- Diario La Nacion
- Sabado 27 de octubre de 2001
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Una chica hard-folk que sigue en busca de su propio
estilo
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- Recital de la cantante Soledad. Presentación del
disco "Libre". Gerardo Gardelín (teclados y dirección musical), Jorge
"Laucha" Calcaterra, Alberto Arauco, Javier López (guitarras), Silvio López
(percusión), Antonio Trappanoto (batería y percusión), Pablo Santos (bajo), Fernando
Isella (teclados). César Peral, Hernán Nocioni y Sibila (bailarines). Invitados: Natalia
Pastorutti, Víctor Heredia, Alejandro Lerner, grupo Mariachi Torales, Héctor Romero
(guitarra). El viernes en el teatro Gran Rex. Próximas funciones: hoy y mañana.
Nuestra opinión: bueno.
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- El estreno en su repertorio de "La chacarera de un triste" es el
puntapié para que Soledad Pastorutti se refugie en esas canciones con las que más
cómoda se siente: "Punta Cayasta", "Que nadie sepa mi sufrir",
"Si de cantar se trata" (que grabó hace más de cuatro años en el álbum
"La Sole") o "Entre a mi pago sin golpear" y "Del norte
cordobés".
- Son todos los que, apenas con los matices de cada
estilo (chacarera, vals o rasguido doble), suenan como impactos de pirotecnia, rápidos,
potentes, pegaditos uno detrás del otro. Porque así es Soledad, una chica hard-folk. Y
allí está, con ese temperamento que se define en un texto publicado en el programa de
mano del espectáculo y que lleva la firma de César Isella, mentor de Soledad.
- Las palabras del músico incluyen exabruptos donde se
mezclan conflictos argentinos e ingleses. Además, cierto regodeo plasmado en las
elocuentes cifras que Soledad acumuló en su corta carrera. Pero también aparecen algunas
frases fuera del tono exacerbado que muy bien la describen como "sencillita y
querendona, con esa fuerza tremenda y esas ganas que contagian".
- Con esas ganas Soledad busca la
aprobación de quienes tiene frente a sí. Sobre todo cuando dice: "Habrá cosas que
saldrán medio medio, bien o mal"; o, más tarde: "Somos de hacer lo que el
público nos pide". Por eso, quizá más que en otras ocasiones, está muy pendiente
de lo que ocurre tanto arriba como abajo del escenario. Encuentra caras famosas, músicos,
periodistas y, especialmente, los rostros de sus fans que podría reconocer uno por uno.
- Un solo corazón
- En las filas centrales hay un grupo identificado con
remeras oscuras e inscripciones que ofrecen un dato curioso. Allí figuran el nombre y la
consigna: "Club de fans de Sole y Naty". Lo llamativo es que en algunas se lee
la palabra "oficial" mientras que en otras parecería que en algún momento fue
borrada. ¿Se trata de una línea fundadora y de otra disidente? Cualquiera que sea el
motivo, ambas fracciones están unidas (quizá con más sinceridad que el abrazo de los
sindicalistas Daer y Moyano) para convertirse en el grupo más bullicioso de la noche,
provisto de espuma de carnaval, papelitos y cornetas de cancha.
- Así transcurre la primera parte del show. Porque si
bien el recital no tiene intervalos, se puede considerar como un segundo bloque el momento
cuando la chica de Arequito decide estrenar algunos temas de su flamante CD. Ese tramo que
la muestra como una cantora que aún no parece tener claro la forma de expresarse (sigue
en la búsqueda), pero con el horizonte muy bien establecido: su público.
- Siempre con un fuerte anclaje en lo visual, retoca su
vestuario para "Obsesión", que va entre el bolero y la guajira, invita a un
grupo de mariachis porque la versión de "No vale la pena" viene con giros
mexicanos y la rítmica del rasguido doble, cede el tema "Todos juntos" a su
hermana Natalia, y la introducción de "Libre" a un guitarrista y una bailaora ,
porque los arreglos tienen cadencias de rumba flamenca.
- Soledad busca alternativas, ahora mucho más sólidas
que las de aquel intento for export junto a Emilio Estefan. El aporte en la producción
artística de Fernando Isella la conducen hacia buenos momentos del show como
"Obsesión", o a versiones como la de "Canción del jangadero" que,
aún lejos de ser la mejor escuchada hasta el momento, le sienta muy bien a su voz.
- Y en ocasiones se pierde de lo que
tiene en frente; de una "Luna cautiva", por ejemplo, donde se muestra a la
intérprete que podría seguir desarrollando si esa joven, "sencillita y querendona,
con esa fuerza tremenda", le diera permiso.