La Historia de Inglaterra


Esta es una de las más importantes obras juveniles de Jane Austen. Se conserva en el segundo de los cuadernos (Volumen Segundo) de su Juvenilia y de su puño y letra dice que la terminó de escribir el 26 de noviembre de 1791, es decir cuando la escritora apenas iba a cumplir 16 años.

La empresa de escribir una Historia a semejante edad resulta notable, no sólo es un indicio del talento literario de la autora y de su forma de esquivar la mirada directa del lector, sino que también refleja mucho más conocimiento del que dice tener.

El título completo es La Historia de Inglaterra, desde el reinado de Enrique IV hasta la muerte de Carlos I. y se señala que está escrita "por una historiadora parcial, prejuiciosa e ignorante", pero resulta una declaración sumamente engañosa.

A primera vista parece muy arbitrario que haya decidido abarcar sólo 13 monarcas, habiendo todavía más reinados antes y después del período que abarcó. Sin embargo, como algunos han señalado termina convirtiéndose en una sátira a la arbitrariedad en que muchos historiadores caen de comenzar la historia de una nación a partir de ciertos acontecimientos (principalmente 1066, año de la conquista normanda de Inglaterra) olvidándose de todo lo ocurrido anteriormente.

A lo largo del manuscrito, se revela parcialidad hacia ciertos monarcas y prejuicios respecto a otros, los argumentos para justificar las acciones de sus favoritos parecen ser meramente caprichosos y desconcertantes. Brigid Brophy en su ensayo 'Jane Austen y los Estuardo' (Jane Austen and the Stuarts) incluso arguye que la historiadora parece alinearse "a favor de las causas perdidas y los monarcas depuestos". De hecho, al final de la Historia abiertamente queda de manifiesto cuál era el objetivo al escribirla. Pero, al observar más detenidamente, y observar la sátira, uno ya no queda tan seguro de cuán en realidad existe esa parcialidad y se transforma en un cuestionamiento a la supuesta imparcialidad de la historia oficial, a la versión de los vencedores -que para esa época era la de los 'whigs-', y la joven historiadora ofrece una visión de los vencidos, convirtiéndose en una pionera para enfocar la historia.

Por lo que se refiere a ser una historiadora ignorante, uno descubre que es todo menos eso. Nuevamente, en una primera impresión, al lector podría parecerle que la historiadora no sabe nada y no quiere aprender nada, pero esos pequeños detalles -en los que se especializaría- delatan que en realidad, tenía un conocimiento mucho más extenso del que profesa tener, y no sólo de historia, sino de historiografía, y al hablar de historia, no puede dejar de lado la política y la religión, y todo esto ¡de una jovencita! ¿De dónde provenía todo ese caudal, considerando que era una niña apenas, hija de un clérigo de la campiña del sur de Inglaterra y que además no asistió más que unos años a la escuela? Se especula que Austen tenía libre acceso a la biblioteca de su padre, quien no parece haber puesto restricciones a lo que su hija menor pudiera leer, por lo que en mucho fue una autodidacta.

La Historia es una de las obras que dedicó a su hermana Cassandra y el manuscrito además tiene otra notoriedad porque la misma Cassandra contribuyó ilustrándola con 13 'retratos' de los monarcas. Retratos entre comillas, pues Cassandra no los pintó con atuendo acorde a la época de sus reinados, sino que a todos los representó ataviados con vestimenta georgiana y concordando con la opinión favorable o desfavorable que la historiadora da de ellos por lo que quizá también ella conocía y compartía el propósito que su hermana menor tuvo al escribir esta Historia.

Otra característica interesante es que, al igual que acostumbró posteriormente con sus novelas, Jane Austen permanece en el anonimato, y sólo se suscribe a sí misma como "la Autora".

Una anotación más que aparece en el manuscrito es la advertencia de que 'habrá muy pocas fechas' en esta Historia. En efecto, se mencionan muy pocas y que no resultan ser trascendentales o imprescindibles y en esto y otras características, La Abadía de Northanger es quizá la novela que más puede ayudar a comprender esta vision austeniana de la Historia.

Al parecer, la historiadora concuerda con una de las quejas que, en esa novela, Catherine Morland expresa respecto al tormento al que se somete a los niños para aprender historia; y que parece un argumento empleado aún en estos tiempos.

Seguramente a varios resultaba y sigue pareciendo aburrido y sin sentido tener que memorizar las fechas de los acontecimientos históricos de nuestros propios países y/o de la historia mundial en general. Pero una vez más surge una posible contraposición de la historiadora. Quizá no es que Jane Austen estuviese en contra de incluir fechas, sino en que los historiadores mencionasen arbitrariamente fechas, dejando de lado las verdaderamente importantes.

Otra queja de Catherine Morland presenta es que la Historia es aburrida, "las disputas entre los Papas y los reyes, con guerras y epidemias... donde los hombres todos son buenos para nada y apenas si se menciona a alguna mujer" y precisamente en su versión de la Historia de Inglaterra, Jane Austen se encargó de hacer referencia a varios personajes femeninos.

Asimismo al escuchar la opinión de Catherine, su amiga Eleanor Tilney, aunque se manifiesta su afición por leer Historia, reconoce las faltas en las que incurren algunos historiadores al recurrir a los 'vuelos de la imaginación' para 'embellecer' su narración, y gracias a ella podemos discernir que había que luchar por distinguir entre la realidad y la ficción en los mismos libros de historia.

Y es que durante la segunda mitad del siglo XVIII, comenzaron a adquirir no sólo prestigio, sino popularidad, diversos recuentos de la historia inglesa. Aunque muchas Historias previas presentaban información de facto, el publico británico considera que el estilo de esas que despertaban muy poco interés por su estilo árido, como deja ver Catherine Morland, y más comparados con los historiadores franceses y alemanes.

Una de esas Historias de Inglaterra que alcanzó prestigio durante esa época era la escrita por David Hume (1711-1776), el reconocido filósofo, politólogo y economista escocés. Pues además de limitarse a relatar los hechos, también trataba de explicar las motivaciones y la personalidad de los personajes históricos, analizaba los acontecimientos. De esa manera muy pronto se convirtió en un clásico a todos niveles de instrucción, opacando a todas las obras previas y dominando aún durante el siglo XIX. Pero la queja de los lectores persistía, la narración seguía sin despertar su interés.

Otros autores de inmediato comenzaron a imitar a Hume, entre ellos el escritor irlandés Oliver Goldsmith (1728-1774), quien era parte del círculo de amigos intelectuales de Samuel Johnson (uno de los escritores más admirados por Jane Austen). Goldsmith no era propiamente un historiador y rechazaba que su obra fuera producto de la investigación, sino sólo como medio para atraer a los principiantes y refrescar la memoria de los conocedores (como si fuera una guía). De esa forma, Goldsmith finalmente logró interesar al público, con su narración histórica (en forma de Cartas de un Noble a su Hijo), que la hacia una prosa ligera y con ello logró establecerse como libro esencial para la enseñanza de la historia en las décadas subsiguientes. Sin embargo, Goldsmith en su intento por aligerar la historia, con pocas fechas y aderezada con anécdotas tomadas de la ficción, más que de acontecimientos verídicos.

Peor aún, es que la gente comenzara a aceptar esas anécdotas ficticias como acontecimientos verídicos y en muchos casos a aceptar los sucesos y escenas que William Shakespeare llegó a incluir en sus famosos dramas históricos, de la misma forma en que actualmente, mucha gente erróneamente llega a tomar como verídicos acontecimientos representados en las películas del género histórico.

Se sabe que tanto la Historia de Inglaterra por Hume como la que Goldsmith escribió formaban parte de la biblioteca del Rev. George Austen, y seguramente ambas obras cayeron en las ávidas manos de su hija menor y la inspiraron a escribir su propia Historia de Inglaterra. Una como base para sustentar sus opiniones, la otra como blanco principal de su parodia, en una especie de fondo y forma.

La Historia de Inglaterra de Jane Austen sólo fue conocida por el público hasta un siglo después de la muerte de la escritora, en el siglo XX, cuando sus obras juveniles fueron editadas por R.W. Chapman. La familia del Almirante Frank Austen fueron quienes habían heredado y conservado durante todo ese tiempo el segundo cuaderno donde esta obra quedó plasmada, y hoy en día forma parte de los tesoros en exhibición de la Biblioteca Británica en Londres e incluso la tiene disponible para 'verse' y 'hojearse' en forma virtual dentro del proyecto Turning the Pages.


Una versión e-text en inglés de esta obra está disponible en el sitio Jane Austen E-text de Cathy Dean.

Una traducción al español con ilustraciones está disponible aquí.

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