Jorge

Mis comienzos con la música de forma muy temprana. De hecho, yo no me recuerdo sin querer ser músico. Esto vino propiciado a que desde muy pequeño mis hermanos me ponían todo tipo de música, desde la clásica hasta el heavy más potente.

A la edad de once años comencé a tocar la guitarra, influenciado sobretodo por el rock de los años 70 y 80. Tocaba de oído y con las mínimas nociones musicales. Siempre estuve obsesionado por aprender, pero en mi casa hubo muchos problemas con este tema, así que me enceraba durante horas sacando de oído los discos que reclutaba en mi colección.

A partir de los 15 años me empezó a interesar el bajo como instrumento y las bases rítmicas como sección básica de la música. Fue a esa edad cuando comencé a tocar en grupos de pop y rock. Más adelante, además, participe como guitarrista en numerosas ceremonias religiosas, junto con Javi.

Desde los 17 a los 20 años estuve alejado de la música por problemas personales. Superada esta circunstancia y ya con las ideas muy claras y una economía suficiente como para poder pagar mis estudios de música, empecé a estudiar bajo eléctrico y solfeo en la escuela de música moderna Mr. Jam. Es aquí donde amplio mis conocimientos de pop, rock, funky, jazz… con algunos de los mejores músicos de la provincia, como Iñigo Cormera, Ernesto Sabas, José Ramón S. Hermida, Eugenio Fresco (Kuen)… En esta escuela además colaboro con diversos grupos haciendo grabaciones y actuaciones en directo.

Mi meta es, como no, triunfar con Sanon, con el que se cumplen todas mis satisfacciones tanto a nivel musical como de composición.

David

Sobre mi vida musical la verdad es que no hay mucho de que hablar. De muy pequeño ya me gustaba cantar.

Unas navidades, con ocho años de edad, algunos primos preparamos una canción llamada “Que canten los niños” para cantársela a todos los padres en la noche vieja, en casa de mis abuelos, sabiendo que era el único día que toda la familia estaría junta. Llegó el día y recuerdo cómo mi padre me, decía delante de todo el mundo, que no lo hacía nada bien. Salí corriendo, sin haber terminado, llorando de rabia. Mi tía me consoló y me animó a que lo intentara de nuevo, haciéndome ver que sólo era una diversión. Con lágrimas en los ojos conseguí terminarla. Lo hice mucho peor que la primera vez, pero ese día me di cuenta de que nada ni nadie me detendría a la hora de hacer lo que me gustaba por muy mal que lo hiciese.

Pasaron los años y mi voz fue mejorando.

Pedí a mi padre que me enseñara a tocar la guitarra y así, algún día, poder componer mis propios temas.

Me gustaba mucho cantar baladas pero escuchaba todo tipo de música. Por las noches, en mi casa, ponía música para poder imaginar, con los ojos cerrados, que yo era el cantante y bajo el escenario miles de personas disfrutaban del concierto.

En el colegio, cuando íbamos de acampada, mis compañeros me pedían que cantase y así alegrar las noches. Siempre he sido un poco vergonzoso por no tener confianza en mí mismo, pero nunca me he negado a cantar.

Con catorce años, defendiéndome con la guitarra, ya tenía mis temas compuestos y todos los fines de semana subía a una campa de mi pueblo a dar un concierto a mis amigos. Me llenaba de satisfacción verles perplejos alrededor mío escuchando mi voz.

Mi padre, al ver que me gustaba cantar y tenía ganas de aprender, me propuso que entrase en una escuela de música. Tonto de mi que no acepté por creer que nunca conseguiría mi sueño.

Durante años seguí componiendo sobre temas que me afectaban en la vida, pero sólo era una forma de desahogarme.

Con dieciocho años mi cuñada me informó que un grupo musical estaba sin cantante. Me animé sin dudarlo, presentí que esa era la oportunidad que se tiene una sola vez en le vida. Les gustó mi voz y a mi su estilo de música. Empecé a tomármelo tan enserio que me inscribí en una escuela de canto para aprender y mejorar mi calidad de voz.

Hasta el día de hoy no hemos dejado de trabajar para conseguir nuestro sueño. Hemos pasado buenos y malos momentos, pero siempre apoyándonos. Puedo decir que es como mi segunda familia con la que convivo la mayor parte del tiempo.

Enrique

Que yo recuerde, mis primeros indicios de músico ocurrieron con cuatro años, cuando mis padres me compraron mi primer instrumento: una guitarra de juguete. Pero como a mí me gustaba más eso de aporrearla que lo de rasgar las cuerdas, al año siguiente me compraron una batería. También de juguete.

Solía tocarla junto con mis hermanos que tocaban la guitarra, aunque según lo que me cuentan, más que tocar metía un ruido horrible, y lo único que sacábamos de aquellas tardes como grupo, era un dolor de cabeza espantoso, que no había quien nos hablara después de las sesiones.

La batería la rompí al de un año.

Con unos seis o siete años empecé a tocar en una fanfarria, en la que casualmente tocaban mis hermanos y mi padre. Con esta fue cuando recibí mis primeras clases teóricas de música, y también con esta hice mi primer pasacalles. Los pasacalles que hacíamos eran sobre todo en carnavales y fiestas.

Con nueve años entre en el conservatorio Municipal de Barakaldo, escogiendo la percusión. Con este he hecho numerosas actuaciones, las primeras fueron con un grupo de percusión en sitios como el teatro de Barakaldo. Dos años después también con el coro, y otros dos años más tarde con la Banda Txiki, con la que he tocado barias veces en el teatro de Barakaldo, y en barios pueblos. Aparte de tocar en escenarios, también he echo pasacalles, y he participado en las bajadas de navidad y en las de carnavales.

(Todo esto mezclado con la fanfarria)

Con dos años de conservatorio, me apunte a clases de dulzaina, y al pasar un par de años empecé ha tocar la caja en el grupo de dulzainas de la federación de centros regionales de Castilla y León.

Hace dos o tres años, Asier y Txarly, empezaron a reunirse los domingos para tocar la guitarra. Un día de esos, no me acuerdo por que, fui con ellos, y empecé ha ir todos los domingos a tocar con un bongó (para muchos un tantán). Al de unas semanas propuse apuntarnos en la casa de cultura de Cruces, porque así, podría tocar la batería. Estuvimos unos días los tres en la casa de cultura, y entro a formar parte Imanol, ya que conocía a Carlos. Al poco de unirse Imanol nos juntamos con Javi y Jorge. Pasaron unos meses, y entro a formar parte en el grupo David. Así es como estamos ahora, formando todos parte en. Sanon. Poco después de que entrara David en el grupo, me compre la batería que tengo.

Asier

Con diez años mi padre me regaló una guitarra española que le habían regalado a él hacía mucho tiempo. Estaba usada y muy vieja, pero aún la conservo con mucho cariño. Esa misma noche me enseñó un fraseo que había sacado de oído y cuando conseguí tocar esa melodía sin equivocarme… la sensación que me recorrió el cuerpo me gustó tanto, que al día siguiente me presenté en las clases de guitarra del colegio.

Al año siguiente, me mudé a Ampuero, un pueblecito de Santander, y no tardé en encontrar un profesor de guitarra en Colindres, un profesor que me enseñó mucho.

Años después, regresé a Cruces, y pasé años tocando y recordando lo que aprendí en Colindres, a la vez, me introduje en el mundillo de los centros regionales de Barakaldo y aprendí a tocar la dulzaina. En el año 2000, tras introducirme en un grupo de dulzaineros, me volví a apuntar a clases de guitarra con Txarly como compañero y Jorge como profesor. En 2001 consolidamos la unión de un grupo que habíamos formado Imanol, Enrique, Txarly y yo, con el grupo que tenían formado Javier y Jorge, cerrando la plantilla con David.

En la actualidad soy miembro del grupo de dulzaineros de la Casa Palentina de Barakaldo y del grupo Sanon. Tengo intenciones de seguir aprendiendo música, y poder decir sin arrogancia que “sé tocar la guitarra”.

P.D.: El saxofón es mi caprichito, y aunque su aprendizaje me lo tomo con calma, espero que en un futuro cercano, poder explotarlo.

Txarly

Flauta dulce, travesera, whistles, armónicas, gaita, guitarra y coros.

Mi comienzo en el contacto con el mundo de la música, tiene lugar a los diez años, cuando mis padres me invitaron a aprender a tocar la gaita. Durante dos años recibí clases los fines de semana, dejándolo después temporalmente.

Más tarde, mi hermano empezó a escuchar grupos que iban surgiendo en esos momentos, como Cranberries, o ya míticos Nirvana o Green, y poco a poco me fui enganchando a esa clase de música.

En 1999/2000 conocí en las clases de guitarra del instituto a Asier, y poco apoco nos fuimos entendiendo como amigos y musicalmente hablando. Montamos un grupo junto con Imanol y Enrique llamado “Sueños sonoros”, pero pronto conocimos a Javi y Jorge, Añadiéndose más tarde David como vocalista con temas propios, con los que formamos finalmente lo que hoy se conoce como Sanon.

Imanol

Mi vida respecto a la música comenzó más o menos cuando tenía unos ocho años, que empecé a tocar el teclado de mi padre, a sacarle algo de sonido, pero más que nada trozos de canciones.

Seguí poco a poco tocando hasta que mi hermano y yo empezamos a tocar canciones, el a la guitarra, y yo al teclado. Como se me quedó pequeño el teclado, decidí comprarme uno semiprofesional, con el que sigo.

Un año después, más o menos, Txarly me ofreció tocar con él, Asier y Enrique. De ahí sacamos algunas canciones. Poco después conocí a Jorge y a Javi, para hacer colaboraciones con ellos (todos juntos). Entonces grabamos una canción “Innis Fodhla” en Mr Jam.

Después de eso buscamos cantante, y tras algunos intentos llegó David, con el que empezamos a arreglar canciones y, en fin, surgió el actual “SANON”.

En diciembre de 2002, grabamos una maqueta, “Desde el mar”.

Javi

Mis comienzos en el mundo de la música fueron tardíos, puesto que empecé a tocar la guitarra  a los 17 años y no fue por no tener ganas, sino porque en mi casa lo principal eran los estudios y todo lo que se saliese de ahí estaba mal. Pero, un día me compre una guitarra y fui aprendiendo solo con dibujos de posiciones de manos

Como buen parroquiano, que era entonces, mis primeros pinitos los hice en misas y celebraciones junto con Jorge. Estaba claro que había algo que nos inquietaba a ambos, y eso era la música. Empezamos a quedar para tocar y enseñarnos creaciones propias, lo que derivó en lo que como explicare más adelante, los comienzos de lo que más tarde sería Sanon.

Cada vez la música me daba más satisfacciones, el echo de poder expresarte sin necesidad de hablar es realmente alucinante. Viendo que nuestras inquietudes, mis inquietudes, iban más allá de meras tardes tocando canciones de otros, decidí que era el momento de dar a conocer mis letras, mis sentimientos, compartirlas con las de otros, y por eso empezamos a tener contactos con Txarly, Enrique, Asier e Imanol (entonces formaban un grupo) y poner en común nuestras canciones. Al ver que íbamos en el mismo rumbo y bajo influencias similares decidimos juntarnos. Todo era perfecto, pero nos faltaba una persona que supiese transmitir esos sentimientos y que aportase también los suyos para hacer más completo el grupo. Esa persona era David, que culminó el ansiado proyecto que encaminamos hoy en día: Sanon.

Muchos pensaréis que el ser músico debe ser genial, giras, juergas… etc., y es así, pero también hay mucho trabajo, constancia, horas de ensayo, riñas, desesperación, ambición, que luego se ven reflejadas en las letras.

Yo he escogido esto, y me gusta, me llena, complementa carencias en mi vida y no hay mayor satisfacción que poder hacer llegar a todo el mundo estas sensaciones. Debo mucho a Sanon, ahora es el momento de que yo se lo devuelva y es por lo que trabajo día a día.