BOLIVIA IGNORADA

Roberto Laserna

 

El debate sobre la Asamblea Constituyente se ha animado con la presión del Poder Ejecutivo para aprobar su proyecto de convocatoria. De inmediato varios parlamentarios, comités, sindicatos, agrupaciones y partidos han presentado otras propuestas. Algunas instituciones han difundido síntesis que las comparan, mostrándonos que los bolivianos tenemos una enorme creatividad para la política.

Un hecho es notable. Que todas las propuestas hasta hoy presentadas tienen en común el ignorar a Bolivia, pues han sido pensadas para defender el derecho de pequeños grupos, calculando la manera de aumentar su influencia. En efecto, todas las propuestas en mesa creen que Bolivia es la suma de sus partes y no algo que las trasciende y puede estar por encima de ellas. En todas se propone una Asamblea formada por representantes locales, comunitarios, étnicos, departamentales o de género. Nadie ha pensado en que, si lo que se quiere es una Constituyente que reconstruya o afiance el sentido nacional, lo lógico sería que se elija delegados en circunscripción nacional.

Esta opción, que permite recuperar la idea unitaria de Bolivia como nación, es la más sencilla y, al mismo tiempo, la más abierta a las representaciones minoritarias.

Es la más sencilla porque se suman todos los votos del país y se evitan las peleas y disputas sobre cuántos escaños tocan a unos o a otros, o cuáles son los límites de tal circunscripción y en qué medida esos límites se acercan a los de la provincia, el municipio o el departamento.

Y es la más abierta a las representaciones de cualquier tipo, porque todos pueden participar y obtener lo que les corresponde, sin necesidad de forzar mecanismos ni imponer criterios. Si los habitantes de Tocuyo creen que necesitan su propio delegado, que organicen el Partido de la Unión Tocuyense y consigan los votos necesarios, dentro y fuera de Tocuyo, sin necesidad de pelearse para una circunscripción en la que tengan mayoría. Si los aymaras quieren el 12% de la Asamblea, que organicen su partido y concentren sus votos. Tendrán los que ganen y tal vez más, si logran convencer a otros sobre las razones de su causa, sin necesidad de pelear por una cuota previa. Y, claro está, lo mismo pueden hacer los nacionalistas y los comunistas, los neoliberales y los democristianos, las mujeres y los de la tercera edad, los cooperativistas y los logieros, los republicanos y los de la nación camba. ¿Los potosinos creen tener derecho al 21% de los asambleístas? Que organicen su partido y pidan a todos los potosinos que voten por ese partido, sea que residan en Buenos Aires o en el Chapare.

Porque además, como es fácil darse cuenta, con este mecanismo no sería difícil que voten los bolivianos que migraron, ya que sus votos se sumarían al total nacional y nadie tendría que romperse la cabeza sobre qué hacer con esos votos, a qué circunscripción asignarlos.

Como si las ventajas mencionadas no fueran suficientes, con una circunscripción nacional podemos ahorrarnos el debate sobre cuántos miembros debe tener la Asamblea. Pueden ser 30, 50 o 60, ya que en ese caso no hace falta que cada barrio, localidad o departamento tenga los suyos y no se necesita un mínimo que multiplicar, que es lo que ha llevado a otras propuestas a la absurda masificación que contemplamos. Y ya sabemos que una Asamblea pequeña será menos costosa para el tesoro público y seguramente mucho más eficiente a la hora de concertar.

En una circunscripción nacional para la Constituyente, a cada grupo o partido le tocarían tantos delegados como el porcentaje de votos que obtenga. Ni más, ni menos.

Y lo importante es que ésta es la única manera en que se puede cumplir eso que todos prometen: un ciudadano, un voto. Porque esta promesa quiere decir que todos los bolivianos somos políticamente iguales y nuestros votos deben valer lo mismo, lo cual no ocurre cuando se elige por circunscripciones uninominales o por departamentos. En esos casos es prácticamente imposible que todos tengan el mismo número de votantes, por lo que siempre valdrán más los votos de los que viven en zonas menos pobladas, y serán castigados, injustamente, los que viven en áreas más densas.

Cuando todos los bolivianos tengamos el mismo valor ciudadano y se piense en Bolivia al conformar la Constituyente, es posible que logremos que ésta sea lo que anuncian los discursos: un espacio de encuentro para afirmar el nuevo pacto social.

Tal vez no sea tarde para pensar en Bolivia, cuya unidad necesita que se la reconozca, para empezar, como circunscripción electoral.

 

(Publicado en Los Tiempos, 22 de febrero de 2006)