CARTA DE BOLIVAR A MIRANDA
FECHADA EN CARACAS EL 12 DE JULIO DE 1812, EN LA QUE LE
DA CUENTA DE LA PERDIDA DE PUERTO CABELLO.
Caracas, 12 de julio de 1812
Señor general Francisco de Miranda
Mi general:
Después de haber agotado todas mis fuerzas físicas y morales ¿con qué valor me
atreveré a tomar la pluma para escribir a Ud. habiéndose perdido en mis manos la plaza
de Puerto Cabello? Mi corazón se halla destrozado con este golpe aun más que el de la
provincia. Esta tiene la esperanza de ver renacer de en medio de los restos que nos
quedan, su salud y libertad: sobre todo, Puerto Cabello no espera más que ver aparecer el
ejército de Venezuela sobre Valencia para volverse a nosotros pues nada es más cierto
que aquel pueblo es el más amante a la causa de la patria y el más opuesto a la tiranía
española. A pesar de la cobardía con que, al fin, se han portado los habitantes de
aquella ciudad, puedo asegurar que no por eso han cesado de tener los mismos sentimientos.
Creyeron nuestra causa perdida porque el ejército estaba distante de sus cercanías. El
enemigo se ha aprovechado muy poco de los fusiles que teníamos allí, pues la mayor parte
de ellos los arrojaron a los bosques los soldados que los llevaban, y los otros quedaban
muy descompuestos: en suma, creo que apenas lograron doscientos por todo.
Espero se sirva Ud. decirme qué destino toman los oficiales que han venido conmigo: son
excelentísimos y en mi concepto no los hay mejores en Venezuela. La pérdida del coronel
jalón es irreparable, valía él sólo por un ejército.
Mi general, mi espíritu se halla de tal modo abatido que no me hallo en ánimo de mandar
un solo soldado; pues mi presunción me hacía creer que mi deseo de acertar y el ardiente
celo por la patria, suplirían en mí los talentos de que carezco para mandar. Así ruego
a Ud., o que me destine a obedecer al más ínfimo oficial, o bien que me dé algunos
días para tranquilizarme, recobrar la serenidad que he perdido al perder a Puerto
Cabello; a esto se añade el estado físico de mi salud, que después de trece noches de
insomnio, de tareas y de cuidados gravísimos, me hallo en una especie de enajenamiento
mortal.
Voy a comenzar inmediatamente el parte detallado de las operaciones de las tropas que
mandaba y de las desgracias que han arruinado la ciudad de Puerto de Cabello, para salvar
en la opinión pública la elección de V. y mi honor. Yo hice mi deber, mi general, y si
un soldado me hubiese quedado, con ése habría combatido al enemigo, si me abandonaron no
fue por mi culpa.
Nada me quedó que hacer para contenerlos y cornprometerlos a que salvasen la patria; pero
¡ah! ésta se ha perdido en mis manos.
De su súbdito.
SIMON BOLIVAR
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