INTRODUCCION
Si bien es un
hecho comprobado que los pueblos y naciones, en general, dan
origen a sus figuras de mayor relieve en período de ascenso y
expansión, Winston Churchill es una de las excepciones más
notables de ésta regla.
El descendiente
de aristocrática familia, nacido en 1874 en Blenheim
(Inglaterra), fue un efecto una personalidad fuera de lo común
que "iluminó el largo crepúsculo del Imperio Británico".
Discutido y
combatido, pero no por ello menos representativo, reunió en si
las virtudes que transforman a un político en un gran conductor,
y en su dilatada vida lo guió un único objetivo: acrecentar la
grandeza del Imperio al que consideraba el valuarte del sistema
liberal frente a los avances de los nuevos movimientos que surgían
en el mundo.
Movido por un fe
indestructible en los valores de Inglaterra, fue su defensor más
tenaz y lúcido y no retrocedió ante ningún obstáculo para
mantener el predominio de su país, único modo, en su opinión,
de conservar el equilibrio político mundial. De allí los súbitos
y múltiples cambios con que sorprendió a sus contemporáneos a
lo largo de su actuación pública: conservador por tradición
familiar y propias convicciones, no vaciló en ingresar a las
filas del partido liberal; profundamente anticomunista, se alió
sin dudar con la Unión Soviética ciando el porvenir de
Inglaterra estuvo en juego ante el arrollador avance del nazismo
durante la segunda guerra mundial.
Winston Churchill
no pudo detener el proceso de decadencia de su patria como gran
potencia; el curso de la historia está por encima de la voluntad
de in individuo, pero tal vez por ello mismo su figura adquiere
mayores dimensiones. Porque la terrible emergencia que significó
para la humanidad la guerra de 1939, fue el líder de la
resistencia, sin claudicaciones: un líder sin el aval de un gran
Imperio pero no por ello menos firme en su fortaleza e
irrenunciable creencia en el triunfo final de la causa de
Inglaterra. Convicción que no lo abandono hasta su muerte, en
1965, y que se condensa en una de sus frases más famosas:
"El Imperio Británico es para mí el Alfa y el Omega. Lo que
es bueno para el Imperio Británico es también bueno para mí".
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