La OTAN en Kosovo, una limpieza étnica profesional

James Petras
El Mundo, 26 de agosto

Tony Blair, Madeleine Albright y Javier Solana han regresado a Kosovo en medio de los aplausos de multitudes que glorifican a la OTAN y al ELK por sus esfuerzos a favor de la paz y de la democracia.

La entrada triunfal y la retórica eufórica de los líderes de la OTAN, sin embargo, encubren la brutal realidad de la limpieza étnica masiva, los asesinatos sistemáticos, el pillaje y la destrucción de iglesias, casas, granjas y empresas que llevan a cabo terroristas del ELK, apoyados por la OTAN, y grupos paramilitares. Los medios informativos aseguran que estos crímenes son actos de venganza, pero ¿cómo se puede considerar el asesinato de campesinos y ancianas un acto de venganza?

Al final de la segunda semana de agosto, más de 200 serbios habían muerto y muchos más habían desaparecido a manos de bandas albanesas y de soldados del ELK, según Human Rights Watch y otras organizaciones humanitarias. Miles de serbios han sido expulsados de sus hogares. Más de 164.000 serbios, de los 200.000 que vivían en Kosovo, han huido para salvar la vida, muchos de ellos después de haber sido golpeados y torturados. Más de 20.000 gitanos, de una población de 30.000, también han huido para ponerse a salvo de las bandas asesinas de saqueadores albaneses. La principal catedral ortodoxa de Pristina, situada a escasos metros del cuartel general de la OTAN, ha sido bombardeada, y decenas de monasterios ortodoxos han sufrido daños y saqueos.

Bajo la atenta mirada de la OTAN, los albaneses han lanzado una campaña de limpieza étnica contra los serbios que, en proporción, ha expulsado a más personas en comparación con el número de albaneses obligados a abandonar Kosovo por el Ejército yugoslavo durante las operaciones de la OTAN. Bajo la ocupación yugoslava, aproximadamente la mitad de los albaneses huyeron; bajo la ocupación de la OTAN, más del 80% de los serbios y más del 90% de los gitanos han huido aterrorizados. En la ciudad kosovar de Prizben, ocupada por las fuerzas alemanas, se producen 50 delitos graves al día, en un principio las víctimas eran serbios, y ahora son albano- kosovares.

Las declaraciones de los comandantes de la OTAN, quienes aseguran ser «incapaces» de impedir que las bandas de albaneses asesinen a serbios, son evidentemente falsas. La OTAN tiene 46.000 efectivos en Kosovo, a razón de un soldado por cada cuatro serbios en una provincia del tamaño de una tarjeta postal. La proporción de soldados de la OTAN con respecto a la población serbia de Kosovo es la mayor del mundo. Los funcionarios de Naciones Unidas reconocen en privado que las bandas de albaneses, en colaboración con el ELK, roban la mayor parte de la ayuda humanitaria. La mayoría de los refugiados que regresan a sus hogares son víctimas de robos; los matones albaneses les roban sus coches y muebles, y se apoderan de sus apartamentos, según la policía militar alemana.

La afirmación de la OTAN de que no hay suficientes agentes de policía es falsa. Hay demasiados policías, demasiados policías del ELK que gobiernan Kosovo como un Estado policial. Si bien los serbios tienen libertad para criticar a Milosevic y organizar manifestaciones en su contra, los disidentes son golpeados, torturados y asesinados en Kosovo, ahora dominada por el ELK.

El papel de la OTAN en Kosovo es facilitar la limpieza étnica llevada a cabo por los albaneses. La mayor parte de los saqueos de casas realizados por albaneses se produce en presencia de soldados y comandantes de la OTAN. La OTAN trabaja estrechamente con los líderes del ELK cuyos soldados, según testigos, fueron los autores materiales del asesinato de 14 campesinos serbios.

En lugar de proteger a los serbios, la OTAN está propiciando su marcha de Kosovo. Un soldado norteamericano, consternado ante la brutalidad de los albaneses, ha declarado lo siguiente: «No vine aquí para ayudar a los serbios a huir de sus casas». Ni un solo terrorista albanés ha sido detenido, procesado y condenado por asesinato o violación. Ni un solo oficial del ELK, responsables, según varios testimonios, de la expulsión de los serbios de sus hogares y del bombardeo de varias iglesias ortodoxas, ha sido apartado de sus funciones.

El vergonzoso comportamiento de la OTAN en Kosovo no se debe a la incompetencia, ignorancia e impotencia monumentales de sus miembros. Las estrechas relaciones entre la OTAN y el ELK, y la abrumadora presencia militar de la OTAN en toda la región, excluyen cualquier presunción de inocencia. La explicación más plausible es que la OTAN está apoyando una limpieza étnica sistemática, realizada con gran profesionalidad, con el objetivo de castigar y desestabilizar el Gobierno de Serbia, forzada por decenas de contratos que han provocado una gran guerra comercial entre las multinacionales europeas y norteamericanas, deseosas de obtener los lucrativos contratos de construcción. Washington está dispuesto a intervenir enérgicamente, y ha mostrado más interés en garantizar un trato equitativo hacia sus empresas que en las decenas de miles de serbios aterrorizados por las mismas muchedumbres que aclaman a Albright.

Durante la evaluación de los daños de Kosovo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados ha revelado que la mayoría de los daños sufridos por las casas de albaneses, los hospitales y los colegios durante la guerra fueron causados por la OTAN.

Bajo estas circunstancias, es comprensible que los comandantes de la OTAN prefieran que los albaneses, al ver sus casas destruidas, descarguen su ira (deseos de venganza) contra los serbios pobres y de edad avanzada; esto permite a la OTAN eludir su responsabilidad por la destrucción de Kosovo. No obstante, el legado de destrucción de la guerra librada por la OTAN perdura en la vida cotidiana de la provincia. Las bombas de fragmentación, de fabricación británica y norteamericana, y los proyectiles de uranio reducido que se encuentran esparcidos por todo el territorio matan y hieren a decenas de kosovares cada semana. Aparentemente, los comandantes de la OTAN y del ELK se han olvidado de informar sobre estas bajas. Tanto interés tienen en la paz y la libertad.

 


Jordi Ros

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