ENTREVISTA DE LA REVISTA LEX, editada en Santa Cruz

 

Roberto Laserna es un economista cochabambino de 55 años. Empezó su carrera de investigador social con una tesis sobre “La Pobreza en Cochabamba” y la ha continuado ininterrumpidamente desde 1977, analizando las economías regionales, el desarrollo humano y sostenible, los movimientos y conflictos sociales, la democracia, la descentralización, la política antidrogas y el rentismo. Precisamente, sus últimos libros han estado dedicados a analizar “La democracia en el ch´enko” y “La Trampa del Rentismo”.

Luego de culminar sus estudios en economía, participó de un curso de especialización organizado por la Universidad de York en la FLACSO de Quito, y realizó estudios superiores en la Universidad de California en Berkeley, donde obtuvo el doctorado.

Ha dirigido varias instituciones académicas como el Instituto de Estudios Sociales y Económicos de la Universidad Mayor de San Simón, IESE, y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social, CERES. Fue miembro del Directorio del Consejo Latino Americano de Ciencias Sociales, CLACSO. Es actualmente Presidente de Fundación Milenio.

Como docente universitario, ha ejercido la cátedra en la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, en la Universidad del Pacífico, en Lima, en la Universidad Andina Simón Bolívar en La Paz y en la Universidad de Princeton, en New Jersey, Estados Unidos. Ha dado conferencias en diversos países del mundo, como Inglaterra, España, Suecia, Argentina, Tailandia, México, Chile y Estados Unidos, entre otros, y ha trabajado como consultor para organismos internacionales en Bulgaria, Honduras, Guinea Ecuatorial, Nicaragua y Sao Tomé y Príncipe, entre otros países.

Sus artículos han sido acogidos en revistas de todo el mundo, y traducidos a varios idiomas. Es miembro del grupo Columnistas.Net y ocasionalmente escribe para Project Syndicate, una prestigiosa agencia internacional de prensa de opinión y análisis. Varios de sus artículos y estudios se encuentran en la página web personal http://www.oocities.org/laserna_r  y en la página http://www.columnistas.net. Sus opiniones más coyunturales se hallan en la bitácora http://laserna.wordpress.com donde pueden dejarse comentarios y críticas o plantear consultas al autor.  

Esta entrevista se realizó por internet entre el 20 y 22 de Mayo de 2008.

 

  1. ¿Cómo podría definir la coyuntura económica de Bolivia?

Pocas veces hemos vivido un período en el que perdimos tantas oportunidades en tan poco tiempo.

Como país, parecemos estar dominados por prejuicios ideológicos desde hace cinco o seis años, lo cual nos ha llevado a menospreciar las oportunidades que se nos presentaron y a sobrevalorar nuestras propias fuerzas. En este tiempo hemos perdido mercados, socios nacionales y empresariales, posibilidades de inversión y de reducción de la pobreza, capacidad competitiva y nuevos y mejores empleos. Y hemos perdido también algo que es muy valioso: la confianza. Los países vecinos confían cada vez menos en nosotros y nosotros mismos confiamos cada vez menos en nuestras capacidades para resolver nuestros problemas.

Lo peor de todo esto es que estas pérdidas no se perciben porque están encubiertas por cifras económicas que no tienen precedentes y nos enceguecen. Habiendo superávit fiscal, acumulación de reservas internacionales y expansión de la  demanda agregada pocos se dan cuenta de que estamos en una situación preocupante. Sin embargo, lo estamos y deberíamos estar preocupados. Para comenzar, esas cifras se deben al desempeño de otras economías, no a lo que ocurre realmente en la nuestra. Las cifras que nos deslumbran y que enorgullecen tanto al gobierno se originan en los precios crecientes de las materias primas que exportamos, que a su vez reflejan el dinamismo que han adquirido las economías de China e India. Internamente hay un descenso en la productividad, se han contraído las inversiones y miles de bolivianos innovadores y en la plenitud de sus capacidades físicas han salido del país en busca de un mejor destino.

La coyuntura internacional, inmensamente favorable para nosotros, solamente está amortiguando los efectos del deterioro real de nuestra economía. Lo cierto es que no estamos aprovechando lo que sucede en nuestro entorno, como sí lo están haciendo países como Perú y Brasil, o incluso como República Dominicana, para citar tres ejemplos muy distintos pero parecidos en su eficacia.

 

  1. ¿Cómo califica la política económica del gobierno?

El gobierno tiene una política económica errática y confusa, subordinada a las circunstanciales necesidades políticas del MAS y a esquemas ideológicos que tienen poco que ver con la realidad práctica.

Oscila entre el estatismo estéril, preocupado en expandir la presencia del Estado en la economía aunque ella no aporte con ningún nuevo empleo ni mejore en nada la capacidad productiva –y el mejor ejemplo de ello es la adquisición de las refinerías- y el entreguismo disfrazado, que pone nuestros recursos naturales a disposición de especuladores a los que, además, ofrece subsidios millonarios –me refiero al contrato del Mutún como el ejemplo más claro de este nuevo entreguismo.

Y oscila también entre la planificación quinquenal grandilocuente, con planes ampulosos pero inútiles,  y la improvisación de subsidios a la harina y la manteca, que en vez de resolver problemas los multiplican al crear mercados negros, oportunidades de especulación y corrupción, contrabando, etc.

Lamentablemente, las autoridades no parecen dispuestas a reconocer cómo funcionan los mercados y parecen estar evaluando sus políticas por sus intenciones y no por sus resultados.

 

  1. Existe la inflación maquillada

El tema es otra muestra de ese voluntarismo. El gobierno se negó al principio a admitir que había inflación, luego le restó importancia y ahora intenta esconderla cambiando los métodos de cálculo del Indice de Precios al Consumidor, que es la manera más común de medir la inflación. Pero lo cierto es que hay inflación, que la gente no necesita del IPC para comprobarlo, y que se trata de una amenaza muy seria a la economía y que debe ser controlada.

La característica más importante de la inflación no es el alza continua de precios, sino el hecho de que esa alza tenga ritmos muy diferentes, porque eso implica que cambian los precios relativos –es decir, los precios de unos bienes medidos en cantidades de otros bienes-, lo cual supone cambios bruscos e impredecibles en la competitividad de los sectores y las ramas industriales, y un desorden creciente en los mercados, de manera que se produce también una distribución rápida e imprevista de los ingresos. Una inflación siempre produce nuevos ricos y nuevos pobres, y renueva las desigualdades.

En nuestro caso, la inflación tiene tres causas: los precios internacionales, el aumento de la masa monetaria y de la demanda agregada, y la contracción de la oferta, debida tanto a desastres naturales como a inseguridad jurídica.

Las políticas del gobierno buscan moderar el impacto de la primera causa, aumentando subsidios a las importaciones que es lo mismo que apoyar a los productores externos, y reducir el impacto de la segunda, contrayendo la circulación de dinero. Pero al mismo tiempo neutraliza esas medidas con el aumento del gasto fiscal y agrava la contracción de la oferta al amenazar a los productores y socavar la seguridad jurídica.

El resultado lo hemos visto estos dos años. La inflación sigue, hay problemas de abastecimiento, y crecen los sectores que pueden evadir mejor la ley.

 

  1. ¿Esta situación podría llegar a derivar en una hiperinflación como la que tuvimos en 1985?

Las causas de la inflación actual son muy diferentes a las que se vivieron en el gobierno del Dr. Siles Zuazo, por lo que es poco probable que tenga el mismo desenlace. La emisión inorgánica y el déficit fiscal fueron las principales causas de la hiperinflación en los 80. El aumento actual del circulante monetario tiene respaldo en las reservas y no hay déficit fiscal.

Pero esto no quiere decir que la inflación actual sea menos destructiva que la hiperinflación. Al contrario, podría ser incluso peor ya que sus causas son más difíciles de controlar y las medidas para lograrlo requieren más tiempo de aplicación y son de resultados más lentos.

La hiperinflación se paró en seco con sólo suprimir la emisión inorgánica y eliminar el crédito fiscal, limitando el gasto público a las disponibilidades de ingresos. La inflación que estamos viviendo ahora requiere una reestructuración radical de la demanda agregada, que amplíe la participación de los productores y consumidores en la economía, y de un estímulo a la oferta, dando seguridad a los inversionistas tanto pequeños como grandes. Y esto solamente puede suceder si el Estado vuelve a dar confianza a los agentes económicos y les damos a éstos el tiempo necesario para que actúen.

 

  1. ¿Usted cree que las empresas extranjeras invertirán en Bolivia este año?

Esto depende mucho de los sectores en que desenvuelvan sus actividades. Las empresas invierten si tienen perspectivas de ganar lo suficiente como para cubrir los riesgos. En la actual coyuntura los riesgos no son solamente económicos sino también políticos, y lo son más en algunos sectores que en otros. Pero incluso si en los sectores de alto riesgo las probabilidades de ganancia son elevadas, podría haber inversión extranjera. El problema es que en situaciones como ésta, los que se animan a invertir son los más arriesgados, que pueden ser los que menos tienen que perder, los que más capacidad de especular tienen o los que saben cómo administrar los riesgos políticos. La incertidumbre atrae a los aventureros y especuladores, que pueden no ser los socios más deseables.

En cuanto a las empresas extranjeras ya establecidas en el país, supongo que ellas adecuarán sus estrategias de inversión a las particularidades de sus mercados y de sus sectores. Algunos mercados pueden estar creciendo muy rápidamente y otros no, y dependerá de la magnitud de las inversiones ya realizadas que tomen la decisión de esperar a que cambien las cosas, de mantener su capacidad con inversiones de reposición o de transferir sus activos, sacándolos fuera del país, o vendiéndolos a otros que tengan las conexiones necesarias para manejar los riesgos políticos.

 

  1. ¿Considera que la crisis de Bolivia va a afectar a los países vecinos?

De hecho… ya los afectó. El Brasil se ha visto obligado a invertir miles de millones de dólares en la búsqueda de alternativas de provisión energética que le permitan reducir su dependencia del gas boliviano, pues ahora nos considera proveedores inciertos. Argentina y Chile se preparan para serias dificultades de provisión de energía en el invierno. Y el Perú se ha movido rápidamente para ocupar el espacio que ha dejado Bolivia, desarrollando su industria petrolera y minera con la intervención de capitales y tecnologías extranjeras.

Si la crisis política se agravara en el país, los países vecinos se verían afectados pero no todos de la misma manera y siempre según las características que tuviera esa crisis. Lo que para unos puede ser un problema, para otros tal vez sería una oportunidad.

 

  1. ¿Cuál es la estrategia económica que debería tomar Bolivia, dada su actual situación?

Hay mucho por hacer y las decisiones deberían tomarse de acuerdo a las circunstancias y analizando cuidadosamente los efectos deseados e indeseados que podrían tener, no su apego a tal o cual modelo o a tal o cual ideología. Nuestra mayor urgencia es combatir la pobreza y ello sólo se logra de manera efectiva si se crea más riqueza y se involucra a la mayor cantidad posible de gente en ese esfuerzo. Necesitamos un crecimiento incluyente.

Para ello, junto a varias personalidades del mundo académico y político, propusimos en noviembre del 2007 la redistribución directa de las rentas petroleras a la gente.

Nuestro punto de partida es reconocer que la riqueza del gas es de todos y que todos los ciudadanos deberían tener la misma capacidad para sembrarla. Unos lo harían en la alimentación de sus hijos, otros en la educación o la salud de la familia. Algunos comprarían herramientas, semillas o insumos, y otros mejorarían sus negocios o sus viviendas, ampliarían sus cultivos o aumentarían los animales que críen. Habría quienes utilicen ese dinero para respaldar préstamos de dinero para instalar nuevos negocios y quienes paguen deudas pasadas. Nuestra propuesta es la de hacer esto de manera sistemática, continua y predecible, de manera que las personas puedan actuar pensando en el futuro, sabiendo que recibirán la parte que les toca de las rentas del gas cualquiera que sea el gobierno que esté en el poder.

Esta política no solamente ampliaría el mercado interno, incluyendo realmente a todos los bolivianos, sino que también involucraría a todos en la planificación del futuro. Las inversiones no serían decididas por unos cuantos, sino por millones de bolivianos que sabrían dónde sembrar el gas productivamente, es decir, dónde poner su capital semilla para obtener el mayor rendimiento para sus familias.

Este sistema empezaría distribuyendo parte de las rentas del gas, pero podría ampliarse a las rentas de otros recursos naturales, incluidas las del agua y de la tierra, aliviando considerablemente las tensiones y los conflictos políticos y estableciendo un piso común que haga de la ciudadanía no solamente un principio de igualdad jurídica sino también dándole una base material para realizarse. 

Adicionalmente, por supuesto, será necesario hacer muchas cosas más, como fortalecer el sistema de educación técnica, respaldar y respetar a las microfinanzas, promover el sistema de pensiones para canalizar parte de esos recursos hacia el ahorro de largo plazo y consolidar seguros de salud que den protección a la mayor cantidad posible de gente.

Finalmente, sería necesario darle prioridad al fortalecimiento institucional y al desarrollo de mecanismos de información, transparencia y control de las finanzas públicas. Esto sería más viable en la medida en que el Estado, disponiendo de menos rentas, se vería en la necesidad de desarrollar un servicio de impuestos que tenga correspondencia directa con los servicios públicos que demande la población, y ésta exija rendición de cuentas junto al pago de impuestos.

Necesitamos romper la trampa del rentismo que nos ha encerrado en un círculo de conflictos sociales, desigualdad y pobreza, y debilidad institucional. 

 

  1. ¿Cuál es su opinión con respecto a la prohibición de las exportaciones?

Se trata hasta ahora de una prohibición muy específica: al aceite comestible. Y aunque ha sido justificada por el gobierno como una medida destinada a proteger al consumidor nacional, porque busca imponer a los productores un precio subsidiado para venta en el mercado interno, casi todos los analistas han percibido en esta medida una intención política: la de afectar a una parte influyente del empresariado cruceño, que además impulsa vigorosamente la demanda autonómica.

Es la mejor prueba de que las decisiones económicas del gobierno están subordinadas a sus necesidades, intenciones y prejuicios políticos e ideológicos. Ha sido, en ese sentido, una demostración de cuál es la naturaleza más profunda del gobierno.

 

  1. ¿Cómo califica el crecimiento de la economía en un 4 % por debajo del promedio de América Latina?

Usted lo ha dicho… es un 4%, que parece un gran logro frente a tasas muy inferiores que se lograron en el pasado, pero es una cifra magra cuando se la compara con el promedio de la región.

El dato suelto es parte del espejismo de que hablábamos antes. Comparado con los demás, es una muestra de que tenemos razones para estar preocupados con lo que está ocurriendo con nuestra economía. En el año 2001, en medio de la crisis asiática, cuando el PIB de Bolivia creció al 1.2% en el tercer trimestre, lo estábamos haciendo sin embargo a un ritmo que era 4 veces más rápido que el conjunto de América Latina, que en ese período apenas crecía al 0.3%. En el tercer trimestre del 2007 Bolivia creció al 4%, pero el resto de los países lo hizo al 5.6%.  Se trata, por tanto, de un crecimiento insuficiente para acortar la brecha que nos separa del resto de América Latina y para dar oportunidades a la gente.

 

  1. ¿Cuál es su opinión con respecto al proyecto de Constitución Política del Estado aprobada en Oruro en el tema económico?

En general, el documento en su conjunto es una amalgama de propuestas y demandas particularistas que no tiene coherencia ni consistencia de conjunto. Esto mismo aparece en los temas económicos. Por un lado hay un discurso nacionalista pero que se limita a lo estatal, y por el otro hay una serie de ideas para la recuperación de una economía comunitaria tradicional, que solamente podría sostener a la gente en niveles de pobreza. En algunas partes el proyecto del MAS es tributario de la ideología industrialista que predominó entres los años 30 y 60, pero en otras predomina una visión agrarista con fuertes dosis de romanticismo ecologista. Como conjunto, creo que es inaplicable. Y, si se aprobara, terminaría generando contradicciones y conflictos insolubles, porque algunas disposiciones se contraponen radicalmente a otras.  La consecuencia de este experimento sería, no me cabe la menor duda, una economía más atrasada, con más pobreza y mayor desigualdad que la que tenemos ahora.