Un calentador solar calienta agua utilizando la energía que llega del Sol. Un panel solar de un metro cuadrado de superficie, incrementa de 0 a 20 grados Celsius en un minuto un litro de agua. Esta es una forma de medir la energía que llega desde el Sol. Con esta información y sabiendo que el sol dista unos 150 millones de kilómetros, los científicos calculan la temperatura en la superficie del Sol, la cual es de más o menos 5500 grados. Hace algunos cientos de años que estudiamos el Sol, durante ese tiempo no ha presentado signos de cambios, no se registra que se enfríe, ni que cambie de tamaño.
No existe ningún procedimiento para observar el interior del Sol, sin embargo, con la ayuda de cálculos matemáticos y leyes físicas bien conocidas, se llega a la conclusión que en el interior del Sol la temperatura es unos 20 millones de grados. Los átomos han perdido sus electrones, y las ondas de radiación son altamente penetrantes. Las partículas en el interior se mueven a velocidades muy alta permitiendo operar procesos de producción de energía conocidos como reacciones nucleares.
Un estudio cuidadoso de todas las reacciones nucleares conocidas permitió al científico Hans Albrecht Bethe, en 1938, proponer un conjunto de reacciones para explicar el origen de la fuente de energía del Sol. Bethe explicó un ciclo de reacciones en el cual se consumen cuatro átomos de hidrógeno para formar uno de helio. Durante el proceso se produce perdida de masa en cada ciclo; parte de esta masa se transformar en energía, la masa transformada en el proceso es de 4.5 millones de toneladas en un segundo (es la masa de 6 millones de carros medianos). Por el momento no hay que preocuparse por la masa del Sol, pues aun le queda suficiente para consumir durante los próximos 5 mil millones de años. Por estas explicaciones Bethe recibió el premio Nobel en 1967.
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