OPORTUNIDAD DE DIALOGO

Roberto Laserna

El registro de votos está prácticamente concluido y, contra lecturas simplistas de los resultados o requiebros pesimistas, creo que estamos frente a una oportunidad histórica para el diálogo y la concertación.

Como ninguna fuerza controla el Parlamento la concertación es inevitable. Pero puede degradarse a la aritmética de votos traducida en distribución de pegas, o puede elevarse a la elaboración de políticas en base a valores y fines compartidos. Mucho depende, curiosamente, de lo que haga el MAS.

La renovación de la política fue su principal oferta y la situación actual le ha dado la oportunidad de impulsarla ya.

Su reticencia a concertar empujaría a los partidos a resolver la ecuación del poder al viejo estilo: votos por pegas, parcelando el poder y reproduciendo los problemas de gestión que tanto dañaron al país. No es inevitable que suceda pero el silencio del MAS permitiría que los más oportunistas reincidan en esas prácticas. Habrá gobernabilidad, pero no sabremos para qué ni por cuánto tiempo.

Pero si el MAS optara por entrar al diálogo con propuestas, o con la exigencia de discutir propuestas, obligaría al resto de los partidos -empezando por el MNR- a precisar y concretar ofertas, permitiendo que los más comprometidos con el bien común ganen relevancia en los partidos. No es seguro que ocurra pero sería un avance que la concertación tuviera este carácter, pues la gobernabilidad tendría objetivos.

Estos escenarios muestran que el MAS, por obra o por omisión, ya tiene influencia. Relativa, es cierto, pero suficiente para empezar a renovar la democracia.

Pero debe reconocer dos cosas. Primera, que en los partidos, en todos, hay oportunistas y comprometidos. Y segunda, que pueden lograrse acuerdos en algunos temas sin renunciar a los principios ni comprometer otros temas.

Es fácil encontrar áreas de acuerdo posible: lucha contra la corrupción, continuar la reforma de la justicia, renovar la policía y fortalecer los derechos humanos, redefinir la lucha anti-drogas y el desarrollo alternativo, priorizar inversión pública en áreas rurales. También puede buscarse que tengan impacto más equitativo la participación popular y la capitalización. Y podrían acordarse, como aspectos claves para enfrentar la crisis, la dinamización del mercado interno y la creación de empleos. Hay tanto que hacer que siempre será posible establecer acuerdos sustantivos sobre algunos temas.

Pero además habrá que recordar que el apoyo de las urnas es relativo y reducido. Con su votación, ninguno puede imponerse a los demás y algunos, más que otros, saben de la fragilidad del apoyo electoral. El NFR y el MAS, por propia experiencia, deben saber cuán rápido desaparece o aumenta el apoyo de la gente. Quien quiera transformar el apoyo electoral en fuerza política tendrá que demostrar que puede utilizar con eficacia y responsabilidad el apoyo recibido, obteniendo algo de lo que la gente espera.

Para el electorado, el futuro empieza el próximo 7 de agosto... no el 2007.

Publicado en LA RAZON, el 7 de julio de 2002