin por ello descuidar lo estrictamente vocal, muy correctamente desarrollado.
Los años transcurridos desde su consagración en Cosquín casi no han mellado el histrionismo del "Tifón de Arequito". Soledad conserva también intacto un carisma que le permite hacer lo que se le ocurra con un público. Aquel que el sábado coreó absolutamente todo lo que se le ofreció desde el escenario y por momentos pareció formar parte de una gigantesca clase de aerobic dirigida desde el escenario.
Consciente en grado sumo de lo que su público le exige, la cantante ofreció un recorrido por algunos de los temas de su último trabajo así como por los éxitos de toda su discografía.
Despojada de toda prevención, La Sole continúa interpretando formatos y contenidos del folclore argentino o de música popular latinoamericana apuntando siempre a lo seguro del ritmo potente y la fuerza. Pero hay otra Soledad que, pese a reunir todas las condiciones vocales para hacerlo, sólo se permite de vez en cuando experimentar con formas folclóricas musicales más intimistas y mesuradas que, paradójicamente, son las que mejor la muestran como buena cantante. Una muestra de esto es la notable versión de la "Canción del jangadero", de Jaime Dávalos, que plasmó junto al tecladista rosarino Eduardo Spinassi y el bajista Pablo Santos.
A nadie pareció importarle que en el vértigo impreso al recital, en realidad Soledad se remitiera sólo a sobrevolar por todos sus temas más exitosos, interpretando completas únicamente unas pocas canciones como la que le dedicara a su propio pueblo, con letra suya y música de Palito Ortega, otra balada que nuevamente certificó sus buenas condiciones vocales y que la cantante dedicó a su abuelo y un par de temas más. En esta presentación también tuvo participación más amplia la hermana de Soledad, Natalia Pastorutti, a partir de la potente interpretación de "Todos juntos", de Los Jaivas.
Acompañó a La Sole la formación de tres guitarras y bombo que integran Jorge Calcaterra, Alberto Arauco, Javier López y Silvio López, protagonizando este último un solo de bombo al mejor estilo de un espectáculo folclórico "for export", con las guitarras en muy correcto desempeño.
Sobre el final, numerosos espectadores al pie del escenario donde Soledad se despidió cantando "Corazón americano" ataviada con la camiseta de la Selección, renovaron con manos extendidas y humildes regalos un pacto de lealtad incondicional.