La división en géneros establecida aquí pretende ser similar a las más usadas habitualmente, con un carácter globalizador y fácilmente comprensible por el aficionado. Esta división es la que se utiliza para nuestros listados de compositores por géneros. Los detalles para su delimitación son explicados dentro de cada género.
Se incluyen asimismo algunas de las formas musicales más características que puede encontrar el aficionado. Para definirlas, cada una de ellas se incluye dentro de su género más habitual. Cuando alguna de las formas puede incluirse en otros géneros, se deja constancia expresa de ello.
Varias son las divisiones en géneros que el aficionado puede encontrar rastreando la bibliografía musical, sin que haya unanimidad a la hora de adoptar una en concreto. Esto es así debido a los diferentes puntos de vista que pueden adoptarse a la hora de establecer la división (distinciones entre música vocal o instrumental, religiosa o profana, con acción escénica o sólo oída, etc.) y, sobre todo, por la dificultad que entraña el establecer unos géneros concretos, ya que no se pueden establecer unos límites claros entre unos y otros.
A esto hay que sumar la dificultad de establecer las formas musicales que son propias de cada género, pues mientras algunas formas son propias de un género, otras pueden darse en varios géneros. Además, ciertas formas que han tenido un gran desarrollo pueden constituir por sí mismas todo un género, dándose cierta confusión entre forma y género.
MÚSICA ORQUESTAL: La orquesta que suele utilizarse hoy en día, con más de ochenta músicos, puede remontarse aproximadamente a la mitad del s. XVII. La sección de cuerdas ya era entonces la base de cualquier agrupación amplia de instrumentistas, junto con los metales (instrumentos de viento-metal), las maderas (instrumentos de viento-madera) y la percusión, agregados según las circunstancias.
Hacia el final del Barroco, a mediados del s. XVIII, la situación no había cambiado prácticamente y sólo con el apogeo del Clasicismo, a finales del XVIII y principios del XIX, la sección de viento-madera se hizo habitual, añadiendo a menudo cornos, trompetas y timbales.
Finalmente, a mediados del s. XIX, la orquesta se regularizó con un modelo que consistía generalmente en una base formada por las cuerdas junto con los vientos-madera, los vientos-metal y la percusión, añadiendo sólo cuando era necesario otros instrumentos menos habituales.
Las formas más habituales que el aficionado podrá encontrar dentro del género orquestal son los siguientes:
CONCIERTO:
Esta forma agrupa a obras muy variadas cuyo común denominador es que generalmente están escritas para un conjunto orquestal en las que un único instrumento suele ser el protagonista, bien realizando los llamados «solos» o bien «enfrentándose» al resto de los instrumentos.
Sin embargo, también hay conciertos para un único instrumento sin acompañamiento orquestal, tal y como era frecuente durante el Barroco y hasta finales del s. XVIII.
El origen del concierto moderno se remonta al Londres del s. XVII, en donde varios músicos se reunían para tocar juntos en recitales privados, interpretando piezas compuestas para la ocasión.
Con el protagonismo adquirido posteriormente por instrumentos como el violín y el piano, fue habitual desde el s. XIX hacer que alguno de estos instrumentos interviniese como solista. Con ello se fue haciendo también habitual la escritura de ciertas partes para solista como una demostración del virtuosismo del ejecutante, por lo que muchos conciertos eran escritos con esta única intención por ciertos compositores-músicos que interpretarían ellos mismos su concierto.
De un forma que constaba invariablemente en sus inicios de tres movimientos (rápido - lento - rápido) se pasó a tener un número no definido de movimientos que iban casi siempre precedidos por una obertura.
DANZA:
A diferencia del ballet, la mayoría de las danzas han sido escritas para ser sólo escuchadas, no bailadas. Su nombre es indicativo de que, generalmente, se basan en formas populares de diferentes países (es decir, las danzas populares) en las cuales se inspiraron los compositores nacionalistas del romanticismo.
Su carácter suele ser ágil y repetitivo, y pueden insertarse en otras formas «mayores» como en un concierto o en formas de otros géneros, como en una ópera.
NOCTURNO:
El término «nocturno» fue usado primeramente por Debussy a semejanza de una serie de cuadros paisajísticos del pintor Rex Whistler en los que se ven diferentes cambios en la luz crepuscular sobre el Támesis. Así, pese a lo que el nombre pudiera sugerir, esta forma busca ser como un atardecer paulatino, no el reflejo de la oscuridad de la noche. La forma tuvo gran éxito entre los compositores románticos, pero no fue hasta Chopin que esta forma tomó categoría propia.
OBERTURA:
En su origen era simplemente una pieza corta que tocaba la orquesta y que anunciaba el comienzo de un concierto o una ópera, recogiendo temas del concierto posterior. Posteriormente, en el s. XIX, junto a este tipo de oberturas a modo de popurrí, se pusieron de moda otro tipo de oberturas en que se sugería el tema central de la obra o eran completamente independientes (señalando a veces dicha circunstancia con títulos muy pintorescos). Esto se mantuvo sobre todo en las óperas, pero también en conciertos u otras obras de cierta longitud.
PRELUDIO:
Al igual que la obertura, solía recoger temas de una obra más larga a la que precedía, pero de una manera más libre, de modo que llegó a ser una forma independiente.
Fue Bach quien dio primeramente categoría a esta forma añadiéndola una secuencia contrapuntística a la que llamó «fuga», formando con ella una sola obra independiente.
POEMA SINFÓNICO:
Forma más flexible y breve que la sinfonía, se basa para su desarrollo en una idea poética, un cuadro, un texto literario, etc., lo cual aporta generalmente cierto argumento.
Liszt fue el primero en usar esta forma, basándose en textos de Goethe y de Schiller. La forma alcanzó tal fortuna entre los compositores románticos que pasó a ser una forma típica de esta época.
SINFONÍA:
El significado de la sinfonía a lo largo de la historia ha sido variado.
En principio se designaba simplemente con este nombre a obras para un conjunto instrumental, sin canto, y más tarde se llamaron «partes sinfónicas» a las introducciones e intermedios de las óperas y los ballets.
A mediados del s. XVIII la sinfonía moderna ya toma forma y Haydn fija su división en 4 partes: una sonata ligera, un andante o adagio más lento, un minué y un rondó u otra forma extensa que finalizase con un aire vivo.
Posteriormente Beethoven modificó esta estructura añadiendo la intervención coral, reemplazando el minué del tercer tiempo por un scherzo rápido y vivaz y agregando una coda o epílogo final en donde todos los instrumentos entraban en apoteosis. A partir de él la sinfonía se consolidó como una de las formas preferidas por todos los compositores.
SUITE:
Es la forma más antigua de composiciones integradas por varios ciclos que a su vez contienen varios tiempos diferentes.
Originalmente incluía varios aires de danza en la misma tonalidad, comenzando en el s. XVII a evolucionar hacia otras estructuras menos rígidas. Su forma habitual en el s. XVIII fue la que estableció Bach, el primer gran compositor de suites, que las dividió en francesas, inglesas y alemanas. Posteriormente esta forma decaería y sería prácticamente abandonada, siendo reemplazada por otras formas consideradas más expresivas.
Actualmente, la suite es generalmente una selección de movimientos tomados de un ballet o de música incidental para escena. También se da como un conjunto de trabajos de orquestación de obras de otro compositor. Finalmente, puede ser simplemente una colección de piezas originales agrupadas en torno a algún motivo común.
VARIACIONES:
Composición sobre una obra propia, o más habitualmente, sobre la obra de otro autor con propósitos varios: como forma de homenaje, como demostración de virtuosismo, como forma de humorismo, etc.
MÚSICA DE CÁMARA E INSTRUMENTAL A SOLO:
En nuestros listados de compositores por géneros hemos considerado que era conveniente, para no ampliar innecesariamente el número de géneros, agrupar en un solo apartado a estos dos tipos de música que podrían considerarse como dos géneros diferentes. Las razones para ello son la coincidencia que se da a menudo entre ambos géneros (una obra instrumental a solo es muchas veces una obra camerística) y el escaso número de obras instrumentales a solo que pueden encontrarse entre nuestra selección de obras más relevantes.
Por las mismas razones, las obras para «orquesta de cámara» han sido incluidas a su vez dentro de la música orquestal.
Veamos, sin embargo, las características de cada uno de estos géneros por separado:
- Música instrumental a solo
Es cualquier música para concebida para un instrumento solo, sin acompañamiento.
Aunque haya ejemplos notables de composiciones para prácticamente todos y cada uno de los instrumentos de cada familia, la mayoría de estas composiciones tienden a centrarse en sólo dos tipos de instrumentos:
- los instrumentos de teclado: la mayoria de las composiciones son para
órgano, siendo el resto destinadas al piano, clavicémbalo,
clavicordio, virginal, etc.
- los instrumentos de cuerda: sobre todo para guitarra (básicamente
en compositores españoles) y para laúd (sobre todo en el Renacimiento
y el primer Barroco).
Aparte de la sonata para un instrumento, veamos una forma típica de este género:
ESTUDIO:
Suele ser una pieza breve (o conjunto de ellas) para un determinado instrumento. Algunos buscan la ejercitación o el virtuosismo en el instrumento, otros la experimentación, y la mayoría sólo el placer del propio compositor en esta forma de carácter libre.
- Música de cámara
Es generalmente cualquier tipo de música para un número reducido de instrumentos, entre dos y quince aproximadamente, y que es interpretada en ámbitos menores. Los grupos más grandes por lo general se denominan como conjunto u orquesta de cámara, y en nuestro caso han sido incluidos dentro de la música orquestal.
En el barroco se distinguía a las obras religiosas, llamadas «da chiesa» («de iglesia»), de las obras profanas, llamadas «da camera» («de cámara»), siendo estas últimas tocadas en salones privados.
Aparte de la sonata, la formas más comunes en las obras camerísticas son los dúos, sea cual sea su estructura, y especialmente los cuartetos.
Veamos detalladamente todas estas formas:
SONATA:
El término se empleó en principio para distinguir las obras corales, llamadas «cantatas», de las instrumentales, llamadas «sonatas», fuesen para uno (música instrumental a solo) o varios instrumentos (música de cámara). Posteriormente se llamó sonata sólo a las formas para uno o dos instrumentos, y las de un mayor número de instrumentos se llamaron «trío», «cuarteto», etc.; por otra parte, las partituras para orquesta se llamaron «sinfonías», y las que eran para orquesta y un instrumento, «conciertos».
Todas estas formas tomaron de la sonata una estructura común, más o menos variada posteriormente, que respondía a lo siguiente: una introducción, de tema libre; exposición, del tema principal y otro modulante, uniéndose ambos al final; desarrollo, de ambos temas; recapitulación, que retoma el tema principal y luego el secundario en la tonalidad del primero; y epílogo, libre, sobre esa tonalidad.
DÚO:
Una de las formas más comunes en las obras camerísticas, sobre todo basándose en un instrumento solo acompañado con el teclado, existiendo innumerables composiciones de este tipo. Por su abundancia destacan las escritas para flauta, violín, violonchelo, oboe o clarinete.
Los dúos para dos instrumentos de la misma familia (violín y viola, flauta y clarinete, etc.) también son abundantes, aunque podemos encontrar ejemplos de casi cualquier combinación de instrumentos.
TRÍO:
Dentro de los tríos, los más habituales son el trío de cuerda (violín, viola y violonchelo) y el trío con piano (piano con violín y violonchelo).
CUARTETO:
Los más habituales de los tipos de cuartetos son el cuarteto de cuerdas (2 violines, viola, y violonchelo), el cuarteto con piano (piano con violín, viola y violonchelo) y también un cuarteto con cualquier otro instrumento, cuya composición es generalmente como el cuarteto de cuerdas pero sustituyendo el segundo violín por el instrumento elegido.
QUINTETO:
Típicamente existe un quinteto de cuerda (con 2 violines, viola y 2 violonchelos, o bien con 2 violines, 2 violas y violonchelo), y un quinteto con piano (por lo general un piano con 2 violines, viola y violonchelo).
SEXTETO, SEPTETO, OCTETO, NONETO:
Las composiciones para seis, siete, ocho o nueve instrumentos son bastante menos abundantes que las destinadas a hasta cinco instrumentos, y su variedad de combinaciones, tanto por el número de instrumentos como por su menor fijación, es bastante más extensa.
MÚSICA VOCAL: En la historia del que es sin duda el género más antiguo de todos, dado que utiliza el «instrumento» más antiguo, la voz humana, hay que hacer una notable distinción cuando nos situamos en la cultura occidental: la que separa la música de carácter profano o secular de la música de carácter religioso, ya que la influencia de la iglesia en el desarrollo de este género fue inmensa y más palpable, formalmente, que en otros géneros.
Otra distinción notable es la que separa la música coral del canto a una sola voz, bien sola o bien acompañada por algún instrumento. La música coral ha estado ligada, salvo excepciones como los madrigalistas del s. XVI, por ejemplo, a la música religiosa. Por su parte, la canción sola o acompañada ha estado ligada tradicionalmente a la música profana, siendo ejemplos notables las composiciones del Romanticismo o, como ejemplo particularmente significativo de espíritu poco religioso, algunas composiciones irreverentes del Medioevo y Renacimiento.
Por todo ello, la música vocal de carácter religioso suele incluirse en el género de la música religiosa, en el que quedan incluidas también todas las formas instrumentales u orquestales que tengan ese mismo carácter, y la música vocal queda constituida como un género que engloba sólo las composiciones de carácter profano.
MÚSICA RELIGIOSA: Dentro de este género que podríamos calificar de especial, se incluyen las composiciones de cualquier otro género que tengan un carácter religioso. Obras vocales o instrumentales son incluidas generalmente en este apartado cuyo único principio es la contraposición entre lo secular y lo religioso.
Sin embargo, debido a la particular influencia de la iglesia en el género
vocal (v. música vocal),
las formas religiosas más características tienen a la voz
como protagonista, sola o, especialmente, en forma coral.
MÚSICA DE BALLET Y TEATRAL: Como en la música de cámara e instrumental a solo, por razones de sencillez práctica agrupamos dos tipos de música en un único género. Su denominador común es pertenecer al ámbito escénico (como la ópera, género aparte) y son dos las formas que lo integran:
BALLET:
Es una pieza musical que se acompaña con el baile. Desarrollado desde los pasos de la música de baile, se nos narra una historia como en una obra de teatro, pero no con la palabra, sino a través de los movimientos y la mímica de los bailarines (sin olvidar el trasfondo musical, evidentemente).
Su origen se encuentra en la Francia del s. XVI, en las funciones cortesanas, siendo en el contexto de alguna ópera en donde encontró luego su mejor acomodo. Pero su forma actual proviene tanto del ballet romántico, también francés, como del ballet clásico de la escuela rusa, el cual permitía una mayor variedad formal y temática.
MÚSICA INCIDENTAL:
La música incidental o «música incidental para escena» o simplemente «música de escena» es aquella música cuyo fin es servir de acompañamiento a una obra de teatro.
Por lo general está compuesta en secciones cortas, y a menudo se basa en ciertos temas que se repiten continuamente, ya que está al servicio de la acción teatral.
A pesar de su primer objetivo teatral, suele ser agrupada en suites para ser interpretada posteriormente de forma independiente de la escena, especialmente aquellas composiciones cuyo interés rebasa el de servir de mero acompañamiento.
Nacida en Italia al mismo tiempo que el Barroco con la intención de recuperar la dramaturgia griega, añadiendo música, la ópera supone una combinación de música orquestal, canto, teatro, y a veces baile, que a pesar de numerosas reformas del género ha permanecido prácticamente con el mismo perfil inmutable en cuanto a esta combinación.
Aunque no la primera, «Orfeo» de Monteverdi
sí es la primera ópera que se conserva y el punto de partida
para la consolidación del género, primero en Italia y luego
en algunos países de Europa a mediados del s. XVII, mientras A. Scarlatti
ya intenta renovar el género con la llamada «ópera bufa».
En el s. XVIII su expansión es ya universal mientras Gluck ensaya una nueva y gran renovación dramática y mientras Mozart hace lo propio con la llamada «ópera a la italiana».
Y finalmente, con nuevas renovaciones, el gran momento de la ópera se alcanza en el s. XIX, tanto en pleno romanticismo musical como en el momento de la ruptura total de sus centenarios esquemas que supone Wagner.
Dentro del gran género que supone la ópera, cabe hablar también de algunos «subgéneros» como pueden ser la zarzuela española y la opereta vienesa, o incluso el musical norteamericano. Éstos son incluidos en nuestros listados dentro del género operístico.